Aiden no me dio tiempo de llegar a casa y, de por lo menos quitarme los tacones, pues según atravesamos la puerta de su majestuosa casa, me vi presa entre la puerta y su cuerpo. No sé por qué su lado dominante y fogoso solo hace que me termine de perder en él. Es como amar el bien y el mal, literalmente.
—Tengo muchas ganas de ti, mi diosa preciosa —llevó mis brazos por arriba de mi cabeza, presionando suavemente su erección en mi vientre bajo—. ¿Sientes lo que he tenido que retener por todos estos días que hemos estado lejos? Para la próxima te vienes conmigo.
Enarqué una ceja.
—No es como que hubieran sido muchos días. Estás exagerando bastante, Sr. Bardot —eché más leña al fuego—. Además, tengo mis responsabilidades. No soy doña millonaria como para darme esos lujos. Te recuerdo, soy una simple mortal, con un trabajo ordinario y un jefe que no da acomodos para cualquiera.
—No me gusta que hables de esa manera. Sabes perfectamente, que bien podría...
—Aiden Bardot, quedamos en no volver a tocar este tema —le recordé—. El día en que abra mi propia editorial será a costa de mi esfuerzo y de mi propio dinero, no debido a tu ayuda. Te lo agradezco, pero no quiero aprovecharme de ti. No de esa manera.
—Está bien, no insistiré más —acercó sus labios a mi oreja—. Tomemos una ducha juntos. Quiero quitarte ese vestido de una vez y por todas.
Su mordisco en el lóbulo de mi oreja me generó una mezcla de diferentes sensaciones únicas y fantásticas por todo el cuerpo. Tiene la facilidad de hacer que me encienda en una milésima fracción de segundo.
Subimos a la habitación tomados de la mano. No he dejado de pensar en la propuesta que quiero hacerle, pero a su vez, no puedo proponerle matrimonio con las manos vacías. Lo mejor será esperar que llegue el momento adecuado y hacer de esa proposición la más hermosa de todas.
—¿Estás bien, mi cielo? —interrumpió mis pensamientos—. He estado hablando solo.
—Discúlpame, mi vida. ¿Qué me decías?.
Se me quedó viendo curioso y con una sonrisa ladeada.
—Siéntate en la cama —pidió, y eso hice.
Se arrodilló frente a mí, para luego tomar mi pierna y subirla a sobre la suya. La caricia que fue dejando en mi pierna hacia el pie, me provocó cosquillas y un hormigueo agradable. ¿Puede haber en el mundo alguien más perfecto que él?.
—Sé que no te gustan los tacones altos, por lo mismo que tus piernas y pies se lastiman.
Quitó mis tacones, uno a uno con lentitud y suavidad. Sonrió antes de empezar a masajear mis piernas. Siempre tan atento, al pendiente de mi salud. Los tacones me gustan, pero por mi peso, el cansancio es mucho más agotador.
Sus manos son mágicas, pues cada que entran en contacto con mi piel, todo dolor y ardor que sentía en las piernas desapareció con suma rapidez. Es inevitable no soltar gemidos placenteros a causa de sus caricias.
—¿Mucho mejor?.
—Sí —gemí involuntariamente—. Muchísimo mejor...
—Me la pones difícil —murmuró.
Reí, manteniendo los ojos cerrados y disfrutando del masaje. Ni cuenta me di que ya estaba tendida sobre la cama.
—Mucha tortura.
Se tiró en una milésima de segundo sobre mí, posicionándose entre el medio de mis piernas y llevando mis manos por arriba de mi cabeza. Nuestros alientos se mezclaron en un abrir y cerrar de ojos. El como me besó fue el encendido automático para todo mi cuerpo. La humedad de su lengua, más los mordiscos de sus dientes en mis labios son un detonante hacia mis sentidos.
Lo deseo, y mucho. Desde la primera vez que me entregué a él, aun y con todas mis inseguridades del pasado, no hay otro hombre con el cual pueda imaginar algo como esto. Sabe perfectamente que punto tocar para terminar rendida a sus pies.
Descendió sus labios por mi cuello, incrementando a su vez el calor en mi interior. Recorrió con su lengua mi clavícula, hasta que se detuvo entre el medio del valle de mis senos. La humedad que estoy sintiendo me hará explotar.
—En este mundo no exite nadie más con quién quiera estar que no seas tú —acarició la curvatura de mi cuerpo, deteniendo las manos a cada lado de mis caderas y presionando su dureza en mi muslos—. Eres la mujer de mi vida y todo mi mundo gira alrededor tuyo, Sara. Nada de este patético hombre tendría sentido si tú no estás a mi lado. Esta noche es tuya, nuestra; de demostrarnos lo mucho que nos amamos tu y yo.
Mi corazón se estrelló bruscamente contra el suyo. Cada una de las palabras que me va diciendo me suben a lo más alto del cielo, y de esa nube en la que ando por ahora no planeo bajarme nunca.
—Lo eres todo para mí, Aiden. Eres mi primer, mi único y mi último amor —tomé su corbata, para así acercarlo a mí y robar sus dulces y cálidos labios en un beso vehemente—. Todo te lo entrego de mí, cariño.
—Vamos a darnos un buen baño —asentí con la cabeza, pues mi voz no sale después de tan largo y húmedo beso.Aiden sonrió ladeado, levantándose de encima mío y dándome de su mano para que así me levantara también.—Esto nos estorba mucho —bajó mi vestido en un solo segundo—. Esto también...Apretó mi trasero antes de quitarme la ropa interior. Ya no me da tanta vergüenza como antes de estar completamente desnuda frente a él, pero igual no deja de ser incómodo. Aiden es tremendo hombre, con un buen cuerpo y un atractivo que detiene el corazón de cualquiera, mientras yo soy gordita y un poco bajita, pero con un enorme corazón. No voy a negar, al principio de nuestra relación no me la creía, pues cómo un hombre tan guapo como él, se fijaría en una mujer como yo. Venimos de mundos diferentes, pero aun así, aquí estamos juntos, uniendo esos dos mundos y creando uno solo.Él me dio amor, protección y mucha seguridad. Es gracias a él que mis inseguridades se han esfu
No sé qué más hacer que no sea fundirme entre sus labios y la humedad de su lengua. Mis lágrimas son de pura felicidad, pues después tantas ilusiones que me he hecho últimamente por fin ha llegado el momento en que se decidiera a dar el gran paso.Entre beso y beso las cosas fueron escalando muy rápido. Nuestros cuerpos se acoplaron en una danza única de nunca acabar. Aiden bajó sus besos por mi cuello, hasta llegar a mi senos y atacarlos sin ningún tipo de compasión. Al sentir sus dientes tirar de mi pezón, ese calor y ese cosquilleo intenso se fue intensificando cada vez más. No pude dejar de gemir ni un solo segundo, ese poder es mucho más fuerte de lo que soy capaz de soportar.—Me extrañaban, ¿verdad? —alternó las suaves mordidas en ambos senos.—Mucho... —gemí, frotándome contra su cuerpo lentamente—. Hazme el amor, Aiden.Cruzamos mirada por una fracción de segundo. Sus ojos parecían haber cambiado de color. Liberó mis pezones de sus dientes y, entrela
Entre el bastante trabajo que he tenido y los preparativos de la boda, no he tenido mucho tiempo para hablar con mis padres y darles la noticia del compromiso. Además, Aiden parece no querer soltarme de sus brazos.Estas últimas semanas en las que hemos empezado a vivir juntos, se ha portado de lo más tierno y atento conmigo. Nada que no haya hecho ya, pero es que cada detalle que posee me hace amarlo infinitamente más.Tres meses es muy poco el tiempo el que tenemos para organizar un boda, pero la organizadora que hemos contratado es la mejor y tiene toda la fe en que para ese día todo esté totalmente listo para casarnos. Cómo no soy mujer de tener amigos, le he pedido a Tessa que sea mi madrina de bodas, por lo que gustosa y feliz aceptó sin problema alguno. Cada día la emoción y los nervios me gobiernan más. No veo la hora de darle el sí definitivo a Aiden frente a todos y frente a Dios.El día en la oficina se me hace muy corto, por lo que llevo trabajo a casa
Los meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Todo parecía estar bien, pero algo me daba la leve impresión de que no era así. Aunque Aiden sigue siendo el mismo hombre amoroso, detallista, atento y perfecto de siempre, en su mirada noto algo más. Es como preocupación y miedo, tal vez. Quiero creer que se debe a nuestra boda; yo también me encuentro de la misma forma. Estamos a días de casarnos, por lo que es normal estar tan nerviosos y ansiosos, ¿no?.Tessa y yo vinimos a hacernos la última prueba de nuestros vestidos, y lo que me sorprendió fue el hecho de que el mío me quedara ajustado.—Es imposible, las medidas son las tuyas. No puede haber equivocación alguna —dijo Miranda, la diseñadora de mi vestido viendo su libreta.—¿Y entonces que hacemos? La boda es en tres días. He venido cuidando mi alimentación, pero al parecer no
Observé el resultado de los análisis de sangre con las manos temblorosas, con el corazón acelerado y con un nudo formándose en mi garganta. No había abierto los resultados por miedo a al resultado que hubiera en el, pero ahora las emociones se han adueñado de mí. Alterné la vista entre la hoja y el espejo frente a mí; jamás había creído que me vería tan bonita en un vestido de novia, lista para salir y dar un gran paso a una nueva vida y con cientos de miedos e inseguridades que se han venido formando en mi cabeza desde hace días atrás.¿Seremos lo suficientemente buenos en esta vida? ¿Tendremos la felicidad que tanto hemos soñado uno en brazos del otro?.Por supuesto, cómo olvidar aquel mensaje anónimo que recibí. Ha sido imposible sacar de mi mente esa imagen tan horrible y sangrienta. De solo pensar en el charco de sangre y en la piel abierta del cuello de esa mujer, un frío corre por mi espina dorsal y los ascos me dominan casi instantáneamente. Estoy segura que Aide
El corazón se me fue acelerando con cada paso que voy dando por la cubierta del brazo de mis padres. La suave música nupcial más las miradas de los asistentes me tienen con los nervios a flor de piel. Aiden está en el fondo, bajo un arco de flores coloridas y vestido en un traje blanco el cual no me lo esperaba en lo más mínimo. Creí que se casaría en traje negro, gris o incluso de vinotinto, pero debo admitir lo atractivo y elegante que se ve por completo de blanco. Su piel bronceada le resalta a la perfección.Conectamos miradas y su sonrisa se ensanchó cada vez más, haciendo que las personas a nuestro alrededor sean invisibles ante nuestros ojos. Las piernas me tiemblan sin control, y el corazón lo tengo atorado en la garganta. Es difícil poder contener las lágrimas, pero me las trago para no arruinar el maquillaje que llevo en el rostro.—Te entregamos a nuestro preciado tesoro, sé que la cuidarás y la amarás por encima de todo, ¿cierto? —mi padre y Aiden se dieron u
La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.—¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa —susurró.—Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando —percibí su erección en mi estómago.—¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo —me besó efusivamente—. Quiero hacerte el amor hast
Besó mi cuello antes de guiarme al interior de la habitación. Cerré los ojos, dejándome llevar a dónde tenga en mente. Me ayudó a sentar en una superficie suave y que se hundió con mi peso; la cama.—Vas a cerrar los ojos y no los vas a abrir, ¿entiendes?.—No voy a mirar, pero no seas tan misterioso —reímos.—Solo hazme caso, mi vida. Sé cuan curiosa eres.—No voy a mirar, lo prometo.Cerré los ojos, muriendo de la curiosidad. En el aire hay un aroma muy rico y envolvente, por lo que quiero ver cómo está decorada la habitación. Aiden me soltó, y por pocos segundos lo sentí caminar a mi alrededor. Luego regresó para cubrir mis ojos con una seda e hizo un amarre no tan apretado en la parte trasera de mi cabeza.—Oh, Sr. Bardot —dije pícaramente—. ¿Qué planea