Capitulo 7 : Un aliado en las sombras
Era de noche en la obra en construcción del Hotel 5 estrellas . El aire estaba impregnado con el olor a cemento fresco . Nicolás Martínez, con su imponente figura y su mirada calculadora, se mantenía en silencio, observando desde la distancia. Apoyado contra una columna de concreto aún húmeda, veía cómo Anahir salía de la oficina de Fabricio Castiglioni. Su rostro estaba pálido, sus ojos brillaban con lágrimas contenidas y su respiración era inestable. La impotencia lo atravesó como un puñal. Fabricio había logrado lastimarla. No era la primera vez que veía a ese desgraciado y a Fátima conspirando a sus espaldas, burlándose con descaro. Hacía mucho que la engañaba y no solo siéndole infiel. Pero hoy era distinto. Hoy era demasiado,Anahir descubrió la cruda realidad. Nicolás apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. No solo por ella, sino por todas las mujeres que Fabricio había usado y manipulado. Y entre ellas estaba su hermana, Alejandra. El recuerdo de su hermana lo golpeó con fuerza. Alejandra, con su sonrisa dulce y su fe ciega en la gente, había sido una presa fácil. Nicolás había sido testigo de cómo su luz se apagaba poco a poco. Su familia entera quedó marcada por el dolor, su madre llorando en silencio, su padre sumido en una amargura irreversible. Y él, cargando con la culpa de no haberla protegido. Juró que nadie más sufriría por culpa de Fabricio. Ahora, viendo a Anahir en la misma situación, supo que ya era hora de actuar. El destino parecía tener sus propios planes. Su historia con Anahir no comenzó aquí, en la obra. La recordaba de la universidad. Nicolás rememoró el primer momento en que la vio. Él estaba terminando su Máster en Gestión Empresarial, combinando su formación en arquitectura con conocimientos en administración para dirigir mejor la empresa familiar. Fue ahí cuando la vio por primera vez. Era imposible ignorarla. Su pasión por la arquitectura era palpable en cada palabra, en cada gesto, en la forma en que defendía su proyecto ante el profesor y sus compañeros con argumentos sólidos y una convicción feroz. Sus ojos brillaban con un fuego inconfundible, y Nicolás sintió admiración inmediata por ella. Pero en ese entonces, su vida tomó otro rumbo. Tuvo que regresar a su ciudad natal cuando Alejandra cayó en desgracia, dejando atrás sus estudios, sus planes… y cualquier posibilidad con Anahir. Ahora, ella estaba frente a él, pero atrapada en las garras de Fabricio Castiglioni. Al principio, pensó que era su aliada, que estaba del lado equivocado, pero pronto entendió que era una víctima más. Anahir no era ingenua, solo veía lo mejor en la gente. Pero la bondad no era un escudo, y él no podía permitir que Fabricio la siguiera usando. Cuando ella pasó junto a él, perdida en su propio tormento, sin notar su presencia, no pudo evitar seguirla. Hasta que, sin darse cuenta,ella chocó contra su pecho. El impacto la hizo tambalearse, y Nicolás reaccionó al instante, sujetándola con firmeza. —¿Estás bien? —preguntó, aunque la respuesta era evidente. Anahir levantó la vista, sus labios temblaban. —No puedo más… —susurró con un hilo de voz. Él sintió cómo esas palabras le atravesaban el alma. Con delicadeza, la atrajo hacia él y la sostuvo con firmeza. Sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo ofreció en silencio. Ella lo tomó, secándose las lágrimas, pero sin alejarse. Ese instante de vulnerabilidad lo marcó más de lo que habría esperado. —Estoy aquí —dijo con voz firme—. No estás sola. Ella lo miró con un dejo de incredulidad. Soltó una risa amarga, sin un ápice de alegría. —No sé si puedo volver a confiar en alguien, Nicolás… Él sintió cómo esas palabras lo herían más de lo que deberían. La desconfianza en su voz no era para él, sino para el mundo entero. Para lo que le habían hecho. Y eso lo enfureció aún más. No solo quería vengarse de Fabricio, quería reconstruir la confianza que ella había perdido. —No te pido que confíes en mí hoy —respondió con honestidad—, pero te demostraré que puedes hacerlo. Esa noche, al dejarla en su casa, el peso de la venganza se sintió diferente. Antes, era solo por su hermana, quería ajustar cuentas y hacerlo pagar una a una sus maldades. Ahora, era algo más. No solo quería hacer pagar a Fabricio, quería proteger a Anahir. Al día siguiente, la encontró en la obra, revisando planos con la misma determinación de siempre, pero con un peso evidente en sus hombros. Nicolás se acercó, su presencia fue firme e inquebrantable. —Anahir… podemos hablar. Ella levantó la vista, sorprendida de verlo tan cerca. —Nicolás… —Para lo que decidas, puedes confiar en mí. Hubo un momento de silencio. Un momento donde el aire parecía cargado de algo inexplicable. Finalmente, ella murmuró: —¿Por qué? —Su voz sonó quebrada, como si no estuviera segura de poder creer en nadie. Nicolás respiró hondo. No podía decirle toda la verdad, pero le debía algo. El silencio entre ellos se hizo más pesado. Anahir pareció captar el significado de sus palabras. Había algo en la forma en que la miraba que le decía que hablaba desde la verdad más cruda. El aire se volvió espesó. Anahir sintió cómo su pulso acelerado resonaba en sus oídos, como tambores de guerra anunciando una decisión irreversible. Los dedos se cerraron sobre el borde de la mesa de planos, arañando el papel hasta arrugarlo sin querer. ¿Matrimonio por contrato? La idea era absurda, desesperada… pero en su pecho, entre la rabia y el desengaño, algo vibró con fuerza. —¿Casarnos? —preguntó, alzando la vista hacia Nicolás con una mezcla de incredulidad y curiosidad. Su voz sonó más frágil de lo que habría querido. Él asintió, sin apartar los ojos de los suyos. La intensidad de su mirada la obligó a tragar saliva, como si el suelo bajo sus pies se hubiera convertido en arena movediza. —No sería real —aclaró él, pero Anahir ya había captado el brillo fugaz en sus palabras. ¿O sí? Su mente se dividió en dos: una parte racional, escéptica, que gritaba "¿Confiar en otro hombre? ¿Después de todo lo que pasó?", y otra, más profunda, que susurraba "Esta es tu única arma". Recordó la risa de Fátima, los ojos vacíos de Fabricio, y el diploma en su caja fuerte con su nombre borrado. ¿Qué más podía perder? —¿Y qué ganas tú con esto? —preguntó, cruzando los brazos como escudo. Su tono fue cortante, pero sus pupilas dilatadas delataban interés. Nicolás se inclinó hacia adelante, reduciendo la distancia entre ellos. El aroma a cemento fresco y sudor se mezcló con el leve perfume de bergamota que él llevaba. Anahir contuvo la respiración. —Ver a Fabricio humillado —respondió, con un dejo de amargura—. Y asegurarme de que nadie más caiga en sus trampas. Ella estudió cada palabra como si fuera un plano a revisar. ¿Venganza compartida? ¿Protección? Pero algo en la tensión de su mandíbula, en el modo en que sus manos se abrían y cerraban como buscando algo que sostener, le dijo que había más. Un viento nocturno coló por las ventanas rotas de la obra, levantando los cabellos sueltos de Anahir. El frío le erizó la piel, pero no se movió. En la penumbra, las sombras de las grúas parecían dedos amenazantes señalando hacia ellos. —¿Y si esto sale mal? —susurró, mordiendo el interior de su mejilla hasta sentir el sabor metálico de la sangre. Nicolás no apartó la mirada. —Entonces habremos peleado juntos —dijo, y por primera vez, una sonrisa mínima, casi imperceptible, asomó en sus labios—. Pero no saldrá mal. Anahir cerró los ojos. En la oscuridad, vio a Fabricio arrodillado con un anillo, a Fátima riendo, a sus padres aplaudiendo un sueño que nunca fue suyo. Cuando los abrió, su decisión ya estaba tomada. —No será un contrato cualquiera —advirtió, alzando la barbilla con un desafío que no lograba ocultar el temblor de sus manos—. Yo pongo las condiciones. Nicolás asintió, pero en sus ojos hubo un destello que ella no supo interpretar: ¿respeto? ¿Admiración? ¿O algo más peligroso? —Las pondrás —aceptó—. Pero recuerda: esto no es solo tu guerra. El eco de sus palabras quedó suspendido en el aire, como el polvo de concreto que flotaba entre ellos. Anahir sintió que una puerta se abría en su pecho, una puerta que creía sellada para siempre. Nicolás se quedó observándola mientras ella intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Y entonces, su mente comenzó a trazar un plan. Fabricio siempre lo miraba con superioridad, como si fuera insignificante. Pero ¿qué le dolería más que ver a la mujer que una vez tuvo en sus manos casada con un simple obrero de construcción?Capítulo 8: La Primera Jugada de FátimaFátima Lombardi recordaba con claridad el día en que conoció a Fabricio Castiglioni. Fue en la presentación del ambicioso proyecto Cinco Estrellas, un desarrollo arquitectónico que prometía revolucionar el mercado inmobiliario. Aunque su apellido aún tenía peso en el mundo de las inversiones, su realidad financiera pendía de un hilo. Pero eso no la detendría.Desde la distancia, observó a Fabricio manejar la presentación con la destreza de un maestro de ajedrez. Alto, seguro de sí mismo, con una sonrisa seductora que usaba como un arma más, parecía tener el control absoluto de la situación. Pero lo que realmente capturó su atención no fue su presencia imponente, sino su habilidad para manipular a la arquitecta del proyecto, Anair Montes.Anair era la mente creativa, la verdadera ganadora del premio que había permitido el desarrollo de Cinco Estrellas, pero Fabricio la guiaba a su antojo en cada conversación, en cada decisión. Estratégico. Calcul
Capítulo 9 Planos de la caída La noche había sido interminable. Anahir Montes se sentía atrapada en una espiral de pensamientos, todos girando en torno a una sola pregunta: ¿Cómo pude ser tan ilusa? Su mente, nublada por el insomnio, repetía una y otra vez la misma imagen: Fabricio Castiglioni apropiándose de su trabajo, sonriendo con arrogancia mientras ella se desmoronaba.Llegó a la obra vestida con su clásica camisa blanca y jeans al tono, las botas de cuero resonando con cada paso decidido. Cambió sus zapatos por las botas de trabajo, respiró hondo y dejó atrás el dolor. Hoy, más que nunca, estaba decidida a recuperar lo que era suyo. Lo primero en su lista: cambiar esa oficina horrible por una de las importantes, y en la puerta pondría su nombre en grande, que diría: “Arquitecta Anahir Montes, estudiante de excelencia en su clase y ganadora del concurso al mejor proyecto arquitectónico para la ciudad”. Y que lo intenten sacar. De aquí nadie me mueve. Ahora su lugar estaría al l
Capitulo 10 Moviendo piezas Nicolás observaba desde su camioneta la elegante fachada de la nueva oficina de Anahir. El cartel reluciente en la puerta anunciaba su nombre con orgullo: Anahir Montes - Arquitectura y Diseño" Estudiante de excelencia en su clase y ganadora del concurso al mejor proyecto arquitectónico para la ciudad.." Sonrió al ver cómo los obreros terminaban de ajustar los últimos detalles. En menos de una hora, todo estaría listo. Ella lo había logrado. Su esfuerzo, su talento y su determinación la habían llevado hasta aquí.Pero su sonrisa se desvaneció cuando la imagen de Fabián Mansilla,su asistente en su empresa Martínez ,regresó a su mente junto con las pruebas que había reunido. No solo demostraban el fraude de Fabricio contra la empresa y los obreros, sino también otras estafas mucho más graves. Crímenes que no solo ponían en riesgo el proyecto de Anahir, sino que podrían destruir vidas.Apretó el volante con fuerza, luchando contra el impulso de correr hasta
Capítulo 11: Fabricio, el único culpable en los papelesAnahir Montes se encontraba en su nueva oficina dentro de la obra, con un par de planos extendidos sobre la mesa. Fruncía el ceño mientras comparaba los documentos en sus manos con los originales que había diseñado meses atrás. Algo estaba terriblemente mal. En los nuevos planos, ciertas estructuras habían sido modificadas de manera que comprometían la estabilidad del edificio.—Esto no puede estar bien… —murmuró, repasando con el dedo una sección de las cimentaciones.Las vigas de refuerzo habían sido reducidas, los cimientos menos profundos y ciertos muros de carga debilitados. Cualquier arquitecto competente sabría que estas modificaciones aumentarían el riesgo de fallos estructurales, especialmente en un proyecto de esta envergadura. Si alguien descubría estas fallas después de la construcción, su reputación quedaría destruida.Justo cuando se disponía a revisar más a fondo, Nicolás Martínez entró a la oficina.—Te ves preocu
Capítulo 12: Regreso al Campo de BatallaEl sonido de las máquinas retumbaba en la obra, martillazos, motores y voces entremezclándose en una sinfonía caótica pero organizada. Fabricio Castiglioni estacionó su auto con la seguridad de siempre, aunque por dentro su ego herido lo carcomía. Ajustó su chaqueta con aire de suficiencia antes de bajar.Hoy sería el día en que retomaría el control.Había cometido un error con Anahir. Uno grave error, sí, pero nada que no pudiera revertir.No era la primera vez que alguien se sentía traicionado y con las palabras adecuadas, ella volvería a su lado. Lo sabía.En su mente, ya se imaginaba la escena. Anahir debía estar destrozada, en su casa, envuelta en una manta, consumiendo helado con los ojos hinchados de tanto llorar. Seguramente, esperando que él apareciera ante ella, que se disculpara, que le dijera lo que quería oír.Las mujeres eran tan predecibles.Pero antes de verla, necesitaba encontrarla.—¿Ingeniero, no sabe la dirección de su novi
Capítulo 13: El Desafío de la ConfianzaLos primeros días de regreso al trabajo habían sido más difíciles de lo que Anahir había imaginado. Aunque había recuperado su puesto, no podía ignorar que el ambiente a su alrededor se había vuelto tenso. Las miradas, los murmullos, las dudas…Sabía que Fabricio estaba detrás de todo.Desde su regreso, él se había encargado de sembrar desconfianza entre los trabajadores. Pequeños comentarios aquí y allá. Insinuaciones sobre su falta de liderazgo.—¿Cómo sabemos que Anahir puede manejar este proyecto sola? —preguntó un ingeniero durante la reunión matutina.—Antes todo se hacía de otra manera… —murmuró otro, sin atreverse a decirlo en voz alta.Ella sentía la tensión en el ambiente, y aunque no mostraba signos de debilidad, sabía que cada comentario era una prueba más de que Fabricio aún tenía influencia sobre el equipo.Pero no iba a permitirlo.—Si alguien tiene dudas, que lo diga ahora. —Anahir levantó la mirada, desafiando a los presentes—.
Capítulo 14: Demostrando su ValíaEl amanecer trajo consigo un nuevo día de trabajo en la construcción. El sonido de los taladros y martillos resonaba en el aire, mientras el hormigón recién vaciado comenzaba a fraguar en la estructura del hotel. Para Anahir, este no era solo otro día en la obra. Era el día en que demostraría, sin lugar a dudas, que ella era la única persona realmente capacitada para liderar este proyecto.Desde que había vuelto, se había sumergido por completo en cada detalle. Pasaba largas horas revisando planos, supervisando instalaciones y corrigiendo cada error que encontraba. Y había muchos.No tardó en notar pequeñas fallas en la ejecución. Algunas estructuras estaban desalineadas, ciertos materiales no coincidían con los especificados en los planos, y los tiempos de entrega se estaban retrasando sin una razón justificada.Fabricio había dejado huellas de su incompetencia por toda la obra.Pero lo que Anahir aún no sabía era que algunas de esas fallas no eran s
Capítulo 15 : Un Aliado InesperadoEl sol abrasaba el sitio de construcción, pero la temperatura era lo de menos para Anahir. Desde que había regresado, no había tenido un solo momento de respiro. Cada paso que daba, cada corrección que hacía, era una prueba de que este proyecto aún le pertenecía.Fabricio no se lo pondría fácil.Desde que lo expuso en la reunión, su actitud había cambiado. Ya no solo intentaba desacreditarla, ahora estaba saboteando la obra. Había ordenado cambios sin avisarle, retrasado entregas y, lo peor de todo, había modificado planos sin supervisión.Pero lo que Fabricio no sabía era que cada uno de esos errores no estaba pasando desapercibido.Y Anahir no era la única que lo notaba.El estruendo fue brutal.Un grito desgarró el aire.—¡Cuidado!Anahir giró la cabeza justo a tiempo para ver cómo una viga de metal, mal asegurada, se desplomaba desde el segundo piso.Uno de los trabajadores estaba justo debajo.El tiempo pareció detenerse.Pero antes de que pudie