«Oh, virgen de las estudiantes enamoradas de su profesor, ayuda, no soy buena fingiendo.»─John Hunter Fitzpatrick, un honor ─apareció un hombre igual de joven que él, ataviado con un esmoquin sin corbata. Mi profesor lo hizo pasar con amabilidad sin mostrar atisbo de nervios ─. ¿Acabo de interrumpir algo?─Richard, ella es Emmy Hudson, la chica que te mencioné. Cariño, él es Richard, uno de los tantos catedráticos de la universidad de ColumbiaAbrí exageradamente los ojos y ambos rieron al unísono.─Vamos, tranquila, Richard es de mi entera confianza.─Perdón ─me puse de pié y le extendí mi mano ─, un placer, señor Richard.─Tienes la mano muy fría y suave, ¿es natural? ─chistó el catedrático, no supe qué contestar por lo que rió ─. Venga, llámame Richard. El placer es mío.─Emmy, Richard está dispuesto a ayudarte con tu admisión en Columbia, ¿qué te parece?Inspiré hondo antes de mostrar mi verdadera reacción, una de total incomodidad puesto que John había concertado hablar de mi fu
─Harás que me venga mentalmente ─escupí entre risitas, tan pronto descubrí el verdadero significado de mis palabras abrí los ojos espantada.─ ¿Ah, sí? ─alejó la bandeja de comida y acortó distancia entre nosotros. Mi pequeño corazoncito subió a mi garganta.─Fue un comentario irracional ─repuse muy alterada por los nervios, tanto que bebí el descremado como si fuera agua y luego mastiqué la tostada muy rápido. Pero nunca lo miré a la cara.─Eh, Emmy, con calma cielo que te puedes ahogar ─se rió ─. Ya pasó.─Soy muy torpe ─abandoné la cama, recogí los restos y bajé a la cocina, John estuvo siguiéndome en silencio hasta que sorpresivamente me alzó en peso y me sentó en la encimera de marmol, tiró el frutero y cuanto adorno se interpuso en su camino.─Me gustas demasiado, Emmy ─fue un beso impetuoso que me costó interpretar ─. ¿No te gusta? ─inquirió al darse cuenta de mi parálisis.─No, no, sí me gusta, me gusta mucho ─tragué saliva ─, me tomaste fuera de base.─A ver ─me bajó de la en
─Toma asiento ─me ordenó Raquel, junto a ella estaba Bruno visiblemente preocupado ─. Emmy, estoy tan decepcionada de ti...─Déjala hablar, Raquel, quizá fue a dar un paseo por la redonda ─intercedió mi padrastro.─Bruno, no interfieras.─Lo hago, mujer ─se defendió ─, lo hago porque me parece injusto. ¿Olvidas que tengo una hija casi de la edad de Emmy?, por favor Raquel, son chicas y quieren espacios.─Tú preocúpate por tu hija que yo lo haré por la mía ─rebatió mi madre ─, la educación de Emmy la pago yo. Tú no eres más que mi prometido.─No peleen ─grité y estampé las palmas de mi mano en el comedor.─Emmy, linda, te quiero ─Bruno me besó la coronilla y finalmente se fue molesto.Esperé a que mi madre estuviera el doble de molesta, sin embargo no fue así, se mantuvo callada un par de segundos hasta que habló.─Ve a tu cuarto, mañana hablaremos.La mañana del domingo tuvimos un desayuno silencioso, cada una cavilando en sus propios asuntos.─Le he dicho a Bruno que suspendamos los
La mirada de nuestra vecina no era la que me esperaba, una de total indignación o reproche, estaba sonriéndole a John y él a ella.─Emmy, el profesor me ha dicho que gusta de ti ─confesó ─, es un buen partido, hija, no te preocupes por mí. Soy una tumba.─No me fío mucho de usted, le dijo a mi madre que me vio bajar del coche de mi profesor ─recordé.─No, hija, yo sería incapaz ─aclaró ─, no después de todo lo que el joven ha hecho por mí durante la ultimas noches.Fruncí el ceño y me volví rígida hacia mi profesor.─Bueno, cielo, no te dije nada porque no es de caballeros alardear sobre sus hazañas con el prójimo. Resulta que le tomo la presión a la señora Theresa todas las noches, y también cenamos juntos cuando tú no puedes acompañarme.Hundí los hombros y resoplé, enjugué mi cara entre mis manos y por último miré al par de cómplices frente a mí.─He creído que las cosas se me salían de las manos. Perdóneme señora Theresa, no sabía que usted y John era buenos amigos.─Ya lo sabes, h
─ ¿Me estás ignorando? ─lo seguí hasta su habitación, estuvo en silencio mientras se quitaba los zapatos ─, John, dime algo.─ ¿Quieres estar para cuando me desnude o prefieres darme espacio? ─no había lascividad en su invitación, solo desprecio y fastidio.Me paralicé de dolor ante el tono árido que empleó.Sin duda era nuestra primera discusión, era incómoda, dolorosa; como decía mi padre, para pelear se necesitan dos y anteriormente solo había estado yo.─Cierra la puerta al salir ─me dio la espalda mientras se quitaba la camisa.Me quedé con los puños crispados a lado y lado y una lágrima rodando por mi mejilla.─No llores, por favor ─me pidió, una vez se amarró la toalla a la cintura, no era la primera vez que lo veía con el torso desnudo pero cuando pasaba reproducía sensaciones en mi estómago. Me abrazó y besó en la coronilla ─, no he querido tratarte así pero a veces, a veces no sabes cerrar conversaciones.─Solo quería saber si tu concepción sobre mí había cambiado, si despué
De vuelta a casa no encontré a Raquel, todo permanecía como lo había dejado el día anterior. Excepto por una cosa, mi habitación.─ ¿John? ─lo llamé rápidamente, tuve miedo de encontrarme a solas con quién sabe qué mañoso. Mi ropa estaba tendida por todas partes, mi cama deshecha, mis libros reventados ─, amor, alguien ha venido a mi cuarto y lo ha hecho trizas. Raquel no pudo ser, no hay rastro de que haya vuelto de su turno...─ Iré contigo.─No hace falta ─me senté al borde de mi cama, reparé nuevamente el desorden y me puse a llorar ─. Alguien debió aprovechar que la casa estuvo sola toda la noche y entró a mi cuarto, ni siquiera se llevaron mi ordenador, ¿qué clase de ladrón entra a una casa y no se lleva nada?─Uno que fue por algo más que un simple objeto. Emmy, iré a tu casa, solo dame diez minutos.En la planta baja un portazo retumbó, fue un sentimiento automático de pánico lo que me inundó.─ ¿Emmy, cielo, sigues ahí?, ¿me escuchas?─John, te llamo después. Parece que mi ma
─Me parece bien.─También está la opción de un nuevo celular para ti, con la recomendación de que nadie lo sepa. Y por último la ayuda de la señora Theresa...─ ¿Qué ayuda?─Le pregunté a la señora Theresa si era posible que nos viéramos en su casa, le expliqué nuestra situación y se mostró dispuesta a ayudarnos.─Que sea tu amiga no me da la tranquilidad de que se mantenga callada, no es de fiar.─Es una buena mujer, Emmy, es eso o no vernos. Tu eliges.─Raquel me castigó, cero celular y salidas, veo difícil ir con la señora Theresa.─No te preocupes por las excusas que de eso se encargará nuestra vecina, créeme, quiere ayudar.─ ¿Seguro? ─resoplé, John asintió ─, bien, si tú crees en ella yo también lo haré.Permanecimos en silencio hasta que el celular de mi profesor repicó, solo escuché el cicleo de las teclas.─Elizabeth me dijo que habló contigo ─mencionó, me tensé e inmediato él me besó el hombro ─, tranquila, no me disgusta que atiendas mis llamadas.─Es que, es que ha llamado
─ ¡Fue alucinante, joder! ─escuché a Alex al otro lado del comedor, espabilé tantas veces pude en la milésima de segundo que volví del ensimismamiento. La tía Rebeca seguía con el mismo gesto inmutable que la última vez que la vi, y mi padre lucía más felíz que hacía cinco minutos atrás.Pensar en mi profesor suponía perderme un incontable número de chistes y anécdotas de mi familia, que, para acción de gracias, solíamos poner sobre la mesa.─ ¿Qué dices tu, Emmy?─Decir... ¿qué debo decir? ─solté los cubiertos que sostuve durante un tercio de tiempo sin pinchar ni cortar nada. Alex y mi padre me miraron con cara de, «a ver, Emmy, ¿en qué mundo andas?»─Olvídalo, ya no va al caso ─comentó Alex tratando de tapar mi despiste ─. Tío, ¿le contó a Emmy sobre Abby?─ ¿Abby? ─pregunté confundida.─Eh, no... bueno, no es importante...─ ¿Quién es Abby? ─alterné la mirada entre mi padre y mi prima .─Alex, cierra la boca por un momento, Abby es problema de ellos. Ya deja de meterte ─soltó la t