Capítulo 30
Al volver la cabeza para mirarla de nuevo, Daniel vio que Adriana ya se había ido a la pista de baile con aquel hombre.

Esta mujer sonreía extraordinariamente feliz. Los pasos de baile de los dos eran como si pisaran en el corazón de Daniel, y el cual se enojó mucho.

Finalmente, Daniel no pudo soportar más, tiró el cigarrillo al cenicero, se levantó y se dirigió hacia la pista de baile con el rostro frío.

Todos parecían confusos:

—¿Qué le pasa a Daniel?

Germán, al contrario, sabía claramente y se burló:

—Alguien está causando problemas.

—¿Cómo?

—¡No hagan tantas preguntas! ¡Seguimos!

Germán señaló las cartas y dejó de hablar. Después de todo, era asunto ajeno, no era adecuado chismear tanto.

El protagonista de este chisme, Daniel, al llegar al lado de Adriana, la llevó sin decir nada.

Esto fue lo que Adriana esperaba.

Aunque Daniel no la amaba, como era tan sensible a su propia reputación, no permitía que su esposa le pusiera los cuernos en sí mismo en público.

Por eso, Da
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