Llegué al restaurante treinta minutos antes de la hora acordada, por lo que Aiden aun no había llegado. Decidí esperarlo en la mesa donde siempre solemos comer juntos. En el reservado la bella Milán nocturna se abre paso ante mis ojos. Los rascacielos dan vida a cada calle iluminada. Los autos transitan en un tráfico no tan pesado mientras las personas caminan con cansancio o mucha vida por los senderos. Los humanos somos tan ajenos al mundo verdadero en sí, que lo único que vemos es perfección ante nuestros ojos, sin darnos cuenta del peligro que nos acecha en las sombras. Dejé los pensamientos temerosos a un lado y me dediqué a seguir contemplando la noche con una copa de vino blanco en mi mano derecha, esperando a que llegue el hombre que amo.
El aroma de su perfume me inundó las fosas nasales. Se quedó en silencio, quizás muy cerca de mí, porque esa colonia con toques de madera, salvaje y muy deliciosa, cada vez me golpeaba más fuerte en los sentidos.
-Hay mujeres bellas, pero no tan bellas y únicas como tú, mi amor -susurró en mi oído-. El color vino queda muy hermoso con el tono de tu piel.
Los vestidos y en general la ropa que siempre me regala son del mismo; su color favorito. Sonreí a los suaves besos que repartió en mi cuello descubierto hacia mi hombro.
-Sr. Bardot -me estremeció su mordisco juguetón en mi hombro desnudo-. Aiden...
-Aunque de tus labios suene hermoso el Sr. Bardot, sabes que no me gusta que me digas así, princesa -me hace levantar del sofá de cuero-. Ven aquí, quiero contemplarte mejor.
Me giró suavemente con la palma de su mano apoyada en mi espalda baja. Al tenerlo de frente, esa sonrisa que tanto me gusta y me descontrola apareció en sus labios. Suspiré viéndolo tan elegante y guapo como siempre, en un impecable traje gris, camisa blanca y una corbata a juego con mi vestido. En sus ojos el amor cada que me mira está más que demostrado y evidente.
-Mi diosa -me estrechó entre sus brazos fuertemente-. Estás semanas sin ti fueron una verdadera agonía.
-Ese viaje de negocios fue muy largo -recostó su frente de la mía, rozando ligeramente nuestros labios-. Te extrañé muchísimo, Aiden.
-Ya estoy aquí, princesa -nos besamos como si fuera la primera vez que lo hiciéramos; suave y apasionadamente-. Ya no viajaré más. De ahora en adelante trataré los negocios desde aquí. Además de que no me gusta irme por tantos días y dejarte acá tan solita.
Me quedé en silencio, solo escuchando, sintiendo y sumergiéndome en el calor que brotan sus labios. No soy quién para reclamarle, pues sé perfectamente cuan demandante es su trabajo. Estar en el manejo total de una bolsa de valores y una cadena de restaurantes no ha de ser nada fácil de llevar. Antes saca de su tan apretado tiempo para estar conmigo.
-Siéntate, princesa, muero de hambre -me ayudó a volver a sentarme.
-Buenas noches, Sr. Bardot. Srta. Harris -el camarero nos atendió-. Aquí está su cena. Disfrútenla.
Fruncí el ceño, desconcertada y confundida. Pero si aun no hemos pedido nada, cómo es qué... dos camareras más llegaron tras el joven, con nuestra comida y una botella más de vino. Lo volvió a hacer, Aiden Bardot no tiene remedio. Sonreí viéndolo hablar con el camarero, mientras el chico muy gentilmente empezó a nombrar nuestros platos y desearnos un buen provecho.
-Dale mis saludos a Pierre -el chico se inclinó ligeramente antes de dejarnos solos.
-No sé cómo es que no lo has convencido para que te venda este lugar tan magistral -llevé un trozo de carne a mi boca, el cual se deshizo en segundos por lo blanda, jugosa y rica-. Deliciosa.
-Espero poder escucharte gemir así más tarde en nuestra habitación -dejé un golpe en su hombro y rio-. ¿Qué? ¿Es que no has extrañado mis caricias ni un poco?.
Llevé el tenedor a mi boca, arrancando el trozo de carne muy sensual con mis dientes. Mordió su labio inferior, acomodando el nudo bien hecho de su corbata.
Sonreí satisfecha.
-Puede que un poco -me encogí de hombros.
Enarcó una ceja.
-Yo mismo lo descubriré -nos quedamos mirándonos fijamente, perdiéndonos en la mirada del otro. Es tan perfecto. Definitivamente quiero morir a su lado.
Seguimos comiendo, bebiendo y hablando de todo un poco. Me gusta mucho que me haga simples preguntas de cómo fueron mis días e incluso de qué prendas usé para sobrevivir al frío que hay ahora en la ciudad. Aiden es tierno y un caballero en todo el sentido de la palabra. Lo amo cada cada segundo más que va pasando en el día.
No sé cuántas horas pasamos comiendo de nuestro postre favorito, viendo los edificios imponentes frente a nosotros, mientras Aiden me contaba alguna que otra anécdota de su niñez. Son pocas las veces que habla de sus padres y de sus dos hermanos mayores, por lo que, escucharlo tan animado, me terminó de enamorar y a su vez tener cientos de preguntas. Parece amarlos mucho, pero aun no sé qué pudo haber pasado para que la relación con su familia se acabara de tajo, ya que una sola vez mencionó que llevaba años sin hablarse con ellos.
Terminé de comer mi postre, por lo que el vestido empezó a apretarme la panza. No debí comer tanto, pero es imposible no caer a las deliciosas comidas de Pierre.
-Un poco más y me exploto -bromeé, sacando de mis pensamientos las ideas que me hice con la cena.
No voy a negar, mi hice ilusiones que no eran. Pero aun no es tiempo, supongo yo. Aiden es así, un hombre detallista y muy atento, no debo de ilusionarme con cada cena que tengamos.
-Me da gusto que hayas quedado llenita, pero espero que hayas guardado un poquito de espacio para mí -esbozó una sonrisa maliciosa y muy atractiva.
Aiden no me dio tiempo de llegar a casa y, de por lo menos quitarme los tacones, pues según atravesamos la puerta de su majestuosa casa, me vi presa entre la puerta y su cuerpo. No sé por qué su lado dominante y fogoso solo hace que me termine de perder en él. Es como amar el bien y el mal, literalmente.—Tengo muchas ganas de ti, mi diosa preciosa —llevó mis brazos por arriba de mi cabeza, presionando suavemente su erección en mi vientre bajo—. ¿Sientes lo que he tenido que retener por todos estos días que hemos estado lejos? Para la próxima te vienes conmigo.Enarqué una ceja.—No es como que hubieran sido muchos días. Estás exagerando bastante, Sr. Bardot —eché más leña al fuego—. Además, tengo mis responsabilidades. No soy doña millonaria como para darme esos lujos. Te recuerdo, soy una simple mortal, con un trabajo ordinario y un jefe que no da acomodos para cualquiera.—No me gusta que hables de esa manera. Sabes perfectamente, que bien podría...
—Vamos a darnos un buen baño —asentí con la cabeza, pues mi voz no sale después de tan largo y húmedo beso.Aiden sonrió ladeado, levantándose de encima mío y dándome de su mano para que así me levantara también.—Esto nos estorba mucho —bajó mi vestido en un solo segundo—. Esto también...Apretó mi trasero antes de quitarme la ropa interior. Ya no me da tanta vergüenza como antes de estar completamente desnuda frente a él, pero igual no deja de ser incómodo. Aiden es tremendo hombre, con un buen cuerpo y un atractivo que detiene el corazón de cualquiera, mientras yo soy gordita y un poco bajita, pero con un enorme corazón. No voy a negar, al principio de nuestra relación no me la creía, pues cómo un hombre tan guapo como él, se fijaría en una mujer como yo. Venimos de mundos diferentes, pero aun así, aquí estamos juntos, uniendo esos dos mundos y creando uno solo.Él me dio amor, protección y mucha seguridad. Es gracias a él que mis inseguridades se han esfu
No sé qué más hacer que no sea fundirme entre sus labios y la humedad de su lengua. Mis lágrimas son de pura felicidad, pues después tantas ilusiones que me he hecho últimamente por fin ha llegado el momento en que se decidiera a dar el gran paso.Entre beso y beso las cosas fueron escalando muy rápido. Nuestros cuerpos se acoplaron en una danza única de nunca acabar. Aiden bajó sus besos por mi cuello, hasta llegar a mi senos y atacarlos sin ningún tipo de compasión. Al sentir sus dientes tirar de mi pezón, ese calor y ese cosquilleo intenso se fue intensificando cada vez más. No pude dejar de gemir ni un solo segundo, ese poder es mucho más fuerte de lo que soy capaz de soportar.—Me extrañaban, ¿verdad? —alternó las suaves mordidas en ambos senos.—Mucho... —gemí, frotándome contra su cuerpo lentamente—. Hazme el amor, Aiden.Cruzamos mirada por una fracción de segundo. Sus ojos parecían haber cambiado de color. Liberó mis pezones de sus dientes y, entrela
Entre el bastante trabajo que he tenido y los preparativos de la boda, no he tenido mucho tiempo para hablar con mis padres y darles la noticia del compromiso. Además, Aiden parece no querer soltarme de sus brazos.Estas últimas semanas en las que hemos empezado a vivir juntos, se ha portado de lo más tierno y atento conmigo. Nada que no haya hecho ya, pero es que cada detalle que posee me hace amarlo infinitamente más.Tres meses es muy poco el tiempo el que tenemos para organizar un boda, pero la organizadora que hemos contratado es la mejor y tiene toda la fe en que para ese día todo esté totalmente listo para casarnos. Cómo no soy mujer de tener amigos, le he pedido a Tessa que sea mi madrina de bodas, por lo que gustosa y feliz aceptó sin problema alguno. Cada día la emoción y los nervios me gobiernan más. No veo la hora de darle el sí definitivo a Aiden frente a todos y frente a Dios.El día en la oficina se me hace muy corto, por lo que llevo trabajo a casa
Los meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Todo parecía estar bien, pero algo me daba la leve impresión de que no era así. Aunque Aiden sigue siendo el mismo hombre amoroso, detallista, atento y perfecto de siempre, en su mirada noto algo más. Es como preocupación y miedo, tal vez. Quiero creer que se debe a nuestra boda; yo también me encuentro de la misma forma. Estamos a días de casarnos, por lo que es normal estar tan nerviosos y ansiosos, ¿no?.Tessa y yo vinimos a hacernos la última prueba de nuestros vestidos, y lo que me sorprendió fue el hecho de que el mío me quedara ajustado.—Es imposible, las medidas son las tuyas. No puede haber equivocación alguna —dijo Miranda, la diseñadora de mi vestido viendo su libreta.—¿Y entonces que hacemos? La boda es en tres días. He venido cuidando mi alimentación, pero al parecer no
Observé el resultado de los análisis de sangre con las manos temblorosas, con el corazón acelerado y con un nudo formándose en mi garganta. No había abierto los resultados por miedo a al resultado que hubiera en el, pero ahora las emociones se han adueñado de mí. Alterné la vista entre la hoja y el espejo frente a mí; jamás había creído que me vería tan bonita en un vestido de novia, lista para salir y dar un gran paso a una nueva vida y con cientos de miedos e inseguridades que se han venido formando en mi cabeza desde hace días atrás.¿Seremos lo suficientemente buenos en esta vida? ¿Tendremos la felicidad que tanto hemos soñado uno en brazos del otro?.Por supuesto, cómo olvidar aquel mensaje anónimo que recibí. Ha sido imposible sacar de mi mente esa imagen tan horrible y sangrienta. De solo pensar en el charco de sangre y en la piel abierta del cuello de esa mujer, un frío corre por mi espina dorsal y los ascos me dominan casi instantáneamente. Estoy segura que Aide
El corazón se me fue acelerando con cada paso que voy dando por la cubierta del brazo de mis padres. La suave música nupcial más las miradas de los asistentes me tienen con los nervios a flor de piel. Aiden está en el fondo, bajo un arco de flores coloridas y vestido en un traje blanco el cual no me lo esperaba en lo más mínimo. Creí que se casaría en traje negro, gris o incluso de vinotinto, pero debo admitir lo atractivo y elegante que se ve por completo de blanco. Su piel bronceada le resalta a la perfección.Conectamos miradas y su sonrisa se ensanchó cada vez más, haciendo que las personas a nuestro alrededor sean invisibles ante nuestros ojos. Las piernas me tiemblan sin control, y el corazón lo tengo atorado en la garganta. Es difícil poder contener las lágrimas, pero me las trago para no arruinar el maquillaje que llevo en el rostro.—Te entregamos a nuestro preciado tesoro, sé que la cuidarás y la amarás por encima de todo, ¿cierto? —mi padre y Aiden se dieron u
La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.—¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa —susurró.—Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando —percibí su erección en mi estómago.—¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo —me besó efusivamente—. Quiero hacerte el amor hast