—No quiero errores—dice Moira en su usual sermón para animar al personal.
Extrañamente, todos visten formal, es decir, llevan puesto el uniforme que me dio Anna.
—Ahora a trabajar—aplaude un par de veces indicando que ha terminado de hablar, el personal del turno formado en fila se dispersa dirigiéndose hacia la cocina—Ciara. ¿Puedo hablar contigo?
Algunos me miran de reojo antes de irse, no los identificó, son personas que no suelen estar en mi equipo de trabajo.
—Lo lamento, olvide decirte que debías usar el uniforme formal, pero veo que te las arreglaste para conseguir uno—expresa casi apenada mirándome de arriba abajo—¿Kelly?
Inclino la mirada hacia mi pecho y observo lo que le ha llamado la atención.
—Era esto o perder el bono de puntualidad—me excuso.
—¿Y no puedes quitarte la placa?—frunce el ceño y ella misma intenta quitar la placa, pero descubre casi al instante que es imposible—de acuerdo, ten cuidado de no hacer algo indebido mientras portas el apellido de otra persona ¿De acuerdo?
Asiento, no creo que tirar un plato o algo así vaya a perjudicar a Anna, de cualquier forma no podría machar su apellido con alguna falla mía, no soy ese tipo de persona.
—Cuando termine el turno puedes quedarte en el cuarto del ama de llaves—extiende una llave con un llavero de un conejito rosado que tiene un pequeño nombre bordado sobre su pecho: Bonnie.
¡Qué original!
Tomo la llave y la guardo en el bolsillo de la falda, no quiero arriesgarme a perderla y tener que regresar a casa a oscuras.
—Ahora apresúrate—indica, da media vuelta y se va. Como el ama de llaves, está obligada a presidir el servicio.
Suspiro al escuchar el ajetreo en la cocina, están a punto de servir la comida, no tengo más opción que entrar y hacer mi trabajo. Camino sin ánimo, a nadie le gusta trabajar en el segundo turno y ahora entiendo por qué. El personal se mueve de aquí para allá sin descanso.
—Aquí tienes princesa—me dice Mackenzie arrogándome una servilleta larga. La forma en como me mira es insoportable, es una desgracia que no tenga el valor para enfrentarla como ella lo hace a plena vista de todos, pero los demás están tan ocupados que no les importa lo que ocurre a su alrededor.
—Oye tú, ven acá—alza la voz un hombre alto, de cabello oscuro y piel blanca, viste un traje similar al de todos con excepción del tono, es mucho más oscuro, no entiendo como es que no lo he visto antes.
No tengo idea de por qué Mackenzie está aquí, pero no vale mi tiempo para que me quede reflexionando al respecto. Me dirijo hacia el hombre que me ha llamado y al estar frente a él encorva los labios insatisfechos.
—¿Tú eres la que suplirá a Jones?—interroga mirándome de arriba abajo sin cambiar esa expresión descontenta del rostro. No sé quién es Jones, pero asumo que ella es la que pertenece al segundo turno y que se encuentra indispuesta y por ello debo ocupar su lugar—no queda de otra. Toma, servirás la sopa. ¿Sabes que hacer no es así?
Asiento, pero antes de que pueda añadir algo, alguien detrás de él lo llama e inmediatamente me ignora.
Miro a los demás moviéndose como si sus vidas dependieran de ello, en comparación con ellos el turno diurno son unos holgazanes, pero supongo que deben ser diligentes, ya que ellos tienen más contacto con la familia y sus visitas, nosotros, por así decirlo, solo somos el servicio de apoyo.
No me gusta quedarme parada sin hacer nada, así que me aproximo a la isla de la cocina, ahí están situadas soperas de acero inoxidable. Tomo una e imitó a los dos hombres frente a mí que acuden al chef para que vierta en el recipiente una pequeña porción de sopa. Él me mira y frunce el ceño, sospecho que me reconoce, pero no dice nada, solo vierte la sopa y me indica seguir la puerta por donde se han ido mis compañeros.
Al salir noto que todos esperan en fila, me situó detrás del último y espero junto con ellos hasta que aquel hombre pelinegro ordena avanzar, al prestar atención a su placa de identificación logró leer su apellido: Tyler.
—Caminen—alza la voz cómo si de niños pequeños se tratase. La fila empieza avanzar y no tengo más remedio que seguirlos.
Continuamos hasta el comedor, un lugar que nunca pensé conocer, en primer lugar porque no es mi área de limpieza, yo suelo estar en el primer piso, en áreas exteriores y en lugares que he visitado con mi tía Moira, como por ejemplo, el salón de juegos, además solo el personal de segundo rango tiene permitido el paso a ciertas zonas donde suelen estar los Mitchell, es decir, personas que han trabajado más de dos años aquí porque son de plena confianza. Sé que mi presencia es incómoda para los demás, deben pensar que mi tía fue quien fraguo todo esto y aunque así parece, sé que ella sería incapaz.
Avanzamos cuando se abren las puertas, las visitas ya están en el interior conversando y para mi mala suerte es a ese insufrible hombre a quien logro ver, pero por suerte no me toca servirle.
Tyler, es decir, el hombre que parece ser el jefe, me indica con un ademán en la cabeza que me quede al final, detrás de un hombre y una mujer que juguetean por debajo de la mesa, es una rubia que lleva puesto un vestido blanco con lentejuelas brillantes y unas zapatillas que hacen juego, el tipo lleva un traje gris a cuadros y unos zapatos cafés, pero desde donde me encuentro no puedo ver sus rostros.
Ignoro la escena y dirijo la mirada hacia el frente. Tyler informa el menú, sopa de garbanzo con espinaca y un filete Wellington, que es un trozo de carne envuelto con jamón y hojaldre.
Los invitados parecen emocionados por el menú así que Tyler indica se sirva el primer platillo.
Me acerco a la pareja que continúa con su juego de caricias, sirvo en el plato hondo frente a la chica, el aroma de la comida llega hasta mis fosas nasales, huele tan delicioso que ocasiona que me abra el apetito.
Desvío la mirada brevemente para tratar de contener el aliento, no quiero que mi estómago se queje por hambre en ese preciso momento, pero al volver la vista captó algo insólito, veo una mirada azul escudriñándome, instintivamente vuelvo la mirada no logro distinguir con claridad quien o porque ha sido esa mirada, me inquieta volver a mirar y descubrir que lo que vi con anterioridad no es el fruto de mi imaginación.
Continuo con mi trabajo, sirvo la comida al compañero de la joven y luego a la siguiente pareja, de igual forma un hombre y una mujer, pero mientras sigo en lo mío, siento una extraña sensación en el cuello, lo percibo como cuando mi tía Moira me observa.
Cuando termino vuelvo a situarme detrás de la misma pareja. La chica ahora degusta su platillo, pero el chico a su lado no se rinde y persiste en intentar subir el dobladillo de su vestido, sube lentamente su mano por debajo del vestido y este se va arrugando conforme avanza.
Desvío la mirada al notar que está muy cerca de llegar a su destino final y desgraciadamente dirijo la vista hacia el final de la mesa, donde se encuentra un hombre que lleva puesto un traje blanco que hace juego con su camisa azul claro, su mirada choca con la mía y me paralizo.
¡Es ese imbécil!Instintivamente vuelvo la mirada hacia el frente arrepentida de haber aceptado cambiar de turno este dia. Fijo la mirada sobre el cortinaje del comedor, es blanco y se nota bastante costoso, no es una tela que se venda en cualquier lado.Sigo observando el lugar de reojo para distraerme y no pensar en ese sujeto.“Quizás nos vimos accidentalmente y seguramente me ignoró después”me digo a mi misma para traquilizar a mis pobres nervios.Los ventanales dejan entrar una hermosa iluminación, todo reluce como si se tratara de un hermoso cuento de hadas, incluso el candelabro de cristal en el cielo razo del comedor brilla con intensidad, sin embargo, nadie lo nota, todos es
¡Mierda!Miro a mis compañeros, esto debe ser una maldita broma, pero todos parecen estar petrificados. Me levanto de mi sitio y espero que alguien se mueva o diga algo, que se opongan a lo que planean hacer, pero solo nos miramos entre sí, nadie se atreve a contradecirlo, ni siquiera yo. Si me niego tengo mucho que perder y nada que ganar.—¿Alguna objeción?—cuestiona con una sonrisa perversa, su mirada tiene un brillo de maldad que se nota a simple vista, el maldito es un descarado que se aprovecha de nosotros solo porque trabajamos para su familia—¿Ninguna?Se burla, su compañía suelta unas cuantas risitas, aunque no lo expresen con palabras su desprecio por nosotros es evidente, me 
Sonrio alegre de ver tan poco alcohol dentro de mi vaso. Reconozco el verso, la canción esta a punto de terminar, pero el otro competidor parece tener experiencia en este asunto, quizás esto sea un empate si es que no me equivoco en los próximos segundos.Justo antes de terminar, se escucha un extraño sonido, suena como las náuseas de una embarazada. Al girar para ver a mi adversario, veo una mezcla de colores salir de su boca, desvío la mirada de lo que acabo de ver y termino la canción para dar el último trago.Los invitados de esa reunión tienen diferentes reacciones de lo que acaba de suceder, unos se quejan por el espectáculo y otros se burlan del pobre que acaba de vomitar, quizás yo estoy a punto de hacerlo, pero me mantengo firme para reclama
—¿Pretendes violarme? —logro articular. Lo miro fijamente y lo que recibo en respuesta es un ceño fruncido.—¿Disculpa? —coloca sus manos cerca de mi cabeza, sus ojos azules resplandecen en la oscuridad, pero intento no distraerme y prestar atención a lo que hace, a sus movimientos y a lo que pueda hacerle a mi cuerpo—soy mucho mejor que un violador, yo no dejo traumas, sino obsesiones.Su mano se eleva frente a mi, toca la piel de mi cuello y sigue un camino imaginario para el primer botón de mi camisa.—Por favor, las chicas con las que te acuestas no son más que zorras—inquiero burlardome de su historial de mujeres—dudo que realmente seas tan bueno como afirmas serlo. Ellas solo estan a tus pies por tu dinero.
—Hmm—escucho una voz a mi lado quejarse en medio de un bostezo.Me muevo, las sabanas se sienten diferentes, mas suaves y menos frías, quizás tía Moira cambio el suavizante de telas porque mi cuerpo no las percibe iguales. Desde mi lugar puedo escuchar como las gotas de lluvia golpean la ventana, la lluvia es ligera, pero supongo que al salir tendré que llevar un impermeable.—Mmm—vuelvo a escuchar, pero esta vez siento que la cama se mueve ligeramente y en medio de ese movimiento, una mano se desliza por mi abdomen, me abraza y me sujeta.Abro los ojos asustada, lo primero que veo es un techo alto de color rojo. Miro a mi alrededor, veo tres ventanales que son cubiertos por una fina tela blanca que supongo es el cortinaje, la habitación es enorme, pero a pesar de que sus muebles son pocos, se notan elegantes y finos, tienen un parecido muy similar a los que se encuentran en la mansión de los Mich
Busco a mi alrededor, no veo la placa por ningun lado. Mi imaginacion vuela pensando que tal vez la perdi y para añadir un poco mas de presion, mi ansiedad me dice que tal vez la deje olvidada en alguna parte de la mansion de los Mitchell, quizas en la habitacion del joven Aidan.Ladeo la cabeza negando la posibilidad, es imposible que la vida me deteste hasta ese punto. Suelto un suspiro, un tanto frustrada al no encontrar la placa. Trato de pensar e imaginar otro lugar donde pude haberla extraviado, lo unico que se me ocurre es que debi haberla perdido en el camino, asi que para no quedarme con la duda, decido salir en busca de la placa.Busco entre mis pertenencias y saco de mi closet una sudadera rosa que compre el año pasado en un bazar de gangas. Arreglo un poco mi cabello y bajo nuevamente a la sala de estar.Mientras bajo los peldaños de la escalera, pienso en una forma de ir a la mansion nuevamente sin que la tia Moira sospeche de q
Viste unos vaqueros oscuro, una chaqueta negra cerrada y unos guantes de cuero, ademas lleva un casco de motocicleta en la mano listo para salir.—Hola Brian—saluda Anna para despues dirigirme una mirada de complicidad, sé muy bien lo que esta pensando y lo que trata de decirme al hacer eso.—Buenos dias chicas—saluda con una sonrisa en los labios. Luego posa su mirada en mi, en un instante su mirada viaja por todo mi cuerpo hasta que su mirada se cruza con la mia—¿Hoy no trabajas Ciara?Niego con la cabeza y alzo mi uniforme en forma de respuesta, temo que mis palabras se enreden en mi lengua.—¿Vas algún lado?—Amm...voy al pueblo a comprar algunas cosas que necesito—admito y luego miro a mi amiga, no quiero quedarme sola con esto, en realidad no suelo estar tan nerviosa frente a Brian, pero hoy no ha sido un buen dia.—¿Con este clima?—mira haci
Brian me deja en la puerta de mi casa, por suerte la lluvia ha cesado para que logre llegar intacta, pero pienso en la gran posibilidad de que Brian se enferme. —¿Tienes turno el día de hoy?—cuestiono preocupada por él. —Pedí permiso para faltar medio día, se que el chef Carlo podrá con el desayuno—indica mostrando una sonrisa forzada, lo cual me parece extraño, él no es así. —¿Sucede algo?—me atrevo a preguntar, él alza las cejas un tanto sorprendido por mi curiosidad y desvía la vista. —No sucede nada—responde mostrándose serio, gesto que me indica parar con el interrogatorio. —Oh, entonces te vere mañana, gracias por el viaje—en mis labios se dibuja una sonrisa avergonzada, no debi preguntar, quizás si esta sucediendo algo, pero no es mi asunto. Alzo la mano para despedirme y luego me encamino para alejarme de la motocicleta. —¿Te gustaría salir conmigo?—le escucho decir de repente antes de que toque la perilla de la puerta principa