Capítulo – Virginia: La Trampa Perfecta Virginia repasó el plan en su cabeza mientras se ajustaba el vestido negro, tan ceñido que parecía pintado sobre su cuerpo. Sabía que no era el atuendo apropiado para una fiesta de inversores de alto nivel. Pero su objetivo esa noche no era encajar. Era destruir. "Un pequeño sacrificio por una gran victoria", se dijo, admirándose en el espejo antes de salir. No era vanidad lo que brillaba en sus ojos. Era hambre. ** Todo había comenzado hace casi dos meses antes. Fabricio Castiglioni había llegado a su vida como un espectro disfrazado de oportunidad. Ella lo conocía de vista en la obra , un ingeniero caído en desgracia, un nombre susurrado con desprecio en los pasillos en estos días en toda la obra ,pero ella no creía nada de lo que decían. Pero esa noche, en el bar donde Virginia ahogaba su frustración por seguir siendo “la arquitecta de segunda”, Fabricio supo exactamente qué decir. —Anahir te menosprecia... igual que hizo con to
Capítulo 96– El Veneno en la SombraLa noche olía a pólvora.A traición.A un desastre cocinándose a fuego lento.Fabricio acomodó los papeles sobre la mesa del pequeño apartamento ,unos papeles que no servirían de nada , mientras Virginia, ilusionada como una chiquilina, terminaba de contarle cómo había conseguido las llaves maestras.—¡Fabricio! —susurró, con los ojos brillando de emoción—. ¡El guardia es un idiota! Solo tuve que inventarle un mareo, hacerme la agradecida por el vaso de agua... Un bolso mal cerrado... ¡Y listo! Ya tenemos la llave. Esta noche, la oficina de Anahir Montes va a ser nuestra.Fabricio la miró sin disimular su sonrisa torcida.La misma sonrisa que reservaba para los peones del tablero que ni siquiera sabían que ya estaban muertos.Virginia.Tan fácil de manejar como un títere con hilos de seda."Lo que hace una mujer enamorada...", pensó con desprecio.Una idiota enamorada.Se contuvo para no reírse en su cara.La había visto meses atrás, sola, amargada
Capítulo – El Estallido de un Amor Traicionado Nicolás había terminado de revisar todo. No había pérdidas. No había alarmas sonando. No había nada fuera de lugar ,mando un mensaje a su esposa que daría otra mirada por las dudas y subiría enseguida. Solo el eco vacío de un edificio que parecía sostener el aliento. Hasta que, al regresar por el mismo pasillo, algo llamó su atención al regresar por los pasillos de la zona de oficinas de la obra . La puerta de la oficina de Anahir estaba entreabierta. Frunció el ceño de inmediato. No era normal. Anahir no bajaba a esas horas sin avisar. Y no había personal autorizado en esas áreas esa noche y menos un viernes. Con los latidos retumbándole en los oídos, apoyó la mano en el picaporte. Lo empujó suavemente… Y lo que vio lo dejó petrificado. Allí, sentada en su sillón de cuero, estaba Virginia. Semidesnuda en una posición provocadora. Con una sonrisa venenosa en los labios, las piernas largas escarranchadas como una gata en
Capítulo – Corriendo Tras su LuzLa puerta todavía se balanceaba tras el portazo cuando Nicolás reaccionó.El eco del cachetazo seguía ardiendo, no solo en su mejilla, sino en lo más profundo de su alma.No podía quedarse ahí. No podía dejar que pensara lo peor.No podía dejarla ir… no sin pelear.—¡Ana! —gritó, saliendo como un rayo por el pasillo iluminado apenas por las luces de emergencia.Todo seguía su curso afuera: la música elegante de la fiesta de inversores, las copas tintineando, las sonrisas falsas de quienes ignoraban que, para él, el mundo acababa de desplomarse.Pero Nicolás ya no escuchaba nada.Solo el eco de su nombre quebrándose en sus labios.Solo la imagen de Anahir alejándose, herida, traicionada.Corrió esquivando a los invitados desconcertados, a los trabajadores que ni se atrevían a detenerlo.El celular vibraba en su bolsillo, y mientras bajaba las escaleras de dos en dos, sacó el aparato con manos temblorosas.Llamadas. Mensajes. Nada.El número de Anahir ib
Capítulo 99 – Las Valijas del DolorLa noche había caído sobre la ciudad como un manto espeso.Las luces de los autos pasaban rápidas en la calle, indiferentes al dolor que estallaba dentro del pecho de Nicolás Martínez.Condujo como un autómata hasta el apartamento que compartía con Anahir.Cada kilómetro era un latido más violento, una súplica muda:"Que no me haya dejado. Que no me haya dejado. Que no me haya dejado."Pero cuando abrió la puerta…El mundo volvió a quebrarse.Allí, en medio de la sala, estaban sus valijas.Dos grandes. Una de mano.Todo perfectamente doblado, cada recuerdo, cada pedazo de vida.Cada camisa, cada ropa de trabajo, cada zapato que ella le insistía en ordenar en el placard.Todo, empaquetado como un cierre definitivo.Nicolás avanzó dos pasos, el eco de sus botas resonando en el vacío.Y entonces la vio.Sobre la valija principal, descansando como un testigo cruel:el contrato matrimonial.La hoja que una vez firmaron en un impulso desesperado, ahora lu
Capítulo 1Entre Sueños y SombrasEl sonido constante de martillos y sierras acompañaba a Anahir Montes mientras recorría la obra. El calor de la tarde se filtraba por cada rincón, pero ella ni lo notaba. Su mente estaba enfocada en encontrar el error que Fabricio mencionó. Había revisado cada plano, cada cálculo, cada detalle de la piscina. Todo estaba perfecto.Después de horas encerrada en el banco de trabajo en el sector alejado a las oficinas, suspiró profundamente. Creo que Fabricio se equivocó, pensó, pero se sintió culpable al instante. Él era meticuloso, siempre atento. Tal vez fui yo la que pasó algo por alto.Decidió dar una vuelta por la obra para despejarse. Saludó a los obreros que, al verla, sonreían con genuino aprecio.—¡Arquitecta, qué bueno verla! —dijo Mateo, uno de los herreros, secándose el sudor con el dorso de la mano.—¿Todo bien, Mateo? —preguntó ella con amabilidad, notando el cansancio en su rostro.—Sí, pero... el ingeniero nos pidió cambiar las medidas de
Capítulo 2 Sombras en los Sueños Al llegar, la puerta entreabierta dejó escapar sonidos que hicieron que el estómago de Anahir se revolviera: jadeos, respiraciones entrecortadas, risas ahogadas. Un escalofrío recorrió su cuerpo. "No… no puede ser."Anahir, paralizada , sintió cómo su corazón se rompía aún más al escuchar las palabras y las risas que provenían del interior de la oficina.—Está tan enamorada que hace todo sin chistar —se burló Fátima, acariciando el rostro de Fabricio—. Pobrecita… trabajando día y noche, entregándote cada plano, cada detalle, mientras tú ni siquiera sabes sostener un lápiz.Fabricio rió suavemente, disfrutando del momento.—¿Y para qué me voy a esforzar si ella lo hace todo? Con su talento y mi carisma, siempre supe que brillaría… solo necesitaba alguien que hiciera el trabajo sucio por mi.—Y ahí estaba ella, tan ingenua, creyendo que era amor —añadió Fátima con una sonrisa venenosa—. Pero tranquila, amor, ya no la necesitamos mas. Conseguimos todo.A
FlashbackUnos meses antesLas Dulces MentirasLa noche había caído sobre la ciudad, envolviendo las calles en un resplandor tenue. Anahir Montes miró su reflejo en el espejo mientras se ajustaba un par de aretes sencillos. Su camisa blanca impecable y su falda azul marino resaltaban sus ojos del mismo color. Hoy fue una noche especial. Fabricio le había enviado un mensaje más temprano:“Reservé un lugar especial para nosotros esta noche. Te lo mereces.”Su corazón latía con fuerza. Fabricio siempre tenía gestos encantadores cuando menos lo esperaba, y aunque sus últimas semanas habían estado cargadas de trabajo, ella sentía que algo importante estaba por suceder. Tal vez… tal vez esta vez sería el momento que tanto había soñado.Cuando llegó al restaurante, lo encontró esperándola en una mesa apartada, con una sonrisa que parecía sacada de un cuento. La mirada oscura de Fabricio tenía esa chispa que siempre lograba desarmarla.—Estás hermosa —susurró al verla, levantándose para besar