Adriana respondió con rostro inexpresivo:—No volveré. El mayordomo se quedó atónita, luego persuadió a ella:—Señora, por favor, no se enoje más por el señor. En los últimos días, el señor se cambia mucho, todos los días regresa a casa y duerme aquí. A Adriana le daba igual lo que pasara, se burló a ella misma:—Claro que vuelva, con mi ausencia. —Señora... Con sorpresa, se oyó que se paraba un coche que fuera de casa.Mirando hacia la puerta, resultó que Daniel bajaba del auto. En cualquier momento, se veía brillante. Se mostraba la elegancia y nobleza vestido de un traje limpio. Su cara lindo siempre atraía a las personas.Daniel pasó por Adriana sin mirarla diciendo:—Ven al estudio.Adriana se sentía un poco nerviosa y seguía los pasos de él.Daniel no se detuvo ni un segundo para esperarla, ni siquiera le dio una mirada.Sin duda, este hombre no sabía nada de la desesperanza de que siempre deseaba algo pero no lograba ninguna respuesta.Después de entrar en el
Daniel se lanzó sobre ella y la empujó contra el sofá, sin piedad ninguna.Adriana se puso nerviosa al instante: «¡No puedas tener sexo conmigo! Estoy embarazada... ¡Prohibido absoluto!»Pensando en esto, se resistió con fuerza:—¡Daniel! ¡Suéltame! ¡No me toques!Daniel soltó una risica, seguía burlándose:—¿Hace mucho tiempo que no haces amor, eh? Me atraes de tal manera para que te coja, ¿cierto? ¡Buenísimo, hoy te voy a satisfacer!Adriana no se atrevía a imaginar cómo la trataría con rudeza ese hombre, que estaba tan enojado. Ni siquiera tenía tiempo para pensar, porque Daniel ya empezó a quitarle la ropa.Para proteger su bebé, Adriana luchó aún más:—Daniel, ¡no te quiero ni me importas tú! ¡Suéltame! ¡Suéltame rápido!Daniel le sujetó la barbilla, y continuó sarcásticamente:—A ver, pareces dejar de molestarme sin parar con el propósito de que me gustas, pero ahora finges separarte de mí para que me arrepienta, ¿es así?Después de hablarlo, Daniel la besó ferozmente.
—Bueno.Después de responder, Daniel se levantó lentamente.Justo cuando daba un paso, su pie pisó el collar.Pensando en lo que acababa de pasar, Daniel se puso serio, recogió el collar y salió del estudio.Al bajarse del piso, se lo entregó al mayordomo:—Tíralo.El mayordomo se quedó helado por un momento, aunque no sabía de qué marca era, se daba cuenta de que valía mucho sin duda alguna.¿Por qué tiraría un collar tan lindo?No lo sabía ni se atrevió a preguntar.Paula, que estaba sentada en el sofá, preguntó:—Daniel, no seas tan derrochador. Si no quieres este collar, entonces dámelo. ¿De acuerdo?Mientras lo decía, ya se había levantado y caminaba delante de Daniel.El mayordomo lanzó una mirada inquisitiva hacia Daniel: «¿Qué debería hacer con este collar?»Después de mirar fijamente el collar durante varios segundos, Daniel arrojó el collar hacia Paula, como si tirara una basura, dijo:—Como quieras.Paula no tardó en recibirlo, y se rio felizmente:—Daniel, e
Daniel vaciló un momento, antes de contestar.Aunque ya no la quería, los dos seguían siendo amigos, por lo que en un momento como aquel, no podía rechazar su petición.—Llévala a la habitación de invitados para que descanse —le dijo al mayordomo.—Muchas gracias, Daniel... —dijo Paula, con una sonrisa de agradecimiento.—Cuando te sientas bien, vete rápido.Tras decir esto, Daniel subió las escaleras, dejándola a solas con el mayordomo.…En la casa de Carmen.Las náuseas que sentía Adriana, producto del embarazo, aún no había mejorado en absoluto.Después de almorzar, corrió de nuevo al lavabo y vomitó hasta el agotamiento.Cuando terminó, sintiéndose débil y sin fuerzas, salió del baño, en el mismo momento en el que su móvil sonaba con una notificación del mensaje.Adriana se acercó y vio que se trataba de un número desconocido. Lo revisó y su expresión cambió al leer el contenido.El contenido eran unas fotos, en que las que se veía a Paula tumbada en la cama, la misma
Paula le miró con cara dolida:—Daniel, nunca me dijiste así...—¡Todo ya pasó! —Daniel frunció el ceño, la miró y dijo palabra por palabra—. Escucha, ahora, esta habitación, sin mi permiso, ¡no entres!Paula casi lloraba: «Como de adivinar, ya sentía algo diferente por Adriana. Si no, ¿cómo podría retrasar el divorcio?»Pero no se atrevió a decir más, o provocaría su ira.—Pues volveré. Paula se fue, agachando la cabeza para que él no viera sus ojos rojos.Justo en ese momento, sonó el celular de Daniel. Al ver quién le llamaba, se puso molesto: «¿Qué quiere hacer esta mujer? ¿Por qué me llama de nuevo?»Contestó al teléfono con tono indiferente:—Dime.—Te espero en la Oficina de Asuntos Civiles, ven aquí ahora. No quiero dejar el divorcio para más tarde.Adriana fue al grano, porque la foto que le envió Paula, la hizo estar completamente decidida.De todos modos, ya no podía aguantar más.Como Daniel no podía guardar la distancia con otras mujeres, no se lo obligó.En
Daniel le dio una mirada fría a Adriana antes de contestar al teléfono.Fue de la mansión de sus abuelos.—¡Señor Daniel! ¡Anda mal! ¡La señora se cayó por las escaleras! Parece bastante grave...Las palabras del mayordomo, como una gran piedra, golpeaba el corazón de Daniel una y otra vez.Preguntó de inmediato nerviosamente:—¿Qué pasó entonces? ¿Cómo se cayó?—El señor Javier le acompañó al hospital. La situación concreta, aún es difícil de decir...—¡¿Cuál hospital?!Preguntó Daniel en voz ronca, estaba tan triste que casi se caían las lágrimas.Los abuelos, eran personas muy importantes en su vida. Cualquier cosa relacionada con ellos le emocionó fácilmente.—¡El Hospital Público!"Daniel terminó la llamada inmediatamente, estaba a punto de subir al coche y fue detenido por Adriana.—¡Deja el divorcio! ¡Tengo algo que hacer!Daniel gritó con furia. Este hombre, que siempre estaba tranquilo, en ese momento tenía una cara pánica.Adriana escuchó todos de esa llamada tel
Adriana y Javier seguían sentados, pero se veían con mucha inquietud.El médico se quitó la mascarilla y dijo con cara seria:—La operación resultó un éxito, y la paciente ya volvió en sí. En cuanto a la lesión cerebral, permanecerá hospitalizada por un tiempo en observación. Si no se empeora, será dado de alta.Las palabras del doctor hicieron que todos suspiraran de alivio.Daniel dijo con sinceridad:—¡Gracias!—Pueden ir a la sala de paciente y la visitan ahora.Después de decirlo, el doctor se marchó.Hasta ese entonces, Javier se sentía mucho más tranquilo y dijo:—Menos mal, no pasó nada. De lo contrario estaría...Adriana se apresuró a interrumpirle:—Abuelo, no diga así. Vamos a ver a la abuela.—Bueno.De camino a la sala, el abuelo dijo con cierta emoción:—Adri, ¿sabes? Le debo a tu abuela.Adriana frunció el ceño, se sentía dudosa: «¿Cómo? El abuelo siempre trata bien a la abuela, ¿por qué dijo así?»Javier sonrió amargamente y continuó:—Cuando era joven,
«¿No puede ser que, él quería protegerme?»Pensando eso, Adriana dejó de mirarlo y caminó adelante.Los dos reflexionaron en sus propias cosas, sin se comunicaron.Al llegar a la casa de Adriana, la cual sacó la llave para abrir la puerta, diciendo:—Ya estoy en casa. Puedes volver para decir al abuelo...Antes de que Adriana terminara sus palabras, Daniel entró en la casa.Adriana se sorprendió:—¿Qué estás haciendo ahora?Daniel estaba mirando al alrededor y dijo tranquilamente:—Prepara algo para que come.—Daniel, ¿estás loco o qué? Vete al restaurante, no me molestes.—Te recomiendo que lo prepárese rápidamente, o dormiré aquí está noche.Diciendo eso, Daniel ya se sentó en el sofá: «Esta mujer siempre me urge salir. ¿Por qué obedezco a ella? Bueno ya, no me quiero ir. A ver cómo reaccione Adriana».Daniel no se imaginaba que se sintiera tan alegre cuando Adriana se enfurecía por la broma de él. Incluso sospechó que si tenía algún problema mental.Y en cuanto a Adria