—No me contrataron para esto—me quejo mientras arranco la hierba que ha crecido a la orilla del lago, se supone que para eso están los jardineros, pero ellos siguen ocupados con el jardín lateral que quedo prácticamente destrozado después de la fiesta de compromiso, el césped está tan aplastado que el jardinero principal decidió retirarlo por completo para plantar rollos nuevos y por supuesto, eso les costará mucho tiempo, sobre todo porque deben retirar las fuentes de cristal que contrataron para la noche, un lujo innecesario que solos los ricos se pueden dar.
—No te quejes—expresa Anna levantándose de aquella posición incómoda, hincada y apoyada sobre una mano, al igual que yo, para lograr alcanzar las plantas acuáticas que crecieron rápidamente sobre la orilla y le dan un mal aspecto al lugar.
Después de la fiesta de compromiso, la señora Mitchell expreso su deseo de invitar a su futura nuera y a su madre a un almuerzo frente al lago, en uno de los muchos lugares que goza el castillo donde se puede disfrutar de la vista del bosque y el lago, por ejemplo sobre el jardín principal se encuentra una mesa de cristal que dispone de una sombrilla blanca y varias sillas para pasar una tarde amena con un hermoso paisaje de fondo, también está un balcón en el segundo piso donde la vista que es mucho mejor, además de que ahí crecen rosales blancos, no hay nada mejor que tomar el almuerzo, desayuno o lo que sea con un agradable olor a rosas alrededor.
Llevamos una semana arreglando la orilla y restaurando el pequeño puerto donde aparcan los tres botes a motor que tiene la familia, pero el clima no parece estar de acuerdo con la señora Mitchell. Las nubes grisáceas nos advierten que la lluvia será densa, no es raro, ya que el país es conocido como la tierra verde porque a donde sea que observe ese color no faltaba.
—Al menos no hace sol—expone como si eso solucionara el hecho de que mis pantalones se han empapado por la humedad del césped de la orilla—además no todos los días podemos disfrutar del lago ¿No crees?
Sonrío ante su broma, ella tiene la habilidad de ver el lado bueno de cualquier tarea por mala que sea, por eso todo aquel que llega a conocerla le tiene aprecio y sus bromas son la cereza del pastel para que extrañes su presencia cuando el aburrimiento se hace presente, sin duda es un ángel. En cambio, mi humor es inestable dependiendo de la tarea que me den hacer y en ese momento mi humor no es precisamente bueno, pero al menos ha valido la pena tener las rodillas húmedas esa última semana porque no he visto al hijo de los Mitchell, Aidan.
No puedo quitarme de la mente su mirada, fría y acusadora, como si los papeles fuesen al contrario y él me hubiese encontrado manoseando a un hombre.
Ladeo la cabeza al recordarlo, sobre todo porque imagino la escena, no es que no lo hubiese hecho nunca, sino que no tengo el valor para hacer algo semejante en un lugar como el castillo Kylemore.
—¿Sucede algo?—pregunta Anna, deteniéndose por un segundo, retira de su cabello la gorra blanca que lleva puesta y hace un movimiento con el cuello para relajar sus músculos.
—No—digo volviendo a mi realidad.
—¿Estás segura?—insiste.
—Sí. ¿Por qué lo preguntas?
Encorva sus labios y baja la mirada, tal vez tratando de encontrar las palabras indicadas para expresar sus razones para sospechar tal cosa.
—Has estado rara—afirma finalmente.
—¿A qué te refieres con eso?-me reincorporo sobre mis rodillas.
Se lleva la mano a la cabeza y rasca su cabello, mira al lago para después volver a torcer los labios.
—No sé—alza los hombros sin saber que decir—has estado muy callada últimamente, ya no te quejas como antes, además parece que estás enojada por algo o con alguien.
Arrugo el ceño tratando de comprender como es que ha logrado saber que lo que me ocurre. No estoy enojada, pero si molesta, porque no sé durante cuanto tiempo más podre evitar a ese tipo insufrible, porque sé que tarde o temprano volveré a tropezarme en su camino, solo espero que cuando eso suceda él ya haya olvidado mi existencia.
—No, no sé a qué te refieres—encorvo los hombros. No entiendo como, pero sabe muy bien como interpretar el comportamiento de la gente o tal vez soy yo la que es demasiado transparente con mis sentimientos. Para ya no darle más vueltas al asunto, cambio de tema—por cierto escuche que el chef Carlo se va a retirar ¿Es verdad?
—¿Tú también lo escuchaste?—pregunta siguiéndome la corriente, aunque somos amigas, ella es muy comprensiva cuando se trata de límites, es decir, cosas que sabe que no puede o debe preguntar, como la razón del porque mi comportamiento había cambiado.
—Lo escuché de la señora Helga, la lavandera—digo algo apenada. La señora Helga, es alta, robusta y de pulmón amplio, por lo que suele hablar en voz alta y quizás no porque quiera hacerlo, sino porque tal vez no se da cuenta, es alemana, por lo que ese modo brusco de hablar es parte de sí. Me enteré del chisme casualmente, al ir a dejar a la lavandería un mantel sucio cuando Helga mencionó el asunto del chef.
—Dicen que se va a jubilar, yo creo que es muy joven para hacerlo-expone colocando su mano sobre su mentón tal cual Sherlock Homes—pero Brian dijo que va a poner un restaurante en Londres.
—Tal vez trabajar como chef privado para una familia como los Mitchell si deja un muy buen dinero.
Anna abre los ojos y sonríe, pienso que ella, al igual que yo, se ha imaginado más o menos cuál es la cantidad que guarda en su cuenta bancaria.
—Disculpa, trabajadora. ¿Puedes venir?—reconozco la voz de la señora Mitchell, al no saber a quién se dirige ambas giramos en dirección de donde proviene la voz.
La señora Mitchell viste una falda larga color rosa pálido, pegada a su delgada figura, una camisa blanca con holanes, además de unas innecesarias gafas de sol qué, aparentemente, combinan con su atuendo, aunque no hay ni una pizca de sol. Está parada cerca de la baranda de mármol del balcón, tal vez ha decidido dar su almuerzo ahí.
—Cualquier cosa con tal de levantarme de aquí, creo que ya huelo a pez o alga—bromeo reincorporándome de mi sitio.
—Tal vez pez, esto no es alga—levanta la planta acuática que hemos estado arrancando la última semana.
—Buenos días, madre—me paralizo al reconocer esa odiosa voz—ya veo que tienes todo listo para el almuerzo.
—Si querido, solo faltan algunos detalles, pero nada de que preocuparse.
—¿No deberías ir con la señora?—musita Anna. Al escuchar su voz mi cuerpo vuelve al suelo a su lado—¿Qué haces?
—No me siento bien, creo que deberías ir tú.
—¿Segura?
—Sí, sí, ve tú—le indico encogiéndome un poco para que mi mentira sea más creíble.
—Deberías ir adentro y descansar, hemos estado aquí mucho tiempo—sugiere levantándose y colocando su mano sobre mi espalda para darme un pequeño masaje antes de irse.
—¿Vas a salir Aidan?—vuelvo a escuchar a la señora Mitchell, esta vez su tono de voz se nota molesto.
—Sí, debo atender algunos asuntos con Kilian.—¿Kilian?—cuestiona fingiendo sorpresa en su tono de voz.—Si, madre. Por favor discúlpame con Grace, pero no creo poder llegar a tiempo al almuerzo.—¿Y por qué mejor no le cancelas a Kilian?—insiste su madre, ella tiene el talento para no perder su elegancia, aunque este molesta—por favor Aidan, lo ves todos los días sin falta y Grace se irá en unos días. Parece que la única interesada en este asunto soy yo cuando fuiste tú quien le dio el anillo de la abuela.—Por favor, mamá, no comiences con eso—dice irritado.
Miro el reflejo en el espejo, doy asco, mi cabello tiene la apariencia de un nido de pájaros a pesar de que seguí la recomendación de mi tia. Gracias a mi siesta vespertina no pude pegar un solo ojo en toda la noche por lo que amaneci cansada y con unas terribles bolsas oscuras debajo de los ojos.¡No hay remedio!Observo esa parte de mi rostro que siempre me hace suspirar, los ojos de mamá. Al nacer me heredo sus ojos, pero cuando ella murió me dolia mirarme al espejo.Recuerdo haber visitado Galway con ella alguna vez, admirar a su lado los campos verdes, y pasear por su hermoso bosque y admirar el castillo que destacaba p
—No quiero errores—dice Moira en su usual sermón para animar al personal.Extrañamente, todos visten formal, es decir, llevan puesto el uniforme que me dio Anna.—Ahora a trabajar—aplaude un par de veces indicando que ha terminado de hablar, el personal del turno formado en fila se dispersa dirigiéndose hacia la cocina—Ciara. ¿Puedo hablar contigo?Algunos me miran de reojo antes de irse, no los identificó, son personas que no suelen estar en mi equipo de trabajo.—Lo lamento, olvide decirte que debías usar el uniforme formal, pero veo que te las arreglaste para conseguir uno—expresa casi apenada mirándome de arriba abajo&mdas
¡Es ese imbécil!Instintivamente vuelvo la mirada hacia el frente arrepentida de haber aceptado cambiar de turno este dia. Fijo la mirada sobre el cortinaje del comedor, es blanco y se nota bastante costoso, no es una tela que se venda en cualquier lado.Sigo observando el lugar de reojo para distraerme y no pensar en ese sujeto.“Quizás nos vimos accidentalmente y seguramente me ignoró después”me digo a mi misma para traquilizar a mis pobres nervios.Los ventanales dejan entrar una hermosa iluminación, todo reluce como si se tratara de un hermoso cuento de hadas, incluso el candelabro de cristal en el cielo razo del comedor brilla con intensidad, sin embargo, nadie lo nota, todos es
¡Mierda!Miro a mis compañeros, esto debe ser una maldita broma, pero todos parecen estar petrificados. Me levanto de mi sitio y espero que alguien se mueva o diga algo, que se opongan a lo que planean hacer, pero solo nos miramos entre sí, nadie se atreve a contradecirlo, ni siquiera yo. Si me niego tengo mucho que perder y nada que ganar.—¿Alguna objeción?—cuestiona con una sonrisa perversa, su mirada tiene un brillo de maldad que se nota a simple vista, el maldito es un descarado que se aprovecha de nosotros solo porque trabajamos para su familia—¿Ninguna?Se burla, su compañía suelta unas cuantas risitas, aunque no lo expresen con palabras su desprecio por nosotros es evidente, me 
Sonrio alegre de ver tan poco alcohol dentro de mi vaso. Reconozco el verso, la canción esta a punto de terminar, pero el otro competidor parece tener experiencia en este asunto, quizás esto sea un empate si es que no me equivoco en los próximos segundos.Justo antes de terminar, se escucha un extraño sonido, suena como las náuseas de una embarazada. Al girar para ver a mi adversario, veo una mezcla de colores salir de su boca, desvío la mirada de lo que acabo de ver y termino la canción para dar el último trago.Los invitados de esa reunión tienen diferentes reacciones de lo que acaba de suceder, unos se quejan por el espectáculo y otros se burlan del pobre que acaba de vomitar, quizás yo estoy a punto de hacerlo, pero me mantengo firme para reclama
—¿Pretendes violarme? —logro articular. Lo miro fijamente y lo que recibo en respuesta es un ceño fruncido.—¿Disculpa? —coloca sus manos cerca de mi cabeza, sus ojos azules resplandecen en la oscuridad, pero intento no distraerme y prestar atención a lo que hace, a sus movimientos y a lo que pueda hacerle a mi cuerpo—soy mucho mejor que un violador, yo no dejo traumas, sino obsesiones.Su mano se eleva frente a mi, toca la piel de mi cuello y sigue un camino imaginario para el primer botón de mi camisa.—Por favor, las chicas con las que te acuestas no son más que zorras—inquiero burlardome de su historial de mujeres—dudo que realmente seas tan bueno como afirmas serlo. Ellas solo estan a tus pies por tu dinero.
—Hmm—escucho una voz a mi lado quejarse en medio de un bostezo.Me muevo, las sabanas se sienten diferentes, mas suaves y menos frías, quizás tía Moira cambio el suavizante de telas porque mi cuerpo no las percibe iguales. Desde mi lugar puedo escuchar como las gotas de lluvia golpean la ventana, la lluvia es ligera, pero supongo que al salir tendré que llevar un impermeable.—Mmm—vuelvo a escuchar, pero esta vez siento que la cama se mueve ligeramente y en medio de ese movimiento, una mano se desliza por mi abdomen, me abraza y me sujeta.Abro los ojos asustada, lo primero que veo es un techo alto de color rojo. Miro a mi alrededor, veo tres ventanales que son cubiertos por una fina tela blanca que supongo es el cortinaje, la habitación es enorme, pero a pesar de que sus muebles son pocos, se notan elegantes y finos, tienen un parecido muy similar a los que se encuentran en la mansión de los Mich