Todo empezó con una corta oración hace dos años.
-He decidido ser la reina del Continente Central. – Dije convencida a mi madre cuando entró a mi habitación para ayudarme a hacer la maleta para ir con el tío Karel.
Ella suspiró y se sentó en la cama dando unas suaves palmaditas para que me sentara a su lado.
-¿Estás segura, bebé? Ser reina es una responsabilidad muy grande.
-Lo estoy. Ser reina tiene grandes ventajas: Un castillo, la mejor comida, las mejores joyas…
-Y ahí seguramente no volverás a ver a cierto lobo que te ha roto el corazón. – Dijo mamá estrechando los ojos.
Mis mejillas se calentaron pero no negué la verdad. Ella volvió a suspirar.
-Ni siquiera te preguntaré cómo lo sabes. – Dije con resignación.
-Si tantos problemas tienes con Jack, simplemente puedo cancelar su libre pase por nuestro reino y lo sabes. No tienes por qué viajar a otro continente y tomar una carga que no era originalmente para ti.
Lo sabía, por supuesto que lo sabía, pero el simple hecho de quitarle a Jack su “único respiro del mundo” como él lo llamaba se sentía simplemente mal.
Gemí y me recosté sobre la cama llevando uno de mis brazos hacia mi cara para tapar mis ojos.
-No puedo simplemente vetarlo del reino. Eso se tornaría en una ofensa para mi tío Marco y él me manda galletas. – Dije con un puchero. – No quisiera que se enojara conmigo.
Le llamaba “tío Marco” pero yo sabía que no era realmente mi tío de sangre. Más bien, la tía Savanah y mi madre eran las mejores amigas y, por lo tanto, nuestras familias se encontraban irrevocablemente unidas.
-Diré que en estos tiempos es cada vez más difícil controlar la entrada y salida de los barcos de mi reino y que sería peligroso para su heredero. – Dijo acostándose a mi lado. – Incluso podría inventar que el mismísimo kraken ha invadido mis tranquilas aguas para capturar a los pequeños e inocentes cachorros pelirrojos.
-Si, también puedes decirle que a Ángelo Segundo le crecieron un par de alas y un cuerno precioso que guía a los marinos a su destrucción.
- Excelente, tenemos un plan.
Ángelo segundo era el nombre del caballo de mi padre. Mamá decía que hace muchos años, papá tuvo otro caballo al que ella bautizó como Ángelo porque el nombre que le dio papá era horrible. Desde entonces mamá les pone el nombre a todos nuestros caballos.
Mamá y yo reímos divertidas, pero ambas sabíamos que era su cachorra más terca y que ya había tomado mi decisión.
-¿Si sabes que tu padre se colará en el barco en cuanto se entere, verdad?
-Si. Por eso le escribiré cuando ya me haya instalado en el castillo de mi tío Karel.
-Si te vas a ofrecer como su heredera, ese astillo es técnicamente tuyo, pequeña.
Eso me sacó una pequeña sonrisa.
-Excelente, nunca me ha gustado ese horrible gris. Deberías de venir para el invierno y ayudarme a ponerle algunos colores interesantes.
-Me encantaría, pero me temo que el tío Karel y yo no estamos en los mejores términos. – Dijo imitando mi postura.
-¿Es por eso que solo mi padre visita al tío Karel de vez en cuando?
Estaba muy curiosa. No era un tema tabú dentro de nuestra familia el pasado compartido de ese triángulo amoroso, pero más allá de decirnos que el tío era un idiota, no sabíamos por qué mamá no había vuelto a ese reino. Ni siquiera asistió al funeral de nuestro tío Chad y estuvo meses decaída por eso.
-¿En qué momento llegaste a la edad de las preguntas incómodas? – Preguntó mi madre antes de responder. – El día que me fui juré que no volvería a pisar su reino.
-¿Por qué?
-¿Por qué piensas tú que te dejo irte del único lugar que conoces para iniciar una nueva vida? Sé lo que es que te rompan el corazón.
-¿Lo amabas? – Susurré después de algunos segundos.
- Nunca nos dimos el tiempo para conocernos, solo sabíamos que de alguna forma Nuestra Gran Madre nos había unido y teníamos que vivir con ello. – Dijo mi madre pensativa. - Con mi condición de loba con parejas múltiples, creo que el vínculo no se formó de forma natural a como lo haría cualquier otra pareja de lobos. Para cuando comprendí que el vínculo de pareja necesitaba más que solo existir, ya teníamos una historia no muy bonita que contar. ¿Amaría a un lobo que no me dio la oportunidad de demostrarle mi valor como pareja? ¿Amaría a un lobo que no confiaba en mí? No, pequeña.
Guardamos silencio. Todos estos años pensé que mi madre le guardaba rencor al tío Karel por cómo la trató cuando descubrieron que eran pareja, nunca imaginé que a mi mamá le había decepcionado el tío Karel y que se encontrara dolida.
Entendía el sentimiento. De hecho, era justo lo que había sucedido conmigo y con Jack hacía un mes.
-¿Quieres contarme qué sucedió, cachorra? – Preguntó suavemente mamá.
-Aún no estoy lista.
Por supuesto que no lo estaba. Treinta y tres días y nueve horas más tarde aun podía sentir mi corazón hecho diminutos pedazos.
-Bien. Lleva a Troy contigo, estoy segura de que le vendría bien un cambio de aires.
-¿Nuestra biblioteca ya no es suficiente para mi primo? – Pregunté con una sonrisa.
Troy era el hijo del primo de mi padre, Mateo. Poco antes de que mi madre reclamara su derecho al reino, mi tío Mateo había venido al continente con ella para apoyarla junto con mi padre. Él se casó con la hermana menor del tío Marco y… bueno, la historia de nuestros lazos es complicada.
-Nunca ha sido suficiente para él, es solo que su negativa para abordar un barco e irse a buscar una biblioteca más grande me es incomprensible. – Dijo mamá con un gruñido juguetón. – Incluso a su padre le comenzó a gustar el mar y eso que yo…
La enorme y repentina sonrisa que se le apareció en el rostro era una clara señal de que mi madre tenía un plan malvado.
Durante la cena, mi madre me ayudó a suavizar la noticia a mis hermanos y a mi padre pero aun así todos lucían sombríos para cuando terminó la noche. Incluso nuestros súbditos se retiraron temprano al sentir el ambiente tenso.
-¡Lo prohíbo! – Gruñó papá cuando el comedor quedó completamente vacío a excepción de nuestra familia. Mis hermanos comenzaron a gruñir al mismo tiempo. - Mi dulce princesa no puede…
-¿Por qué no papi? – Pregunté suavemente. - ¿Estarías gritando si fuera cualquiera de mis hermanos?
Entonces llegó el momento de la actuación.
Descubrí mis habilidades artísticas en mi tiempo en el reino del tío Karel cuando, harta de las insinuaciones asquerosas de cualquier loba oportunista hacia mi tío, hice todo un espectáculo de tener el corazón roto porque la atención de mi tío no sería únicamente para mí. Lloré, grité, hice algunos pucheros… y media hora más tarde en el castillo no quedaba ni un alma femenina.
Entendí desde la tierna edad de seis años que mis armas más mortíferas no eran mis puños, sino mis lágrimas.
-¿Es porque no me crees lo suficientemente capaz de ser reina? – Dije con un temblor bien practicado en mi voz mientras derramaba mi primera lágrima. – Sabes que solo me importa la opinión que tú tengas de mí, papi. Si tú piensas que no puedo hacerlo entonces… entonces…
Y así como así me encontraba siendo arrastrada al regazo de papá mientras me mecía suavemente acariciando mi cabeza. Mis hermanos se habían transformado en sus lobos y se encontraban gimiendo a nuestros pies intentando restregarse contra mis piernas.
Mi madre me dio pulgares arriba cuando nadie más miraba.
-Ya sabes que tienes toda mi confianza, pequeña. – Dijo mi madre levantándose. – Iré a… preparar el barco para el viaje.
En cuanto mamá se fue y cuando consideré que habían sido suficientes lágrimas, seguí con mi discurso.
-Yo te amo papi, ¿De verdad no crees que pueda manejar un reino?
Me miró con muchas emociones en su rostro, pero cuando soltó un suspiro resignado, supe que ya tenía la batalla ganada.
-Eres la más digna y capaz de todos mis cachorros. – Dijo con voz solemne. Incluso las cabezas peludas de mis hermanos se estaban moviendo en acuerdo. – Si tanto quieres manejar un reino, ¿Por qué no te quedas y manejas éste?
Yo tomé suavemente su cara y lo miré a los ojos.
-Papi, mi hogar está con todos ustedes, pero mi corazón no está en este reino. – Dije suavemente. Y era verdad. Mi corazón estaba en el reino del Este saltando de boca en boca y de cama en cama. - ¿Puedes entenderlo?
Me miró unos segundos antes de cerrar los ojos y fruncir el ceño como si tuviera dolor.
-Bien, pero no irás sola. Tus hermanos…
-Son necesarios aquí. – Dije acurrucándome en su regazo. – El reino prospera porque cada uno se encarga de diferentes asuntos. Es así que todos tienen tiempo libre y que mi madre no está agotada por las noches; si toda la carga de trabajo regresa a ti y a mamá, nunca tendrían un respiro.
-No importa, no irás desprotegida y ellos…
-No iré desprotegida. Llevaré a Troy conmigo y ambos sabemos defendernos solos. Puedes enviar un par de guardias si estás muy preocupado, pero padre… algún día tenías que dejarme volar. – Dije suavemente llevando mi cara a su cuello y oliendo su reconfortante aroma a mango.
-¿Y tiene que ser tan lejos del nido? – Gruñó abrazándome fuertemente. En cuanto le di un sueve “si”, soltó un muy largo suspiro. – De acuerdo, te escoltarán los mejores guardias. Mi única condición es que nos recibas cada verano en el muelle o que vengas de visita una vez al año.
-Los recibiré. – Dije escondiendo una sonrisa de triunfo.
-Está bien. Llevarás contigo a Pier y eso no entra a discusión. – Dijo frunciendo el ceño estrechando sus ojos hacia el rincón de la habitación.
Ahí, en el fondo, el aludido levantó su cabeza de la cómoda cama para perros que madre le había hecho. Dio un gruñido molesto y luego echó a correr; yo solo pude reírme porque mis hermanos corrieron en su busca para empacarlo a la señal de nuestro padre.
Esa noche pasé escuchando las inquietudes de todos mis hermanos, pues tenían mucho que decir, pero por algún extraño milagro no intentaron convencerme de quedarme. Más que nada fueron un montón de advertencias sobre cómo cuidarme y que no se me olvidara que podía mandar a traerlos en cualquier momento si los necesitaba. Estaban tomando esto demasiado bien y comenzaba a sospechar que algo más estaba sucediendo, pero como sea, me beneficiaba.
A la mañana siguiente me levanté mucho más temprano de lo habitual para recoger flores y ponerlas en las habitaciones de mis hermanos antes de irme. Ya me habían dicho que ellos no se levantarían tan temprano para despedirme así que me despedí a mis padres entre lágrimas en el muelle y abordé el barco insignia del reino.
-Buenos días, abuelo Drantos. Es un buen día para zarpar, ¿No crees?- Dije con una enorme sonrisa llegando al timón para abrazarlo.
-Si querida. – Dijo devolviéndome el abrazo con una sonrisa. - ¿Ayudarías a la abuela en la cocina?
-Claro.
Bajé las escaleras mientras el barco zarpaba suavemente.
-Buenos días, princesa. – Dijo el primer lobo con el que me topé.
-Ya sabes que somos informales, Victor. – Respondí con una sonrisa.
-Oh, lo sé señorita, pero me siento incómodo al no darle el respeto que se merece al saludarla cada año que la vuelvo a ver. – Dijo con una sonrisa cortés.
Victor era algo así como el jefe del personal. No tenía muy claro qué puesto ocupaba ya que nunca lo había visto hacer ninguna tarea en el barco. Mi hermano Goel, el cuarto hermano mayor, decía que el tío Karel había mandado al lobo para cuidarnos durante el viaje.
Así que todos habíamos hecho apuestas sobre cuál era el verdadero trabajo de Victor. Erik y yo pusimos parte de nuestra asignación mensual a la idea de que fuera algo así como la mano derecha del señor Kyrian y que éste fuera el jefe de espías.
Claro que nunca habíamos tenido el valor de preguntarle al respecto, pues era un lobo arisco en el mejor de los casos y sombrío en el peor. Su postura gritaba un perfecto “no me molestes”, así que eso era lo que hacíamos.
Con una inclinación respetuosa de cabeza, se alejó por el pasillo rumbo a su camarote habitual.
Yo seguí caminando hacia el lado opuesto hasta llegar a la cocina.
-Buenos días, abuela. – Dije mirando a mi abuela pelar algunos tubérculos sobre una de las mesas. – Buenos días, chicos.
-Hola, cariño. – Dijo con una encantadora sonrisa mientras yo saludaba al resto de los chicos que trabajaban en el barco y que se encontraban desayunando.
Me senté a su lado después de tomar un cuchillo y comencé a pelar junto a ella.
-¿Qué tal el invierno?
-Difícil. No pude salir de casa durante una semana y ya me sentía un poco claustrofóbica. – Dije con un muy largo y sufrido suspiro. - ¿Y el tuyo?
-Drantos me llevó de paseo a tierras más cálidas. – Dijo con una sonrisa soñadora. – Estuvimos desnudos la mayor parte del tiempo.
-Me alegro por ustedes. – Dije divertida.
-¿Dónde están los otros preciosos cachorritos? – Preguntó después de un cómodo silencio.
Eso era lo que más me gustaba de la abuela, su silencio era reconfortante a mi muy bulliciosa vida con mis hermanos mayores.
-Ah, esa es toda una historia.
-No tengo nada mejor que hacer, cachorra. Sabes que estaremos semanas en el mar y que no puedo ir desnuda todo el tiempo.
Era interesante cada vez que la volvía a ver ya que tenía un nuevo pasatiempo cada vez. El año pasado coleccionaba rocas, este año al parecer le iba el exhibicionismo.
Menos mal que mis hermanos se quedaron, no imagino lo traumados que ya estarían a estas alturas. No es como si mis padres ocultaran el hecho de que les encante practicar para fabricar bebés, así que saber lo mismo de la abuela podría hacerles colapsar sus mentes.
-Podríamos quedarnos en nuestra piel de lobo, estamos técnicamente desnudas…
-Habla ya cachorra. – Dijo lanzándome un puñado de su tazón de cáscaras.
Reí y le conté que de ahora en adelante no volvería a viajar cada verano al reino del tío Karel porque sería su heredera.
Detuvo lo que estaba haciendo y me miró tan intensamente que me empezó a incomodar.
-¿Qué pasó, pequeña loba?
-Lo mismo de siempre. – Dije sin darle importancia. – Necesitaba espacio de mis hermanos.
-Tonterías, los adoras y no te molesta que estén encima de ti. ¿Qué sucede realmente?
-Hoy no, abuela. No estoy lista para esa historia. – Dije con un suspiro cansado.
Mi abuela asintió y regresó a su trabajo con el cuchillo.
-¿Por qué no vas a tu camarote y alivias el sufrimiento de nuestros invitados?
Yo parpadeé sin entender.
-¿Qué?
Pero era inútil, mi abuela ya estaba en su mundo tarareando alegremente.
No podía imaginar cómo era cuando se reencontró con mi madre; ella decía que mi abuela estaba lúcida por breve tiempo y en los momentos más inesperados. Actualmente, gracias a la abuela Anya, mi abuela tenía breves lapsus en donde se perdía.
Me levanté de la mesa y fui a mi camarote curiosa por saber a qué se refería la abuela. Al entrar no vi nada fuera de lo normal así que abrí la puerta del baño y entré tranquilamente.
Dos bultos amarrados y amordazados se encontraban retorciéndose en el piso.
Me dirigí al primero y le quité el calcetín que tenía en la boca; él escupió y comenzó a maldecir. Luego fui con el segundo, pero a este sí le quité las cuerdas que le impedían moverse junto con el calcetín.
-Pobre pequeño. – Murmuré mientras acariciaba suavemente el pelo de Pier. Él comenzó a gemir miserablemente. – Lo siento, sé que no te gusta viajar en barco.
-¡¿Qué m****a, prima?!
-Shh. – Dije dándole una mirada molesta en su dirección. – Sin palabras feas enfrente de Pier.
-¡Pier me importa un pimiento! ¡¿Por qué la tía me atacó por la espalda?!
-Por tu propio bien, Troy. Todos pensamos que te hace falta tomar el sol, conocer nuevos lugares y…
Ni siquiera me dejó terminar antes de utilizar todas las palabras groseras que pudo pensar. Yo me encogí de hombros y le volví a poner el calcetín en la boca.
-Vamos, Pier. Tengo sueño y eres la almohada más cómoda que he conocido jamás. – Dije dándole unas palmaditas en la cabeza.
Enseguida me siguió feliz a la cama y se acomodó para que pudiera recostarme mientras escuchábamos algunos golpes y murmullos ahogados en el baño. Por la noche, cuando Troy se tranquilizara, quizá podríamos hablar civilizadamente.
-Alguna vez mi madre amarró al tío Mateo en el mástil del barco, ¿Sabías? - Pregunté al primo Troy mientras lo arrastraba por el pasillo.Dos días de viaje y el tipo no quería hablar conmigo. También me veía feo cada vez que le llevaba su comida.-Bueno, técnicamente fue papá el... que... lo amarró. - Gruñí con esfuerzo mientras lo subía por las escaleras.Por supuesto, Troy no podía hablar porque seguía amordazado pero conversar con él era mejor que solo tenerlo echando dagas por los ojos.Cuando por fin llegamos a cubierta lo arrastré hacia el centro y me tiré a su lado.-Necesito comenzar a trabajar mis músculos... ¿Qué, eres mitad ballena? Mi pobre espalda...-¿Por qué no me pidió ayuda, príncesa Anahí? - Dijo Victor saliendo de algún lado.-Porque yo podía hacerlo. - Dije gimiendo.-De acuerdo. - Dijo con un tono que me daba a entender que no era cierto. Jodido lobo espía presumido.Se quedó cerca tapando con su sombra la luz del sol que me daba en el rostro. Después de cinco min
-¿Ya se ha despertado Victor? - Preguntó Troy a la mañana siguiente.-No. - Dije son un suspiro.Ambos nos encontrábamos ayudando en la cocina.Anoche esperé a que regresara de entre los muertos, pero fue inútil; así que tiré abajo la puerta de Troy para contarle mis descubrimientos sobre Victor.-Según lo que me han dicho los chicos, todos pensaban que era un lobo del tío Karel. - Dijo frunciendo el ceño. - ¿Acaso alguien ha verificado su identidad?-No se me había ocurrido. - Dije entregándole otro pescado limpio para el almuerzo. - Cada que nuestro barco llegaba el Este o del Centro, él ya se encontraba a bordo así que suponíamos que lo había mandado el tío para cuidarnos o algo.Mamá nos había enseñado desde pequeños que sin importar nuestro estatus, debíamos de ayudar en lo que pudiéramos en el barco. Es por eso que mis hermanos podían sustituir al abuelo Drantos o a cualquiera a bordo del barco en sus labores. ¿Yo? No tenía las aptitudes físicas, biológicas o psicológicas para c
-¿De verdad no vas a bajar y escoger a tu dama de compañía? - Preguntó mi tío divertido al abrir la puerta de la habitación y encontrándome aún bajo las suaves mantas.Yo abrí un ojo y le gruñí antes de volver a acurrucarme.-Sabes que es un protocolo importante. - Dijo la voz de mi primo acercándose.-Ninguna loba de la nobleza se ofrecerá y yo no las quiero obligar. - Murmuré enfurruñada.-Entonces escoge a alguna plebeya y listo. - Dijo mi primo cuando sentí mis mantas siendo retiradas.Volví a abrir un ojo solo para ver a mi primo entrando a la cama conmigo.Pier le gruñó un poco desde el otro lado de la habitación.-Déjalo, Pier. El pobre no ha dormido mucho.-Tu culpa. - Murmuró malhumorado. - ¿Cómo es que me dejo manipular por una cachorra de la mitad de mi edad?El día en que llegamos con tío Karel lo mandé a investigar con los sirvientes de las casas nobles los chismes más jugosos que pudiéramos utilizar para ganar el favor de las lobas. O sobornar, lo que sea.Sólo tuve qu
Más tarde esa noche, después de comer, despedir lobas y darme un baño, me dirigí hacia la habitación del tío Karel. La primera vez que había entrado en la torre en donde se encontraba la habitación, nadie me había detenido por lo que me imaginé que no estaba prohibido. Fue precisamente en el primer verano en el que vine al reino Central. Como la pequeña mocosa curiosa que era, me puse a vagar por el lugar hasta que di con esa enorme habitación. Lo primero que noté fue que todo estaba decorado en tonos dorados; era una hermosa habitación pero algo… falta de color. En aquél entonces estaba yo en mi etapa artística así que se me ocurrió correr por donde había venido para encontrar a algún sirviente que me trajera unas cuantas pinturas para ayudar a que esa habitación se viera hermosa. Lo primero que “embellecí” fueron las cortinas. Algunos lobos por aquí y por allá, algunos corazones porque, ¿A quién no le gustan lo corazones?, algunos arcoíris y muchísimas flores. Estaba dando los
-Ese ha sido el más triste intento de patada que he recibido en mi vida. – Dijo Troy metiéndose con Kara.Habían pasado alrededor de dos semanas desde que le pedí a Troy que probara a nuestra nueva casi mejor amiga. Era en serio lo que le había dicho sobre no querer un adorno a mi lado.-¡Ustedes están locos! Si no hubiera sido por que de vez en cuando me dejaban comida en esa celda, ¡Habría muerto!Troy se lo había tomado al pie de la letra y había encerrado a la pobre en un pequeño y cutre cuartel en el bosque cercano al castillo. Mi madre la abuela habían salido alguna vez de ahí y supongo que pensó que sería un buen reto para la loba.-No es para tanto. – Dijo mi primo rodando los ojos. – Además, descubriste tú sola cómo salir de ahí.-¡Por supuesto que lo descubrí! – Gritó indignada tratando de volver a golpear a Troy.Actualmente nos encontrábamos en mi habitación / oficina. Le había pedido al tío Karel una propia pero él solo se rió y me dijo que tomara cualquier habitación. C
Hace dos semanas había sido una sorpresa encontrarme una carta esperando por mí. No podía ser de mi familia en el Continente Sur porque el correo tardaría al menos un mes y medio en llegar. Tampoco podía ser del Continente Este porque, bueno, mis tíos se enterarían de las nuevas noticias hasta finales de mes cuando su hijo (cuyo nombre no volveré a pronunciar) regresara a casa. La noche anterior a embarcarme, escuché a mis hermanos de pasada decir que el heredero al trono del Este y mejor amigo de todos, excepto mío por supuesto, había escrito que haría otra visita a nuestras tierras en pocos días así que el tiempo no había podido ser mejor para irme. Pero ese no era el punto aquí, la cuestión era que no había nadie que se tomara la molestia de dejarme una carta sobre mi cama. Ya le había preguntado sutilmente a los guardias que vigilaban nuestras habitaciones pero no había habido suerte; tocaba especular quién la había enviado. Tampoco era de mucha ayuda el contenido: “Hola, princ
-¡Princesa! – Dijo una voz apresurada desde la puerta. – No sabía que usted… ¡Princesa! ¡¿Se encuentra usted bien?! ¡¿Debo llamar a un doctor?! ¡¿Llamo al castillo?!Había tardado sus buenos cinco minutos en aparecer y para ese tiempo yo era un lío lloroso de temblores y suaves lamentos. Saqué un pañuelo oculto en mi corpiño y me soné escandalosamente la nariz para consternación de lady Lilian.-Oh, por favor, no se preocupe por mí. Lamento no haber avisado con antelación que venía a visitarla. – Dije con voz entrecortada. – Mis disculpas, solo quise venir en persona y decirle que su pareja… que él…Me detuve y comencé con mi llanto fingido – no – tan – fingido de nuevo. La pobre señora Lilian no sabía qué hacer, así que solo se acercó a sentarse junto a mí y me dio unas suaves palmaditas en el hombro hasta que me volví a controlar.-Eso es querida, respira. – Decía en voz baja.Inhalé y exhalé un par de veces hasta calmarme. Entonces le di una sonrisa avergonzada.-Perdóneme, por fav
-¿Te divertiste en tu paseo, Pier? – Pregunté con una sonrisa cuando abrieron abruptamente mi puerta a la mañana siguiente.Me estiré un poco sobre mi cama y observé a todos con diversión.-¡Él fue el único que se divirtió en tu misión de mierda! – Gritó indignada Kara pisoteando hacia mí.Yo di unas suaves palmaditas a mi lado y Pier saltó sobre la cama para acurrucarse solo para ser empujado por Kara. Ella le gruñó un poco y luego se tomó la libertad de meterse en las cobijas conmigo rezongando sobre si su deuda familiar valía la pena.Pier solo se sacudió un poco y se acomodó a mi otro costado. No pude evitar reír.Cuando Kara tuvo su primer encuentro con Pier terminó en el suelo, literalmente. La loba no estaba preparada para mi mascota salvaje y casi se le sale el corazón cuando lo vió por primera vez siendo mimado por mi.Me alegraba que hubieran superado su mala leche. Y hablando de mala leche…-Quisiera informarles que son pareja. – Dije en voz alta interrumpiéndolos insultos