Adriana le miró, dijo con un tono poco amable:—¡Cállate!Manuel se rio sarcásticamente:—¿Y qué? Lo que dije era la verdad de Perogrullo. Hace tres años, Caeiro Jiménez, el presidente de la mayor fábrica de electrónica de la ciudad, fue encarcelado por violación. Fue un escándalo tan impresionante, todo el mundo lo sabía.—¡Mi padre no lo hizo!Adriana se enojó mucho y defendió a su padre. Pero la defensa sin prueba era relativamente inconvencible.La gente comenzaron a chismear.—Es la hija de Caeiro Jiménez, ¿eh? ¡Madre mía! ¿Cómo se atrevió a asistir a una gala benéfica? ¡Ridiculísimo!—Probablemente, quería hacer algo de caridad para expiar los pecados de su padre.—¡Caras vemos, corazones no sabemos! Ese Caeiro, era una persona decente en apariencia, ¡pero resultó ser una escoria de la humanidad! Seguramente, su hija sea igual que él.—¿Sabes qué? Dicen que después del encarcelamiento de Caeiro, su hija empezó a prostituirse...—¡Vaya! El padre violó y la hija se prosti
Daniel dio la orden con rostro inexpresivo:—Hazle desaparecer.—Sí, me encargaré. —Diego respondió obedientemente, y agregó —. ¿Le llevaré de vuelto primero?—No hace falta, ya puedes salir del trabajo.—Sí, señor.Diego le dio una sonrisa y se marchó.Viendo así, Paula se emocionó y pensó: «¡Perfecto! Como lo que pensé, ¡Daniel le dejó ir al asistente para estar a solas conmigo! De verdad aún le gusto».Al ver a Daniel caminar por delante para conducir, Paula estaba dispuesta a abrir la puerta del coche y quería sentarse en el asiento del pasajero. Sin embargo, fue detenida por Daniel:—¿Qué haces?Paula estaba muy avergonzada, pero intentó hacerse sonreír:—Pues... ¿No vas a enviarme a casa?—¿No hay varios autos de recogida y entrega de la gala benéfica?Lo que Daniel quería decir para los efectos era que: No tenía ninguna intención de enviarla a casa.Paula se esforzó para calmarse, dio una sonrisa poca bonita:—Pero no será difícil si me llevas a casa, ¿verdad? Just
—¿Lo merece? —se burló Daniel y continuó con tono satisfecho—: La di una buena vida, ¿por qué estaría molesta?Germán encendió un cigarro, sin prestar atención y dijo:—Las mujeres siempre son codiciosas, ¿no? Ya que tenía tu cuerpo, quería aún más, por ejemplo, tu corazón. Al oír eso, Daniel se quedó sin palabras. Efectivamente, no sabía bien lo que ella quería. A su parecer, Adriana se había casado con él por el poder de la Familia Kash. Pero lo raro era que a veces no creía lo mismo. ¡Qué molestia! —Ya llevan tres años casados, ¿verdad? Seguro que le comprarás un regalo para su aniversario. Eso hará que deje de estar furiosa —lo consoló Germán, al ver el disgusto en el rostro de su amigo.—¡No me importa si se enoja o no! —fingió Daniel, a pesar de que ya estaba pensando en eso.Al día siguiente.—Ayúdame a preparar un regalo —le ordenó Daniel a Diego, su asistente. —¿De qué tipo? Frente a esa pregunta, Daniel se sintió aturdido. No se había percatado hasta ese momento
Adriana respondió con rostro inexpresivo:—No volveré. El mayordomo se quedó atónita, luego persuadió a ella:—Señora, por favor, no se enoje más por el señor. En los últimos días, el señor se cambia mucho, todos los días regresa a casa y duerme aquí. A Adriana le daba igual lo que pasara, se burló a ella misma:—Claro que vuelva, con mi ausencia. —Señora... Con sorpresa, se oyó que se paraba un coche que fuera de casa.Mirando hacia la puerta, resultó que Daniel bajaba del auto. En cualquier momento, se veía brillante. Se mostraba la elegancia y nobleza vestido de un traje limpio. Su cara lindo siempre atraía a las personas.Daniel pasó por Adriana sin mirarla diciendo:—Ven al estudio.Adriana se sentía un poco nerviosa y seguía los pasos de él.Daniel no se detuvo ni un segundo para esperarla, ni siquiera le dio una mirada.Sin duda, este hombre no sabía nada de la desesperanza de que siempre deseaba algo pero no lograba ninguna respuesta.Después de entrar en el
Daniel se lanzó sobre ella y la empujó contra el sofá, sin piedad ninguna.Adriana se puso nerviosa al instante: «¡No puedas tener sexo conmigo! Estoy embarazada... ¡Prohibido absoluto!»Pensando en esto, se resistió con fuerza:—¡Daniel! ¡Suéltame! ¡No me toques!Daniel soltó una risica, seguía burlándose:—¿Hace mucho tiempo que no haces amor, eh? Me atraes de tal manera para que te coja, ¿cierto? ¡Buenísimo, hoy te voy a satisfacer!Adriana no se atrevía a imaginar cómo la trataría con rudeza ese hombre, que estaba tan enojado. Ni siquiera tenía tiempo para pensar, porque Daniel ya empezó a quitarle la ropa.Para proteger su bebé, Adriana luchó aún más:—Daniel, ¡no te quiero ni me importas tú! ¡Suéltame! ¡Suéltame rápido!Daniel le sujetó la barbilla, y continuó sarcásticamente:—A ver, pareces dejar de molestarme sin parar con el propósito de que me gustas, pero ahora finges separarte de mí para que me arrepienta, ¿es así?Después de hablarlo, Daniel la besó ferozmente.
—Bueno.Después de responder, Daniel se levantó lentamente.Justo cuando daba un paso, su pie pisó el collar.Pensando en lo que acababa de pasar, Daniel se puso serio, recogió el collar y salió del estudio.Al bajarse del piso, se lo entregó al mayordomo:—Tíralo.El mayordomo se quedó helado por un momento, aunque no sabía de qué marca era, se daba cuenta de que valía mucho sin duda alguna.¿Por qué tiraría un collar tan lindo?No lo sabía ni se atrevió a preguntar.Paula, que estaba sentada en el sofá, preguntó:—Daniel, no seas tan derrochador. Si no quieres este collar, entonces dámelo. ¿De acuerdo?Mientras lo decía, ya se había levantado y caminaba delante de Daniel.El mayordomo lanzó una mirada inquisitiva hacia Daniel: «¿Qué debería hacer con este collar?»Después de mirar fijamente el collar durante varios segundos, Daniel arrojó el collar hacia Paula, como si tirara una basura, dijo:—Como quieras.Paula no tardó en recibirlo, y se rio felizmente:—Daniel, e
Daniel vaciló un momento, antes de contestar.Aunque ya no la quería, los dos seguían siendo amigos, por lo que en un momento como aquel, no podía rechazar su petición.—Llévala a la habitación de invitados para que descanse —le dijo al mayordomo.—Muchas gracias, Daniel... —dijo Paula, con una sonrisa de agradecimiento.—Cuando te sientas bien, vete rápido.Tras decir esto, Daniel subió las escaleras, dejándola a solas con el mayordomo.…En la casa de Carmen.Las náuseas que sentía Adriana, producto del embarazo, aún no había mejorado en absoluto.Después de almorzar, corrió de nuevo al lavabo y vomitó hasta el agotamiento.Cuando terminó, sintiéndose débil y sin fuerzas, salió del baño, en el mismo momento en el que su móvil sonaba con una notificación del mensaje.Adriana se acercó y vio que se trataba de un número desconocido. Lo revisó y su expresión cambió al leer el contenido.El contenido eran unas fotos, en que las que se veía a Paula tumbada en la cama, la misma
Paula le miró con cara dolida:—Daniel, nunca me dijiste así...—¡Todo ya pasó! —Daniel frunció el ceño, la miró y dijo palabra por palabra—. Escucha, ahora, esta habitación, sin mi permiso, ¡no entres!Paula casi lloraba: «Como de adivinar, ya sentía algo diferente por Adriana. Si no, ¿cómo podría retrasar el divorcio?»Pero no se atrevió a decir más, o provocaría su ira.—Pues volveré. Paula se fue, agachando la cabeza para que él no viera sus ojos rojos.Justo en ese momento, sonó el celular de Daniel. Al ver quién le llamaba, se puso molesto: «¿Qué quiere hacer esta mujer? ¿Por qué me llama de nuevo?»Contestó al teléfono con tono indiferente:—Dime.—Te espero en la Oficina de Asuntos Civiles, ven aquí ahora. No quiero dejar el divorcio para más tarde.Adriana fue al grano, porque la foto que le envió Paula, la hizo estar completamente decidida.De todos modos, ya no podía aguantar más.Como Daniel no podía guardar la distancia con otras mujeres, no se lo obligó.En