El corazón se me fue acelerando con cada paso que voy dando por la cubierta del brazo de mis padres. La suave música nupcial más las miradas de los asistentes me tienen con los nervios a flor de piel. Aiden está en el fondo, bajo un arco de flores coloridas y vestido en un traje blanco el cual no me lo esperaba en lo más mínimo. Creí que se casaría en traje negro, gris o incluso de vinotinto, pero debo admitir lo atractivo y elegante que se ve por completo de blanco. Su piel bronceada le resalta a la perfección.
Conectamos miradas y su sonrisa se ensanchó cada vez más, haciendo que las personas a nuestro alrededor sean invisibles ante nuestros ojos. Las piernas me tiemblan sin control, y el corazón lo tengo atorado en la garganta. Es difícil poder contener las lágrimas, pero me las trago para no arruinar el maquillaje que llevo en el rostro.
—Te entregamos a nuestro preciado tesoro, sé que la cuidarás y la amarás por encima de todo, ¿cierto? —mi padre y Aiden se dieron u
La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.—¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa —susurró.—Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando —percibí su erección en mi estómago.—¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo —me besó efusivamente—. Quiero hacerte el amor hast
Besó mi cuello antes de guiarme al interior de la habitación. Cerré los ojos, dejándome llevar a dónde tenga en mente. Me ayudó a sentar en una superficie suave y que se hundió con mi peso; la cama.—Vas a cerrar los ojos y no los vas a abrir, ¿entiendes?.—No voy a mirar, pero no seas tan misterioso —reímos.—Solo hazme caso, mi vida. Sé cuan curiosa eres.—No voy a mirar, lo prometo.Cerré los ojos, muriendo de la curiosidad. En el aire hay un aroma muy rico y envolvente, por lo que quiero ver cómo está decorada la habitación. Aiden me soltó, y por pocos segundos lo sentí caminar a mi alrededor. Luego regresó para cubrir mis ojos con una seda e hizo un amarre no tan apretado en la parte trasera de mi cabeza.—Oh, Sr. Bardot —dije pícaramente—. ¿Qué planea
Descendió las mangas del vestido por mis brazos, al tiempo que repartía besos por mi nuca. No tardé en quedar expuesta ante él, pues lo único que cubre mi cuerpo es la lencería blanca y las medias veladas.—Tan perfecta y hermosa, y además es completamente mía —acarició cada curva de mi cuerpo con sus cálidas manos—. Me tienes a tus pies, entre tus piernas, colgando de tus manos y atrapado en tu corazón, mi reina.Reí.Rápida y expertamente liberó mis senos y los atacó con fervor. Sus besos, sus lamidas y sus leves mordidas en mis pezones producen que todo mi cuerpo se caliente a gran velocidad. Mis gemidos son fuertes y son pura motivación para seguir con su tortura. Deslizó la lengua por todo mi vientre, dejando un camino húmedo en mi piel hasta detenerse en el comienzo de mis bragas.—Aiden... —gemí.Sus dientes rozaron fugazmente mi piel, dejándola erizada y sensible a su acto. Bajó de a poco la prenda, y lo escuché maldecir mientras apretaba mi tra
Así como mis palabras salieron rápidamente de mi boca sin poder retenerlas, Aiden me soltó las muñecas y me permitió ver la luz tenue de la habitación. Sus ojos mostraron un brillo diferente en el instante que cruzamos mirada. El peso que estaba ejerciendo en mi cuerpo fue sustituido al instante que se rodó en la cama a mi lado.Obligándome a mirarlo, descansó las manos en mi vientre. El corazón se me quiere salir del pecho con la mirada y la expresión que me está mostrando. No logro descifrar si está enojado, feliz, sorprendido o simplemente lo agarré en el momento equivocado.—Me estás mintiendo, Sara —negué con la cabeza—. ¡Pude haberte lastimado, mi vida! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Cuánto tiempo tienes? Estuviste bebiendo, ¿sabes lo malo que es eso? También bailaste por largas horas, y sumemos que te tuve esposada y estuve a punto de...—Cálmate, mi amor —empujó aire bruscamente a los pulmones—. No pasó a más, embarazada o no, nunca me
Nuestra luna miel fue perfecta y hermosa. A cómo Aiden siga comportándose de esa forma tan linda y única conmigo, no dejaré ni que respire cerca de sus empleados, porque esa semilla de posesividad se ha venido sembrando en mí. Estuvo estás semanas muy al pendiente de mí y de mi bebé, cumpliendo con nuestros antojos y atendiendonos como se debe. Aunque la ginecóloga me recomendó hacer más ejercicio por sobre exceso de peso, Aiden no me dejó ir a caminar si no era con él a todo momento, por lo que no me estuvo mal. Hacer ejercicio con un tipo que se mantiene en forma es lo peor del mundo. Está demasiado sobreprotector, pero me gusta la manera en la que nos cuida. Y por supuesto que cómo olvidar el buen amor que me daba en las noches.El embarazo me tiene con las hormonas revueltas, con los ascos y los mareos bien vivos y con el sueño y el cansancio siempre presentes. En Venecia me realizaron una ecografía dónde me determinaron un embarazo normal, sano y ya avanzado de unas quinc
AIDENTodos tenemos secretos en la vida, unos sin importancia y poco relevantes para el mundo y otros de los cuales no son un orgullo para recordar, por lo que los hundimos en lo más profundo de nuestra memoria. Pero esos mismos fantasmas que suelen acechar en la oscuridad por más luz que haya, están justo siempre allí para hacernos recordar el vivo infierno que se vivió y que siempre viviremos. No estoy orgulloso de lo que hice la mayor parte de mi vida, pero estoy tratando de reintegrarme a una sociedad normal, dónde pueda salir, conocer y disfrutar sin necesidad de estar escondiéndome de nadie.O tal vez encontré ese rayito de luz y esperanza que le hacía falta a mi vida, y que me sacó de la oscuridad con tan solo una mirada. Todos en algún momento de nuestra vida merecemos esa oportunidad para cambiar de rumbo y camino, ¿no? Pues la mía fue Sara, un ángel precioso que cayó del cielo a mis brazos. Por supuesto que por nada en el mundo podría dejarla, ella lo es to
SARAChris Golden se encontraba en uno de los reservados del restaurante cuando el Sr. Golden y yo llegamos al lugar. No fue mucho lo que me contó del hombre de camino, a parte de que hizo una especialización en cirugía en Inglaterra, y no periodismo como él. También mencionó que llevaba más de diez años sin venir a Milán, por lo que estaba muy contento de tener a su único hijo consigo. Se me hace extraño que un médico cirujano trabaje para una editorial, en lugar de dedicarse a lo que realmente gusta y estudió. O tal vez estoy pensando mucho y el hombre solo quiere darle un buen descanso a su padre tomando las riendas absolutas de la EditorialGolden's.—Míralo, ahí está mi muchacho —señaló a un hombre muy guapo desde lejos—. Salió igualito a su madre.—Oh, vaya...Su mirada se clavó en nosotros y bastó con una sonrisa escasa y ladeada para hacerme tragar grueso. El hombre es bastante atractivo, aún más luciendo tan juvenil y relajado. Yo me lo imaginaba en t
El almuerzo fue en completa normalidad, pero para los ojos de los demás, porque para mí fue estar en una pequeña cajita con una serpiente venenosa sin escapatoria y dispuesta a matarme. El Sr. Golden no se equivocaba cuando decía que su hijo hablaba más de la cuenta, pues no dejó de hacer comentarios en doble sentido en ningún momento. No veía la hora de que se acabara, pero los segundos parecían correr como horas.Mi teléfono sonó y me excusé inmediatamente. Al ver que se trataba de Aiden la alegría me inundó el corazón.—Mi cielo, ¿cómo estás? —caminé en dirección al balcón del restaurante.—Muy bien, mi reina. Por acá pensándote y extrañándote mucho. ¿Estás muy ocupada?.—Estoy en una reunión con el Sr. Golden y su hijo.—¿Y no puedes escaparte? —su picardía me sacó una sonrisa—. Necesito verte y estar contigo.—Sr. Bardot, tenemos toda la noche para amarnos. O es que acaso estás...—¿Qué estás pensando, chiquita? —rió—. Estoy trabajando