—No—responde seriamente. A mi alrededor suenan voces de sorpresa y duda, me levanto de mi sitio y observo con atención lo que esta pasando— eres una mujer agradable cuando no estás confabulando con mi hermano para que me haga cargo de su hijo.—¿Q-qué?—suena la voz de Grace, mira nerviosa al público que observa aquella patética escena, es obvio que quiere desaparecer, no ser el centro de atención en una boda que no pudo más que terminar en fracaso, pero no entiendo como. ¿En qué momento Aidan encontró el valor para dejar de escuchar a los demás y hacer lo que él deseaba hacer?—Sé perfectamente que el hijo que esperas no es mío Grace y te aprovechaste de mi buena voluntad para poder proteger a tu hijo y darle un apellido, pero te equivocaste al creer que no lo averiguaría, tarde o temprano tu secreto te habría arruinado.—¡Aidan!—se escucha la voz de la señora Grace, en ese momento se levanta de su asiento y avanza hacia la infeliz pareja. Ella lo toma del brazo y lo obliga a inclinar
—Es hermoso ¿No les parece?—indica Anna emocionada mientras observa por la ventanilla del auto, va de la mano de su novio, el chico con el que tuvo un encuentro casual en aquella antigua capilla, es una sacrílega que merece ser excomulgada de la iglesia, pero merece todo el amor de mi corazón—¿Cómo le habrán hecho para conseguir un lugar así?—me animo a preguntar, mientras gozo el panorama primaveral que afuera se presenta, hay flores a donde sea que se mire, la mayoría son de campo, pero aun así no dejan de ser hermosas.—Yo solo puedo imaginar que alguien tuvo que ver para conseguir tan buen sitio ¿No es así?—dice Anna golpeando el hombro del conductor para sugerir que fue él quien tuvo algo que ver con la localización de la casa.—Siendo sincero, solo les envié algunas sugerencias inmobiliarias, pero en realidad fueron ellos los que se encargaron de todo— dice Aidan con una sonrisa, mirando a Anna por el espejo retrovisor durante un segundo, después ríe y me mira. Me agrada que lo
Caminamos de la mano hacia aquella colina, mientras subimos noto que la vista es impresionante, un verdor rodea todo cuanto observo y algunos otros colores se mezclan ocasionando un bello arcoíris de flores. Las manos me sudan, solo ocurre cuando estoy demasiado nerviosa, incluso han comenzado a entumecerse, como si en vez de estar en un jardín de ensueño, estuviera a mitad del ártico. Aidan me ayuda a subir, sabe que me cuesta caminar en sitios inclinados o mejor dicho, que me canso demasiado rápido al ocupar más energía de la que mi cuerpo puede almacenar, siendo sincera no soy muy atlética que digamos, así que él prácticamente me jala hacia la cima. Una vez que llegamos, suelto un sonoro suspiro e intento que mis pulmones se llenen en el proceso. —¿Cansada?—cuestiona Aidan, pero noto en su voz cierto tono de sarcasmo. Puede que seamos pareja, que diga que me ama y grite al viento que somos almas gemelas, pero eso no suele detenerlo de burlarse de mi cuando tiene la oportunidad.
—¿Crees poder llegar sola?—pregunta Moira con voz ronca, por como se escucha su voz es evidente que no está bromeando al decir que está muy enferma como para poder venir por mí.—Eso creo— digo no muy convencida de mis propias palabras, es la primera vez que viajo a Stone sola—¿Los taxis aquí son confiables?Escucho un resoplido en el auricular del teléfono, supongo que es un quejido por el dolor en su garganta.—No sé como fui a enfermarme sabiendo que vendrías—se quejó regañándose a sí misma—espérame ahí, tardaré un poco, pero creo llegar antes del anochecer.
—¡Mira lo que hiciste, estúpida criada!—protesta la pelirroja, aunque el incidente ha sido su culpa. Dio un paso atrás mientras coqueteaba con otro invitado sin darse cuenta de que yo estaba pasando con una bandeja con varias copas llenas de champán.—Por favor discúlpeme, señorita. Déjeme ayudarla—me veo obligada a decir, finjo estar apenada porque de no ser así puede que me echen de aquí. Saco un pañuelo que cuelga de mi cinturón para limpiar la mancha antes de que esta se impregne totalmente en la tela de su vestido.—No seas tonta, acabas de arruinar un fino vestido, un estúpido pañuelo sucio no le quitará la mancha—me acusa alzando la voz ocasionando que los demás invitados giren en
Al salir de la oficina me topo con varias personas que me dirigen un gesto de desconcierto y al recordar que todos piensan que mi tía es un monstruo sin corazón tengo que aparentar tristeza, tomó un kit de limpieza de uno de los cuartos de servicio y salgo de ahí.Tomó el camino largo para no tener que cruzarme con algún invitado. La mansión es más bien un bonito museo del que me gusta apreciar su arquitectura, sus pinturas y sus reliquias, tal vez la mejor palabra que puede describirla es "Castillo" porque tanto su fachada como sus habitantes son como se supone es un castillo.En irlanda las familias más adineradas gozan de la dicha de decir que poseen un castillo, aunque la mayoría son ruinas, sin embargo, existen unos pocos que siguen en pie y son tal y
—Si tú, la mirona—me congelo ante su descubrimiento, no puedo creer que aunque el cortinaje es lo suficientemente grande y grueso para cubrirme, ese hombre me ha visto—sal de ahí.Trago saliva, instintivamente mi cuerpo se mueve de lugar, me apartó del cortinaje y observo al tipo frente a la mesa de billar.Es alto, rubio, de ojos azules y delgado, es como ver una escultura de miguel ángel en vida, es apuesto sin duda alguna, ahora entiendo por qué el comportamiento de la chica era similar al de una gata en celo.—D-discúlpeme—susurro bajando la mirada avergonzada, ahí encuentro mis manos moviéndose nerviosamente, no soporto la evidente molestia que su expresión manifiesta—
—No me contrataron para esto—me quejo mientras arranco la hierba que ha crecido a la orilla del lago, se supone que para eso están los jardineros, pero ellos siguen ocupados con el jardín lateral que quedo prácticamente destrozado después de la fiesta de compromiso, el césped está tan aplastado que el jardinero principal decidió retirarlo por completo para plantar rollos nuevos y por supuesto, eso les costará mucho tiempo, sobre todo porque deben retirar las fuentes de cristal que contrataron para la noche, un lujo innecesario que solos los ricos se pueden dar.—No te quejes—expresa Anna levantándose de aquella posición incómoda, hincada y apoyada sobre una mano, al igual que yo, para lograr alcanzar las plantas acuáticas que crecieron rápidamente sobre la orilla y le