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2 Sombras en los Sueños

Capítulo 2 Sombras en los Sueños

Al llegar, la puerta entreabierta dejó escapar sonidos que hicieron que el estómago de Anahir se revolviera: jadeos, respiraciones entrecortadas, risas ahogadas. Un escalofrío recorrió su cuerpo. "No… no puede ser."

Anahir, paralizada , sintió cómo su corazón se rompía aún más al escuchar las palabras y las risas que provenían del interior de la oficina.

—Está tan enamorada que hace todo sin chistar —se burló Fátima, acariciando el rostro de Fabricio—. Pobrecita… trabajando día y noche, entregándote cada plano, cada detalle, mientras tú ni siquiera sabes sostener un lápiz.

Fabricio rió suavemente, disfrutando del momento.

—¿Y para qué me voy a esforzar si ella lo hace todo? Con su talento y mi carisma, siempre supe que brillaría… solo necesitaba alguien que hiciera el trabajo sucio por mi.

—Y ahí estaba ella, tan ingenua, creyendo que era amor —añadió Fátima con una sonrisa venenosa—. Pero tranquila, amor, ya no la necesitamos mas. Conseguimos todo.

Anahir sintió un nudo en la garganta. Cada palabra era un puñal directo a su alma. El amor que creyó tener , el proyecto al que dedicó su vida… todo había sido una farsa. Un juego cruel en el que ella había sido la única que no lo supo.

Ilusa… Eso soy para ellos.

—No te preocupes, todo saldrá como lo planeamos Fabri —dijo una voz femenina, segura y seductora que Anahir sabia de quién era .

El pecho de Anahir se tensó. Empujó la puerta con cuidado, y lo que vio la dejó inmóvil. Fabricio estaba sentado cómodamente en su silla sonriendo… pero no a ella. A su lado, Fátima Lombardi, una de las inversionistas principales del proyecto, estaba sentada con la pollera levantada, una copa de vino en la mano, demasiado cerca para ignorar lo obvio.

—¿Interrumpo algo? —logró preguntar Anahir, con la voz quebrada.

Fabricio levantó la vista, sorprendido, pero rápidamente esbozó una sonrisa vacía mientras se subía los pantalones.

—Anahir... no es lo que parece.

—¿Para qué me mandaste el mensaje entonces? —le reprochó ella, con los ojos llenos de lágrimas.

Él la miró, sin apuro, sin vergüenza, y luego dirigió su mirada a Fátima.

—¿Fuiste tú?

Fátima se echó a reír, una risa burlona y cruel que resonó en la oficina..

—¿De verdad creías que ibas a quedarte con todo el crédito, Fabri?.

La burla era tan descarada que Anahir no pudo articular palabra.

Fátima soltó una carcajada burlona, disfrutando cada segundo de la humillación de Anahir.

—¿En serio no lo sospechabas? Pobrecita… tan ingenua. Tan ¿tonta ? —Se inclinó hacia Fabricio, acariciando su pecho—. Hiciste un buen trabajo, amor. Ella te entregó todo, sus planos, su talento… todo lo que tú necesitabas para brillar.Eres un genio,cariño.

Fabricio sonrió con crueldad.

—Está tan enamorada que ni se da cuenta de nada. Siempre obediente, siempre dispuesta a hacer mi trabajo mientras yo recibo los aplausos. —Se giró hacia Anahir con una frialdad cortante—. Vamos, amor, no me mires así. Tú siempre quisiste ayudarme, ¿no?

Anahir sintió que su pecho se rompía en mil pedazos. El rollo de planos cayó de sus manos al suelo con un ruido seco. Fátima se rió aún más fuerte.

—No te preocupes, querida. No todos nacieron para brillar. Algunos solo están para sostener la luz de otros.

La burla descarada la dejó sin palabras. Fabricio ni siquiera se inmutó. Su indiferencia fue el golpe final.

Sin decir nada, Anahir salió corriendo de la oficina, bajando las escaleras sin rumbo. Las lágrimas nublaban su vista y su respiración era agitada. En su desesperación, tropezó con alguien. Unos brazos fuertes la sostuvieron antes de que pudiera caer.

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