—Sí, debo atender algunos asuntos con Kilian.
—¿Kilian?—cuestiona fingiendo sorpresa en su tono de voz.
—Si, madre. Por favor discúlpame con Grace, pero no creo poder llegar a tiempo al almuerzo.
—¿Y por qué mejor no le cancelas a Kilian?—insiste su madre, ella tiene el talento para no perder su elegancia, aunque este molesta—por favor Aidan, lo ves todos los días sin falta y Grace se irá en unos días. Parece que la única interesada en este asunto soy yo cuando fuiste tú quien le dio el anillo de la abuela.
—Por favor, mamá, no comiences con eso—dice irritado.
—¿Comenzar?—cuestiona sorprendida—¿Cómo es posible que seas así, Aidan? Crei que ibas a madurar con este asunto, que amabas lo suficiente a esa vulgar fotógrafa como para cambiar de actitud.
—No vuelvas a decirle vulgar, ¿Entendiste?—le dice su hijo disgustado, incluso podría decir ofendido.
Finjo seguir con mi trabajo en el lago, mientras escucho la conversación qué, cada vez se torna aún más interesante, es como ver una película en mi cabeza mientras cada uno le reclamaba al otro.
—¡Entonces madura Aidan!—brama su madre—te hemos dado todo lo que has querido en la vida ¿Y así lo agradeces? ¿Comportándote cómo un ordinario mujeriego? ¿Un extravagante e insensato holgazán?—le reprende—eres mejor que eso.
—No pienso seguir escuchándote.
—¡Aidan!—grita su nombre con verdadero enfado—¡Aidan!
Giro hacia el balcón, pero solo puedo ver la figura de la señora Mitchell y a Anna, quien no está muy lejos de ahí y que espera el momento adecuado para acercarse a la señora.
Me levanto de mi lugar y me encamino hacia la cocina, debo rodear por el jardín lateral porque mis botas, tal cual se encuentran, ensuciaran la finísima alfombra de la señora.
Después de esa conversación que escuche sin querer, comprendo que la señora Mitchell sabe que tipo de hombre es su hijo, un mujeriego y mantenido que derrocha el dinero de su familia con un tal Kilian y que probablemente ni siquiera ama a la mujer con la que acaba de comprometerse. ¿Qué tan descarado es como para que su madre sepa todo eso?
Entro por la puerta de servicio y me siento en un banquillo largo en donde logro quitarme las botas de plástico y la gorra, necesito un poco de agua, aunque el sol no ha tocado ni uno solo de mis cabellos realmente, Anna y yo, hemos pasado horas ahí, me siento deshidratada.
Busco mis zapatos en la cajonera de enfrente, al ponérmelos escucho un alboroto en la cocina o más bien risas.
—¿Qué más pasó?—cuestiona una voz femenina en tono curioso.
—El joven Aidan se fue hecho toda una fiera.
—Bueno, pero su madre solo le dijo la verdad—afirma una voz masculina, al acercarme un poco me doy cuenta de que se trata de Philippe, uno de los chóferes—he visto a muchas mujeres entrar y salir de esta casa y no precisamente mujeres decentes.
—Medio país ha pasado por su cama-se burla otra chica.
—¿Qué sucede aquí?—repentinamente la tía Moira aparece por el pasillo, rápidamente todos los que se habían reunido sobre la isla de la cocina se dispersan tal y como solo las cucarachas lo harían.
Philippe es el único que permanece inmóvil porque mi tía obstaculiza la puerta por la que deduzco él entró, los chóferes no deben pasar al interior a menos de que sea necesario.
—Amm, pues...
—Estaban hablando sobre la discusión de la señora con el joven Aidan—acusa Mackenzie haciendo acto de presencia, no me di cuenta de que ella se encontraba por ahí, ella si es igual a una cucaracha.
—¡Ah! ¿Así que tienen suficiente tiempo para chismes?—interpela—¿Les parece bien lavar la alfombra del salón como castigo?
Se escucha un quejido a coro, no he visto la alfombra, pero conozco a que salón se refiere, mi antigua casa cabe en ese lugar unas tres veces.
La tía Moira gira en mi dirección, me mira de arriba abajo y frunce el ceño.
—¿No deberías estar limpiando la orilla del lago con los demás?
—Me sentí un poco mal, vine por un vaso con agua—me excuso agachando la mirada, quizás si no la veo a los ojos no podrá mi ver miedo.
—Deberías volver a casa, te ves muy pálida, parece que viste un fantasma, además pronto llegaran las invitadas de la señora y no tiene caso que te quedes si no realizas bien tus tareas—ordena casi echándome, no sé si tomarlo como preocupación o como una ofensa.
Asiento, mientras ella se va, Mackenzie va tras ella como si fuese su sombra. Por suerte para mí el ir a casa de la tía Moira antes de mi hora de salida es la gloria, una pantalla plana con más de 200 canales y todo un gabinete con gaseosas y comida chatarra están esperándome, al menos eso es el único vicio que puedo comprar con mi sueldo sin que la tía Moira se moleste.
La propiedad de mi tía está del otro del lago, caminando se llega en diez minutos, por lo que no es pesado y mucho menos tedioso. Todo tiene un intenso aroma a pino, pero no es molesto, de hecho, es refrescante e incluso el cantar de los pájaros es relajante, estoy comenzando a acostumbrarme.
Al llegar a casa, lo primero que hago es arrojar mis zapatos al aire sin fijarme exactamente donde han caído. Voy a la cocina y tomó todo lo que necesito para un día entero de películas, papas, gaseosas de todos los sabores, palomitas y porque no excedernos un poco, también helado.
Me siento sobre el sofá y enciendo la televisión, por supuesto no hay nada interesante en la televisión de medio día, pero por casualidad encuentro una película sobre zombis, no obstante, debido al trabajo pesado, eventualmente me quedo dormida.
Un extraño sonido me sobresalta y cuando abro los ojos veo a mi tía Moira frente a mí.
—¿Qué haces aquí?—cuestionó levantándome del sillón, sin darme cuenta de que mis palomitas seguían sobre mí, lo derrame todo.
—Es mi casa—dice dando la respuesta más lógica posible. Me tallo los ojos y me llevo la mano al cuello, me duele, seguramente dormí en una muy mala posición durante un buen rato y al mirar por la ventana descubro que es más tarde de lo que pensaba.
—¿Qué hora es?—pregunto yendo hacia la ventana a comprobar lo que he visto antes, afuera ya está oscuro y no solo eso, llueve a cántaros.
—Las siete.
—¿De la noche?—preguntó, aunque después de un segundo me doy cuenta de que hice una pregunta estúpida.
—Obviamente—va a la cocina. Extrañamente, ya tiene la pijama puesta, un pantalón, una camisa abrigadora, una extraña bata rosa de ositos blancos y unas pantuflas de garras color morado, no puedo entender como una mujer como ella logra causar miedo si duerme con algo así.
Abre el frigorífico y saca un cartón de leche, se sirve en un vaso y saca de la alacena un frasco de galletas. Toma el vaso, el frasco y luego continúa hacia las escaleras.
—Espero que te encuentres mejor-dice antes de subir el primer peldaño—cambie el horario de tu turno el día de mañana.
—¿Y eso?—algo raro está pasando, llevo poco tiempo trabajando ahí, pero hasta yo sé que cambiar el turno es imposible a menos que tres personas se pongan de acuerdo para cambiar.
—La señora Mitchell se reunirá con su esposo en Dublín, así que partirá mañana por la mañana y eso significa que el joven Aidan ofrecerá una—resopla como si la noticia le pesara—pequeña reunión con sus amigos más íntimos, así que tú estarás en el turno nocturno solo por esta vez, puedes quedarte en la habitación designada para el ama de llaves cuando la reunión termine.
—Pero es que yo no quiero...
—¿No quieres qué?
—Bueno, más bien yo no sé que debo hacer en ese tipo de reuniones, el joven Aidan—o mejor dicho el asqueroso Aidan—puede que se moleste por mi presencia, ni siquiera me conoce.
—A él no le importa quien seas y tampoco necesita conocerte, solo haz lo que te pida en caso de que te solicite algo y sobrevivirás la noche.
—Pero, pero...
—Pero nada, ahora métete a bañar que tienes palomitas pegadas en el cabello.
Miro el reflejo en el espejo, doy asco, mi cabello tiene la apariencia de un nido de pájaros a pesar de que seguí la recomendación de mi tia. Gracias a mi siesta vespertina no pude pegar un solo ojo en toda la noche por lo que amaneci cansada y con unas terribles bolsas oscuras debajo de los ojos.¡No hay remedio!Observo esa parte de mi rostro que siempre me hace suspirar, los ojos de mamá. Al nacer me heredo sus ojos, pero cuando ella murió me dolia mirarme al espejo.Recuerdo haber visitado Galway con ella alguna vez, admirar a su lado los campos verdes, y pasear por su hermoso bosque y admirar el castillo que destacaba p
—No quiero errores—dice Moira en su usual sermón para animar al personal.Extrañamente, todos visten formal, es decir, llevan puesto el uniforme que me dio Anna.—Ahora a trabajar—aplaude un par de veces indicando que ha terminado de hablar, el personal del turno formado en fila se dispersa dirigiéndose hacia la cocina—Ciara. ¿Puedo hablar contigo?Algunos me miran de reojo antes de irse, no los identificó, son personas que no suelen estar en mi equipo de trabajo.—Lo lamento, olvide decirte que debías usar el uniforme formal, pero veo que te las arreglaste para conseguir uno—expresa casi apenada mirándome de arriba abajo&mdas
¡Es ese imbécil!Instintivamente vuelvo la mirada hacia el frente arrepentida de haber aceptado cambiar de turno este dia. Fijo la mirada sobre el cortinaje del comedor, es blanco y se nota bastante costoso, no es una tela que se venda en cualquier lado.Sigo observando el lugar de reojo para distraerme y no pensar en ese sujeto.“Quizás nos vimos accidentalmente y seguramente me ignoró después”me digo a mi misma para traquilizar a mis pobres nervios.Los ventanales dejan entrar una hermosa iluminación, todo reluce como si se tratara de un hermoso cuento de hadas, incluso el candelabro de cristal en el cielo razo del comedor brilla con intensidad, sin embargo, nadie lo nota, todos es
¡Mierda!Miro a mis compañeros, esto debe ser una maldita broma, pero todos parecen estar petrificados. Me levanto de mi sitio y espero que alguien se mueva o diga algo, que se opongan a lo que planean hacer, pero solo nos miramos entre sí, nadie se atreve a contradecirlo, ni siquiera yo. Si me niego tengo mucho que perder y nada que ganar.—¿Alguna objeción?—cuestiona con una sonrisa perversa, su mirada tiene un brillo de maldad que se nota a simple vista, el maldito es un descarado que se aprovecha de nosotros solo porque trabajamos para su familia—¿Ninguna?Se burla, su compañía suelta unas cuantas risitas, aunque no lo expresen con palabras su desprecio por nosotros es evidente, me 
Sonrio alegre de ver tan poco alcohol dentro de mi vaso. Reconozco el verso, la canción esta a punto de terminar, pero el otro competidor parece tener experiencia en este asunto, quizás esto sea un empate si es que no me equivoco en los próximos segundos.Justo antes de terminar, se escucha un extraño sonido, suena como las náuseas de una embarazada. Al girar para ver a mi adversario, veo una mezcla de colores salir de su boca, desvío la mirada de lo que acabo de ver y termino la canción para dar el último trago.Los invitados de esa reunión tienen diferentes reacciones de lo que acaba de suceder, unos se quejan por el espectáculo y otros se burlan del pobre que acaba de vomitar, quizás yo estoy a punto de hacerlo, pero me mantengo firme para reclama
—¿Pretendes violarme? —logro articular. Lo miro fijamente y lo que recibo en respuesta es un ceño fruncido.—¿Disculpa? —coloca sus manos cerca de mi cabeza, sus ojos azules resplandecen en la oscuridad, pero intento no distraerme y prestar atención a lo que hace, a sus movimientos y a lo que pueda hacerle a mi cuerpo—soy mucho mejor que un violador, yo no dejo traumas, sino obsesiones.Su mano se eleva frente a mi, toca la piel de mi cuello y sigue un camino imaginario para el primer botón de mi camisa.—Por favor, las chicas con las que te acuestas no son más que zorras—inquiero burlardome de su historial de mujeres—dudo que realmente seas tan bueno como afirmas serlo. Ellas solo estan a tus pies por tu dinero.
—Hmm—escucho una voz a mi lado quejarse en medio de un bostezo.Me muevo, las sabanas se sienten diferentes, mas suaves y menos frías, quizás tía Moira cambio el suavizante de telas porque mi cuerpo no las percibe iguales. Desde mi lugar puedo escuchar como las gotas de lluvia golpean la ventana, la lluvia es ligera, pero supongo que al salir tendré que llevar un impermeable.—Mmm—vuelvo a escuchar, pero esta vez siento que la cama se mueve ligeramente y en medio de ese movimiento, una mano se desliza por mi abdomen, me abraza y me sujeta.Abro los ojos asustada, lo primero que veo es un techo alto de color rojo. Miro a mi alrededor, veo tres ventanales que son cubiertos por una fina tela blanca que supongo es el cortinaje, la habitación es enorme, pero a pesar de que sus muebles son pocos, se notan elegantes y finos, tienen un parecido muy similar a los que se encuentran en la mansión de los Mich
Busco a mi alrededor, no veo la placa por ningun lado. Mi imaginacion vuela pensando que tal vez la perdi y para añadir un poco mas de presion, mi ansiedad me dice que tal vez la deje olvidada en alguna parte de la mansion de los Mitchell, quizas en la habitacion del joven Aidan.Ladeo la cabeza negando la posibilidad, es imposible que la vida me deteste hasta ese punto. Suelto un suspiro, un tanto frustrada al no encontrar la placa. Trato de pensar e imaginar otro lugar donde pude haberla extraviado, lo unico que se me ocurre es que debi haberla perdido en el camino, asi que para no quedarme con la duda, decido salir en busca de la placa.Busco entre mis pertenencias y saco de mi closet una sudadera rosa que compre el año pasado en un bazar de gangas. Arreglo un poco mi cabello y bajo nuevamente a la sala de estar.Mientras bajo los peldaños de la escalera, pienso en una forma de ir a la mansion nuevamente sin que la tia Moira sospeche de q