- Que buena pelea. Por poco creí que se besarían en pleno drama – apostilló Jena cuando llegué a mi casillero y metí mi mochila con un golpe.
Al instante Theo me tomo por los hombros riendo – Calma, correcaminos. El drama del parqueadero ya acabó – comentó mientras sacaba los libros del primer periodo.
Jena se situó junto a mí recargándose en el casillero haciendo estallar una bomba de chicle rosado.
- Quiero saber quién es y no me llames correcaminos, sabes que lo detesto – farfullé cerrando mi casillero de un portazo caminando al bloque C donde tengo calculo con Jena.
Theo se encogió de hombros asintiendo – Okay. En el almuerzo te tendré noticias de quien es – finalizó separándose de nosotras para ir a su clase o ir con quien sabe que conquista nueva.
Nos ubicamos en los puestos de la parte trasera del aula al tiempo que la señorita Dónnovan entraba con su particular acento francés.
- Buenos días chicos – comentó dejando una pila de libros sobre el escritorio con el cabello recogido en un moño apretado, falda de tubo gris con una blusa blanca y tacones negros de aguja.
- Buenos días – coreamos de mala gana mientras Jena casi saltaba de su asiento por el amor que tiene al cálculo.
Me llevé un chicle a la boca, masticando con lentitud mientras la señorita Dónnovan escribía su nombre en la pizarra y quedaba frente a nosotros poniendo los ojos en blanco al fijar su vista sobre mí. Me detesta y yo a ella.
- Bueno ¿Qué tal vuestro último año? ¿Empezó bien? – juntó las manos recorriendo la vista por todos nosotros. Me encogí de hombros mirando hacia la ventana.
Un jugador de futbol se volteó a verme – Señorita Dónnovan, con Lena siempre son muy buenos los años – alardeó guiñándome el ojo.
Lo fulminé con la mirada enseñándole el dedo medio - ¿Por qué no le haces un favor a la humanidad y te coses la boca? – Espeté consiguiendo una riña de la profesora.
Suspiró rendida llamando nuestra atención – Bueno, este año nos acompañara un nuevo estudiante, por favor pasa – afirmó la señorita Dónnovan haciendo ademan para que alguien que estaba afuera, entrara.
Un chico de aproximadamente 1,80 de alto, lo suficiente fornido para denotarse sus músculos bajo la chaqueta del uniforme negra, con el chaleco azul rey desapuntado lográndose ver su camisa de vestir blanca medio salida del pantalón negro bien planchado que le colgaba de las caderas mientras que su corbata negra con la raya azul que la rodea mal acomodada, de piel blanca, ojos grises tormentosos, con el cabello castaño oculto por un gorro gris increíblemente horrible se situó junto a la señorita Dónnovan.
Me enderecé observándolo fijamente al igual que él a mí.
- Es él – farfullé apretando la mandíbula
- ¿Quién? – Jena chasqueó la lengua moviendo su melena azabache al hombro izquierdo.
- El idiota que me reto en el parqueadero ¿no recuerdas? – espeté viéndola con obviedad.
Jena negó – lo vi de espaldas, pero hey, recuerdo que tiene un trasero muy...
- cállate – alcé la mano girándome a ver al chico.
La señorita Dónnovan se cruzó de brazos mirándome para volver a hablar – Démosle la bienvenida a... ¿Cómo te llamas? – preguntó girándose a verlo, este se quedó mirándome, empezando a surcar por su cara una sonrisa que obtuvo más de un suspiro, pero a mí me causo nauseas.
- Jesse... - aclaró cruzándose de brazos desafiándome con la mirada – Jesse O 'conell.
Maldito bastardo.
- Vale, Jesse. Siéntate... - murmuró detallándose en buscar un asiento vacío en el aula, que justamente es detrás mío.
Trague saliva conteniendo la respiración para que no fuera detrás de mí. Dios no, no quisiera tenerlo respirando en mi nuca.
- Detrás de la señorita Marshall puede ser – comentó entusiasmada señalándome.
- Marshall – vocalizó sintiendo como pronunciaba cada silaba de mi apellido con una atormentadora lentitud.
- Si, Marshall. Lena Marshall – añadió la señorita Dónnovan mirándonos confundida a los dos.
Me levante rápidamente de mi puesto enojada - ¿Por qué no que se siente junto a Gerard? Es la bienvenida que mejor se acoplaría a su personalidad – señalé al otro lado del aula, donde Gerard con sus gafas de montura extra grande levantó la vista de sus comics.
Jesse al ver a Gerard, hizo una mueca de asco al mismo tiempo que la señorita Dónnovan negaba – No, recuerde lo que sucedió la última vez que alguien se sentó junto a Gerard y no es por ofenderte... - se disculpó alzando las manos hacia Gerard, quien se encogió de hombros comenzando a retomar su lectura.
La última vez que vi a alguien junto a Gerard, tuvimos que evacuar el aula porque el muy idiota no puede tener a alguien junto a él o hablarle porque se vomita, hace un año fue Bethany, desde entonces nadie se sienta cerca de él.
- Gracias, pero me gusta más la vista desde allí – comentó caminando hacia mí, bufé sentándome de mala gana cuando paso a mi lado sentándose tan cerca de mí, que sentía su respiración en mi nuca.
La clase comenzó mientras mi enojo surgía como una fiera y seguía respirando en mi nuca. Al cabo de varios minutos sentí un golpecito suave en el hombro, ignoré el golpe y arranqué una hoja escribiendo a toda prisa.
Dime por favor, que quien está pinchándome el hombro no es el idiota del que te enamoraste
Le pase la nota ajena que con un obvio disimulo (casi aventándose sobre él soltando una risita cuando este le guiño un ojo seductoramente) resoplé y Jena me volvió a pasar el papel doblado.
Es lindo, Lena enserio, no sé porque estas como una araña, yo de ti, disfruto todo lo que puedo, tengo entendido que el salón de química esta libre y luego lo dejas. Pero si, está pinchando tu hombro y se nota que quiere hablar contigo urgente.
Cerré un instante los ojos y guardé la nota en el libro de cálculo con la ira a un nivel mayor, me giré para encararlo chocándome con sus ojos grises llenos de diversión y una sonrisa seductora llena de secretos.
- Lena... – murmuró acercando su cara aún más a la mía, entrecerré los ojos fulminándolo con la mirada.
- Jesse... – musité firme.
Asintió – así es. Jesse o 'conell, a tu disposición siempre – comentó esbozando una sonrisa.
- Sí, lo he pillado... - afirmé girándome hacia la pizarra para anotar lo poco que hay en ella – yo si no sufro de alguna discapacidad auditiva o de entendimiento como otro – espeté escribiendo con fuerza sobre la hoja.
Sentí su respiración en mi oreja y como sonreía con sus labios cerca de mi piel – que bueno, porque por un momento pensé que eras sorda hace un rato en el estacionamiento.
Deje de escribir mirando aun al frente – en ese caso... - murmuré tragando saliva nerviosa – deberías tener cuidado, no vaya a ser que esta chica sorda te... sorprenda - sonreí malévola dándole un codazo en la mejilla, que lo derribo hacia un lado junto con el pupitre.
Todos se giraron a vernos estallando en risas. Me volteé a verlo recargándome en el espaldar de mi asiento sonriendo, al verme, le guiñé un ojo volviendo la vista al frente, donde la señorita Dónnovan se acercó apresurada a verle.
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Cerré de un portazo mi casillero, disponiéndome a ir a la cafetería para almorzar, recibiendo miradas de todo tipo en mi camino.
Finalmente, antes de entrar, unos brazos atléticos rodearon mi cintura abrazándome, recibiendo el aroma ocre de Simon, mi novio. Esbocé una sonrisa traviesa volteándome a verlo, en ese momento entramos a la cafetería, siendo el centro de atención. Varios nos saludaron mientras la gran mayoría solo nos observaba fingiendo prestar atención a otra cosa.
Simon me dio un casto beso en los labios cuando nos sentamos en mi mesa, donde Theo nos observaba con asco y Jena estaba pegada al móvil enviando textos. Simon desplazó sus besos por mi cuello y de inmediato lo aparte de un empujón.
- Basta. Sabes que no soporto tus besos en el cuello, es asqueroso y más en público – comenté tomando un pudin de la bandeja de Jena, la cual ni se inmuto.
A mi lado, Simon resopló - ¿Por qué eres tan tímida frente a todos? No eres así cuando estamos...
- ¡Oh, cállate! ¡Vomitaré mi delicioso almuerzo si sigues hablando! – gritó horrorizado Theo frente a nosotros tapándose los oídos.
Solté una carcajada mientras Simon pasaba su brazo por mi cuello. El resto del almuerzo, Theo termino de comer su dichoso pastel de carne, mientras Jena nos explicaba sobre los preparativos para el baile de bienvenida, hasta que finalmente mi mejor amigo me pasó una carpeta con la etiqueta del nombre de Jesse O'conell en la esquina.
- ¿Por qué tienes información del tipo que intento besarte en el estacionamiento? – farfulló Simon mirándome con rabia.
Theo y Jena compartieron una mirada confusa para dirigirlas después a mí, suspire ignorando a mi novio, que ya dejará de serlo.
- No te importa – abrí la carpeta.
- ¿Por qué sigue aquí? – cuestionó Theo
Jena asintió – Creí que lo dejarías en verano
Negué alzando la vista – Okay. Basta los dos, me tienen harta – me giré a ver a Simon y toqué su hombro – fue bueno mientras duro, pero... tus besos son muy babosos, no te gusta el chocolate y en verdad no soporto tus celos y que estés como una lapa, consíguete una vida – afirmé sin emoción viéndolo que se desmoronaba en mis manos.
- Pero tú...
- Yo que – le corté
Observó a otro lado, volviendo a verme segundos después – Lena – llamó con miseria.
- ¿Qué quieres? Se acabó ¿entiendes? Game over, lo nuestro se acabó. Adiós – comenté tomando su mochila levantándome para que se fuera.
- ¿No me amas? – preguntó, moral y físicamente acabado.
Fruncí el ceño cruzándome de brazos, a los pocos segundos comencé a reír - ¿Qué? A penas si duramos siete meses – me burlé observando que todos volvían a vernos y cansada bufé – No. No te amo y mucho menos lo hare alguna vez, ahora largo – finalice volviéndome a sentar.
- Perra – farfulló con todo el odio y dolor del mundo.
Hice una reverencia sonriendo – Gracias, me alagas amor mío – me volví a sentar comenzando a leer la información contenida en la carpeta mientras todos se quedaban atónitos ante mi respuesta. A los pocos segundos, Simon se fue enfurecido.
Toqué el umbral de la puerta inexistente en la cocina con los nudillos. Mi hermana se giró a verme mientras May metía una bandeja de lasaña al horno, sonrieron haciendo ademan para que entrara.- ¿Qué tal tu día? – preguntó Grace con la laptop en sus manos mientras me sentaba en la isla de mármol blanco y May junto a mi comenzaba a cortar vegetales para la ensalada al vapor que tanto me encanta.Me encogí de hombros mirándola – Lo mismo de siempre. Peleas, el chicle fastidioso de Jena siempre en su boca y Theo comiendo como una ballena – ante mi comentario Grace soltó una carcajada. Tomé una zanahoria que tenía May ya peladas para cortarla en cuadritos.Crucé las p
La primera vez que me interese por un auto fue cuando tenía trece años, en un viaje familiar, fue la primera vez que mi padre le pidió a Grace una reunión familiar, ellos ya vivían en Washington por el trabajo de él y en cambio nosotras apenas no habíamos mudado hacía dos años de nuevo a Los Ángeles, en aquella época seguía enojada con Grace por haberme alejado de mis amigos de la escuela, sin embargo, me recompensó comprando la mansión junto a Theo, mi amigo de toda la vida.La primera noche en nuestro hotel, no podía dormir así que deambulé por el vestíbulo con mi camisón y logré ver como salía envuelto en una chaqueta de cuero y sonrisa arrogante mi hermano Caleb. Lo amenacé con que si salía le diría a papá pero
- ¿Por qué no te quedaste a las celebraciones? Te echamos de menos – Comentó Jena al entrar a mi habitación acostándose en la cama desordenada.- No tengo ánimos de festejar – Musité sentándome frente al escritorio volviendo a la hoja con un pequeño escrito.Escuché los pasos de Jena momentos despues acercándose a mí.- No importa, solo son fiestas - se encogió de hombros dejando una lona negra cerrada frente a mi haciendo que soltara el bolígrafo - ¿Grace se ha enterado? – murmuró cautelosa.Abrí la lona sacando el dinero de las ganancias de las carreras observando que todo esté en orden volv
Golpearon suavemente haciendo que despertara, me gire a ver hacia la puerta. No quería visitas, desde ayer me había encerrado en la habitacion y no había salido para nada, suerte que tengo mi baño privado. Suspiré mirando al techo.- Adelante – murmuré encogiéndome aún más en la cama bajo el edredón.Despues de unos segundos abrieron con delicadeza – Te traje comida, debes estar hambrienta – murmuró Jesse mostrando dos tazas de Starbucks y una bolsa del palacio de las donas, dejé que pasara sentándome en la camaSe sentó frente a mi tendiéndome la bolsa de donas – Tu hermana dijo que podía pasar y Matt dijo que te dijera que maduraras – sonri&oac
Salí del Audi volviendo a ser interceptada por Erick que me atrajo hacia el besándome con gran deseo, más del que me había demostrado hacía varias horas, enredé mi lengua con la suya sincronizándonos mientras con una mano levantaba la falda de mi vestido deteniéndose en mi muslo derecho, lo rodeó introduciendo uno de sus dedos dentro de mí.Gruñí manteniendo el beso mientras introducía otro con más presión de la necesaria haciéndome gemir. Se separó unos segundos de mis labios mirándome con intensidad.- No tienes por qué entrar, podemos irnos a volver a terminar lo de antes – gruñó al tiempo que metía mi mano dentro de su pantalón, cogiendo su miembro con la fuerza sufici
Me coloqué la camisa horrorosa de Blake mientras Jesse me miraba cómplice colocándose su camisa de vestir completamente estropeada que solo poseía ahora un botón. Solté una risita encogiéndome de hombros, se acercó hacia mi uniendo sus labios a los míos con pasión rápidamente introdujo su lengua en busca de la mía mientras yo la recibía con deseo y rabia por querer volver a repetir lo que habíamos hecho, de repente mi móvil sonó con el tono de Isaac haciendo que nos tuviéramos que separar.Jesse gruñó cuando me aparté en busca de mi móvil tomándome de la cintura para traerme más a él y volverme a besar. Despues de esa llamada, volvió a sonar haciendo que me retumbara en los oídos, Isaac no llamaba más
Entré en silencio a la habitacion de invitados, fijándome que Theo me miraba con rabia, la anterior noche estuvo inconsciente en el auto cuando lo traíamos para mi casa, pero ahora que estaba consciente y con la mente disipada, podíamos hablar de la pelea que tuvo con Erick.Me senté junto a él sin mirarlo a los ojos, levanté la vista - ¿Por qué te peleaste con Erick?- Por la misma razón por la que tuviste sexo con él – afirmó encogiéndose de hombros mirándome despectivamente.Suspiré mordiéndome el labio – Theo... - fui a tomar su mano, pero la apartó con brusquedad- No, Lena. Estuviste con él au
Me humedecí los labios tomando la carta del fondo del armario de mi habitacion en casa de Isaac, la había escondido allí para olvidarla en una recamara abandonada, pero ahora estaba aquí y sentía la urgencia de leerla por última vez antes de quemarla por fin, despues de tantos años lo haría, pero primero la leería una última vez.Desdoblé el papel viejo y arrugado de tantas veces que la leí cuando me sentía más sola y abandonada que nunca, de cada vez que quería recordar sus últimas palabras dirigidas a nosotras, a Grace, para darnos fuerza y destruirnos un poco más.Grace y María,Durante la vida encontraran muchos tipos de personas, habrán