Un pequeño niño, escuchaba del otro lado de la puerta. —Ése niño no es nada para mí, sí quieres puedo dejarlo en un orfanato o algo. Ya te dije que sólo… —El hombre que fumaba recostado en la cama sonrió y se acercó a ella, acarició su mejilla y su cara mostró una expresión de burla.
La mujer se sintió incómoda, pero trató de conservar su sonrisa. —¿De verdad crees que me voy a tragar el cuento de que ése niño no es tuyo? No hace falta mucha imaginación o inteligencia para saber de quién es. Vanessa, ese niño es mi hermano menor ¿No es así?
Ella sintió como cada gota de su sangre cayera de golpe, se quedó sin palabras y su mirada consternada provocó otra sonrisa de burla del hombre. —Fuiste su secretaria casi diez años, y repentinamente desapareciste. Me rompiste el corazón ¿Sabes? traté por todos los medios de crecer y hacerme un lugar en la empresa para que mi padre aceptara nuestra relación. Pero no fuiste más que una sucia, traidora y mentirosa. —Vanessa más que nadie en ese momento, quería destrozar al maldito de su ex jefe. Si no hubiera sido tan imbécil no habría quedado en bancarrota y no hubiera sido muy tarde para abortar o pensar en otra cosa.
Pero ya no podía volver al pasado, tras descubrir su embarazo y la promesa de que sería protegida por él, decidió irse y esconder su embarazo y al niño.
Al final por su pésima administración y su libertino modo de vivir, no sólo fue un desastre, si no que cuando su esposa descubrió sus deslices, pidió el divorcio. Le quitó lo que le quedaba y al final, se suicidó por la humillación y la pobreza.
"Maldito hombre inútil..."
Vanessa, que había permanecido en la oscuridad, se enteró hasta mucho tiempo después. Cuando no pudo contactarlo por ningún medio y estaba por terminarse el dinero que le dió para desaparecer.
Estaba tan furiosa, pero ya no había nada qué hacer. Tenía al niño y creyó que podía obtener algo en su nombre. Pero al ir a pedir orientación legal, descubrió los exorbitantes números rojos y decidió dejar todo en paz.
Vivió una vida relativamente difícil, dado que su trabajo y dedicación eran bastante competitivas. Era responsable y bastante capaz, por lo que su sueldo no era bajo, pero para ella, nunca fue suficiente.
Además, cada día tenía que ver el rostro de ése hombre en miniatura. Se volvió una situación bastante frustrante. Pero al pasar los años la situación se veía mejor. Debía esperar a ver lo que sucedería en el futuro, hasta que después de varios años, recordó al hijo menor de su jefe que había olvidado; el cuál estaba perdidamente enamorado de ella.
Siempre la perseguía y la cortejaba como un tonto, pero era demasiado inútil e incapaz, por lo que nunca le dió importancia. Ahora, no sólo era el sostén de la familia, si no que fue un pilar importante, para el renacimiento de la empresa.
Cuando volvió a encontrarlo, dió un suspiro de alivio al ver su rostro emocionado al verla. Se comportó dulce y comprensiva de principio a fin, por lo que los recuerdos y la conversación fluyeron como agua dulce.
Concluyendo en la situación en la habitación.
Sus lágrimas cayeron mientras trataba de desviar la vista. Pero su mentón fue sostenido y apretado firmemente.
—Siempre lo supe. —Vanessa se mordió el labio y su rostro cambió a una vergüenza incontenible.
—Era tan estúpido que no me importó, sabía lo que pasaba, y aún así esperaba que si me veías destacar me mirarías a mí solamente.
Pero simplemente desapareciste; te burlaste de mí hasta el final.
Vanessa, lo miró en shock. Su hermoso rostro era irresistible para muchos hombres, y, a pesar de ya tener un hijo su dieta y ejercicio eran muy rigurosos, por lo que ni siquiera aparentaba la edad que tenía. Algo dentro de Tobías se movió con nostalgia. Luchaba desesperadamente por resistir las ganas inmensas de abrazarla y consolarla.
Pero el simple hecho de recordar todo lo ocurrido, y que su padre había desviado varios millones casi al final para ella y su hijo. Le dejaba un ápice de cordura…
Y desesperación.
Vanessa no tenía nada que decir, se sentía tan humillada y avergonzada, que solo esperaba el momento en el que se fuera de una vez por todas, pero a pesar de todo…
Después de ése día, Tobías pasaba varias veces a la semana la noche ahí. Manuel estuvo encerrado en su habitación todo el tiempo, y casi nunca se topó con él. Además de las palabras hirientes, Tobías sólo pasaba las noches, dejaba dinero y se iba.
Vanessa se sentía tan asqueada de los hombres, que llegó al punto de simplemente aceptar el dinero de Tobías y no ofrecer nada más de su parte más que sexo. Cada mañana que él despertaba y la veía ponerse de pie llena de indiferencia. Sentía unas ganas inmensas de salir corriendo y gritar a los cuatro vientos su dolor y frustración.
Pero no podía, no podía mostrar debilidad ante ella, no podía hacerle saber que la amaba con una locura casi enfermiza. Porque si llegaba a ocurrir, temía que volviera a escapar de sus manos.
Un día, Vanessa había salido y Manuel estaba en la cocina sirviéndose un vaso de agua, Tobías al ver al pequeño, un escalofrío recorrió su espalda. Era el vivo retrato de su padre, no obstante, esa seriedad anormal en un niño, era casi deprimente.
A pesar de todo nunca pudo odiarlo, su madre había muerto hacía mucho y su madrastra era frívola y antipática la mayoría del tiempo. Entendió mucho de ello. Al final, ambos en algún punto, buscaban lo mismo. Pero ese niño no tenía la culpa, Vanessa parecía indiferente, pero él siempre se veía bastante bien cuidado y atendido.
Tal vez por su madre, su personalidad era un poco retraída pero pudo ver un chispa de perspicacia en su silenciosa mirada. Se inclinó frente a él y sonrió. Tal vez porque nunca habían sido presentados y tomando en cuenta lo que había estado escuchando, el niño dio un paso hacia atrás sorprendido.
Tobías con cuidado se acercó y acarició su cabello. —No te preocupes, no soy un extraño y espero no me veas como un invasor o algo parecido. Yo solo soy… —No tenía idea de cómo continuar. No quería confundir a un niño tan pequeño con algo tan complicado.
Pero un recuerdo ya había sido tallado en la mente de Manuel para siempre.
Su madre tenía razones para no confiar en nadie, y ése hombre era uno de los responsables.
Jamás pidió conocer a su padre, incluso en su infancia más corta tenía suficiente solo con su madre.
Pero desde ese día, se preguntaba si su padre habría sido parecido a su torpe hermano mayor.
Pasaron varios meses más, Tobías y Manuel comenzaron a llevarse bastante bien. Aunque se escondían para hablar la mayoría del tiempo, a Vanessa en realidad nunca le importó. Al contrario, debía reconocer que Tobías era una persona íntegra, que siempre hacía todo con legalidad. Llegando al punto de no casarse o salir con nadie mientras estaba con ella. Ese día la habitación estaba a oscuras y sus respiraciones comenzaban a normalizarse. Vanessa estaba a punto de levantarse e irse cuando Tobías la tomó de la mano.—Por hoy... Duerme conmigo. —Ella suspiró y se recostó junto a él. Tobías estaba esperando que se recostara en su pecho, pero ella le dio fríamente la espalda y se durmió. Se sintió tan vacío y patético…En el transcurso de la noche esperó que en sus sueños se moviera inconscientemente y como en muchos dramas amanecieran abrazados. Pero eso no era más que ficción, ahora también se sentía ridículo. Se levantó, se puso su bóxer y comenzó a fumar en la ventana mientras l
En el hospital, Vanessa no podía creer lo que el doctor le había dicho. A Manuel no se le permitió quedarse, así que tuvo que quedarse en casa. Cuando Tobías llegó se sorprendió al ver al niño frente a la puerta, como una estatua. Juntó las cejas y fue como si entendiera que algo había pasado. —Mamá está en el hospital. —en ése momento, la fachada del hombre se quebró y con una cara de pánico se acercó a Manuel. —¿Qué pasó? ¿Fue por lo que dije? Tú... Yo...—El niño, exasperado se alejó un poco y lo interrumpió. —No te comportes como un idiota, está en el hospital general. Ve a buscarla, yo no puedo ir. —Ah, si, si. tienes razón. —Tobías reaccionó y nervioso salió corriendo. En cuanto llegó, Tobías comenzó a preguntar y buscarla muy nervioso, después de que una enfermera lo llevara personalmente a la habitación de Vanessa, no se calmó hasta que entró, ni siquiera pudo dar un suspiro de alivio, dado que la encontró sentada y completamente devastada. Nuevamente se preocupó y se a
Varios días antes en el trabajo de Vanessa.— ¡Pero vaya! ¿No eres la zorra que estafó a mi exesposo?Todos en el lugar miraron curiosos a la mujer que detuvo a Vanessa. Ella trató de conservar la calma apesar de que ya todos la miraban como una basura. Se trataba de Eloísa, la exesposa del difunto padre de Manuel.En automático los susurros e indirectas no se hicieron esperar. Resultó que su jefe actual era un viejo compañero del padre de Manuel. Y, que hasta ese momento se enteró que era cuñado de Eloísa.Suspiró profundamente y entró a la oficina de su jefe a anunciarla. —Señor, la señora El... —¿Cómo está ése bastardo tuyo? ¿Ya saben tus vecinos que eres una mujer de la vida fácil? ¡Hump! Lo dudo, de ser así ya te habrían sacado a patadas de ése edificio. Aunque bueno, como ahora te estás acostando con el hijo de tu ex amante. Y te cuida bastante bien, supongo que se detienen por eso. Eres lo suficientemente calculadora y facil como para buscar hombres con algo de influencia y di
El doctor entró y al ver a Vanessa, sorprendiéndose al verlos, pero no dijo nada. Debido a la época era relativamente normal que las parejas pelearan y era bastante extraño que aún así, se sintiera tanta calma a pesar de todo.Lo raro era que las heridas del hombre se veían más aparatosas. Dejándolo ver bastante mal. Después de un rato una de las enfermeras entró y molesta atendió a Vanessa, se veía bastante irritada.En automático ella notó el motivo de su enojo, miró a Tobías, pero éste parecía perdido en sus pensamientos. Mientras la mujer retiraba su canalizacion, le dió un tirón. — Ah! ¡¿Estás loca?! ¡¿Qué demonios te pasa?!—Gritó Vanessa furiosa.La enfermera la miró con satisfacción y se preparó para salir. Mientras miraba a Tobías esperaba que por lo menos le dedicara una mirada, antes de pasar junto a él, miró espectante al hombre. Él permaneció impasible, y Vanessa casi vomitaba sangre de la ira.Pero lo soporto...«Maldita zorra»Apretó los dientes y se volvió a recostar en
Tobías creyó en algun momento, que si la mantenía en su mano, y la apretaba fuertemente, ella no pensaría en dejarlo nuevamente. Tal vez sonaría cruel y posesivo, pero la quería, la quería tan cerca y solo para él, lo que le quedaba de vida.Sin embargo, se equivocó...Su sangre se heló, y la soltó suavemente. Incluso dio varios pasos hacia atrás incrédulo, su pecho dolía como el infierno y se sintió tan aturdido que la cabeza le comenzó a doler junto con su garganta que se cerró de golpe dejándolo incapaz de hablar.Vanessa se sorprendió, al ver como sus lágrimas comenzaban a caer. Tobías mostró una expresión de dolor insoportable. Se apretó el pecho y se inclinó tratando de controlarse.No obstante, ella únicamente lo miró unos momentos y logró contener el impulso de acercarse a él, no podía flaquear en ese momento, al final, simplemente se dio la media vuelta y se fue.Tobías se acercó a la pared más cercana y con una sonrisa indefensa llena de lágrimas solamente pudo ver su espald
—Manuel, debes poner mucha atención. Estos libros son muy complicados...—dijo Vanessa mientras metía diligentemente los libros a su mochila.—¿Debemos vivir aquí?—la interrumpió Manuel. Vanessa se quedó en silencio e incómodamente lo miró por unos momentos. Sonrió y entendió perfectamente la preocupación de su hijo.Desde que las personas la comenzaban a ver mal, muchas mujeres incluso la desdeñaban y comenzaban a lanzarle indirectas en cuanto los veían, Manuel insistió varias veces en cambiar de domicilio, se veía a leguas la incomodidad de Vanessa, pero por la educación de Manuel trató de disimular lo más que pudo. Esa escuela era de las mejores y Manuel había logrado un excelente cupo y una beca completa, mientras él mantuviera sus calificaciones, no le importaba soportar lo que fuera necesario.Sin embargo, Manuel se volvió tan insistente, que ella llegó a molestarse, pero después de varios días y la negativa de Manuel de ir a la escuela, ella por fin accedió.Una semana después,
Varios días después, como Manuel ya lo había previsto. Vanessa estaba en el mercado, consiguiendo lo de la cena, cuando a lo lejos vio a Tobías. Trató de escapar y evitarlo, pero debido a la prisa derribó una mesa, haciendo mucho ruido y obviamente llamando la atención de medio mercado.Ella que estaba por salir huyendo para evitarlo, trató de correr, pero Tobías la alcanzó antes de que pudiera siquiera dar unos pasos.— Vanessa, por favor. Necesito hablar contigo.Ella, no se soltó pero lo ignoró completamente. Desvío la mirada e hizo como si no pasará nada. Sólo sonrió incómodamente a los transeúntes que pasaban junto a ellos.— Vanessa, sé lo que estás pasando. Sé que me porte terrible contigo. Y también sé lo que pasó con Eloísa.Ella no tuvo reacción, pero cerró los ojos derrotada. Con calma tomó la mano que la sujetaba tratando de soltarse y Tobías sin resistencia la liberó.— Necesito que me escuches, por favor. He sido terrible contigo, y lo sé. También sé que tienes miedo de
— Simplemente no hemos podido hablar decentemente. —cuando Manuel llegó, Tobías besaba intensamente a Vanessa. Ella al verlo empujó a Tobías bruscamente dándole un pellizco.— Auch! ¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? Yo...Tobías estaba por comenzar a jugar de nuevo, pero una vosecilla se escuchó tras él.— Que rápido te adaptas. Manuel que ya se veía un poco más alto era un pequeño soldado inexpresivo. Entró sin mirar más y se encerró en su habitación. —¿Por qué no me dijiste?Preguntó Tobías en voz baja, bastante sonrojado. —Tú por que no tienes un poco de decoro. Sabias que en cualquier momento llegaría. —¿Como puedo tener decoro con esta belleza frente a mí?—Tobías la abrazó nuevamente, comenzó a besarla y sus manos travesearon en su cuerpo. Vanessa, trataba de empujarlo juguetonamente. Y de pronto Tobías se detuvo. —Hablaste con él ¿verdad?—Vanessa, siguió con la comida y bajó la mirada con una sonrisa. —Es más listo de lo que crees, me siento muy inútil como madre al no dejarlo ser