El irrefrenable deseo de gritar se mete por mis poros e invade cada centímetro de mi cuerpo. Me centro en observar a Giuli intentar por todos los medios arreglar el caos en tan solo un par de minutos; por supuesto que falla, pero mirarla proporciona un ancla en mi para evitar sucumbir al pánico impregnado de locura.Lo primero que acomoda son los barnices, cada uno formado de acuerdo a los colores del arcoíris, una vez que coloca el último barniz, espiro una profunda bocanada de aire que, sin darme cuenta, contenía. Parpadeo un par de veces antes de acercarme lentamente a la cama y tomar mi teléfono, el cual tiene carga completa. Una vez que lo desbloqueo noto el cambio en el fondo de pantalla que pasó de flores azuladas a la foto en donde estoy dormida en el sillón la madrugada de la masacre.Algo dentro de mí está mal, pues fuera de sentir ese terror que apenas debería permitirme respirar, estoy tranquila, las manos ni siquiera me tiemblan. Entro a la galería debido a una corazonada
Hasta antes de esa pregunta no me imaginé una sola persona que pudiera competir con Ventura, tal vez Tristán, pero su actitud de mierda no ayuda, pero Ulruir sí es esa persona a la que verías más de dos veces si te lo cruzaras por la calle. Al contrario que los hermanos, carece del esplendor sobrehumano, pero tal vez ahí reside su atractivo; me viene a la mente la imagen de él por la mañana amarrándose la corbata, despreocupado y algo se remueve en mi interior. Entonces me doy cuenta de que no es por él, si no por el hecho de que Ventura acaba de decirme que lo conocieron en Alemania, no son de aquí. Sebastián lo dijo.―¿Naciste en Alemania?Ríe por lo bajo, me mira como si estuviera hablando con una niña.―Mi madre es de allá, por negocios se conocieron, después de casarse se trasladaron acá ―llegamos a su automóvil, me abre la puerta y entro―. Cuando nació Marlene nos fuimos para allá y en el dos mil doce regresamos.Se encoge de hombros, aparta la mirada y mira mucho más allá de es
―¿Qué música te gusta?Obviamente me dirijo a Ventura, pero es Tristán quien contesta.―Definitivamente no la misma que a ti.Volteo los ojos en un gesto de irritación, pero no lo miro para no darle el gusto de hacerle saber que me desespera.―Definitivamente no te pregunté a ti.―Prefiero el rock, pero la electrónica y el reggaetón siempre son bienvenidos.Menos mal no dijo barroca o música clásica o rock alternativo o jazz o algo así, porque no conozco mucho de esos géneros.―Genial, seguro has escuchado...Un sonido estridente interrumpe mis palabras, pego un brinco más que del susto, de la sorpresa. Ventura le lanza una mirada asesina a Tristán por el espejo retrovisor, por el mismo, veo la sonrisa burlona del cabrón. Alza el teléfono para mostrarme la pantalla que ni siquiera alcanzo a ver.―Es Rush, rock progresivo ―explica, si pudiera golpearlo, lo haría―. Así tal vez te enseñas de buena música.Para mí suena igual que el rock, pero siendo realista, no soy buena diferenciando g
Giuliana me encuentra a los pies de mi cama recostada en posición fetal. Raquel no me atacó, jamás se lanzó hacia mí porque nunca estuvo ahí. La imagen de mi amiga me ha asaltado una y otra vez desde que tuve la pésima fortuna de hallarla en el baño, su mirada muerta me ha acosado sacando a relucir un sentimiento que durante este tiempo luchaba por ahogar. Es la culpa, esa sensación que nace en mi pecho y se irradia hacia mis extremidades y mi estómago, aquella gélida daga que corta sin piedad y se entierra en lo más profundo de tu mente; como un gusano, se aloja en el interior para ser alimentado, para que crezca y que finalmente te consuma.Yo no la maté, yo no la obligué a ir a la fiesta, tampoco a beber como si su hígado fuera de acero; la culpa es porque ella murió y yo no. Porque a pesar de estar en la misma fiesta y la misma casa, yo tuve la suerte de abrir los ojos de nuevo mientras que ella terminó de una forma terrible. No quiero morir, agradezco el estar viva, pero una part
Al otro extremo de la maqueta hay otra figura masculina, su cabello es más claro, lleva un libro grueso en los brazos, parece que le pesa y eso enlentece su trayecto, en su camino hay una figura de máscara mitad negra y mitad roja, más adelante hay unos anteojos partidos por la mitad y también veo algo parecido a pergamino con una gota roja en el centro, al lado reposa un bolígrafo antiguo.Hay otra chica proveniente de otra entrada al laberinto, lo que sería su cabeza tiene cierto color más oscuro que los otros dos, le da un aspecto de piel morena, su cuerpo se cubre de una especie de manto negro. Esta tiene un godete con los tres colores primarios, más adelante hay una especie de asta de venado y finalmente un vestido verde. A lo largo del camino hay pétalos rosas que parecen dirigir el camino hasta una encrucijada y entonces se corta.La última chica tiene la tez un poco más clara, pero no blanca al estilo de las figuras masculinas. Carga una mochila enorme en los hombros, cubre ca
El hombre en cuestión no es guapo, sin embargo, en su porte reside cierto atractivo. Dalia jamás mencionó su edad, le calculo unos treinta y pocos. "Una fuente confiable me dijo sobre el cuarto Diener". Este debió ser la fuente confiable; Dalia jamás mencionó que directamente le dijera que existía un cuarto Diener, si no que Marlene se ausentaría para visitar a alguien a quien no veía hace tiempo. Me tomo tres segundos para admirarlo de pies a cabeza y compararlo con cualquiera de los tres hermanos que ya conozco; se parecen en algo: Tienen cara de antipáticos, esa perceptible aura de superioridad, pero este hombre más que denotar desagrado, parece aburrido.Si existe un cuarto hermano, no desecho la idea de que sea él.―Él es el arquitecto Andrés Cervantes ―el tipo apenas me dirige la mirada al ser presentado―. Él será tu tutor, el trabajo que necesito que entregues es un cuadro fauvista en lienzo 20P, tendrás que explicar la corriente, los elementos en tu cuadro que lo caractericen
―Lamento la demora ―se excusa Ventura, observa a Joan―. ¿Todo bien?―Él es Joan ―ambos se dan un asentimiento de cabeza― Nunca juegues al Uno con él, vas a perder.―Soy Ventura, mucho gusto.―No los interrumpo ―Joan alza las manos como en derrota―. Cuando quieras podemos jugar de nuevo, o te puedo enseñar a jugar poker, es más divertido.En el camino de ida a la mansión, Ventura escucha mis lamentos acerca de las series de matemáticas, ambos concluimos que posiblemente no sirva de mucho aprender Cálculo, pero que por algo la pusieron en el programa, además, me ofrece ayuda con los ejercicios, pues él ayudaba a Tristán cuando él pasó por la materia. ¿Cómo un estudiante de Leyes sabe tanto de matemáticas? Mi mente vuela a los libros de su habitación. Presiento que todo tiene que ver con el rechazo de Harvard.Le pregunto como si no fuera nada raro si conoce algo acerca de la corriente fauvista, solo me mira con cierta disculpa, pero niega.―Mi hermana sabe de eso ―cambia de velocidad―.
Abro dos puertas en mi búsqueda por un sanitario. Al final vuelvo a la habitación de Ventura y me encierro con seguro. Me dejo caer sobre la taza del excusado mientras intento no entrar en pánico y comenzar a sollozar. Fue Ramiro, el maldito sumergido en su propia sangre diluida con agua asesinó a los demás, ¿por qué Raquel? ¿Por qué Lizbeth? ¿Por qué Marlon y Silvio? Lo que se ha compartido en medios es lo que necesitábamos. Tenemos la carta de Gibrán la cual desapareció el día que el acosador nos atacó en la biblioteca. "Había alguien afuera" dijo Dalia cuando escapamos por poco "nos estaba esperando por donde entramos". Y por esa razón buscó la puerta que mencionó la persona que me llamó para decirme que saliera de ahí.La policía piensa que hay un tercer cómplice de la masacre, pero si matar a una persona es difícil, matar a dos debe de serlo aun más. Por muy ebrio que uno esté, se defiende ante el peligro, es el instinto de supervivencia. Tal vez no fueron tres si no cuatro. Aque