Capítulo 36

—¿La señorita, se encuentra bien, doctor?— preguntó Marguy a penas el médico hubo terminado de examinar a Alba.

—Efectivamente, señorita Petit — respondió él mientras se limpiaba las gafas para luego agregar en lo que se calzaba el sombrero —Tal parece, solo ha sido un disgusto. Nada grave. Le recomiendo que descanse y, si es necesario, con media copa de láudano o un té de valeriana, será suficiente.

Damián se encontraba a buena distancia de ellos, dándoles la espalda de cara a la lluvia que se dibujaba por el ventanal. Hacía como si no estuviera interesado en lo que ese viejo calvo con gafas enormes de oro tuviera por decir.

Pero, lo cierto era que las manos le temblaban y la mandíbula la tenía tan tensa que comenzaba a doler. Mientras tanto, tenía la vaga impresión de que, si él hubiera sido un conejo, sus orejas lo habrían delatado con mucha facilidad.

Aunque Marguy no necesitaba ni siquiera mirarlo para darse cuenta de todo lo que pasaba por su mente. De hecho, esos mismos pens
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