Capítulo 14
—¿Lo merece? —se burló Daniel y continuó con tono satisfecho—: La di una buena vida, ¿por qué estaría molesta?

Germán encendió un cigarro, sin prestar atención y dijo:

—Las mujeres siempre son codiciosas, ¿no? Ya que tenía tu cuerpo, quería aún más, por ejemplo, tu corazón.

Al oír eso, Daniel se quedó sin palabras. Efectivamente, no sabía bien lo que ella quería. A su parecer, Adriana se había casado con él por el poder de la Familia Kash. Pero lo raro era que a veces no creía lo mismo. ¡Qué molestia!

—Ya llevan tres años casados, ¿verdad? Seguro que le comprarás un regalo para su aniversario. Eso hará que deje de estar furiosa —lo consoló Germán, al ver el disgusto en el rostro de su amigo.

—¡No me importa si se enoja o no! —fingió Daniel, a pesar de que ya estaba pensando en eso.

Al día siguiente.

—Ayúdame a preparar un regalo —le ordenó Daniel a Diego, su asistente.

—¿De qué tipo?

Frente a esa pregunta, Daniel se sintió aturdido. No se había percatado hasta ese momento
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