Capítulo 99 – Las Valijas del DolorLa noche había caído sobre la ciudad como un manto espeso.Las luces de los autos pasaban rápidas en la calle, indiferentes al dolor que estallaba dentro del pecho de Nicolás Martínez.Condujo como un autómata hasta el apartamento que compartía con Anahir.Cada kilómetro era un latido más violento, una súplica muda:"Que no me haya dejado. Que no me haya dejado. Que no me haya dejado."Pero cuando abrió la puerta…El mundo volvió a quebrarse.Allí, en medio de la sala, estaban sus valijas.Dos grandes. Una de mano.Todo perfectamente doblado, cada recuerdo, cada pedazo de vida.Cada camisa, cada ropa de trabajo, cada zapato que ella le insistía en ordenar en el placard.Todo, empaquetado como un cierre definitivo.Nicolás avanzó dos pasos, el eco de sus botas resonando en el vacío.Y entonces la vio.Sobre la valija principal, descansando como un testigo cruel:el contrato matrimonial.La hoja que una vez firmaron en un impulso desesperado, ahora lu
Capítulo – La Caída de VirginiaVirginia esperó en el café durante casi una hora, clavada en la silla como un fantasma.Allí, donde habían quedado con Fabricio para verse.Allí, donde el corazón se le retorcía en el pecho a cada segundo.Cada vez que sonaba la campanita de la puerta, levantaba la cabeza.Cada vez, buscaba su figura entre los desconocidos.Pero Fabricio no aparecía.Ni un mensaje.Ni una llamada.Nada.Finalmente, no pudo más.Sacó el celular, temblando de nervios.Marcó su número.Un tono.Después, el contestador.Otra vez. Y otra.Hasta que el teléfono dejó de sonar directamente.Fue entonces cuando sintió ese vacío en el estómago.No era miedo.No era enojo.Era una certeza helada, cruel: la había abandonado.Salió del café como una ráfaga, caminando rápido, desesperada.Atravesó calles, esquinas, semáforos que no veía.Subió las escaleras de su edificio a los tropezones.Cuando abrió la puerta de su casa, un frío la recibió.No había nadie.No había rastros.Ahí do
Capítulo 1Entre Sueños y SombrasEl sonido constante de martillos y sierras acompañaba a Anahir Montes mientras recorría la obra. El calor de la tarde se filtraba por cada rincón, pero ella ni lo notaba. Su mente estaba enfocada en encontrar el error que Fabricio mencionó. Había revisado cada plano, cada cálculo, cada detalle de la piscina. Todo estaba perfecto.Después de horas encerrada en el banco de trabajo en el sector alejado a las oficinas, suspiró profundamente. Creo que Fabricio se equivocó, pensó, pero se sintió culpable al instante. Él era meticuloso, siempre atento. Tal vez fui yo la que pasó algo por alto.Decidió dar una vuelta por la obra para despejarse. Saludó a los obreros que, al verla, sonreían con genuino aprecio.—¡Arquitecta, qué bueno verla! —dijo Mateo, uno de los herreros, secándose el sudor con el dorso de la mano.—¿Todo bien, Mateo? —preguntó ella con amabilidad, notando el cansancio en su rostro.—Sí, pero... el ingeniero nos pidió cambiar las medidas de
Capítulo 2 Sombras en los Sueños Al llegar, la puerta entreabierta dejó escapar sonidos que hicieron que el estómago de Anahir se revolviera: jadeos, respiraciones entrecortadas, risas ahogadas. Un escalofrío recorrió su cuerpo. "No… no puede ser."Anahir, paralizada , sintió cómo su corazón se rompía aún más al escuchar las palabras y las risas que provenían del interior de la oficina.—Está tan enamorada que hace todo sin chistar —se burló Fátima, acariciando el rostro de Fabricio—. Pobrecita… trabajando día y noche, entregándote cada plano, cada detalle, mientras tú ni siquiera sabes sostener un lápiz.Fabricio rió suavemente, disfrutando del momento.—¿Y para qué me voy a esforzar si ella lo hace todo? Con su talento y mi carisma, siempre supe que brillaría… solo necesitaba alguien que hiciera el trabajo sucio por mi.—Y ahí estaba ella, tan ingenua, creyendo que era amor —añadió Fátima con una sonrisa venenosa—. Pero tranquila, amor, ya no la necesitamos mas. Conseguimos todo.A
FlashbackUnos meses antesLas Dulces MentirasLa noche había caído sobre la ciudad, envolviendo las calles en un resplandor tenue. Anahir Montes miró su reflejo en el espejo mientras se ajustaba un par de aretes sencillos. Su camisa blanca impecable y su falda azul marino resaltaban sus ojos del mismo color. Hoy fue una noche especial. Fabricio le había enviado un mensaje más temprano:“Reservé un lugar especial para nosotros esta noche. Te lo mereces.”Su corazón latía con fuerza. Fabricio siempre tenía gestos encantadores cuando menos lo esperaba, y aunque sus últimas semanas habían estado cargadas de trabajo, ella sentía que algo importante estaba por suceder. Tal vez… tal vez esta vez sería el momento que tanto había soñado.Cuando llegó al restaurante, lo encontró esperándola en una mesa apartada, con una sonrisa que parecía sacada de un cuento. La mirada oscura de Fabricio tenía esa chispa que siempre lograba desarmarla.—Estás hermosa —susurró al verla, levantándose para besar
Cegada por el AmorEl amanecer bañaba la ciudad con tonos dorados cuando Anahir Montes llegó a la obra. El esqueleto de acero del futuro hotel se alzaba imponente, y ella lo contempló con una sonrisa orgullosa. Ese proyecto era su sueño hecho realidad. Cada línea, cada ángulo, cada espacio había nacido de su mente y sus noches de insomnio. Pero en su corazón, no solo palpitaba el amor por la arquitectura, sino también por el hombre que había sido su apoyo incondicional, Fabricio Castiglioni desde que lo conocióAjustándose el casco blanco, Anahir respiró hondo, emocionada. “Hoy será un gran día”, pensó. Fabricio le había enviado un mensaje la noche anterior, diciéndole que tenía una sorpresa para ella. Anahir no pudo evitar imaginar que quizás, finalmente, le pediría matrimonio. Llevaban casi 3 años juntos y aunque a veces Fabricio parecía más concentrado en su carrera que en su relación, ella nunca dudó de su amor.—¡Arquitecta Montes! —la llamó un obrero, sacándola de sus pensamient
Capitulo 5 Planos de Venganza —¿Estás bien? —preguntó Nicolás Martínez, el capataz del proyecto, con preocupación sincera en los ojos.—No puedo —susurró ella, dejando escapar su dolor.Nicolás, sin hacer preguntas, le ofreció su pañuelo y se quedó a su lado mientras intentaba recomponerse. Pero en el interior de Anahir, el dolor comenzaba a transformarse en algo más poderoso: determinación.Esa noche, ya en su apartamento, rodeada de planos, bocetos y trofeos de su esfuerzo , los testigos de todo.Anahir dejó que las lágrimas fluyeran por última vez.Miró su trabajo, su pasión, y recordó la cena de esa misma semana. Fabricio, con su sonrisa encantadora, diciéndole:—Hay algo especial que estoy preparando… algo que cambiará nuestras vidas.Anahir revivía en su mente la escena ,Fabricio, con los pantalones a medio subir, y Fátima, con su risa cruel, diciéndole que nunca brillaría por sí misma. Y ella, paralizada, recordando la cena donde creyó que ese “algo especial” sería una propues
Capitulo 6 La Jugada de Fátima Lombardí La oficina de Fabricio Castiglioni era un reflejo de su arrogancia: muebles de cuero negro, libros que nunca había leído y una barra de bebidas más decorativa que funcional. Pero esa tarde, el verdadero espectáculo era Fátima Lombardi, recostada en el amplio sillón, jugando con su copa de vino mientras sonreía con superioridad. El eco de los jadeos aún flotaba en el aire, y Fátima, con su falda desordenada y el cabello revuelto, se sentía invencible. La imagen de Anahir Montes, con el rostro destrozado al descubrirlos, aún le producía una satisfacción casi morbosa. —¿Sabes qué fue lo mejor? —dijo, girándose hacia Fabricio, que aún se abotonaba la camisa—. Ver su carita de tonta, creyendo hasta el último momento que eras suyo. Pobrecita… tan ingenua. Fabricio rió suavemente, sin una pizca de culpa. —Siempre fue fácil engañarla. Un par de sonrisas, unas palabras dulces y listo. Fátima se acercó a él, acariciando su pecho. —Lo mejor es que