Capítulo 8
Tras decir esto, la vendedora llevó el vestido y se dirigió al sector de la caja, para realizar el cobro.

—Cuando volví a México, Daniel me recogió personalmente en el aeropuerto, incluso reservó todas localidades de mi recital y me envió mis rosas favoritas... —comenzó a ostentar Paula orgullosamente y se rio como si fuera la vencedora—. Adriana, si no eres capaz de conquistar el corazón de un hombre, sería sensato rendirte. Si no, solo lograrás quedar en vergüenza.

—Si él se preocupa tanto por ti, ¿cómo es que no te dijo antes que a nadie que estamos por divorciarnos? —preguntó Adriana, con tono burlón, mirándola con frialdad.

Paula se quedó atónita por esas palabras y pensó:

«¿Están por divorciarse? ¡No me dijo nada! De hecho, el día que cenamos juntos, le pregunté qué tal estaba su matrimonio y me respondió que todo estaba bien. Tal vez no me dijo la verdad porque aún está enfadado conmigo».

Al ver la reacción de Paula, Adriana comprendió todo, por lo que sonrió y se regodeó
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