Un tumulto de personas se acercaban curiosas a ver aquella peculiar escena donde el hombre tatuado sostenía por el cuello a otro que lucia mucho menos intimidante, Joseph miraba con un odio profundo a Charles quien luchaba por respirar, Isabella intentaba calmar a su amado quien parecía en toda la disposición de matar a su ex marido, Agatha no se encontraba con él, lo que le decía que había acudido allí sabiendo bien que laboraba en el museo y quería hablar con ella a solas, sin embargo, se había atrevido a abrazarla frente a su imponente y celoso Joseph…aquello había sido un error.— ¿Quién eres tú? — exigía saber Charles que forcejeaba con aquel imponente hombre.— Eso es lo mismo que exijo saber, ¿Quién demonios eres y porque te atreves a abrazar a mi novia? — demando saber de vuelta Joseph.— Soy el padre de su hijo — respondió Charles con una sonrisa que Joseph elimino de inmediato plantando un terrible puñetazo en la cara de aquel que había abandonado a su amada y a Ferdinand, m
Joseph había regresado a su hogar con mil pensamientos en su mente.— Se convirtió en asesino, eso fue lo que hizo — respondió Joseph terminantemente sin dar margen a más cuestionamientos que, por supuesto, su querida nana tenía.La nana negó en silencio, aquella respuesta había sido más que suficiente, conocía bien el triste pasado de aquel al que consideraba el hermano menor de Joseph, aquella dolorosa perdida que lo había marcado en manos de quien debía protegerlos, era lo que había marcado su destino y lo había convertido en el poderoso y temido líder de asesinos a sueldo que era.— En una pena, es un buen muchacho — dijo Joseph con sinceridad.— No — respondió Azrael con enojo.— ¿No? — cuestiono Joseph.— Hombres como mi hermano y mi abuelo no merecen el cielo, lo único que les aguarda es el infierno, allá, algún día nos veremos los tres juntos y los seguiré atormentando hasta el resto de lo que sea que dure la maldita eternidad — dijo Joseph haciendo una promesa.En Hawái había
La madrugada aun no terminaba, Isabella lo había llamado demasiado molesta por no haber llegado a casa a cenar, Ferdinand aún no se dormía según palabras de ella por estarle esperando temeroso de que no fuese a volver, Joseph, se había limpiado la sangre, había arrojado a Charles Smith al hospital donde, sin hacerle ninguna pregunta a él, lo habían recibido para atenderlo de la brutal paliza, un pote de helado descansaba en el asiento del copiloto, un pequeño obsequio para Ferdinand, finalmente llegando a su alto departamento, Isabella lo miraba molesta, algo le había ocurrido, estaba seguro de ello, Ferdinand, se arrojaba a sus brazos para abrazarse a él.— Te extrañe papá, creía que no vendrías más — dijo el pequeño con bella voz inocente.Joseph sintió como aquellas palabras inocentes y dulces lo golpeaban directamente en el pecho, Ferdinand acababa de llamarlo padre, y aquello, había llenado de calidez su corazón…se había rendido al niño sin remedio alguno…y se sentía completament
La vida de una madre soltera es dura. Un motivo de burla para unos y de vergüenza para otros. Un estigma marcado por la misma sociedad, que encierra en un termino doloroso a aquellas mujeres que, por una circunstancia u otra, se encuentran completamente solas criando al hijo o a la hija que tuvieron con alguien más que por cosas de la vida se encuentra ausente.Todos los días, queramos verlo o ignorarlo, miles de mujeres en todo el mundo se enfrentan a esta realidad en la que constantemente son señaladas con el dedo y criticadas a las espaldas, mientras ellas trabajan arduamente para sacar a las pequeñas vidas que dependen de ellas hacia adelante, hacia un futuro mas hermoso en donde vuelve a brillar la luz del sol.Muchos han sido criados por madres solteras, muchos otros, huyen de ellas como si fuesen apestadas, buscándolas muchas veces por razones meramente egoístas. Sin embargo, solo unos pocos se atreven a amarlas, a amar a esa valiente mujer que a pesar de que el mundo no es ama
Aquel trabajo era pesado, había días en que los huéspedes eran considerados y dejaban las habitaciones en buenas condiciones, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones dejaban los cuartos tan desordenados y sucios, que incluso le había tocado cambiar las sabanas con manchas de una procedencia que no quería conocer. Aun así, estaba contenta, satisfecha de finalmente tener un empleo. Ese día cobraría lo que seria su primera paga, e Isabella estaba muy emocionada por ello. El alquiler se le había pasado ya, sin embargo, su rentero había tenido consideración con ella y su situación y le había extendido amablemente el plazo para pagar y ese día podría hacerlo finalmente.Isabella y Ferdinand no tenían un hogar propio, en realidad, cuando quedo embarazada hacia poco mas de 3 años, su entonces prometido se había dado a la fuga no queriendo ayudarla con aquella situación que habían hecho los dos y ella había quedado en desamparo, sus padres se habían negado a ayudarla. Aun así, y a pesar de
Isabella miraba a su hijo dormir plácidamente mientras ella acariciaba su rostro con dulzura. La renta de su pequeño hogar, estaba ya pagada y había suficiente comida en la nevera para no preocuparse en lo que llegaba su paga de nuevo. Sin embargo, a pesar de que su situación se encontraba de nuevo estable, su corazón se sentía entristecido. Aquella pregunta que le había hecho Ferdinand, le había removido viejas heridas que no deseaba recordar.Desde que supo hablar, Ferdinand quería saber quién era su padre, y constantemente, cuando iban a jugar al parque, observaba con dolor la mirada entristecida de su pequeño hijo, quien se quedaba observando a los padres que jugaban con sus hijos. Nunca había sabido que responderle, en realidad, ¿Qué podría decirle? ¿Qué su “padre” huyo en el momento mismo en que supo que el nacería porque no deseaba hacerse cargo? Aun era muy pequeño para entender algunas cosas, y era doloroso tener que desviar el tema a cualquier otra cosa, al tiempo que intent
Aquella jornada vespertina estaba resultando gratamente agotadora. Isabella estaba realmente agradecida por aquel empleo, aun así, resultara bastante cansado el realizarlo. Su hijo estaba a salvo en compañía de las cuidadoras y otros niños que, al igual que Ferdinand, sus padres realizaban diferentes trabajos en aquel hotel de lujo. No se había encontrado ni por casualidad con el dueño del lugar, y, sinceramente, agradecía por ello, pues realmente aquel encuentro había resultado algo incomodo para ella.Escuchaba hablar a sus compañeras sobre sus planes para esa noche; se estaban poniendo de acuerdo para, al salir de allí, ir a algún bar cercano a pasar una buena noche. La habían invitado, por supuesto, pero no tenia a nadie que le ayudase a cuidar de Fer, por lo cual, no podría en demasiado tiempo darse el lujo de salir a una noche de fiesta. Tenia ya mucho tiempo sin salir a divertirse, pues la maternidad era muy exigente, y sin el apoyo de nadie, ella no podía darse el lujo.Record
—Dios mío, ¿Qué voy a ponerme? No tengo nada decente —Isabella estaba nerviosa, mas de lo que había estado en mucho tiempo, no recordaba haberse sentido tan nerviosa desde aquel día en que dio a luz. Por alguna razón incomprensible, su jefe y el dueño del hotel, los había invitado a cenar a ella y a su hijo.Aquello, por supuesto, había sido completamente inesperado, sin embargo, teniendo ya demasiado tiempo sin convivir con otras personas en un ambiente que fuera exclusivamente el de trabajo, realmente no sabia como reaccionar, vestirse o demás, y ciertamente no tenia el mejor guardarropa, con tantos problemas apenas y si tenia prendas básicas.Mirando la poca ropa con la que disponía, se sintió avergonzada, ¿Qué diría su jefe al mirarla vestida así? Negando en silencio, entendió que no tenía sentido sentirse culpable, no era una cita romántica, ni nada que se le pareciera, quizás el hombre tan solo quería hablar de trabajo.Tomando el único vestido mas “decente” que tenía, y maquil