Capitulo 5 Planos de Venganza
—¿Estás bien? —preguntó Nicolás Martínez, el capataz del proyecto, con preocupación sincera en los ojos. —No puedo —susurró ella, dejando escapar su dolor. Nicolás, sin hacer preguntas, le ofreció su pañuelo y se quedó a su lado mientras intentaba recomponerse. Pero en el interior de Anahir, el dolor comenzaba a transformarse en algo más poderoso: determinación. Esa noche, ya en su apartamento, rodeada de planos, bocetos y trofeos de su esfuerzo , los testigos de todo. Anahir dejó que las lágrimas fluyeran por última vez. Miró su trabajo, su pasión, y recordó la cena de esa misma semana. Fabricio, con su sonrisa encantadora, diciéndole: —Hay algo especial que estoy preparando… algo que cambiará nuestras vidas. Anahir revivía en su mente la escena ,Fabricio, con los pantalones a medio subir, y Fátima, con su risa cruel, diciéndole que nunca brillaría por sí misma. Y ella, paralizada, recordando la cena donde creyó que ese “algo especial” sería una propuesta de amor, cuando en realidad, lo único que él planeaba era robarle todo su esfuerzo. —No te lo voy a dejar. Lo vas a pagar —susurró Esta era la sorpresa que me tenías, ¿no, Fabricio? pensó, con amargura. No un anillo, no un futuro. Solo mi trabajo, mi talento… todo lo que hice, para que tú te lo apropies. Qué ilusa fui, pensó, sintiendo rabia. Creí que hablaba de nosotros, de un futuro juntos. Pero la sorpresa que me tenía preparada era esto... su traición. Secó sus lágrimas con furia y se levantó. Fabricio nunca iba a su casa. No sabía de los trofeos, diplomas y bocetos que ella guardaba celosamente. Y, lo más importante, no sabía de su caja fuerte. Los dedos de Anahir rozaron un diploma enmarcado: "Concurso Nacional de Arquitectura — Ganadora: Anahir Montes". La imagen de aquel día la inundó. Tenía veintidós años, el vestido modesto que su madre cosió para la ceremonia, las palmas de sus padres marcadas por el trabajo duro aplaudiendo hasta enrojecer. Y allí, entre los asistentes, apareció él: Fabricio Castiglioni, con su sonrisa de dientes perfectos y una rosa blanca en la mano. —Eres increíble— le dijo al acercarse, ignorando a los profesores que la felicitaban—. Un diseño así merece ser construido... y yo quiero ayudarte a lograrlo. Ella, ingenua, creyó en sus palabras. Él no era un estudiante destacado, pero su carisma hipnotizaba. La invitó a cafés, le envió poemas al amanecer, y cuando le confesó que su padre lo despreciaba por no ser "suficientemente brillante", Anahir sintió lástima. "Juntos podemos cambiar eso", le prometió, sellando su alianza con un beso. Durante años, trabajó como una esclava. Mientras Fabricio se codeaba con inversionistas, ella pasaba noches enteras corrigiendo planos en su pequeño departamento. Él le decía: "Tú eres el cerebro, yo seré tu voz". Y ella, ciega de amor, aceptó. Incluso cuando su nombre desapareció de los créditos iniciales, justificó: "Es parte del plan". Ahora, al abrir la caja fuerte, sus manos temblaban no de tristeza, sino de rabia. Allí guardaba pruebas irrefutables: correos donde Fabricio ordenaba omitir su nombre, grabaciones de reuniones donde él se atribuía sus ideas, hasta el contrato original del concurso que ella había ganado. —¿Cómo pude ser tan tonta?— susurró, aplastando una foto de ambos en la universidad. Su reflejo en el marco la miró con desprecio: la joven que creyó en el amor, en los "sueños compartidos", mientras Fabricio tejía su red de mentiras. Pero algo había muerto en ella al verlo con Fátima. Ya no era la arquitecta que buscaba aprobación; ahora era una mujer con el corazón convertido en acero. —Me usaste... pero tu error fue subestimarme— masculló, sacando un USB con copias de seguridad de todos sus diseños. En cada archivo, su nombre brillaba como una firma de guerra: Anahir Montes. Su mente, antes nublada por el amor, ahora calculaba fríamente. Fabricio dependía de sus planos, de su genio... y sin ellos, su fachada de "ingeniero brillante" se desmoronaría. —Quieres crédito, Fabricio?— pensó, trazando mentalmente su próximo movimiento—. Pues lo tendrás... pero no como imaginas. Tomó el teléfono y, antes de marcar a Nicolás, susurró al vacío: —Vas a aprender que no se juega con una mujer que sabe dibujar su propia venganza. Guardó cada plano, cada prueba de su trabajo, con manos firmes. En cada uno de ellos estaba su nombre Anahir Montes . Esa Anahir que creyó en él ya murió. Ahora, que se preparen, porque mi venganza será cruel. Con las manos temblorosas, secó sus lágrimas. Pero esta vez, no era dolor lo que sentía… era furia. su sacrificio. Tomó su celular y, sin dudarlo, marcó un número. —Nicolás, necesito hablar contigo. Hay cosas que debes saber. Esa noche, Anahir Montes dejó de ser la mujer enamorada y crédula, para convertirse en alguien más. Alguien dispuesta a luchar, a vengarse. "Al colgar, Anahir Montes ya no era la misma. Fabricio había convertido su vida en un plano de traición, pero ella se encargaría de redibujarlo, trazo a trazo, hasta transformarlo en sus propios 'Planos de Venganza'. Ahora, ella marcaría las líneas, y esa decisión la llevaría directamente a un Matrimonio por Contrato que le cambiaría la vida para siempre."Capitulo 6 La Jugada de Fátima Lombardí La oficina de Fabricio Castiglioni era un reflejo de su arrogancia: muebles de cuero negro, libros que nunca había leído y una barra de bebidas más decorativa que funcional. Pero esa tarde, el verdadero espectáculo era Fátima Lombardi, recostada en el amplio sillón, jugando con su copa de vino mientras sonreía con superioridad. El eco de los jadeos aún flotaba en el aire, y Fátima, con su falda desordenada y el cabello revuelto, se sentía invencible. La imagen de Anahir Montes, con el rostro destrozado al descubrirlos, aún le producía una satisfacción casi morbosa. —¿Sabes qué fue lo mejor? —dijo, girándose hacia Fabricio, que aún se abotonaba la camisa—. Ver su carita de tonta, creyendo hasta el último momento que eras suyo. Pobrecita… tan ingenua. Fabricio rió suavemente, sin una pizca de culpa. —Siempre fue fácil engañarla. Un par de sonrisas, unas palabras dulces y listo. Fátima se acercó a él, acariciando su pecho. —Lo mejor es que
Capitulo 7 : Un aliado en las sombrasEra de noche en la obra en construcción del Hotel 5 estrellas . El aire estaba impregnado con el olor a cemento fresco . Nicolás Martínez, con su imponente figura y su mirada calculadora, se mantenía en silencio, observando desde la distancia. Apoyado contra una columna de concreto aún húmeda, veía cómo Anahir salía de la oficina de Fabricio Castiglioni. Su rostro estaba pálido, sus ojos brillaban con lágrimas contenidas y su respiración era inestable. La impotencia lo atravesó como un puñal. Fabricio había logrado lastimarla.No era la primera vez que veía a ese desgraciado y a Fátima conspirando a sus espaldas, burlándose con descaro. Hacía mucho que la engañaba y no solo siéndole infiel. Pero hoy era distinto. Hoy era demasiado,Anahir descubrió la cruda realidad. Nicolás apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. No solo por ella, sino por todas las mujeres que Fabricio había usado y manipulado. Y entre ellas estaba su hermana
Capítulo 8: La Primera Jugada de FátimaFátima Lombardi recordaba con claridad el día en que conoció a Fabricio Castiglioni. Fue en la presentación del ambicioso proyecto Cinco Estrellas, un desarrollo arquitectónico que prometía revolucionar el mercado inmobiliario. Aunque su apellido aún tenía peso en el mundo de las inversiones, su realidad financiera pendía de un hilo. Pero eso no la detendría.Desde la distancia, observó a Fabricio manejar la presentación con la destreza de un maestro de ajedrez. Alto, seguro de sí mismo, con una sonrisa seductora que usaba como un arma más, parecía tener el control absoluto de la situación. Pero lo que realmente capturó su atención no fue su presencia imponente, sino su habilidad para manipular a la arquitecta del proyecto, Anair Montes.Anair era la mente creativa, la verdadera ganadora del premio que había permitido el desarrollo de Cinco Estrellas, pero Fabricio la guiaba a su antojo en cada conversación, en cada decisión. Estratégico. Calcul
Capítulo 9 Planos de la caída La noche había sido interminable. Anahir Montes se sentía atrapada en una espiral de pensamientos, todos girando en torno a una sola pregunta: ¿Cómo pude ser tan ilusa? Su mente, nublada por el insomnio, repetía una y otra vez la misma imagen: Fabricio Castiglioni apropiándose de su trabajo, sonriendo con arrogancia mientras ella se desmoronaba.Llegó a la obra vestida con su clásica camisa blanca y jeans al tono, las botas de cuero resonando con cada paso decidido. Cambió sus zapatos por las botas de trabajo, respiró hondo y dejó atrás el dolor. Hoy, más que nunca, estaba decidida a recuperar lo que era suyo. Lo primero en su lista: cambiar esa oficina horrible por una de las importantes, y en la puerta pondría su nombre en grande, que diría: “Arquitecta Anahir Montes, estudiante de excelencia en su clase y ganadora del concurso al mejor proyecto arquitectónico para la ciudad”. Y que lo intenten sacar. De aquí nadie me mueve. Ahora su lugar estaría al l
Capitulo 10 Moviendo piezas Nicolás observaba desde su camioneta la elegante fachada de la nueva oficina de Anahir. El cartel reluciente en la puerta anunciaba su nombre con orgullo: Anahir Montes - Arquitectura y Diseño" Estudiante de excelencia en su clase y ganadora del concurso al mejor proyecto arquitectónico para la ciudad.." Sonrió al ver cómo los obreros terminaban de ajustar los últimos detalles. En menos de una hora, todo estaría listo. Ella lo había logrado. Su esfuerzo, su talento y su determinación la habían llevado hasta aquí.Pero su sonrisa se desvaneció cuando la imagen de Fabián Mansilla,su asistente en su empresa Martínez ,regresó a su mente junto con las pruebas que había reunido. No solo demostraban el fraude de Fabricio contra la empresa y los obreros, sino también otras estafas mucho más graves. Crímenes que no solo ponían en riesgo el proyecto de Anahir, sino que podrían destruir vidas.Apretó el volante con fuerza, luchando contra el impulso de correr hasta
Capítulo 11: Fabricio, el único culpable en los papelesAnahir Montes se encontraba en su nueva oficina dentro de la obra, con un par de planos extendidos sobre la mesa. Fruncía el ceño mientras comparaba los documentos en sus manos con los originales que había diseñado meses atrás. Algo estaba terriblemente mal. En los nuevos planos, ciertas estructuras habían sido modificadas de manera que comprometían la estabilidad del edificio.—Esto no puede estar bien… —murmuró, repasando con el dedo una sección de las cimentaciones.Las vigas de refuerzo habían sido reducidas, los cimientos menos profundos y ciertos muros de carga debilitados. Cualquier arquitecto competente sabría que estas modificaciones aumentarían el riesgo de fallos estructurales, especialmente en un proyecto de esta envergadura. Si alguien descubría estas fallas después de la construcción, su reputación quedaría destruida.Justo cuando se disponía a revisar más a fondo, Nicolás Martínez entró a la oficina.—Te ves preocu
Capítulo 12: Regreso al Campo de BatallaEl sonido de las máquinas retumbaba en la obra, martillazos, motores y voces entremezclándose en una sinfonía caótica pero organizada. Fabricio Castiglioni estacionó su auto con la seguridad de siempre, aunque por dentro su ego herido lo carcomía. Ajustó su chaqueta con aire de suficiencia antes de bajar.Hoy sería el día en que retomaría el control.Había cometido un error con Anahir. Uno grave error, sí, pero nada que no pudiera revertir.No era la primera vez que alguien se sentía traicionado y con las palabras adecuadas, ella volvería a su lado. Lo sabía.En su mente, ya se imaginaba la escena. Anahir debía estar destrozada, en su casa, envuelta en una manta, consumiendo helado con los ojos hinchados de tanto llorar. Seguramente, esperando que él apareciera ante ella, que se disculpara, que le dijera lo que quería oír.Las mujeres eran tan predecibles.Pero antes de verla, necesitaba encontrarla.—¿Ingeniero, no sabe la dirección de su novi
Capítulo 13: El Desafío de la ConfianzaLos primeros días de regreso al trabajo habían sido más difíciles de lo que Anahir había imaginado. Aunque había recuperado su puesto, no podía ignorar que el ambiente a su alrededor se había vuelto tenso. Las miradas, los murmullos, las dudas…Sabía que Fabricio estaba detrás de todo.Desde su regreso, él se había encargado de sembrar desconfianza entre los trabajadores. Pequeños comentarios aquí y allá. Insinuaciones sobre su falta de liderazgo.—¿Cómo sabemos que Anahir puede manejar este proyecto sola? —preguntó un ingeniero durante la reunión matutina.—Antes todo se hacía de otra manera… —murmuró otro, sin atreverse a decirlo en voz alta.Ella sentía la tensión en el ambiente, y aunque no mostraba signos de debilidad, sabía que cada comentario era una prueba más de que Fabricio aún tenía influencia sobre el equipo.Pero no iba a permitirlo.—Si alguien tiene dudas, que lo diga ahora. —Anahir levantó la mirada, desafiando a los presentes—.