―¿Qué música te gusta?Obviamente me dirijo a Ventura, pero es Tristán quien contesta.―Definitivamente no la misma que a ti.Volteo los ojos en un gesto de irritación, pero no lo miro para no darle el gusto de hacerle saber que me desespera.―Definitivamente no te pregunté a ti.―Prefiero el rock, pero la electrónica y el reggaetón siempre son bienvenidos.Menos mal no dijo barroca o música clásica o rock alternativo o jazz o algo así, porque no conozco mucho de esos géneros.―Genial, seguro has escuchado...Un sonido estridente interrumpe mis palabras, pego un brinco más que del susto, de la sorpresa. Ventura le lanza una mirada asesina a Tristán por el espejo retrovisor, por el mismo, veo la sonrisa burlona del cabrón. Alza el teléfono para mostrarme la pantalla que ni siquiera alcanzo a ver.―Es Rush, rock progresivo ―explica, si pudiera golpearlo, lo haría―. Así tal vez te enseñas de buena música.Para mí suena igual que el rock, pero siendo realista, no soy buena diferenciando g
Giuliana me encuentra a los pies de mi cama recostada en posición fetal. Raquel no me atacó, jamás se lanzó hacia mí porque nunca estuvo ahí. La imagen de mi amiga me ha asaltado una y otra vez desde que tuve la pésima fortuna de hallarla en el baño, su mirada muerta me ha acosado sacando a relucir un sentimiento que durante este tiempo luchaba por ahogar. Es la culpa, esa sensación que nace en mi pecho y se irradia hacia mis extremidades y mi estómago, aquella gélida daga que corta sin piedad y se entierra en lo más profundo de tu mente; como un gusano, se aloja en el interior para ser alimentado, para que crezca y que finalmente te consuma.Yo no la maté, yo no la obligué a ir a la fiesta, tampoco a beber como si su hígado fuera de acero; la culpa es porque ella murió y yo no. Porque a pesar de estar en la misma fiesta y la misma casa, yo tuve la suerte de abrir los ojos de nuevo mientras que ella terminó de una forma terrible. No quiero morir, agradezco el estar viva, pero una part
Al otro extremo de la maqueta hay otra figura masculina, su cabello es más claro, lleva un libro grueso en los brazos, parece que le pesa y eso enlentece su trayecto, en su camino hay una figura de máscara mitad negra y mitad roja, más adelante hay unos anteojos partidos por la mitad y también veo algo parecido a pergamino con una gota roja en el centro, al lado reposa un bolígrafo antiguo.Hay otra chica proveniente de otra entrada al laberinto, lo que sería su cabeza tiene cierto color más oscuro que los otros dos, le da un aspecto de piel morena, su cuerpo se cubre de una especie de manto negro. Esta tiene un godete con los tres colores primarios, más adelante hay una especie de asta de venado y finalmente un vestido verde. A lo largo del camino hay pétalos rosas que parecen dirigir el camino hasta una encrucijada y entonces se corta.La última chica tiene la tez un poco más clara, pero no blanca al estilo de las figuras masculinas. Carga una mochila enorme en los hombros, cubre ca
El hombre en cuestión no es guapo, sin embargo, en su porte reside cierto atractivo. Dalia jamás mencionó su edad, le calculo unos treinta y pocos. "Una fuente confiable me dijo sobre el cuarto Diener". Este debió ser la fuente confiable; Dalia jamás mencionó que directamente le dijera que existía un cuarto Diener, si no que Marlene se ausentaría para visitar a alguien a quien no veía hace tiempo. Me tomo tres segundos para admirarlo de pies a cabeza y compararlo con cualquiera de los tres hermanos que ya conozco; se parecen en algo: Tienen cara de antipáticos, esa perceptible aura de superioridad, pero este hombre más que denotar desagrado, parece aburrido.Si existe un cuarto hermano, no desecho la idea de que sea él.―Él es el arquitecto Andrés Cervantes ―el tipo apenas me dirige la mirada al ser presentado―. Él será tu tutor, el trabajo que necesito que entregues es un cuadro fauvista en lienzo 20P, tendrás que explicar la corriente, los elementos en tu cuadro que lo caractericen
―Lamento la demora ―se excusa Ventura, observa a Joan―. ¿Todo bien?―Él es Joan ―ambos se dan un asentimiento de cabeza― Nunca juegues al Uno con él, vas a perder.―Soy Ventura, mucho gusto.―No los interrumpo ―Joan alza las manos como en derrota―. Cuando quieras podemos jugar de nuevo, o te puedo enseñar a jugar poker, es más divertido.En el camino de ida a la mansión, Ventura escucha mis lamentos acerca de las series de matemáticas, ambos concluimos que posiblemente no sirva de mucho aprender Cálculo, pero que por algo la pusieron en el programa, además, me ofrece ayuda con los ejercicios, pues él ayudaba a Tristán cuando él pasó por la materia. ¿Cómo un estudiante de Leyes sabe tanto de matemáticas? Mi mente vuela a los libros de su habitación. Presiento que todo tiene que ver con el rechazo de Harvard.Le pregunto como si no fuera nada raro si conoce algo acerca de la corriente fauvista, solo me mira con cierta disculpa, pero niega.―Mi hermana sabe de eso ―cambia de velocidad―.
Abro dos puertas en mi búsqueda por un sanitario. Al final vuelvo a la habitación de Ventura y me encierro con seguro. Me dejo caer sobre la taza del excusado mientras intento no entrar en pánico y comenzar a sollozar. Fue Ramiro, el maldito sumergido en su propia sangre diluida con agua asesinó a los demás, ¿por qué Raquel? ¿Por qué Lizbeth? ¿Por qué Marlon y Silvio? Lo que se ha compartido en medios es lo que necesitábamos. Tenemos la carta de Gibrán la cual desapareció el día que el acosador nos atacó en la biblioteca. "Había alguien afuera" dijo Dalia cuando escapamos por poco "nos estaba esperando por donde entramos". Y por esa razón buscó la puerta que mencionó la persona que me llamó para decirme que saliera de ahí.La policía piensa que hay un tercer cómplice de la masacre, pero si matar a una persona es difícil, matar a dos debe de serlo aun más. Por muy ebrio que uno esté, se defiende ante el peligro, es el instinto de supervivencia. Tal vez no fueron tres si no cuatro. Aque
Escribe ciertas características como: Colores vivos, contornos gruesos, figuras planas y evitar representar el mundo como lo concebimos.―No se busca la perfección ya que la intuición no lo es ―explica en voz baja, viendo al pizarrón―. Dentro de lo caótico hay belleza, el instinto es caótico, pero es lo que te permite sobrevivir, salir adelante. La perfección es plana, no tiene nada que expresar; en cambio el caos transmite demasiado. En eso consiste el fauvismo; en expresar ―me mira de nuevo, yo solo he anotado lo que puso en el pizarrón―. Si no tienes nada que comunicar, no podrás hacer fauvismo.Oh, pero ahí está muy equivocado, tengo tanto que decir, tanto que desahogar. Algo en su definición de fauvismo removió algo en mi interior, un sentimiento de tristeza se alberga en mi interior, pero no me explico la razón. No sé si lograré crear un cuadro fauvista, no creí que el arte fuera tan complejo; tan difícil. Ni siquiera sé pintar, copiar algo me parece una tarea tan complicada, ah
Por pura suerte le comento al abogado que me tomaron las huellas dactilares, él irrumpe en gritos hacia los agentes y policías que están cerca y exige que sean destruidas porque no cometí ningún crimen ni me acusaron de ningún delito y que no hay derecho alguno en que me quitaran mi teléfono. Se arma tal escándalo, que al final toman mi ficha y la destruyen.Al ver, que desechan mi información, un sentimiento de angustia aparece en mi pecho. Una vez que te acusan, no hay vuelta atrás, por muy inocente que seas, la mancha se quedará, así levanten cargos, la reputación se tuerce y si Sebastián no hizo nada malo, no merece que la vida se le acabe en un parpadeo.Ventura se encarga de hablar con varias personas en la estación mientras el abogado atiende llamadas, es un hombre de voz fuerte, imponente, duro. Aún así, le agradezco que haya llegado a mi rescate, un par de segundos después y habría dicho cosas que seguramente me pondrían en una situación comprometedora. Más comprometedora.Es