—¡Se supone que la cuidarías!—brama mi padre, escucho su voz abajo mientras le grita a Moira su descuido e ineptitud para controlarme y vigilarme, pero según recuerdo este viaje era para olvidar lo que había sucedido, no para que ella me enseñara a comportarme.—Es una adulta, no puedo ir detrás de ella todo el tiempo, ya no es una niña—reclama mi tía, escuchó sus pasos, parece como si mantuvieran una danza de poder para saber quien tiene o no la razón. —¡Pero sigue comportándose como una!—insiste mi padre, parece que sus gritos lo hacen con la intención de hacerme sentir mal, cuando solo soy la víctima, Aidan y yo lo somos.—¿Y de quién crees que es la culpa?—responde mi tía, me parece saber bien hacia donde va la discusión.—No es mía, si es que eso es lo que estás insinuando—protesta mi padre, solo puedo imaginarlo colocar su mano sobre su pecho, lo hace en forma de demostrar que ha sido ofendido de algún modo, pero con la intención de devolver la ofensa.—Fuiste tú quien la dejo
—Ciara—logra decir después de una hora de silencio, después de haber escuchado mi historia, por supuesto, una en la que tuve que omitir el cómo nos conocimos y las ocasiones en las que termine en la cama con él, solo para no darle la razón a mi padre respecto a lo que dijo sobre la casa de Moira.Trago saliva, su mirada es severa, siento que esta a punto de sermonearme y sí, tiene todo el derecho del mundo, no solo me metí con el hijo de la familia para la que trabaja, sino que también hice un escándalo en el que todo el mundo me vio, me sacaron los de seguridad y casi me llevan detenida a la estación de policía, claro de no ser por mi padre, que como último favor me los quito de encima, pero después de lo que le dije, de lo que me atreví a decirle, tal vez ya estoy muerta para él, pero ahora eso no importa sino la respuesta de Moira.—Será mejor que nos vayamos de aquí—propone sin importarle su trabajo, ni su casa, pero me parece absurdo.—¡No!—protesto—¿Cómo puedes decirme eso? ¿Aca
Me muevo de aquí para allá por mi habitación, el sol aún no sale, afuera sigue oscuro y el frío cala mis huesos. Pienso en lo que dijo Brian respecto a los detalles de la recepción de la boda, esta sigue en pie. Algo me preocupa y no es el hecho de que Aidan este o no encerrado, después de todo ese lugar es su casa ¿Adónde más iría?No sé que es lo que él esta pensando o si realmente planea seguir con esto. Si alguien más diera su opinión sobre esto, diría que en realidad él es el príncipe en apuros al que debo rescatar, ya que todo indica que soy el caballero que esta dispuesto a rescatarlo, pero ¿Y si él no esta dispuesto?Esa idea me ha torturado toda la noche, he dejado ir oportunidades, como la oportunidad de volver con mi padre, fingir que le estoy agradecida por cambiarme de universidad para tener una vida "normal" o mejor dicho patética al igual que la todo el mundo, pero yo no soy todo el mundo y por ello estoy aquí preocupándome por un amor que no sé si vale la pena.Me recu
—No—responde seriamente. A mi alrededor suenan voces de sorpresa y duda, me levanto de mi sitio y observo con atención lo que esta pasando— eres una mujer agradable cuando no estás confabulando con mi hermano para que me haga cargo de su hijo.—¿Q-qué?—suena la voz de Grace, mira nerviosa al público que observa aquella patética escena, es obvio que quiere desaparecer, no ser el centro de atención en una boda que no pudo más que terminar en fracaso, pero no entiendo como. ¿En qué momento Aidan encontró el valor para dejar de escuchar a los demás y hacer lo que él deseaba hacer?—Sé perfectamente que el hijo que esperas no es mío Grace y te aprovechaste de mi buena voluntad para poder proteger a tu hijo y darle un apellido, pero te equivocaste al creer que no lo averiguaría, tarde o temprano tu secreto te habría arruinado.—¡Aidan!—se escucha la voz de la señora Grace, en ese momento se levanta de su asiento y avanza hacia la infeliz pareja. Ella lo toma del brazo y lo obliga a inclinar
—Es hermoso ¿No les parece?—indica Anna emocionada mientras observa por la ventanilla del auto, va de la mano de su novio, el chico con el que tuvo un encuentro casual en aquella antigua capilla, es una sacrílega que merece ser excomulgada de la iglesia, pero merece todo el amor de mi corazón—¿Cómo le habrán hecho para conseguir un lugar así?—me animo a preguntar, mientras gozo el panorama primaveral que afuera se presenta, hay flores a donde sea que se mire, la mayoría son de campo, pero aun así no dejan de ser hermosas.—Yo solo puedo imaginar que alguien tuvo que ver para conseguir tan buen sitio ¿No es así?—dice Anna golpeando el hombro del conductor para sugerir que fue él quien tuvo algo que ver con la localización de la casa.—Siendo sincero, solo les envié algunas sugerencias inmobiliarias, pero en realidad fueron ellos los que se encargaron de todo— dice Aidan con una sonrisa, mirando a Anna por el espejo retrovisor durante un segundo, después ríe y me mira. Me agrada que lo
Caminamos de la mano hacia aquella colina, mientras subimos noto que la vista es impresionante, un verdor rodea todo cuanto observo y algunos otros colores se mezclan ocasionando un bello arcoíris de flores. Las manos me sudan, solo ocurre cuando estoy demasiado nerviosa, incluso han comenzado a entumecerse, como si en vez de estar en un jardín de ensueño, estuviera a mitad del ártico. Aidan me ayuda a subir, sabe que me cuesta caminar en sitios inclinados o mejor dicho, que me canso demasiado rápido al ocupar más energía de la que mi cuerpo puede almacenar, siendo sincera no soy muy atlética que digamos, así que él prácticamente me jala hacia la cima. Una vez que llegamos, suelto un sonoro suspiro e intento que mis pulmones se llenen en el proceso. —¿Cansada?—cuestiona Aidan, pero noto en su voz cierto tono de sarcasmo. Puede que seamos pareja, que diga que me ama y grite al viento que somos almas gemelas, pero eso no suele detenerlo de burlarse de mi cuando tiene la oportunidad.
—¿Crees poder llegar sola?—pregunta Moira con voz ronca, por como se escucha su voz es evidente que no está bromeando al decir que está muy enferma como para poder venir por mí.—Eso creo— digo no muy convencida de mis propias palabras, es la primera vez que viajo a Stone sola—¿Los taxis aquí son confiables?Escucho un resoplido en el auricular del teléfono, supongo que es un quejido por el dolor en su garganta.—No sé como fui a enfermarme sabiendo que vendrías—se quejó regañándose a sí misma—espérame ahí, tardaré un poco, pero creo llegar antes del anochecer.
—¡Mira lo que hiciste, estúpida criada!—protesta la pelirroja, aunque el incidente ha sido su culpa. Dio un paso atrás mientras coqueteaba con otro invitado sin darse cuenta de que yo estaba pasando con una bandeja con varias copas llenas de champán.—Por favor discúlpeme, señorita. Déjeme ayudarla—me veo obligada a decir, finjo estar apenada porque de no ser así puede que me echen de aquí. Saco un pañuelo que cuelga de mi cinturón para limpiar la mancha antes de que esta se impregne totalmente en la tela de su vestido.—No seas tonta, acabas de arruinar un fino vestido, un estúpido pañuelo sucio no le quitará la mancha—me acusa alzando la voz ocasionando que los demás invitados giren en