Así como mis palabras salieron rápidamente de mi boca sin poder retenerlas, Aiden me soltó las muñecas y me permitió ver la luz tenue de la habitación. Sus ojos mostraron un brillo diferente en el instante que cruzamos mirada. El peso que estaba ejerciendo en mi cuerpo fue sustituido al instante que se rodó en la cama a mi lado.
Obligándome a mirarlo, descansó las manos en mi vientre. El corazón se me quiere salir del pecho con la mirada y la expresión que me está mostrando. No logro descifrar si está enojado, feliz, sorprendido o simplemente lo agarré en el momento equivocado.
—Me estás mintiendo, Sara —negué con la cabeza—. ¡Pude haberte lastimado, mi vida! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Cuánto tiempo tienes? Estuviste bebiendo, ¿sabes lo malo que es eso? También bailaste por largas horas, y sumemos que te tuve esposada y estuve a punto de...
—Cálmate, mi amor —empujó aire bruscamente a los pulmones—. No pasó a más, embarazada o no, nunca me
Nuestra luna miel fue perfecta y hermosa. A cómo Aiden siga comportándose de esa forma tan linda y única conmigo, no dejaré ni que respire cerca de sus empleados, porque esa semilla de posesividad se ha venido sembrando en mí. Estuvo estás semanas muy al pendiente de mí y de mi bebé, cumpliendo con nuestros antojos y atendiendonos como se debe. Aunque la ginecóloga me recomendó hacer más ejercicio por sobre exceso de peso, Aiden no me dejó ir a caminar si no era con él a todo momento, por lo que no me estuvo mal. Hacer ejercicio con un tipo que se mantiene en forma es lo peor del mundo. Está demasiado sobreprotector, pero me gusta la manera en la que nos cuida. Y por supuesto que cómo olvidar el buen amor que me daba en las noches.El embarazo me tiene con las hormonas revueltas, con los ascos y los mareos bien vivos y con el sueño y el cansancio siempre presentes. En Venecia me realizaron una ecografía dónde me determinaron un embarazo normal, sano y ya avanzado de unas quinc
AIDENTodos tenemos secretos en la vida, unos sin importancia y poco relevantes para el mundo y otros de los cuales no son un orgullo para recordar, por lo que los hundimos en lo más profundo de nuestra memoria. Pero esos mismos fantasmas que suelen acechar en la oscuridad por más luz que haya, están justo siempre allí para hacernos recordar el vivo infierno que se vivió y que siempre viviremos. No estoy orgulloso de lo que hice la mayor parte de mi vida, pero estoy tratando de reintegrarme a una sociedad normal, dónde pueda salir, conocer y disfrutar sin necesidad de estar escondiéndome de nadie.O tal vez encontré ese rayito de luz y esperanza que le hacía falta a mi vida, y que me sacó de la oscuridad con tan solo una mirada. Todos en algún momento de nuestra vida merecemos esa oportunidad para cambiar de rumbo y camino, ¿no? Pues la mía fue Sara, un ángel precioso que cayó del cielo a mis brazos. Por supuesto que por nada en el mundo podría dejarla, ella lo es to
SARAChris Golden se encontraba en uno de los reservados del restaurante cuando el Sr. Golden y yo llegamos al lugar. No fue mucho lo que me contó del hombre de camino, a parte de que hizo una especialización en cirugía en Inglaterra, y no periodismo como él. También mencionó que llevaba más de diez años sin venir a Milán, por lo que estaba muy contento de tener a su único hijo consigo. Se me hace extraño que un médico cirujano trabaje para una editorial, en lugar de dedicarse a lo que realmente gusta y estudió. O tal vez estoy pensando mucho y el hombre solo quiere darle un buen descanso a su padre tomando las riendas absolutas de la EditorialGolden's.—Míralo, ahí está mi muchacho —señaló a un hombre muy guapo desde lejos—. Salió igualito a su madre.—Oh, vaya...Su mirada se clavó en nosotros y bastó con una sonrisa escasa y ladeada para hacerme tragar grueso. El hombre es bastante atractivo, aún más luciendo tan juvenil y relajado. Yo me lo imaginaba en t
El almuerzo fue en completa normalidad, pero para los ojos de los demás, porque para mí fue estar en una pequeña cajita con una serpiente venenosa sin escapatoria y dispuesta a matarme. El Sr. Golden no se equivocaba cuando decía que su hijo hablaba más de la cuenta, pues no dejó de hacer comentarios en doble sentido en ningún momento. No veía la hora de que se acabara, pero los segundos parecían correr como horas.Mi teléfono sonó y me excusé inmediatamente. Al ver que se trataba de Aiden la alegría me inundó el corazón.—Mi cielo, ¿cómo estás? —caminé en dirección al balcón del restaurante.—Muy bien, mi reina. Por acá pensándote y extrañándote mucho. ¿Estás muy ocupada?.—Estoy en una reunión con el Sr. Golden y su hijo.—¿Y no puedes escaparte? —su picardía me sacó una sonrisa—. Necesito verte y estar contigo.—Sr. Bardot, tenemos toda la noche para amarnos. O es que acaso estás...—¿Qué estás pensando, chiquita? —rió—. Estoy trabajando
Quité toda mi ropa y me sumergí en el bañera, sintiendo un nudo enorme en el pecho y una preocupación por el comportamiento de Aiden. En mi mente aún sigue rondando su actitud tan errática y grosera, pero no comprendo el por qué actuó así.Entonces me llega a la mente de que nunca lo he visto actuar celoso, porque en nuestra relación el pelear por terceros nunca ha existido, y menos por parte mía. Es decir, la que debería actuar celosa debería ser yo y no él, pues es a él al que le caen bastantes lagartijas en el plato.Descansé la cabeza en el borde de la bañera, acariciando mi vientre y tarareando una canción a su vez. ¿Qué tan mala puede ser la relación entre mi esposo y mi futuro jefe? ¿Tan mala es, como para tirarse indirectas y sarcasmo solo en tres palabras que cruzaron? Debo averiguar lo que entre ellos pasó o no podré descansar.Cerré los ojos, dejándome llevar por la tibieza del agua y lo relajante de las burbujas en mi piel desnuda.Desperté en la
—No te estoy ocultando absolutamente nada, mi amor. Estoy previendo lo que pueda pasar. Golden es demasiado cautivador cuando alguien se le clava entre ceja y ceja. Y por supuesto que confío en ti, no lo hago en él —acarició mi mejilla—. Prométeme que lo vas a pensar, ¿sí?.No respondí a nada, duele que no hable conmigo y me diga lo que está pasando. A decir verdad, siempre he estado en una burbuja, que el miedo de que se rompa y ver esa oscura realidad me llena de pánico.—Sara, no te quedes en silencio. Háblame, por favor.Sus ojos me muestran el pánico que lo tiene dominado, entonces, ¿por qué no me dice lo que está pasando? Soy su esposa, no una aparecida.—No tengo nada que decir, Aiden, porque al parecer no soy lo suficiente para que me digas las cosas como son. Soy tu esposa, y entre los dos estoy segura que podemos hablar y encontrar una solución juntos. Pero dejar mi trabajo porque pienses en que me iré a abrirle las piernas al jefe, es algo que no v
Llegué a la Editorial jodida y con un aspecto terrible. Ese brillo y esa alegría que siempre emana de mi ser se ha esfumado de la noche a la mañana y al parecer como que por completo. Por más que trato de sonreír, simplemente no puedo.Tessa entró a la oficina con una sonrisa enorme y un sonrojo en sus mejillas muy notorio.—¿Qué pasa contigo hoy? Usualmente no sonríes. Ah, es que ahora entiendo; nos cambiamos de papeles, ¿o qué? —quise bromear.—¿Las hormonas del embarazo se han explotado por mil? —se echó a reír—. Ya se presentó el hijo del Sr. Golden, y tremendo papito que es. ¿Ya lo viste?.—Sí, me parece un ser muy ordinario —rio más fuerte—. No es como que nunca haya visto a un hombre con músculos y porte de chico malo. ¿Qué hacemos hablando de él? Estamos aquí es para trabajar, no para hablar de si el jefe es un papito o no, ¿qué tenemos para hoy?.—Oh, en verdad nos levantamos del lado equivocado —se enfocó en la tableta en sus manos—. Tienes qu
Tomé todas mis cosas y salí de la oficina sin prestarle atención a los llamados de Tessa. No podía estar un segundo más en ese lugar o iba a morir por falta de aire. Haber vomitado me hizo sentir muchísimo mejor, por lo que el dolor en la boca del estómago no tardó en aparecer.Sin subir en el auto llegué a la cafetería que queda muy cerca de la Editorial y comí ligeramente en este lugar.¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Estoy en el mejor momento de mi vida y de mi relación. Aiden tenía toda la razón del mundo, y ahora me siento más patética que antes. La cara no se le cae ni de vergüenza ni de descaro a ese hombre. Si hubiera estado en mis cinco sentidos, un buen golpe es lo que hubiera recibido de mi parte. Pensar en que Aiden se entere, me pone los nervios de punta, porque no sé cómo vaya a reaccionar. No le va a gustar para nada, pero tampoco se lo puedo ocultar; esa no soy yo. Además de que no fue algo que hubiera querido ni estando muerta.Salí de la ca