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Capítulo 2. Un desconocido a bordo.

-Alguna vez mi madre amarró al tío Mateo en el mástil del barco, ¿Sabías? - Pregunté al primo Troy mientras lo arrastraba por el pasillo.

Dos días de viaje y el tipo no quería hablar conmigo. También me veía feo cada vez que le llevaba su comida.

-Bueno, técnicamente fue papá el... que... lo amarró. - Gruñí con esfuerzo mientras lo subía por las escaleras.

Por supuesto, Troy no podía hablar porque seguía amordazado pero conversar con él era mejor que solo tenerlo echando dagas por los ojos.

Cuando por fin llegamos a cubierta lo arrastré hacia el centro y me tiré a su lado.

-Necesito comenzar a trabajar mis músculos... ¿Qué, eres mitad ballena? Mi pobre espalda...

-¿Por qué no me pidió ayuda, príncesa Anahí? - Dijo Victor saliendo de algún lado.

-Porque yo podía hacerlo. - Dije gimiendo.

-De acuerdo. - Dijo con un tono que me daba a entender que no era cierto. Jodido lobo espía presumido.

Se quedó cerca tapando con su sombra la luz del sol que me daba en el rostro. Después de cinco minutos el lobo seguía ahí.

-¿Necesitas algo, Victor? -Pregunté cuidadosamente.

-De hecho, si princesa. - Dijo frunciendo el ceño. - No se me informó el motivo por el cual los príncipes no nos acompañarían en este viaje.

Cuando no continuó, supuse que era una pregunta.

-Ah, querido Victor, esa es información sensible que no se puede compartir con cualquier lobo. - Dije dramáticamente.

Él solo me arqueó una ceja.

-Bien. Ellos no vienen porque ya no hay motivo para pasar el verano en el reino Central.

Fue como si alguien hubiera pateado a su perro favorito: Había mucho horror en su expresión, tensión en sus hombros y traición en sus ojos.

- Usted... Usted...

-Si, yo. Puedes inclinarte después ante la heredera de tu reino. No me gustaría perder mi sombra improvisada. - Dije escondiendo una sonrisa.

-Que la Gran Madre se apiade de nosotros. - Dijo apretando el puente se su nariz con una mano. - ¡Habían siete!

Entonces dio media vuelta y se fue sin mirar atrás mientras seguía murmurando algo sobre "siete".

Percibí movimiento por el rabillo del ojo y gire mi cabeza para encontrar a Troy temblando incontrolablemente.

Pensé que se estaba convulsionando y me asusté, así que me apresuré a quitarle el calcetín sucio de su boca.

Entonces el maldito soltó una carcajada y siguió riendo por los siguientes minutos.

Como no era estúpida, por supuesto que entendí después por qué se estaba riendo.

-No creo que sea conveniente para ti enemistarte con tu nueva próxima reina. - Dije golpeándolo en su brazo. - Tu risa me ofende.

- No quisiera ofender a su gran y poderosa majestad. - Dijo cuando terminó de reír. -Solo que yo también encuentro... extraordinario que habiendo siete muy buenos candidatos, tú seas la que quiere el trono.

-¿Qué hay de malo con ello? - Pregunté cruzándome de brazos.

-El hecho de que tengas que preguntar me preocupa. - Dijo con un suspiro. - Desátame, prometo comportarme hasta que lleguemos con el tío Karel.

Me encogí de hombros y comencé a desatarlo; de todas formas solo lo había arrastrado hasta aquí para amenazarlo y que terminara su berrinche. Necesitaría una mano derecha y tanto mi madre como yo estábamos de acuerdo en que Troy sería perfecto.

-Listo, ahora ilumíname. ¿Por qué soy la peor opción para el reino? - Pregunté ladeando la cabeza.

Él se sentó cruzando sus piernas.

- Para empezar, ninguna loba de la nobleza está de tu lado. -Dijo con voz seria. - Has hecho enojar a un montón de lobas en los últimos años.

-¿Yo? - Pregunté parpadeando inocentemente.

-Tú. Les has quitado la oportunidad de emparejarse con el tío Karel y también es gracias a ti que ninguno de mis primos está interesado en hablar con ninguna loba...

-Espera, espera, espera... ¿Cómo es lo de mis hermanos mi culpa? -Pregunté genuinamente confundida. - Tampoco lo del tío Karel es mi culpa, él seguía soltero y sin querer una pareja incluso antes de que yo naciera.

Él rodó los ojos.

-Con respecto a mis primos, hiciste tal pataleta con el tío Karel que ninguno de ellos tuvo el corazón para hacer llorar a su hermanita de nuevo por un disgusto sobre otras lobas.

-... ¿Qué?

Troy suspiró y se recostó sobre la madera.

-El reino Central está jodido.

-Sigo sin entender por qué. - Bufé molesta e ignorando que no me respondió el por qué lo de mi tío era mi culpa. - He pasado los últimos años aprendiendo todo sobre administrar un reino con mamá y, sin ser presuntuosa, soy algo así como fabulosa en ello.

Me miró arqueando una ceja y volvió a murmurar que el reino estaba jodido.

-Supongo que es por eso que tía Lily me noqueó y arrojó mi cuerpo en este barco. - Dijo con un suspiro resignado. - De una vez puedes hacerte a la idea de que yo no soy como cualquiera de mis primos o mis tíos, así que no esperes un trato preferencial conmigo.

-Por supuesto que no. - Dije solemne pero ambos sabíamos que estaba mintiendo.

-Tampoco seré tu mano derecha. - Dijo estrechando los ojos.

- Serías pésimo en ello.

-Y si sigo a bordo de este pedazo de madera es solo porque no soy capaz de remar por dos días de vuelta con la tía Lily para gritarle un poco; no te hagas ideas raras en la cabeza sobre mí preocupándome por la más idiota de mis primos.

-Nunca me has querido y nunca me querrás, lo tengo. ¿Te apetece un poco de práctica cuerpo a cuerpo?

Así fue como el primo Troy se resignó a la vida que tanto quería evitar.

Aunque, si somos honestos, encerrarse en una biblioteca para no tener responsabilidades reales por años era un pésimo plan.

Los siguientes días fueron relajados; con Troy tomando sus funciones de adelantarse a lo inevitable, pasábamos la mayor parte del tiempo tratando de hacer planes para dejar de ser el "enemigo número uno" de todas las lobas ambiciosas que tenían el poder suficiente para votar en mi contra en el Consejo.

-No pensé que fueras tan... capaz. - Dijo sorprendido mi primo cuando le conté mis planes para mejorar la economía del reino.

-Por supuesto que lo soy. Puedo ser bonita y capaz. -Dije divertida. - Que no te engañe mi cara angelical, he estado trabajando duro para ser la mejor Luna de...

Me detuve abruptamente.

El silencio en nuestra oficina improvisada resonaba en mis oídos.

Troy suspiró y miró al techo.

-Lo sé, Anahí. Creo que todos en el reino lo sabíamos. - Dijo en tono suave mientras mis mejillas se calentaban.

-No sabía que fuera tan obvia. - Dije después de unos segundos de silencio.

Él bufó.

-Desde que me mudé con ustedes tu único tema de conversación ha sido sobre tu príncipe Red.

Y aquí estaba yo pensando en que nadie notaría mi corazón roto. ¡Seguramente todas las lobas de mi manada con las que se acostó Jack se estaban partiendo de risa! No era de extrañar que sintiera ciertas vibras de lástima cuando me las topaba por los pasillos.

-No hablemos de eso, ¿Quieres? - Dije conteniendo las lágrimas. - Mejor hablemos de quién le dirá al señor Victor que se han terminado las reservas de alcohol en el barco.

Troy cambió su atención y me miró unos segundos fijamente antes de convertirse en lobo y huir haciendo un gran agujero en la puerta.

-¡Cobarde! - Grité a su espalda.

Desde el día en que Victor se enteró de que sería la siguiente en la línea al trono, se había encerrado en su camarote a ahogar sus penas o lo que sea. Supe por el abuelo Drantos que había pedido que le llevaran comida y mucho alcohol.

Suspiré y me levanté para ir yo misma a dar las felices noticias.

-¡Que sepas que los arreglos de la puerta saldrán de tu paga! - Grité cuando pasé por el camarote de Troy.

-¡No me pagas!

Sonreí porque era cierto. El primo Troy recibía un buen dinero por parte del tío Mateo y la tía Tracey. Tenía más o menos la misma edad que mi hermano Hale y era por mucho el macho más agradable que conocía.

Mamá decía que era una versión más joven del tío Mateo.

Llegué rápidamente al camarote de de Victor y tomé aire antes de abrir la puerta directamente.

-¿Todavía sigues con eso? - Pregunté divertida.

Victor se encontraba en la silla de su diminuto escritorio murmurando a varias botellas vacías que habían siete buenos candidatos.

- Tú no... no no entiendes, la vida era buena. - Dijo tartamudeando. - Ahora ¿Qué le diré?

-¿De qué estás hablando?- Pregunté curiosa. - ¿Por fin revelarás quién m****a eres y cuál es tu función?

El parpadeó.

- No es un secreto ¿Qué te haría pensar eso?

-Uh, bueno, desde que te conozco nunca nos has dicho por qué nos sigues como sombras. - Dije rascando mi cabeza.

Él resopló.

-Soy el jefe de seguridad de su majestad. Tengo que estar pegado a tu trasero por órden suya. - Dijo tomando un gran trago.

-Jefe de seguridad quiere decir ¿"Jefe de espías"? - Pregunté esperanzada.

-Claro que no. - Dijo resoplando y mi ánimo cayó. - Soy la mano derecha del rey del Sur.

Fue mi turno de parpadear.

-¿Qué m****a quiere el rey del sur con los príncipes del Norte? Mejor aún, ¿El tío Karel lo sabe?

Tenía un montón de preguntas en mi cabeza. Por desgracia, Victor ya se encontraba en un coma borracho.

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