─No tuvo el valor de admitir que fue él quien le dió la nota ridícula ─giró sobre sus talones y me miró desde arriba con una sonrisa torcida ─. ¿Lo ha leído alguna vez?
Se refería al libro de literatura clásica que sostenía a la altura de mis pechos, desde luego lo había hecho, mis tiempos libres los dedicaba a la lectura.
─Es bueno.
─Es para principiantes ─se rió y devolvió el libro a su lugar, ese gesto me hizo sentir mona, como si no tuviera idea de lo que era leer literatura de verdad. Una novata en el arte ─, como le decía, no me gusta Noah, de hecho usted tampoco...
Mi corazón se arrugó. Jamás un profesor me había dedicado un comentario así, todo lo contrario, me querían por ser atenta y muy participativa.
─Señorita impuntual...
─Emmy Hudson ─lo corregí de mal gusto.
─Señorita Hudson, tengo veintinueve años y supongo que usted quince.
─Diecisiete.
─Mucho mejor ─enarqué una ceja contrariada ─, veo talento en usted pero así como actúa deja mucho qué criticar, es inmadura.
─Soy tan madura como mi edad me lo permite.
─Su edad no es límite, Noah sí.
Mis puños crispados estaban al borde de aterrizar en la pared pero el profesor Hunter prosiguió su discurso arrogante y altanero...
─De donde vengo la impuntualidad es para mediocres así que si no quiere que la vea como una, vaya llegando diez minutos antes que el resto de la clase.
─Trataré.
─No es suficiente.
─Me esforzaré, lo juro ─él tenia el sartén por el mango.
─No tengo mucha fe en usted, si con Harry no hizo lo correcto no entiendo porque lo haría conmigo.
─Lo mismo pensé ─se me salió una risita irónica por lo que él se me acercó tanto que me acorraló, no tenía escapatoria, estaba atrapada entre su fuerte complexión y la columna de libros. -Virgen, que nadie nos vea- supliqué mentalmente.
─La próxima clase llegue diez minutos antes que el resto de sus compañeros y tome asiento frente a mí porque será mi asistente, ¿comprendió?
Tuve un ataque de axfisia, mi corazón se paralizó.
Asentí con todos los tonos carmesí tiñendo mi cara.
─Bien ─me regaló una sonrisa torcida ─. La veo el jueves.
Lo vi marcharse, cuando tuve fuerzas me despegué del librero y caí sentada en el piso con la cabeza inclinada hacia atrás. Hoy era el peor día de mi vida, mi sentencia con Hunter estaba escrita y no podía invertir nada.
Una vez las clases culminaron volví a casa con Raquel, la encontré preparando brownies como para un batallón.
─ ¿Cómo estuvo tu día?
─Fue un asco ─saborié la crema de chocolate blanco que recubria los pequeños postres.
─Mañana te irá mejor ─amilanó ─. Cariño, a que no adivinas con quién me encontré por la mañana cuando salí a trotar.
─ ¿Con Bruno?
─Anda no, con el nuevo vecino, también hace ejercicio antes de irse a trabajar.
─Vaya ─seguí probando los brownies.
─Es muy joven, estuvimos hablando del vecindario mientras le dábamos una vuelta a la manzana. Me comentó que es inglés no canadiense como dijo Theresa, lleva mucho tiempo en el país, dice que le gusta la ciudad y el vecindario.
─ ¿Te gusta?
─Dios. Emmy, tengo cuarenta y dos años, ¿cómo puede gustarme alguien trece años menor que yo? ─sonreí ─. Mas bien le hablé de ti, pero no fue nada importante porque terminamos el recorrido cuando eso.
─Raquel, no le estés hablando a desconocidos de mí, no sabes con qué intenciones vienen.
─Venga, solo le dije que tenía una hija. Ni que quisiera verte con uno mayor. Aunque sabes una cosa, Emmy, ese hombre no me da buena espina. Pero está guapo.
Abrí los ojos.
─Contigo no se puede ─salí histérica hacia mi habitación.
Si algo odiaba con todas mis fuerzas eran los comentarios obscenos de mi madre cuando alguien le parecía atractivo, me daban asco.
Después de cenar mamá y yo solíamos ver friends juntas, era una serie viejita pero entretenida.
─Llevé los postres a casa de Maggi ─me refirió ─, creo que una de sus nietas cumple año y le harán una celebración.
El timbre sonó y ambas nos preguntamos quién podía ser.
─Tal vez es Bruno ─fue a abrir animada.
esperé que volviera para continuar la serie pero escuché que me llamaba.
─Emmy, un tal Noah te busca ─el tono que había empleado me decía que Noah no era de su agrado.
Salí al jardín y vi a Noah de espalda junto a su convertible rojo, iba de franela sin mangas dejando a la vista sus musculosos brazos tatuados, también un vaquero rasgado y unas zapatillas. Cuando giró lo vi mejor, no llevaba los raros piercing en su ceja ni en su labio inferior.
No culpé a Raquel por verlo mal, Noah no acató mi consejo de presentación.
─Hola ─fui cortés.
─Oye, te debo una disculpa ─sacó del bolsillo de su pantalón una rosa marchita ─, no fue mi intención dejarte sola en ese momento.
─Hey, no importa ─acepté la rosa y la olí ─, una idiotez como esa la supera cualquiera.
Sonrió.
─Por lo visto no te has vestido para ir conmigo a la fiesta de Ryan.
Miré mi pijama.
─Oh, es que no pienso ir ─de alguna forma debía quitármelo de encima, las palabras del profesor me habían dejado pensando toda la tarde y me hicieron reflexionar.
─Pero acordamos...
─Eso fue ayer, Noah, hoy cambié de planes. No pienso ir.
─Esta bien, debes seguir molesta.
─Para nada.
Obvio sí, cretino.
─Bueno, te veo mañana.
Subió a su auto y luego se marchó.
─ ¿Quién era ese? ─Raquel me esperaba cruzada de brazos en la entrada de la casa.
─Noah, un tonto que gusta de mí.
─ ¿Y a ti te gusta?
─Es simpático.
─Te gusta entonces.
─No ─gruñí.
El jueves llegó y tuve que ponerle la mejor cara, por primera vez había conseguido estar a tiempo en clase.
─Buenos días profesor ─entré nerviosa, el aula estaba con nuestras solas presencias. Me senté donde él me había ordenado y luego saqué mis libros.
─Vio que todo es posible cuando se lo propone ─lo escuché, enseguida alcé la vista y asentí tímida.
En la espera de que todos llegaran no volví a oírlo o verlo, me concentré tanto leyendo una novela que olvidé que aún seguía frente a él.
─Apaguen los celulares. Si llego a escuchar que alguno suena lo confiscaré hasta que acabe el curso ─estuvo un minuto en silencio esperando que todos hiciéramos lo que había mandado, antes de proseguir me lanzó un mirada cortita y algo dentro de mí se derramó ─. Para la próxima semana quiero que traigan un ensayo sobre cualquiera de los cantos de la divina comedia, que sea de mínimo cinco paginas, a computador y sin plagios de la Internet. El mejor trabajo será publicado en el periódico escolar.
Vaya, como si fuera un Óscar.
─Profesor ─levanté la mano ─, ¿son obligatorias las cinco paginas?, digo, puedo hacer una buena crítica en solo dos.
─ ¿Intenta sabotear mi clase, señorita Hudson?
Abrí los ojos espantada, venía hacia mí con una expresión dura que me transmitió temor.
─Mejor olvídelo ─tragué saliva nerviosas, entonces Hunter se detuvo frente a mí con su mejor sonrisa.
Estaba loco.
─Venga, solo bromeaba ─todos empezaron a reír ─, Emmy, si crees que puedes resumir un canto en dos páginas estás en tu derecho, pero eso si te digo... tienes un gran reto. No me sorprendo con cualquier cosa, así que haz tu mejor esfuerzo.
Le sonreí un poco mas relajada.
A diferencia de mí los demás prefirieron quedarse con las cinco páginas. Cuando la sirena de cambio de clase sonó el profesor Hunter me detuvo disimuladamente por el codo causando un choque eléctrico en todo mi cuerpo, una sensación nueva en mí.
Nadie notó que éramos los últimos en salir.
─ ¿Puedo hablar contigo en mi oficina en horas de recreo?
No pude sostener su mirada, y estaba tan sorprendida por su actitud íntima conmigo que había olvidado alejar mi codo de su mano.
─Serán solo diez minutos ─me imploró y fue en ese preciso instante que reaccioné.
─De acuerdo, ahora déjeme ir que llegaré tarde a clase ─me mostré tan distante pese a que en mí interior su tacto había desatado una ola de calor que me tenía susando.
No podía creer lo que había pasado, me sentía abrumada porqué por primera vez mi cuerpo había reaccionado a la cercanía de un hombre, ni con Simón tuve un reboloteo de mariposas en mi estómago.
Las siguientes horas se hicieron eternas, mi cabeza solo tenía cupo para pensar en el profesor Hunter y nada más, sus preciosos ojos penetrando los míos y sus labios pronunciando mi nombre con su raro acento. Quería por todas las vírgenes de las ilusas ver ya mismo a mi profesor.
La campana del recreo sonó y fue mi señal de "es hora", no esperé que los primeros de la fila salieran cuando yo llevaba la delantera.
─ ¿Qué le diré? ─me debatí frente a la puerta de su despacho, pero como si me escuchase desde adentro, abrió y me vio estática, sonrió con calidez y me hizo pasar con amabilidad.
─ ¿Se le apetece un café? ─mientras servía su taza me fijé en el movimiento coordinado de sus manos, y sus labios pronunciando algo que no escuché por seguir hipnotizada viéndolo.
Debe ser un sueño, alguien como él debe ser de película.
Como tonta me di un pellizco a ver si despertaba pero de nuevo lo escuché decir.
─No es un sueño, Emmy ─me sonrió dejándome el café en frente. Desde luego los tonos rosa volvieron a curtir mis mejillas y obvié mi vergüenza.
─ ¿Para qué me quería, profesor?
Lo vi soplar y sorber, era perfecto en cada gesto.
─Usted y yo debemos hablar de Noah.
─ ¿Qué hay con Noah? ─bebí del café caliente, hice lo que pude para actuar tranquila.
─No me gusta verlo muy cerca de usted en clase ─de pronto comencé a toser fuerte porque el liquido se me había ido por el galillo viejo ─. ¿Se siente mejor?
Asentí mientras dejaba el tazón en su escritorio.
─Como sabe, le pedí que se sentara frente a mí porque desde hoy sería mi ayudante en clase, pero su amiguito ─sonó como un novio celoso, lo cual me hizo reír por lo bajo ─, se ha molestado en sentarse detrás de usted. No la molestó porque estuve atento como un águila, de no ser así la habría desconcentrado.
Mudecí.
─ ¿Me piensa explicar qué clase de amistad tiene con Noah? ─su descaro lo ponía en evidencia, pero no quería precipitarme, tal vez le preocupaba que alguien tan mona como yo estuviese saliendo con alguien tan rebelde, quizá inmaduro como Noah.
Hunter no tenía nada que celarme, yo no tenía la belleza que un hombre como él acostumbraba explorar en una mujer.─Noah es un simple amigo como le expliqué antes, no tiene de qué preocuparse, no me distraeré en sus clases.─No me quedo tranquilo pero confiaré en usted ─compartimos sonrisas antes de ponerme de pie ─. Ah, señorita Hudson, necesito que me regale su numero de celular.Lo vi rascarse la nuca con algo de incomodidad. Virgen, aquello suponía más compromisos con Hunter.Inspiré hondo y solté el aire de a poco sin que él lo notara. -Mentiré.- pensé.─Mi celular se encuentra en reparación, lo dejé caer en la alberca ─otra en mi lugar abría dado lo que fuera por tener como contacto al profesor Hunter, yo sin embargo vivía con el miedo de ser víctima de un psicópata, todo gracias a las recomendaciones de papá antes de salir.No se creyó la mentira pero tampoco insistió.Por la tarde fui con mi madre al centro comercial, estuvimos mirando algunas tiendas confeccionistas que pudie
Mientras observaba sus calculados movimientos me fijé en lo sencillo de su atuendo, iba de pantalón negro, zapatillas deportivas y un suéter de algodón gris.Durante la velada no hubo mucho dialogo, solo miradas furtivas y alguna que otra sonrisa confidencial, al terminar me vi obligada a sacar un tema puesto que no quería que la magia acabara rápido.─ ¿Conociste a los Roger?─La verdad no, una inmobiliaria intermedió en la venta.─Eran buenas personas, no entiendo porqué se fueron sin despedirse.─Quizá fue una urgencia ─terminó lo último de su copa.─Claro.─ ¿Te gusta el postre de arándanos?─Oh, no ─mi estómago iba a estallar ─, quedé satisfecha.─ ¿Segura? ─sus hermosos ojos valoraron mi silencio. Añadió ─, Emmy, ¿qué has pensando de lo que te confesé?Estaba igual de nervioso que yo, había visto bajar su nuez varias veces en cuestión de minutos.─Jhon, venir hasta aquí ya supone un gran esfuerzo...─Uno que aprecio mucho ─tomó mi mano con delicadeza por sobre la mesa.─No compr
─Estuve tentado a besarte durante la clase. Te extrañé ─ronroneó cuando nos faltó el aire.─Yo también te extrañé ─toqué nuevamente el piso con la punta de mis zapatos, siempre que me besaba debía subirme a sus zapatos o sino jamas lo alcanzaría.─ ¿Qué quería Noah? ─tomó distancia, se frotó la barbilla dejando una leve arruga en su entrecejo ─, ¿te sigue molestando?Sentí la necesidad de mentirle pero fue lo más difícil y doloroso.─Eh, nah ─sonreí nerviosa ─, quería hablar conmigo sobre su ensayo.─Emmy, no me mientas.Lo ayudé a recoger el reguero.─Esta bien, eso no es verdad pero tampoco hay una.─Nena, me molesta que esté encima tuyo ─se escuchó frustrado.─John, oh John ─negué entre risas tomando asiento ─, Noah no es competencia para ti, tú eres quien me gusta.─Emmy, no dudaría de ti jamás ─se sentó frente a mí ─, eres honesta y leal, eres tan pura como Beatriz. Al cambio Noah ─tensó su mandíbula ─, Noah es un niño que no sabe lo que quiere, no conoce lo que vales y quiere us
─Señorita Hudson, la espero en mi despacho ya mismo ─había un complemento extraño en el tono de su voz, olía a soberbia y solo pensarlo me ponía de nervios.Terminé de entregar los ensayos calificados, mi nota era una de las más altas.Fui a su despacho tiritando en preocupación. «¿Qué coño me pasa? El cuernudo es él no yo.»─Siéntate ─no sonreía, tenía ojeras y la mandíbula la mantuvo apretada.─ ¿Pasa algo?─Eso te pregunto, ¿qué diablos pasa? ─me tensé ─, anoche te fuiste a casa en un taxi en vez de aceptar mi cola. No contestas mis llamadas y evitas a toda costa mi presencia. ¿Qué hice mal?Nos miramos fijamente.Inspiré hondo y me removí en el asiento.─De acuerdo, te diré qué ocurre. Resulta que hay rumores en toda la escuela de que tú y la profesora Keire tienen un romance, y la verdad no me extraña, ella es guapa e inteligente. Mientras que yo...─Tu, Emmy ─me interrumpió alzando la voz ─, tu eres la única que me interesa, lo que hayas escuchado sobre mí y la profesora Keire e
A la mañana siguiente recordé todo cuanto pasó en mi habitación, los besos de John, las risitas bajitas, las caricias. Me sentí mejor que nunca, su promesa de no irse hasta que me durmiera también la cumplió.─Emmy ─desperté de mi ensimismamiento, aún estaba en el teatro escolar con el equipo de apoyo terminando los preparativos para la feria del libro ─. Te estoy hablando y no me oyes.─Lo siento, Laura ─continúe pintando el bienvenido.─Te contaba que Noah anda saliendo con nuestra querida capitana.─Ah, vaya.─Pensé que tu y él terminarían teniendo algo.─No, definitivamente no. Noah es lindo, comprensivo a veces, detallista y divertido...─ ¿Pero?─Pero no me da la seguridad que necesito. Laura, no puedo salir con alguien de quien desconfío, Noah es el chico más codiciado de la escuela y sabes perfectamente que su reputación de mujeriego lo precede.─Eso puede mejorar.La miré incrédula. Virgen, cómo puede defenderlo.─Que mejore o no ya no es mi problema. Me alegro por Dash.De v
El tiempo cada vez más se reducía, quedaban menos espacios para completar los preparativos para la feria del libro; entre las tareas, las practicas de animadora, Raquel y John, solo me quedaba un corto receso para respirar.Jhon también se veía angustiado y tenso, tanto así que los ultimos días de la Sexta semana de clases no hubo contacto entre nosotros, ni físico ni de cualquier otra forma hasta ese día.«Emmy» fue un llamado relativamente sutil que me sobresaltó, miré a mi alrededor y la clase seguía sumida en sus libretas. Miré a John y no tardó en sugerirme que mirase mi celular.Ve a los lavados, necesito besarteTuyo, John.La propuesta resultaba tentadora. Decir que no deseaba besarlo era una falacia, pero acceder a sus necesidades suponía conflicto de mis emociones, mi cabeza no estaba para jueguitos así que le escribí...John, no iré. Por favor, compórtate, la clase aún no termina y tú y yo tenemos una tarde agitada con los preparativos finales.Te necesito concentrado. Lúci
El tiempo cada vez más se reducía, quedaban menos espacios para completar los preparativos para la feria del libro; entre las tareas, las practicas de animadora, Raquel y John, solo me quedaba un corto receso para respirar.Jhon también se veía angustiado y tenso, tanto así que los ultimos días de la Sexta semana de clases no hubo contacto entre nosotros, ni físico ni de cualquier otra forma hasta ese día.«Emmy» fue un llamado relativamente sutil que me sobresaltó, miré a mi alrededor y la clase seguía sumida en sus libretas. Miré a John y no tardó en sugerirme que mirase mi celular.Ve a los lavados, necesito besarteTuyo, John.La propuesta resultaba tentadora. Decir que no deseaba besarlo era una falacia, pero acceder a sus necesidades suponía conflicto de mis emociones, mi cabeza no estaba para jueguitos así que le escribí...John, no iré. Por favor, compórtate, la clase aún no termina y tú y yo tenemos una tarde agitada con los preparativos finales.Te necesito concentrado. Lúci
«Oh, virgen de las estudiantes enamoradas de su profesor, ayuda, no soy buena fingiendo.»─John Hunter Fitzpatrick, un honor ─apareció un hombre igual de joven que él, ataviado con un esmoquin sin corbata. Mi profesor lo hizo pasar con amabilidad sin mostrar atisbo de nervios ─. ¿Acabo de interrumpir algo?─Richard, ella es Emmy Hudson, la chica que te mencioné. Cariño, él es Richard, uno de los tantos catedráticos de la universidad de ColumbiaAbrí exageradamente los ojos y ambos rieron al unísono.─Vamos, tranquila, Richard es de mi entera confianza.─Perdón ─me puse de pié y le extendí mi mano ─, un placer, señor Richard.─Tienes la mano muy fría y suave, ¿es natural? ─chistó el catedrático, no supe qué contestar por lo que rió ─. Venga, llámame Richard. El placer es mío.─Emmy, Richard está dispuesto a ayudarte con tu admisión en Columbia, ¿qué te parece?Inspiré hondo antes de mostrar mi verdadera reacción, una de total incomodidad puesto que John había concertado hablar de mi fu