- ¿Por qué no te quedaste a las celebraciones? Te echamos de menos – Comentó Jena al entrar a mi habitación acostándose en la cama desordenada.
- No tengo ánimos de festejar – Musité sentándome frente al escritorio volviendo a la hoja con un pequeño escrito.
Escuché los pasos de Jena momentos despues acercándose a mí.
- No importa, solo son fiestas - se encogió de hombros dejando una lona negra cerrada frente a mi haciendo que soltara el bolígrafo - ¿Grace se ha enterado? – murmuró cautelosa.
Abrí la lona sacando el dinero de las ganancias de las carreras observando que todo esté en orden volviéndola a cerrar levantándome para guardarlo en mi caja fuerte escondida en un asiento frente a la ventana, metí la lona cerrando la caja fuerte girándome a ver a Jena observándome con detenimiento.
- Si no quiero que se entere. No se va a enterar – sentencié volviéndome a sentar para retomar mi escrito, pero Jena jugueteo con los dedos mirándome
- ¿Pasa algo? – inquirí viéndole con exasperación. Detesto que las personas trastabillen o demuestren su nerviosismo, e ocasiones como estas me irritan, en otras por el contrario me daban ánimos a seguir causando el nerviosismo
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
Asentí mirándola – Por supuesto.
Jena se recargo en la pared cruzándose de brazos, se mordió el labio volviendo la mirada de mi a la ventana. Suspiró mirándome a los ojos - ¿Te gusta Isaac?
- ¿Por qué crees eso? – Enarqué las cejas
Negó agachando la cabeza – Por cómo se comportan estando juntos – comentó sin más.
Me levanté tomándola de los hombros – No pasa nada. Es como mi hermano. Es todo – aclaré levantándome para quedar frente a ella.
- ¿Me lo prometes? – me miro esperanzada
Sonreí sinceramente asintiendo – Lo prometo. Y Sabes que jamás rompo una promesa.
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- No te gustan las motos – afirmo Jesse a mis espaldas en un susurro mientras la señorita Dónnovan escribía en el pizarrón.
Me gire a verlo fulminándolo con la mirada - Qué te importa ¿te afecta?
Asintió
- ¿Por qué? – pregunté.
Sonrió de lado – Porque si piensas ser mi novia algún día, tengo que saber si te gustan o no.
Solté una carcajada llamado la atención de todos – Paso, primero muerta antes de ser tu novia – espeté con asco – y segundo, si lo afirmas es porque ya lo sabes – me gire de nuevo hacia al frente anotando lo nuevo en la pizarra.
La diversion se plasmó en su voz, pasando de ser una voz gruesa y confusa a demostrar una sola cosa, picardía – Lo afirmé porque quería que lo desmintieras, pero ahora tendré que hacer que las ames con todo tu ser.
Rodé lo ojos - Veras... - ladeé la cabeza – Para que eso pase, tengo que aceptarte y eso jamás sucederá – me levanté tomando mis cosas para irme de allí, ni loca me quedaré un segundo más.
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Entré en la cafetería comenzando la fila para comprar mi almuerzo, que comprendía de espaguetis con albóndigas vegetarianas, ensalada rusa y más cosas que no logre ver bien. Tomé una bandeja y también alguien detrás mío, escogí rápidamente fijándome que Jesse buscaba a alguien con la mirada, fingí no saber nada tomando un pudin de chocolate mientras se acercaba a mí.
Se instaló junto a mí bloqueándome el paso, lo miré fijamente sin demostrar algún sentimiento.
- Fuera, quiero comer en paz – espeté volteándome hacia el otro lado buscando la salida, pero no podía. Suspiré mirándole enojada.
- Bien – murmuró apartándose.
Sentí un mareo que casi me bota al piso, pero logré estabilizarme antes de que alguien se fijara. Negué para recuperar el equilibro empujándolo para salir rápidamente
- Caperucita...
- No pierdo tiempo con b****a – espeté girándome a verlo detrás mío con su horrible gorro gris y su cabello despeinado.
- ¿Entonces porque no solo me ignoras?
Rodé los ojos empeorando los mareos, me tambaleé agarrándome con fuerza a la bandeja en mis manos. Volví a negar caminando a toda prisa, dejé la bandeja con estrepito sobre la mesa fijándose Theo en mi palidez, me humedecí los labios sentándome para destapar la botella de agua con las manos temblorosas.
- ¿Trajiste tu inhalador? – preguntó Theo de fondo mientras mis respiraciones se volvían cortas y desesperadas.
De fondo escuché voces y más voces mientras un dolor agudo atravesaba mi pecho haciendo que gritara del dolor asustando a Jena que jamás me había visto de aquel modo y a todos en la cafetería, menos Theo, él sabía qué hacer.
Me tomó de la cara diciéndome algo, pero no le entendía, el dolor era muy fuerte para poderle escuchar. Se revolvió la melena rubia calmado tomando mi bolso buscando mi inhalador y las pastillas de mi enfermedad, pero no las halló, sentía el aire como se iba poco a poco de mis pulmones, mi visión se volvía borrosa y los mareos no cesaban, traté de respirar por la boca, consiguiéndolo sin éxito, logrando que se cerrara mientras alguien me tomaba en brazos.
En medio de la inconsciencia escuché a alguien cantando, seguida de un aroma muy particular, era el de Jesse y sus ojos se encontraron con los míos demostrando dolor, preocupación y pena mientras me dejaba llevar por la oscuridad de la inconsciencia acunada por su aroma, y aquella canción que comenzaba con esperanza.
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Desde pequeña he odiado los hospitales, jamás mis padres me permitieron que Grace me trajera para así conocer a mamá. Lo que me había contado Grace es que su preocupación era tal para salvar a mi madre que mis padres no se preocuparon por mí un solo día en su vida, así que crecí siendo cuidada por ella. Recuerdo muchas veces llamarle mamá pero cuando cumplí los siete ella me contó todo, aclarándome que no era mi madre. Solo es mi hermana, nada más. La verdad de mis primeros años de mi vida fue muy cruel conmigo, así que no lo acepté, despues de todo nunca había conocido a quienes me dieron la vida, la única familia de sangre que conocía era Grace. La otra persona era May, pero no era familia de sangre, así que me costó mucho aceptar que mis padres nunca me quisieron, así lo vi yo en ese entonces y aun lo creo, porque si me hubieran querido, hubieran hecho hasta lo imposible para estar conmigo a pesar del cáncer mi madre y la infidelidad de mi padre.
Un día, despues de mis clases de natación cuando vivíamos en Boston, mis pulmones fallaron cuando estaba nadando debajo del agua, casi logré ahogarme, pero mis profesores me salvaron y llevaron al hospital, pronto fui yo quien tenía las citas para saber si tenía cáncer como mi madre, pero afortunadamente no fue así, despues de muchas radiografías y exámenes médicos, descubrieron que tenía asma y una cura para ello fue oxigenoterapias y broncodilatadores para permitir que mis vías respetarías estuvieran abiertas y así no tener que sufrir de ello. La última vez que había tenido un episodio de ellos fue hacia diez meses, el día que murió Blake.
Por lo tanto, sabia aun estando inconsciente, que me encontraba en una habitacion de hospital y alguien jamás soltaba mi mano, instintivamente me llevé la mano libre a la cabeza en busca de alguna venda por algún accidente, hasta que lo recordé.
Había sufrido un ataque de asma y esta vez no traía mi inhalador, lo había olvidado en el auto, a lo cual, me desmayé.
Abrí los ojos lentamente captando cualquier detalle sobre en qué hospital me encontraba, pero no me importaba, solo quería saber quién sostenía mi mano con delicadeza aferradora, me giré a verle, observando su mano aferrada a la mía y su cabeza descansaba a un lado de mis piernas cubiertas por la manta.
Esbocé una sonrisa separando mi mano de la suya con delicadeza, despues me desconecté del suero, me quité el respirador y toda máquina conectándose aun a mi cuerpo. Me separé de Jesse aun durmiendo y observé a mis amigos durmiendo como estrellas de mar, uno sobre otro. Theo roncando con una burbuja en la boca entreabierta y a Jena babeando, solté una risita alejándome de ellos caminando hacia la ventana de la habitacion, recibiendo con alegría los sonidos de la calle, autos pitando, gente caminando y vendedores ambulantes en las calles como un día normal de muchos más que les esperan.
Sentí un escalofrió recorrer mi columna y sin prestar atención seguí observando la maravillosa vista, el cielo despejado y de fondo, a lo lejos, el letrero blanco de Hollywood imponente sobre la ciudad. Me volteé a ver a Theo y Jena durmiendo mientras Jesse me observaba en medio de la habitacion. Me encogí de hombros forzando una sonrisa.
- Odio los hospitales – murmuré volviéndome hacia la vista de la ciudad dándole la espalda.
- Lo sé. Theo lo menciono mientras veníamos de camino aquí, dijo que estarías muy enojada cuando despertaras - musitó dudoso acercándose a mí – sin embargo, me gusta mucho la vista, me gustaría comenzar todas las mañanas así – murmuró divertido.
Me gire a verlo - ¿enserio? – lo observé – porque si sigues mirándome de aquel modo, conseguirás despertar durante un tiempo en esta habitacion. Solo – amenacé ignorando su mirada tormentosa como envolvía mi cuerpo bajo ella haciéndome sentí otro escalofrió por toda mi columna.
- Valdría la pena, más si apareces medio desnuda ante mí.
Voltee a verlo de súbito – No estoy desnuda – farfullé.
- Lo estas – asintió cruzándose de brazos.
Abrí los ojos como platos al fijarme que la bata es de papel y el sol entraba a raudales volviendo la única prenda que me cubre casi transparente. Ahogué un grito tomando su chaqueta que colgaba de su mano para taparme lo que pueda con ella. Aunque pensándolo bien, mi desnudes lo tenía nervioso, podría usarlo a mi favor.
Sonreí malévola - ¿sabes?... pensándolo bien – murmuré seductora quitándome su chaqueta, lanzándola al otro lado de la habitacion, procedí a subirme lentamente la bata hasta que llegaba a mis muslos haciendo que Jesse me observara atónito completamente nervioso.
Le guiñé un ojo acercándome a él con la bota levantada – Disfrútalo... - murmuré alzando la vista para poder verlo a los ojos debido a que me llevaba una cabeza de diferencia – porque jamás volverás a verme de aquel modo – vocalicé propinándole un golpe en el estómago que lo aturdió y doblo en dos, pasé por su lado sonriendo con suficiencia hacia el baño.
Siempre predecibles, siempre vulnerables al cuerpo de una mujer.
Despues de estar completamente duchada y tapada por una toalla y otra para mi cabello, me observé al espejo. Tenía la piel más pálida de lo normal y unas grandes bolsas bajo los ojos. Suspiré saliendo del baño estando sola con Theo y Jena. No había ningún rastro de Jesse, lo cual agradecí en cierto modo.
Me humedecí los labios tomando el respirador para colocárselo a Theo y coloqué la mano de este sobre la cara de Jena tratando de aguantar la risa, cuando de repente un sonido de algo cayéndose estrepitosamente los despertó a los dos, haciendo que Theo le pegara una cachetada a Jena, y ella cayera al piso. Theo al verme grito en shock.
- No estaba dormido, lo juro. Era Jena, no yo – comentó mirándome atónito, al caer en cuenta en donde nos encontrábamos, sonrió abrazándome soltando una carcajada – hey, despertaste.
- Si – musité fulminando con la mirada a la enfermera que recogía la comida regada sobre una bandeja de metal – ¿Dónde están Grace y Matt?
- Aquí – anunció Jesse apareciendo junto a mi hermana, que se lanzó a abrazarme y Matt despues también me abrazó, igual de efusivo. Ellos si eran mis padres, no Madeleine y Frederick.
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- Pensé que sería buena idea que a quienes vieras de primeras fueran tus amigos, así te animarías y tú podrías...
- Jesse no es mi amigo – corté desde el asiento de atrás observando hacia la ventana distraída.
Grace me observó por el retrovisor – Pero se preocupó tanto por ti, no te dejo ni un solo segundo – afirmó enternecida por la gran hazaña de Jesse.
Rodé los ojos fijándose de inmediato – haber María ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué lo odias?
Me gire a verle - No lo odio, simplemente no lo soporto. Es diferente.
- Te gusta – añadió Matt conduciendo.
Le pegué una patada en el brazo desequilibrándolo provocando que el auto pasara al otro carril pero rápidamente lo estabilizó devolviéndose a nuestro carril.
- María, no hagas eso. Casi consigues que nos accidentemos – Reprendió Grace girándose a verme con mirada severa.
- Dile entonces a tu esposo de pacotilla que aprenda a cerrar la boca – farfulle enfurecida mirándole con la misma mirada severa. Ahora no estaba de humor para sus regaños de madre. Ella no es mi madre
- ¡Lena! – gritó enfurecida mientras Matt parqueaba frente a la entrada de la casa.
- ¡Que! – grité más fuerte - ¡No me gusta! ¡No soporto siquiera escuchar su nombre! – finalicé saliendo del auto dando un portazo al llegar a casa.
- Le gusta – escuché decir a Grace cuando bajó del auto – Se va a enamorar.
- ¡No digas estupideces, Grace y abre la maldita puerta! – Grité mientras llegaba junto a mi riendo.
Grace me tomó del hombro mirándome con ligereza calmándome de inmediato. Su mirada siempre tenía ese efecto en mi - Te estas volviendo loca – sonrió con ternura.
- Que te importa. Deja de fingir ser mi madre, no lo eres – farfullé quitándole las llaves de mala gana, abrí y las lancé al otro lado de la sala subiendo las escaleras.
- María... - se le quebró la voz cuando llegue a la segunda planta.
Se lo que le dije y eso le duele porque fue quien me crio, ella si es mi madre, pero en situaciones como esta donde mi enojo puede más, las palabras salen sin ser revisadas por mi mente. Enfurecida conmigo misma entré a mi habitacion cerrando de un portazo.
Golpearon suavemente haciendo que despertara, me gire a ver hacia la puerta. No quería visitas, desde ayer me había encerrado en la habitacion y no había salido para nada, suerte que tengo mi baño privado. Suspiré mirando al techo.- Adelante – murmuré encogiéndome aún más en la cama bajo el edredón.Despues de unos segundos abrieron con delicadeza – Te traje comida, debes estar hambrienta – murmuró Jesse mostrando dos tazas de Starbucks y una bolsa del palacio de las donas, dejé que pasara sentándome en la camaSe sentó frente a mi tendiéndome la bolsa de donas – Tu hermana dijo que podía pasar y Matt dijo que te dijera que maduraras – sonri&oac
Salí del Audi volviendo a ser interceptada por Erick que me atrajo hacia el besándome con gran deseo, más del que me había demostrado hacía varias horas, enredé mi lengua con la suya sincronizándonos mientras con una mano levantaba la falda de mi vestido deteniéndose en mi muslo derecho, lo rodeó introduciendo uno de sus dedos dentro de mí.Gruñí manteniendo el beso mientras introducía otro con más presión de la necesaria haciéndome gemir. Se separó unos segundos de mis labios mirándome con intensidad.- No tienes por qué entrar, podemos irnos a volver a terminar lo de antes – gruñó al tiempo que metía mi mano dentro de su pantalón, cogiendo su miembro con la fuerza sufici
Me coloqué la camisa horrorosa de Blake mientras Jesse me miraba cómplice colocándose su camisa de vestir completamente estropeada que solo poseía ahora un botón. Solté una risita encogiéndome de hombros, se acercó hacia mi uniendo sus labios a los míos con pasión rápidamente introdujo su lengua en busca de la mía mientras yo la recibía con deseo y rabia por querer volver a repetir lo que habíamos hecho, de repente mi móvil sonó con el tono de Isaac haciendo que nos tuviéramos que separar.Jesse gruñó cuando me aparté en busca de mi móvil tomándome de la cintura para traerme más a él y volverme a besar. Despues de esa llamada, volvió a sonar haciendo que me retumbara en los oídos, Isaac no llamaba más
Entré en silencio a la habitacion de invitados, fijándome que Theo me miraba con rabia, la anterior noche estuvo inconsciente en el auto cuando lo traíamos para mi casa, pero ahora que estaba consciente y con la mente disipada, podíamos hablar de la pelea que tuvo con Erick.Me senté junto a él sin mirarlo a los ojos, levanté la vista - ¿Por qué te peleaste con Erick?- Por la misma razón por la que tuviste sexo con él – afirmó encogiéndose de hombros mirándome despectivamente.Suspiré mordiéndome el labio – Theo... - fui a tomar su mano, pero la apartó con brusquedad- No, Lena. Estuviste con él au
Me humedecí los labios tomando la carta del fondo del armario de mi habitacion en casa de Isaac, la había escondido allí para olvidarla en una recamara abandonada, pero ahora estaba aquí y sentía la urgencia de leerla por última vez antes de quemarla por fin, despues de tantos años lo haría, pero primero la leería una última vez.Desdoblé el papel viejo y arrugado de tantas veces que la leí cuando me sentía más sola y abandonada que nunca, de cada vez que quería recordar sus últimas palabras dirigidas a nosotras, a Grace, para darnos fuerza y destruirnos un poco más.Grace y María,Durante la vida encontraran muchos tipos de personas, habrán
Todo comenzaba y la fiesta estaba en su mayor apogeo.Mientras la noche transcurría la mansión se iba llenando de gente que conocía y desconocía de mi instituto, de las carreras y otras fiestas. La mayoría los conocía y mientras, la gente llegaba, sonreía y bailaba, me mantenía en la cima de las escaleras con un vaso rojo lleno de agua bebiéndolo cada tanto esperando ver entre la multitud que llegara una melena rubia.Había localizado a Jesse, Lucas, Simon, Erick acompañado de dos porristas y a otros estudiantes de St Ángelo que me veían en la cima de las escaleras pero ninguno se me acercaba, tampoco es que quisiera que lo hicieran. Solo quería que apareciera Theo para poder pedirle disculpas por millonésima vez en estas dos semanas
Siempre como tradición en las fiestas que organiza Isaac a la una de la madrugada, la música se apaga y todos nos reunimos en la primera planta para jugar toda clase de juegos que son repartidos en toda la mansión. En el salón principal siempre se organiza el juego favorito de Isaac. Verdad o reto.El año pasado en el cumpleaños de Blake, decidí ser partícipe del juego y como consecuencia me besé con Blake por primera vez. Le habían pedido a Blake que besara a la chica más guapa de la mansión y el simplemente se me acercó y me beso casi demandando que yo era de él. En ese entonces me gusto ser de alguien pero ahora cuando lo recuerdo, solo desearía haberlo golpeado por creer que alguna vez fui de su propiedad.Lo amaba, pero no por e
- Esto es inaudito. A mi oficina. Ahora – ordenó el director rojo de la furia, así se parecía demasiado a mi padre cuando me regañaba por meterme en problemas.Me crucé de brazos quedándome quieta en la recepción del edificio central – No- ¿Qué? – preguntaron al unísono Jesse y el director.- No está a discusión, María Magdalena.Resoplé indignada apartando un mechón que calló en mi frente lleno de huevo y salsa de las albóndigas - ¿Por qué no nos da el castigo y todos contentos? – ofrecí con obviedad marcada en mi voz.C