Capítulo 1

 Después de una larga noche de copas en el club de su amigo Richard, Leonardo se despierta con un terrible dolor de cabeza. No tenía idea de la hora que era, apenas pudo mover la mano para tomar con dificultad el teléfono de su velador.

—¡Carajo! —Gruño con malestar al ver las llamadas perdidas de mi novia.

Se da la media vuelta y siente que la cabeza le explota, lleva sus manos a la cara y maldice al recordar que Amber llegará al medio día.

—¡Ay! Espero que no empiece con su histeria porque en estos momentos juro que no tengo ganas de soportarla.

El reloj marcaba las once, piensa en quedarme en cama unas horas más, hasta que recuerda que tiene una reunión con el ingeniero Ramírez a las dos de la tarde. “¡Maldición!” Respira profundo y se pone de pie con toda la pereza del mundo.

—¡Maldito seas Richard! —Se queja con las manos en la cabeza caminando con dificultad. Todo le sigue dando vuelvas—Si no tuvieses las mejores mujeres del mundo en tu club, no me tendrías ahí cada fin de semana.

Sonríe pensando en las bellezas curvilíneas que en esas noches de magia lo llevan al mismo cielo haciendo que olvide todas mis preocupaciones. Sabe que no es excusa decirlo, solo que últimamente se está sintiendo más vacío. Algo está faltándole a pesar de tenerlo todo… todo, excepto la otra mitad de mi corazón.

No es la primera vez que piensa en Daniela, de un tiempo acá, aparece y desaparece de su memoria, como si ella lo estuviese pensando. Se escuchaba ridículo al decirlo, sobre todo cuando sabía que ella había desaparecido cubriendo todas sus huellas después de ese negado adiós.

—¡Ya basta! Tengo suficiente con esa cruda como para ponerme a analizar mis errores del pasado.

La aparta de mis pensamientos mientras toma un de vaso de agua con un par de pastillas para aliviar el malestar. Luego tomando una toalla se dispone a tomar un refrescante baño muy necesario para quitarse el perfume de las mujeres con las que pasó la noche y de paso arrancarse un poco esa terrible flojera.

Minutos después bajo el chorro frío de la regadera se anima a entonar una de sus muchas canciones inventadas que le nacen del alma al tocar el agua fría.

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ Una noche de primavera llegaste como estrella fugaz

para sanar mi dolor… ♪

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ Sigues viva en mi corazón

No he podido olvidarte no sé por qué, ♪

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ te convertiste en mi rayo de sol

Mi luz, mi oscuridad… ♪

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ y aunque ha pasado el tiempo

Tu amor sigue intacto en mi corazón ♪

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ te sigo amando, amor… ♪

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

♪ sigo esperando tu amor

sigo deseando volverte, corazón,

♫ la, lalalalaaa, la, lalalalaaa ♫

—Siempre has compuesto muy bien bajo la regadera, me sigo preguntando por qué aún no eres escritor.

Esa dulce voz femenina lo sobresalta. Está cubierto de jabón hasta las orejas, lleva sus manos a la cara para limpiarse de la cara. ¿Quién era esa mujer? Mi su corazón se descontroló en un segundo, latía con fuerza y un golpe de recuerdos lo atacaban mientras se paralizaba ante esa sombra tras la cortina, conocía esa voz ¿Pero, de donde?

—¡Amber!, ¿Eres tú? —Pregunta lavándose la cara.

—No soy Amber, por cierto ¿Quién es ella?

— ¡Ay, dios!—grita al divisar a una bella joven frente a él, retrocede con violencia colocando sus espaldas a la pared, por poco y se da un buen golpe, sin contra que las pelotas estaban a aire. Está aturdido, nervioso y aún no logra reconocer a aquella joven. — Si eres una ladrona no tengo nada de valor, lo juro, lo último en mi billetera lo gasté anoche en el bar de Richard.

— No soy una ladrona¿y desde cuándo frecuentas bares nocturnos, Leni?

¿Leni? Solo una persona en el mundo podía decirle así y despertar ese cúmulo de sensaciones inexplicables en su corazón. ¿Será posible? La mira por unos segundos y entonces la reconoce. Era Daniela, ¿Cómo era posible? Después de dieciséis años, ella estaba frente a él.

— ¡¿Dani?! — Expresa a media voz, estremeciéndose —¿Cómo es posible? Debo seguir bajo los efectos dela alcohol, tú no puedes estar aquí. —frota sus ojos sin poder creer lo que admira.

—Hola, Leni. —Le sonríe ahora paralizándolo sin importar que esta completamente desnudo frente a ella. Todo el ayer regresa, esos momentos inolvidables que vivieron en la secundaria aparecen de golpe, un extraño sentimiento se apodera de su ser, tiene ganas de llorar de emoción, abrazarla y al mismo tiempo quiero sacarla de su baño de inmediato.

—Disculpa que haya venido sin llamar, pero en verdad necesito tu ayuda.

— ¡No! No puede ser real, Dani no sabe donde vivo o ¿Si? Puede que sea el alcohol lo que me produce esta alucinación. ¡Si! Es eso —se lleva las manos a la cabeza, un poco aturdido.

—No soy una alucinación ¿de qué estás hablando Leni?

—Deja de llamarme Leni. Tú no estás aquí. —grita.

—¿Por qué en vez de cubrir tus ojos no te cubres abajo? ¿Sabes? Tienes tus muy buenas cositas al aire —. Deja salir una pequeña risa.

—¡Joder! — se cubre de inmediato—¿Y por qué sigues mirándome y no sales?

—Porque estás muy apetecibles.

—Esa no es una respuesta —Toma la toalla para envolverla en su cintura —No deberías estar aquí. ¡Y borra esa sonrisa de tu cara, pervertida!

—¿Ahora soy pervertida? Si eres tú el que está desnudo.

—Por qué estoy bañándome ¿Acaso tú te metes bajo la regadera con ropa?

—Upss, no me di cuenta.

—¿Cómo no te vas a dar cuenta de a donde entras?

—Lo siento, es que no pude evitarlo, los años te han hecho más atractivo.

— ¿Por qué sigues mirando y no sales, Dani? —Se enfada. — No es correcto que entres así a la casa de un hombre y peor aún, a su baño.

—Está bien, te esperaré afuera. —Sale a toda prisa dejando esa sonrisita tierna que tanto amaba.

No estaba soñando, en verdad estaba ahí, y al parecer ignoraba que estos momentos eran los peores de su vida.

“¿Por qué tuvo que aparecer justo ahora? ¡Mierda!” se dice saliendo aun con el jabón el cuerpo, mientras ella se ponía roja como tomate recorriéndolo con su mirada.

No sabía si sentirme halagado o enojarse por tu atrevimiento. Pero volver a observar esos hoyitos en sus mejillas le aceleraron el corazón de una manera extraña.

— ¿sabes? Adoro cuando me llamas Dani.

— No deberías estar aquí—Insiste acercándose sin escuchar lo que decía.

Daniela retrocede un paso. Apegándose a la puerta.

— ¿Vas seguido al gimnasio? Porque en verdad, esos abdominales marcados están de miedo. — Intenta tocarlo y retrocede por impulso.

— ¿Cómo es que me encontraste, como entraste aquí? ¿Quién te dejo pasar? ¡Dios! Ahora si estoy muerto. —se rasca la cabeza. —Pero primero, salgamos de aquí.

Extiende su mano para tomarla del brazo y Dani, sonriendo retrocede atravesando la puerta cerrada. Eso lo hizo congelarse antes de que pegue un grito aterrador “¡Santo cielo!”

Ahora si todo el alcohol que tenía en la sangre desapareció de su cabeza y el corazón por poco se detiene, por unos segundos se queda petrificado.

¿Qué estaba pasando? ¿Acaso soñaba? Golpea sus mejillas para despertar del sueño. Pero, se encontraba bien despierto, escuchando su risa tras la puerta.

— ¿Dani? —Expresa un poco temeroso, abriendo lentamente la puerta.

¿Qué estaba esperado? ¡¿Qué apareciera?! ¿Quería que realmente lo hiciera? Aún seguía temblando. No era normal ver a las personas m-muertas ¿Acaso Dani había muerto? Era lo más probable y ahora lo atormentaría por dejarla y nunca buscarla.

Temeroso la sigue buscando por la estancia, recorre cada rincón de su departamento con la toalla envuelta en su cintura y no había nadie.

No volvió a saber de ella desde que dejó el país para estudiar en la prestigiosa universidad que deseaba mi padre. Trató de localizarla, pero fue en vano, como si nunca hubiese existido. Y ahora aparece de repente para cobra venganza quizás…

— ¿Dani? —Vuelvo a decir recorriendo el departamento, una segunda vez, pero, no estaba.

Se mira en el espejo del pasadizo, tenía jabón en el cuerpo y menos ganas de meterse bajo la regadera. Pero debía terminar con el baño.

“Creo que beber demasiado me está haciendo ver apariciones, ¡ya no volveré a tomar una sola gota de alcohol! Lo juro, de ahora en adelante mis juergas no tendrán licor”

Se dirige al baño observando cada rincón, deja abierta un poco la cortina y sin cerrar los ojos deja correr el agua sobre su cuerpo.

Minutos después camina de vuelta a la habitación más sobria y no conforme con su búsqueda anterior vuelve a recorrer cada rincón del departamento y se asegura que la puerta siga cerrada. Aun con esa extraña sensación de miedo y angustia, se sienta en mi cama mirando a su alrededor sin saber qué esperar. Piensa en mil cosas antes de darse cuenta de que ya es tardísimo.

“¡Diablos!” gruñe corriendo al ropero.

Se quita la toalla, cuando una voz enfadada explota a su espalda, poniendo sus pelos de punta.

—¡Muy bonito, Leo!, me dejas preocupada todo el día, no te dignas a contestar mis llamadas y ni siquiera me envías un maldito mensaje ¿Qué diablos te sucede?

—No eres real ¡Ya basta! —grita girándose, sin recordar que está desnudo con el bóxer en las manos—¿Quieres dejar de aparecer así?

Arrastra la última palabra al darse cuenta de que es Amber, la que lo mira furiosa y camina hasta él.

— ¿Qué te sucede? Espero que solo sea producto de la borrachera que traes encima, el que me mires como un demente mostrándome las pelotas.

—Lo siento —se cubre la entrepierna al instante, aun sin reaccionar del todo.

—¿Y quién pensabas que era? —Expresa furiosa. — ¿Acaso sigues metiendo a esas mujerzuelas mientras no estoy?—termina gritando haciéndolo reaccionar.

—¡Claro que no! Solo que…

—¿Qué?

—Es que tuve una pesadilla…

—¿Y a tu pesadilla le dices que no vuelva aparecer? ¿Me crees idiota o que?

—No tengo ganas discutir —Empieza a vestirse —Me duele horrible la cabeza.

—¡Cómo no va a dolerte si te has madrugado bebiendo! Hasta cuanto vas a seguir con esa vida clandestina.

—¡Por favor, calmate! No exageres.

—Como no quieres que me altere, si no contestas mis llamadas desde hace horas y cuando llego lo primero que veo son tus pelotas al aire y tu cara de demente. ¿Acaso fumaste hierba?

No era fácil dar explicaciones de una alucinación y aunque la cabeza esta por estallar, intenta mantener la calma. Los regaños de Amber solo entran y salen de su cabeza.

—No me drogué, solo me pasé de copas.

—Y eso te hace alusinar ¡Por favor! Necesito una explicación.

“¿Por qué tienes que darle explicaciones a esta tipa, Leni?”

Esa dulce voz vuelve a poner de punta sus cabellos, no puede evitar pegar un grito aterrador al mirar a Dani sentada en su cama un tanto molesta.

—¡Maldito idiota! —grita Amber— ¿Qué te sucede? Me asustaste.

—Lo siento es que m-me agarré con el cierre, p-pero ya salió —Dice nervioso mirado a Daniela. Obvio que Amber lo tomó como algo de locura, estaba mirando el vacío no a ella.

— ¿Cuánto tomaste a noche? Estás actuando muy extraño. —Dice mirando hacia la cama.

“No creo que haya sido demasiado, es la presencia de esta mujer la que te desquicia, ¿No entiendo por qué está aquí en primer lugar?” expresa la angelical voz de Daniela.

—No tomé tanto… —Grita manteniendo la mirada en la cama, silenciando la voz desesperante de Dani, mientras se coloca los calcetines.

— ¿Por qué gritas? No estoy sorda —Añade Amber enfadándose más.

“¿Estas con ella? No puedo creer que el sensato Leonardo García, este con una loca como esta, gruñona, controladora, tóxica…” se me acerca Dani muy alterada.

—¡Ya basta! —Grita apartándose, como si huyera de algo. —Bueno, sí… es que es difícil de explicar.

—¡Explicar que estás drogado! —grita Amber tomándolo del brazo obligándolo a mirarla. —¡Estoy aquí! Y estás ignorándome, hablándole al vacío, ¿Qué es lo que sigue? ¡¿Para eso me pediste que viviera contigo?!

“¿Están viviendo juntos? ¡No puedo creerlo! Pero, si es tan patética. Para nada son el uno para el otro”

—¡Ya basta! —Grita desesperado. No sabe si está volviéndose loco, pero tener a las dos mujeres gritándole sin poder entenderles una sola palabra, lo hizo perder los papeles.

Toma sus zapatos y la chaqueta y sale a toda prisa de la habitación seguida por ellas, que seguían hablando y pidiendo explicaciones.

—¡Leonardo! ¿A dónde crees que vas?

—Lejos de ustedes, me están volviendo loco.

—¿Cómo que ustedes?

—Digo… lejos de ti. —Corrige colocándose los zapatos.

“Me estás ignorando ahora Leni”

La repentina voz de Dani, vuelve a sobresaltarlo, y por poco se pierde el equilibrio.

—¿Sigues bajo los efectos del alcohol? —Se enoja Amber.

—Pueden dejar de hablar por favor—Grita sosteniendo la cabeza con sus manos. —Estoy volviéndome loco.

—Pues, si debes estarlo. —Lo empuja Amber adelantándose— Sigues hablándole al vacío y gritando como un demente.

“Definitivamente actúas extraño Leni, quizás sea por la presencia de esta desquiciada incomprensible, que te trata como si fueras de su propiedad” insiste Daniela. Rebasando su paciencia.

— ¡Por Dios! —Grita más fuerte —En verdad necesito que dejes de decir tonterías.

—¡Ahora digo tonterías! —responde Amber, creyendo que es a ella quien se lo dice. —Esto ya es demasiado, me voy. Si querías estar a solas, solo debiste tomar el maldito teléfono y decírmelo. —Grita. — No fingir este grado de demencia para echarme.

Camina hasta donde está su bolso y sale a toda prisa del departamento.

“Ahora se hace la ofendida, ¡Déjala! que se vaya"

Leonardo se gira y colocándose un dedo en los labios le pide que guarde silencio.

“¡Está bien!, ve por la princesa, aunque te digo que no vale la pena”

Le grita al verlo apresurar el paso para ir por su nueva novia.

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