—¡Mira lo que hiciste, estúpida criada!—protesta la pelirroja, aunque el incidente ha sido su culpa. Dio un paso atrás mientras coqueteaba con otro invitado sin darse cuenta de que yo estaba pasando con una bandeja con varias copas llenas de champán.
—Por favor discúlpeme, señorita. Déjeme ayudarla—me veo obligada a decir, finjo estar apenada porque de no ser así puede que me echen de aquí. Saco un pañuelo que cuelga de mi cinturón para limpiar la mancha antes de que esta se impregne totalmente en la tela de su vestido.
—No seas tonta, acabas de arruinar un fino vestido, un estúpido pañuelo sucio no le quitará la mancha—me acusa alzando la voz ocasionando que los demás invitados giren en nuestra dirección para presenciar el incidente. La música se detiene e inmediatamente los susurros comienzan.
—Tal vez podamos quitar la mancha—sugiero tratando de dar una rápida solución—el personal es muy diligente cuando se trata de cosas así.
—Se ve que no eres más que una limosnera cualquiera, mira esto—alza la parte del vestido blanco que ha sido empapado—lo van a arruinar aún más de lo que ya hiciste.
—Pero es que usted chocó contra mí—me excuso, aunque bien sé que no servirá de nada, personas como ella no entienden de razones.
—¿Estás diciendo que fue mi culpa?—cuestiona haciéndose la ofendida, su estúpida pregunta solo pone en evidencia lo hueca que está su cabeza, pero en aquel lugar no puedo más que ser sumisa ante su estupidez, aunque puede que por el escándalo que está armando quizás ya he perdido mi empleo.
—No, pero...
—Pero nada. Ahora vas a pagar el costo de este vestido—chasquea la lengua y luego se burla—por supuesto, lo que cuesta este vestido es una cantidad que jamás en tu vida verás junta.
El hombre con el que ha estado coqueteando solo se ríe, aunque trata de disimularlo.
—¿Qué sucede aquí?—escucho la voz de mi tía Moira, como siempre el tono que usa es elegante y sereno, nada logra perturbarla.
—Sucede que está muerta de hambre, derramó vino blanco sobre mi vestido y ahora tiene que pagar por el.
Mi tía Moira asiente, mira el vestido y el caos que la loca invitada ha creado en cuestión de segundos.
—Entiendo, señorita—dice en tono sereno—el costo de su vestido le será remunerado y si así lo desea podemos arreglar la macha para que pueda seguir disfrutando de la celebración.
—Muy bien—me mira con desdén.
—Por favor sígame—le señala el pasillo donde la afluencia de invitados es menor que en ese lugar, ella le sonríe al tipo detrás de ella y él, como un perro en celo, le toma la mano y va detrás de ella—recoge este desastre y cuando termines ven a mi oficina— se dirige a mí, ir a su oficina solo significa problemas y de los grandes.
Asiento e inmediatamente ella se retira para guiar a la pareja qué, sospecho, solo han usado la excusa del vestido para follar a gusto en una de las habitaciones de invitados. ¡Qué asco!
Las personas que han presenciado el pequeño espectáculo que la pelirroja ha protagonizado, por supuesto, con mi pequeña, aunque imprevista colaboración, se giran volviendo a lo suyo como si aquello no fuese relevante y sí, agradezco que no lo sea porque en ese sitio una sirvienta como yo no debe serlo.
Me agacho sobre el piso y tomo los pedazos de las copas que se han esparcido por todo el suelo, los colocó en la misma bandeja que aún tengo en las manos, pero justo antes de terminar la recolección, el filo de un pedazo me corta el dedo, la herida es fina, pero extrañamente brotan gotas considerables para el tamaño de la herida.
—¡Coño!—digo sin recordar en donde me encuentro, sin embargo, al levantar la vista me doy cuenta de que sigo siendo solo un fantasma que pasa desapercibido para personas como esas, además de que el grupo musical toca a un tono que puede considerarse medio alto por lo que nadie me ha escuchado. Me levanto de mi sitio y esquivo a los invitados hasta llegar al pasillo de servicio, el único lugar en donde me siento una persona normal, por así decirlo, al menos ahí, el personal si nota mi presencia.
—¿Oye qué paso?—me pregunta Anna, otra sirvienta a la que han usado como camarera, al igual que a mí— una invitada me hizo tirar las copas.
Me dirijo hacia la esquina donde se encuentran varias bolsas negras de basura, mucho de lo que hay ahí son desperdicios de comida y alguno que otro utensilio roto que llega a romperse accidentalmente ya fuese por un invitado o por alguien del personal. Dejo caer los pedazos de vidrio en el interior y vuelvo con mi bandeja vacía.
—Me corté el dedo—le muestro mi herida a Anna y ella la examina un momento. Ella es dos años menor que yo, estudia enfermería, por lo que es muy buena aliviando heridas laborales que un trabajo como el nuestro provoca, por suerte ese trabajo es únicamente por el verano, por lo que faltan tres semanas para que ella se vaya y me deje sola.
—¿Qué sucede? —cuestiona, desde su lugar de trabajo, Brian, un chef que lleva trabajando más de tres años en la mansión de los Mitchell y que, además de Anna, es muy cordial conmigo. Él luce un hermoso cabello rubio cenizo debajo de su gorro de chef, es alto y algo fornido, además es un experto en la cocina y solo con eso ya es el tipo ideal para mí, pero el único problema es que todas las chicas están enamoradas de él por lo que mi papel para acercarme a él es únicamente de amiga, sobre todo por la competencia que tengo, es lo mejor si quiero evitar problemas con las demás chicas.
—Ciara se cortó—le informa Anna.
—¿Pero está bien?
—Si no es nada, aunque no sé si sobreviva al regaño de la señora Moira—se burla. Brian se limpia las manos con un trapo de cocina y se aproxima a nosotras.
—¿Qué paso?—cuestiona intrigado.
—Una loca me hizo tirar las copas y algunas se derramaron sobre su vestido— explico encogiéndome de hombros, no es algo que me enorgullezca, pero tampoco tengo de que avergonzarme porque en primer lugar ha sido esa loca la culpable de todo— y ahora seguro que me van a despedir.
—No exageres—dice Brian animándome— no creo que tu tía te despida por un algo tan estúpido como eso.
—Es mi tía, pero es el ama de llaves y antes que nada debe cumplir con su deber o al menos eso fue lo que me dijo cuando me contrato, tal vez su palabrería si va en serio.
—Vaya, no pensé que de verdad fuese tan fría como dicen que es— expresa Anna. Lo dice porque ella no tiene nada que temer, ya que es muy diligente en su trabajo y además de eso es hermosa, a pesar de que debemos sujetar nuestro cabello, ella es la única que puede usarlo suelto, por supuesto, porque su cabello es corto, pero ese corte le hace lucir fresca y juvenil, además de que sus ojos verdes aportan mucho a su encanto.
—No lo es—alega Brian abriendo los ojos para reprender a Anna, me toma por los hombros y sonríe—solo explícale lo que paso, es tu tía, lo entenderá.
—Hablando del rey de roma—musita Anna alejándose de nosotros para volver a su trabajo, Brian y yo giramos hacia el pasillo y efectivamente, ella nos observa desde el pasillo por el que varias personas vienen y van con platillos y copas con diferentes tipos de bebidas.
—Ciara, ven a mi oficina—ordena con severidad en su tono de voz. Algunos de mis compañeros de trabajo se quedan paralizados ante su presencia, es igual que ver a un fantasma, otros ni siquiera se atreven a detenerse de sus labores para evitar ser regañados por ella.
—No te preocupes, ve—indica Brian dándome un empujón hacia el pasillo, mi tía ya ha desaparecido, lo que me hace sospechar que la situación es más grave de lo que yo creí.
Me encamino hacia la oficina de mi tia, ese único pasillo es exclusivamente para los servicios de la mansión, además tambien se encuentran algunas habitaciones en donde viven los empleados más importantes y de los que prácticamente la familia dispone a todas horas como el chef principal y sus ayudantes, asi como los tres mayordomos y el ama de llaves, pero como mi tia Moira dispone de una pequeña propiedad no muy lejos de la mansión no es necesario que viva aqui, además de que ella tambien tiene dos asistentes que aprenden de mi tia para cuando vaya a jubilarse y exista alguien de confianza que la sustituya cuando su turno termine.
Al estar frente a la puerta doy tres golpes, tal y como ella me había indicado que hiciera al entrar a trabajar ahi.
—Adelante—su voz suena igual de cruda que antes. Es la primera vez que ingreso ahi para ser regañada—cierra la puerta.
Doy un par de pasos y me quedo parada a mitad de la oficina, no veo el caso de sentarme.
—Es una insensatez sermonearte cuando sé que tú no tuviste la culpa—pronuncia más relajada, pero sin apartar la vista de un documento en su escritorio—no es la primera vez que ocurre algo semejante, pero de igual forma debes tener cuidado con esas personas, a veces ocasionan este tipo de incidentes apropósito solo por diversión, sin embargo, para lo que ellos es diversión para personas como nosotros significa problemas, no debes fiarte de ninguno de ellos ¿De acuerdo?
Suspiro, al menos no me ha regañado, no obstante, sé que el costo del vestido saldra de mi salario.
—¿Y el vestido?—cuestiono apenada.
——Por suerte para ti, la señora Mitchell es precavida y conoce muy bien al tipo de personas que invita, por lo que cualquier incidente dentro de su propiedad es remunerado gracias al seguro que contrató, así que no tendras que pagar nada, sin embargo, no puedes irte de aquí sin un castigo adecuado o pensarán que tengo favoritismo hacia ti solo porque somos familia—advierte alzando la vista hacia mi.
—Pero no hice nada—me quejó.
—Claro que no, pero te vieron la cara de tonta y eso es más que suficiente para poder castigarte. Haber si con eso aprendes a ser mas lista que ellos.
—Dale—suspiro—¿Cual será mi castigo?
Se lleva la mano hacia el menton, un gesto que utiliza siempre que reflexiona.
—Limpiaras el salon de juegos—ordena satisfecha—el señor y su hijo jugaron hasta tarde el dia de ayer y debido a los preparativos del compromiso, aun no se ha limpiado el desastre que dejaron, asi que ese sera tu castigo.
El salon de juego es grande o al menos eso es lo que Anna me ha mencionado, ese lugar no pertenece a mi área de limpieza por lo que yo no conozco su interior, pero sé como llegar alli.
—¿Es todo?
—Si. ¿Acaso quieres más?
—No—niego con la cabeza.
—Cuando termines debes reunirte con toda la servidumbre, le daremos las felicitaciones al joven Aidan por su compromiso.
—De acuerdo—sonrio feliz de que las consecuencias de tirar las copas no pasaran a cosas mayores.
Para agradecerle me acercó a ella y hago lo que sé que le molesta mucho, la abrazo y le susurro al oido “Gracias” para después darle un beso en la mejilla.
Luego de mi atrevimiento me separo de ella entre pequeñas risas, Moira hizo lo que cualquier niño hubiese hecho al recibir un beso, limpiar su mejilla con un pañuelo al alcance de su mano.
—Pareces una niña—se queja—vuelve al trabajo antes de que me arrepienta.
Al salir de la oficina me topo con varias personas que me dirigen un gesto de desconcierto y al recordar que todos piensan que mi tía es un monstruo sin corazón tengo que aparentar tristeza, tomó un kit de limpieza de uno de los cuartos de servicio y salgo de ahí.Tomó el camino largo para no tener que cruzarme con algún invitado. La mansión es más bien un bonito museo del que me gusta apreciar su arquitectura, sus pinturas y sus reliquias, tal vez la mejor palabra que puede describirla es "Castillo" porque tanto su fachada como sus habitantes son como se supone es un castillo.En irlanda las familias más adineradas gozan de la dicha de decir que poseen un castillo, aunque la mayoría son ruinas, sin embargo, existen unos pocos que siguen en pie y son tal y
—Si tú, la mirona—me congelo ante su descubrimiento, no puedo creer que aunque el cortinaje es lo suficientemente grande y grueso para cubrirme, ese hombre me ha visto—sal de ahí.Trago saliva, instintivamente mi cuerpo se mueve de lugar, me apartó del cortinaje y observo al tipo frente a la mesa de billar.Es alto, rubio, de ojos azules y delgado, es como ver una escultura de miguel ángel en vida, es apuesto sin duda alguna, ahora entiendo por qué el comportamiento de la chica era similar al de una gata en celo.—D-discúlpeme—susurro bajando la mirada avergonzada, ahí encuentro mis manos moviéndose nerviosamente, no soporto la evidente molestia que su expresión manifiesta—
—No me contrataron para esto—me quejo mientras arranco la hierba que ha crecido a la orilla del lago, se supone que para eso están los jardineros, pero ellos siguen ocupados con el jardín lateral que quedo prácticamente destrozado después de la fiesta de compromiso, el césped está tan aplastado que el jardinero principal decidió retirarlo por completo para plantar rollos nuevos y por supuesto, eso les costará mucho tiempo, sobre todo porque deben retirar las fuentes de cristal que contrataron para la noche, un lujo innecesario que solos los ricos se pueden dar.—No te quejes—expresa Anna levantándose de aquella posición incómoda, hincada y apoyada sobre una mano, al igual que yo, para lograr alcanzar las plantas acuáticas que crecieron rápidamente sobre la orilla y le
—Sí, debo atender algunos asuntos con Kilian.—¿Kilian?—cuestiona fingiendo sorpresa en su tono de voz.—Si, madre. Por favor discúlpame con Grace, pero no creo poder llegar a tiempo al almuerzo.—¿Y por qué mejor no le cancelas a Kilian?—insiste su madre, ella tiene el talento para no perder su elegancia, aunque este molesta—por favor Aidan, lo ves todos los días sin falta y Grace se irá en unos días. Parece que la única interesada en este asunto soy yo cuando fuiste tú quien le dio el anillo de la abuela.—Por favor, mamá, no comiences con eso—dice irritado.
Miro el reflejo en el espejo, doy asco, mi cabello tiene la apariencia de un nido de pájaros a pesar de que seguí la recomendación de mi tia. Gracias a mi siesta vespertina no pude pegar un solo ojo en toda la noche por lo que amaneci cansada y con unas terribles bolsas oscuras debajo de los ojos.¡No hay remedio!Observo esa parte de mi rostro que siempre me hace suspirar, los ojos de mamá. Al nacer me heredo sus ojos, pero cuando ella murió me dolia mirarme al espejo.Recuerdo haber visitado Galway con ella alguna vez, admirar a su lado los campos verdes, y pasear por su hermoso bosque y admirar el castillo que destacaba p
—No quiero errores—dice Moira en su usual sermón para animar al personal.Extrañamente, todos visten formal, es decir, llevan puesto el uniforme que me dio Anna.—Ahora a trabajar—aplaude un par de veces indicando que ha terminado de hablar, el personal del turno formado en fila se dispersa dirigiéndose hacia la cocina—Ciara. ¿Puedo hablar contigo?Algunos me miran de reojo antes de irse, no los identificó, son personas que no suelen estar en mi equipo de trabajo.—Lo lamento, olvide decirte que debías usar el uniforme formal, pero veo que te las arreglaste para conseguir uno—expresa casi apenada mirándome de arriba abajo&mdas
¡Es ese imbécil!Instintivamente vuelvo la mirada hacia el frente arrepentida de haber aceptado cambiar de turno este dia. Fijo la mirada sobre el cortinaje del comedor, es blanco y se nota bastante costoso, no es una tela que se venda en cualquier lado.Sigo observando el lugar de reojo para distraerme y no pensar en ese sujeto.“Quizás nos vimos accidentalmente y seguramente me ignoró después”me digo a mi misma para traquilizar a mis pobres nervios.Los ventanales dejan entrar una hermosa iluminación, todo reluce como si se tratara de un hermoso cuento de hadas, incluso el candelabro de cristal en el cielo razo del comedor brilla con intensidad, sin embargo, nadie lo nota, todos es
¡Mierda!Miro a mis compañeros, esto debe ser una maldita broma, pero todos parecen estar petrificados. Me levanto de mi sitio y espero que alguien se mueva o diga algo, que se opongan a lo que planean hacer, pero solo nos miramos entre sí, nadie se atreve a contradecirlo, ni siquiera yo. Si me niego tengo mucho que perder y nada que ganar.—¿Alguna objeción?—cuestiona con una sonrisa perversa, su mirada tiene un brillo de maldad que se nota a simple vista, el maldito es un descarado que se aprovecha de nosotros solo porque trabajamos para su familia—¿Ninguna?Se burla, su compañía suelta unas cuantas risitas, aunque no lo expresen con palabras su desprecio por nosotros es evidente, me