Hunter no tenía nada que celarme, yo no tenía la belleza que un hombre como él acostumbraba explorar en una mujer.
─Noah es un simple amigo como le expliqué antes, no tiene de qué preocuparse, no me distraeré en sus clases.
─No me quedo tranquilo pero confiaré en usted ─compartimos sonrisas antes de ponerme de pie ─. Ah, señorita Hudson, necesito que me regale su numero de celular.
Lo vi rascarse la nuca con algo de incomodidad. Virgen, aquello suponía más compromisos con Hunter.
Inspiré hondo y solté el aire de a poco sin que él lo notara. -Mentiré.- pensé.
─Mi celular se encuentra en reparación, lo dejé caer en la alberca ─otra en mi lugar abría dado lo que fuera por tener como contacto al profesor Hunter, yo sin embargo vivía con el miedo de ser víctima de un psicópata, todo gracias a las recomendaciones de papá antes de salir.
No se creyó la mentira pero tampoco insistió.
Por la tarde fui con mi madre al centro comercial, estuvimos mirando algunas tiendas confeccionistas que pudieran hacer su vestido de boda soñado.
Por la noche ayudé a mamá a ponerse hermosa para una cena de negocios donde Bruno la presentaría, posteriormente la despaché orgullosa por lo bien que pintaba.
─Debiste verme la cara ─hablaba con Alex por celular, era mi prima y mejor amiga ─, no lo pude creer.
Caminé toda la habitación refiriéndole los detalles, cuando por mi ventana divisé una silueta en la antigua habitación de Simón, era un hombre alto y corpulento, se quitaba la ropa mientras escuchaba música clásica a un volumen considerado.
Virgen de las morbosas.
─ ¿Emmy, estás viva?
─Oye, Alex, te hablo luego que vino el señor de las pizzas ─le colgué.
Con cuidado me arrodillé frente a la ventana y busqué mis binoculares en el cajón inferior de mi buró. El nuevo vecino seguía distraído, lastimosamente no podía ver mas que su silueta que pintaba trabajada.
─Virgen ─musité, estaba cantando.
Pero de pronto se le dió por voltear y me pilló husmeando su morada.
─Maldición ─me tiré al piso con el corazón en la boca.
Segundos después no escuché la música y mi celular empezó a sonar mas fuerte que nunca.
Hice una maniobra rápida para tomar el celular y apagar las luces.
─Emmy, ¿qué hacías? ─era Alex chillando al otro lado de la línea.
Aún en la oscuridad tuve la osadía de mirar por la ventana pero el sujeto de la mansión Roger ya no estaba, y su ventana estaba cerrada.
─Estoy comiendo pizza ─cerré mi ventana.
─No te escuchas como si comieras.
Fingí masticar algo, luego me tiré en la cama y busqué no sonar afligida de vergüenza.
─Hey, mañana hablamos, ¿de acuerdo?
─No ─gruñó ─, debes contarme mas sobre el tal Hunter.
─Mañama te contaré con lujo de detalles, tengo que descansar.
─Te llamaré si no lo haces.
Colgué y un temblor se apoderó de mí.
El viernes después de clases fui a práctica de animadoras, llevaba dos años siendo parte del equipo y algunas me veían como segunda capitana.
─Les daré quince minutos de receso ─anunció Dash, la capitana.
─No la soporto ─escuché a Laura mientras íbamos a descansar en las gradas.
─Te falta tolerancia ─comenté ─, Dash puede ser todo un fastidio cuando se lo propone pero si eres paciente no habrá problema.
─Muero por ser como tu.
─Ni en un millón de años ─me mofé.
─ ¡Hey! ─me dió un suave golpe.
Cuando hubo terminado el entrenamiento fui con Laura a los vestidores, luego cada quien tomó su camino.
Un claxon me alcanzó cuadra y media antes de llegar a la parada de autobuses, al principio pensé que se trataba de Noah pero luego me llevé la sorpresa de que era el profesor Hunter.
─Vamos, yo te llevo ─se ofreció.
No me detuve, continué caminando tan deprisa que ya comenzaba a agitarme.
─Emmy, si te preocupa que te vean llegar con un viejo como yo solo dime que te deje una cuadra antes y ya está.
No pude evitar reír.
─Profesor, muchas gracias pero hoy deseo caminar ─atajé con amabilidad.
─Insisto ─hizo un puchero divertido al que no me pude resistir.
─Me dejará dos cuadras antes, ¿de acuerdo?
─Como usted mande ─me guiñó un ojo y de nuevo el reboloteo y la electricidad aparecieron.
Al llegar a mi recámara me deshice del conjunto sudado que traía puesto, me di una ducha rápida y calenté la comida que Raquel me dejó antes de irse a trabajar por la mañana.
Toda la tarde me ocupé de la obra de Dante, leí los cantos que me parecían mas interesantes y luego escribí en caliente las primeras líneas.
Cuando se hizo oscuro llamé a Alex para terminar de echarle el chisme de Hunter y al terminar me fui a mi recámara aburrida.Hoy otra vez el nuevo vecino dejó la ventana de su recámara abierta pero no habían rastros de él, solo estaba una famosa canción de Andrea bocelli de fondo y las luces apagadas.
─Venga, aparece ya ─supliqué mientras miraba fijamente por la ventana.
De repente las luces fueron prendidas y lo vi aparecer, hoy lucía ropa deportiva, como si acabase de trotar.
─Virgen ─mi morbo yacía en un punto álgido, peor aún, todo gracias a un completo desconocido.
Hoy como ayer empezó por el suéter, mis mejillas estaban rojitas como un tomate y pese a tener el aire acondicionado funcionando el calor que experimentaba era evidentemente producto de mi lujuria.
Se quitó los pantalones cortos y cuando iba por la ropa interior escuché a mi madre en la primera planta.
Virgen, justo ahora.
─ ¡Emmy, ya llegué!
El sujeto que se encontraba de perfil giró con aquel grito y nos encontramos cara a cara, juraría que me sonreía complacido de saber que yo era quien lo husmeaba.
Me lancé de la cama al interruptor y apagué las luces.
─Emmy, ¿qué haces a oscuras? ─apareció mi madre y me pilló tentida en la alfombra.
Lo que acababa de ver no podía superarlo ni en un millón de años, el nuevo inquilino era mi profesor, nada más y nada menos que Hunter.
Corrí al baño y me encerré allí como por media hora, luego salí para no escuchar los alaridos de Raquel y cené junto a ella.
Los próximos días no abrí la ventana, le conté a Alex la noticia y por casi muere de ganas de venir a conocerlo.
El lunes a primera hora dudé en entrar al aula, sentía vergüenza.
─Hola profesor ─me senté frente a él, iba de camisa celeste y un vaquero liso para nada informal, estaba peinado como lo recordaba pero a diferencia de otros días hoy sonreía sin razón.
─Hola Emmy, ¿cómo te fue el fin de semana?
No fui capaz de mirarlo a la cara, me limité a responderle mientras sacaba mis libros y los ponía sobre mi pupitre.
─Estuvo tranquilo, nada fuera de lo común.
─Las chicas como tu suelen ir a fiestas, disfrutar mucho. Me extraña que digas que no hiciste algo divertido todo el puente festivo.
─No tenía planes.
Empecé a sudar, nuevamente el reboloteo jodía mi estomago y la electricidad era cuestión de escucharlo.
─Claro, me imagino que te la pasaste pegada mirando por la ventana ─el tono en que lo decía era acusiante. ¿En qué me he metido?
Nuestras miradas se cruzaron.
─Perdone, ¿de qué me habla? ─tenía que actuar por todos los medios como desentendida, tal vez así no moriría de vergüenza.
─La veo en mi despacho en el cambio de clase.
Con eso me dejó fuera de base, no pude rehusarme porque para su suerte habían empezado a llegar el resto de la clase.
Cuando se dió el cambio de clase fui a su despacho.
─Siéntete cómoda.
─Profesor, recuerde que tengo clase ahora ─mis pies pedían huir.
─No se preocupe, me encargaré de explicarle a la señorita Rosa que estuvo conmigo organizando algunos asuntos sobre la feria del libro que hará la escuela.
Por lo visto tenía todo perfectamente calculado y saberlo me ponía de nervios.
─Antes quiero agradecerle por venir, sé que esto la pone incómoda ─sirvió dos tazas de café con el mismo toque de azúcar que la vez pasada ─. Bueno, mis intenciones con usted siempre han sido claras, sé que hay una diferencia de edad que... que es verdaderamente incómoda.
Tomé del café tan rápido como si fuese agua.
─Profesor ─la voz se me escuchaba como la de un niño, estaba temblando y mis mejillas estaban encendidas. Hunter me miró expectante ─, perdone que lo interrumpa, pero, ¿a qué va eso?
Claro que sabía adónde iba a parar pero tenía mis dudas respecto a mis conclusiones sobre lo que pasaba entre nosotros.
─ ¿Puedo tutearla?
─Si mejor le parece ─le sonreí tímida.
─Emmy, me gustas desde la primera vez que te vi, eres una niña, lo sé, y créeme cuando te digo que he luchado con esto durante una semana y en vano han sido mis esfuerzos. Cada día te grabas más en mis pensamientos y me vuelves inestable.
No supe qué decir ni cómo reaccionar, apenas bajé la taza de café y también la mirada.
─Perdóname si he sobrepasado tus límites. Oh m****a, creo que acabo de dañarlo todo ─hundió su rostro afligido entre sus manos.
─No, no tiene por qué lamentarse.
─Háblame de tu, por favor.
─Hunter ─las palabras se atoraron en mi garganta.
Nos veíamos fijamente con desesperación.
─Perdona, no sé qué decir ─fue lo único que articulé y a él le causó gracia.
─No espero que digas algo, ni que sea mutuo.
─Profesor...
─Dime John, así me llamo.
─Hunter, John, como sea que te llames ─me puse de pié tan rápido que volqué la silla ─, necesito procesar lo que acabo de escuchar.
─Mañana en mi casa a las siete en punto, ¿correcto? ─rodeó el escritorio para quedar cerca de mí, me vía tan menuda y patética a su lado.
Mis piernas iban a desfallecer muy pronto si seguía acortando distancias.
─ ¿Es un invitación a cenar? ─jugué con mis pies y al tiempo mordía mi labio inferior con tanta vehemencia que llegué a sangrarlo por denrro.
─Tómelo como una cita, la primera de muchas señorita Hudson ─me sonrió con ternura.
─Hecho ─era un manojo de nervios ─, mañana a las siete en punto en tú casa.
Para cerrar la intensa conversación acabé por sonteirle pero John fue más atrevido y me dió un suave pero corto beso en la mejilla.
La tarde del martes estuve dando vueltas por toda mi habitación peleando conmigo misma, una parte de mí moría por ir con mi profesor y decirle que sentía lo mismo por él, pero otra se rehusaba.
─Emmy, Bruno cenará con nosotras hoy, ponte linda, ¿eh?
─Raquel, hoy no voy a cenar en casa ─metí mis nervios junto con mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón.
─ ¿Ah no?, ¿saldrás?
─Sí ─respondí a la velocidad de un disparo y mi madre sospechó que algo andaba extraño.
─ ¿Verás a un chico, Emmy Hudson?
─No te daré muchos detalles porque será nuestra primera salida ─comenté más segura.
La casa de los Roger estaba al otro lado de la calle, colindando con el patio de mi casa, si alguien vigilaba el vecindario minuciosamente era la señora Theresa y de ella debía cuidarme si no quería ser vista entrando a la casa del nuevo vecino.
─Pasa ─me instó, vi lo precavido que estaba, antes miró los posibles moros en la costa y luego se reunió conmigo ─, llegas a tiempo para la cena.
Lo seguí hasta la cocina, cada rincón de la casa desprendía cuidado y lujo, aunque todavía quedaban cajas por desempacar todo el piso era un monumento, los cuadros inmensos, los adornos en porcelana y las extensiones de mármol pulido en todo el piso. Raquel estaría rendida de admiración tanto como yo lo estaba.
─No soy muy bueno cocinando ─lo oí ─, pero hice mi mejor trabajo con estas pastas en salsa de champiñones.
─Huelen bien ─no mentía, aquel aroma fue la primera impresión que me llevé al entrar.
─ ¿Te gusta el vino?
─Una copa no me caería mal.
Mientras observaba sus calculados movimientos me fijé en lo sencillo de su atuendo, iba de pantalón negro, zapatillas deportivas y un suéter de algodón gris.Durante la velada no hubo mucho dialogo, solo miradas furtivas y alguna que otra sonrisa confidencial, al terminar me vi obligada a sacar un tema puesto que no quería que la magia acabara rápido.─ ¿Conociste a los Roger?─La verdad no, una inmobiliaria intermedió en la venta.─Eran buenas personas, no entiendo porqué se fueron sin despedirse.─Quizá fue una urgencia ─terminó lo último de su copa.─Claro.─ ¿Te gusta el postre de arándanos?─Oh, no ─mi estómago iba a estallar ─, quedé satisfecha.─ ¿Segura? ─sus hermosos ojos valoraron mi silencio. Añadió ─, Emmy, ¿qué has pensando de lo que te confesé?Estaba igual de nervioso que yo, había visto bajar su nuez varias veces en cuestión de minutos.─Jhon, venir hasta aquí ya supone un gran esfuerzo...─Uno que aprecio mucho ─tomó mi mano con delicadeza por sobre la mesa.─No compr
─Estuve tentado a besarte durante la clase. Te extrañé ─ronroneó cuando nos faltó el aire.─Yo también te extrañé ─toqué nuevamente el piso con la punta de mis zapatos, siempre que me besaba debía subirme a sus zapatos o sino jamas lo alcanzaría.─ ¿Qué quería Noah? ─tomó distancia, se frotó la barbilla dejando una leve arruga en su entrecejo ─, ¿te sigue molestando?Sentí la necesidad de mentirle pero fue lo más difícil y doloroso.─Eh, nah ─sonreí nerviosa ─, quería hablar conmigo sobre su ensayo.─Emmy, no me mientas.Lo ayudé a recoger el reguero.─Esta bien, eso no es verdad pero tampoco hay una.─Nena, me molesta que esté encima tuyo ─se escuchó frustrado.─John, oh John ─negué entre risas tomando asiento ─, Noah no es competencia para ti, tú eres quien me gusta.─Emmy, no dudaría de ti jamás ─se sentó frente a mí ─, eres honesta y leal, eres tan pura como Beatriz. Al cambio Noah ─tensó su mandíbula ─, Noah es un niño que no sabe lo que quiere, no conoce lo que vales y quiere us
─Señorita Hudson, la espero en mi despacho ya mismo ─había un complemento extraño en el tono de su voz, olía a soberbia y solo pensarlo me ponía de nervios.Terminé de entregar los ensayos calificados, mi nota era una de las más altas.Fui a su despacho tiritando en preocupación. «¿Qué coño me pasa? El cuernudo es él no yo.»─Siéntate ─no sonreía, tenía ojeras y la mandíbula la mantuvo apretada.─ ¿Pasa algo?─Eso te pregunto, ¿qué diablos pasa? ─me tensé ─, anoche te fuiste a casa en un taxi en vez de aceptar mi cola. No contestas mis llamadas y evitas a toda costa mi presencia. ¿Qué hice mal?Nos miramos fijamente.Inspiré hondo y me removí en el asiento.─De acuerdo, te diré qué ocurre. Resulta que hay rumores en toda la escuela de que tú y la profesora Keire tienen un romance, y la verdad no me extraña, ella es guapa e inteligente. Mientras que yo...─Tu, Emmy ─me interrumpió alzando la voz ─, tu eres la única que me interesa, lo que hayas escuchado sobre mí y la profesora Keire e
A la mañana siguiente recordé todo cuanto pasó en mi habitación, los besos de John, las risitas bajitas, las caricias. Me sentí mejor que nunca, su promesa de no irse hasta que me durmiera también la cumplió.─Emmy ─desperté de mi ensimismamiento, aún estaba en el teatro escolar con el equipo de apoyo terminando los preparativos para la feria del libro ─. Te estoy hablando y no me oyes.─Lo siento, Laura ─continúe pintando el bienvenido.─Te contaba que Noah anda saliendo con nuestra querida capitana.─Ah, vaya.─Pensé que tu y él terminarían teniendo algo.─No, definitivamente no. Noah es lindo, comprensivo a veces, detallista y divertido...─ ¿Pero?─Pero no me da la seguridad que necesito. Laura, no puedo salir con alguien de quien desconfío, Noah es el chico más codiciado de la escuela y sabes perfectamente que su reputación de mujeriego lo precede.─Eso puede mejorar.La miré incrédula. Virgen, cómo puede defenderlo.─Que mejore o no ya no es mi problema. Me alegro por Dash.De v
El tiempo cada vez más se reducía, quedaban menos espacios para completar los preparativos para la feria del libro; entre las tareas, las practicas de animadora, Raquel y John, solo me quedaba un corto receso para respirar.Jhon también se veía angustiado y tenso, tanto así que los ultimos días de la Sexta semana de clases no hubo contacto entre nosotros, ni físico ni de cualquier otra forma hasta ese día.«Emmy» fue un llamado relativamente sutil que me sobresaltó, miré a mi alrededor y la clase seguía sumida en sus libretas. Miré a John y no tardó en sugerirme que mirase mi celular.Ve a los lavados, necesito besarteTuyo, John.La propuesta resultaba tentadora. Decir que no deseaba besarlo era una falacia, pero acceder a sus necesidades suponía conflicto de mis emociones, mi cabeza no estaba para jueguitos así que le escribí...John, no iré. Por favor, compórtate, la clase aún no termina y tú y yo tenemos una tarde agitada con los preparativos finales.Te necesito concentrado. Lúci
El tiempo cada vez más se reducía, quedaban menos espacios para completar los preparativos para la feria del libro; entre las tareas, las practicas de animadora, Raquel y John, solo me quedaba un corto receso para respirar.Jhon también se veía angustiado y tenso, tanto así que los ultimos días de la Sexta semana de clases no hubo contacto entre nosotros, ni físico ni de cualquier otra forma hasta ese día.«Emmy» fue un llamado relativamente sutil que me sobresaltó, miré a mi alrededor y la clase seguía sumida en sus libretas. Miré a John y no tardó en sugerirme que mirase mi celular.Ve a los lavados, necesito besarteTuyo, John.La propuesta resultaba tentadora. Decir que no deseaba besarlo era una falacia, pero acceder a sus necesidades suponía conflicto de mis emociones, mi cabeza no estaba para jueguitos así que le escribí...John, no iré. Por favor, compórtate, la clase aún no termina y tú y yo tenemos una tarde agitada con los preparativos finales.Te necesito concentrado. Lúci
«Oh, virgen de las estudiantes enamoradas de su profesor, ayuda, no soy buena fingiendo.»─John Hunter Fitzpatrick, un honor ─apareció un hombre igual de joven que él, ataviado con un esmoquin sin corbata. Mi profesor lo hizo pasar con amabilidad sin mostrar atisbo de nervios ─. ¿Acabo de interrumpir algo?─Richard, ella es Emmy Hudson, la chica que te mencioné. Cariño, él es Richard, uno de los tantos catedráticos de la universidad de ColumbiaAbrí exageradamente los ojos y ambos rieron al unísono.─Vamos, tranquila, Richard es de mi entera confianza.─Perdón ─me puse de pié y le extendí mi mano ─, un placer, señor Richard.─Tienes la mano muy fría y suave, ¿es natural? ─chistó el catedrático, no supe qué contestar por lo que rió ─. Venga, llámame Richard. El placer es mío.─Emmy, Richard está dispuesto a ayudarte con tu admisión en Columbia, ¿qué te parece?Inspiré hondo antes de mostrar mi verdadera reacción, una de total incomodidad puesto que John había concertado hablar de mi fu
─Harás que me venga mentalmente ─escupí entre risitas, tan pronto descubrí el verdadero significado de mis palabras abrí los ojos espantada.─ ¿Ah, sí? ─alejó la bandeja de comida y acortó distancia entre nosotros. Mi pequeño corazoncito subió a mi garganta.─Fue un comentario irracional ─repuse muy alterada por los nervios, tanto que bebí el descremado como si fuera agua y luego mastiqué la tostada muy rápido. Pero nunca lo miré a la cara.─Eh, Emmy, con calma cielo que te puedes ahogar ─se rió ─. Ya pasó.─Soy muy torpe ─abandoné la cama, recogí los restos y bajé a la cocina, John estuvo siguiéndome en silencio hasta que sorpresivamente me alzó en peso y me sentó en la encimera de marmol, tiró el frutero y cuanto adorno se interpuso en su camino.─Me gustas demasiado, Emmy ─fue un beso impetuoso que me costó interpretar ─. ¿No te gusta? ─inquirió al darse cuenta de mi parálisis.─No, no, sí me gusta, me gusta mucho ─tragué saliva ─, me tomaste fuera de base.─A ver ─me bajó de la en