—¿Cómo demonios entraste a mi casa? No sabes respetar ni un poco la privacidad de las personas, ¿verdad? — fue lo primero que me llegó a la mente, pues su cercanía me afecta más de lo que estoy dispuesta a admitir.
—¿Sabes? Eres muy despistada y odiosa; al ver la puerta abierta, pensé que la habías dejado de par en par para mí — soltó una risita en mi cuello, por lo que tragué saliva estremeciéndome con solo su tibio aliento rozar mi piel—. ¿O esperabas a alguien más?—Primero que todo, no dejé la puerta abierta; segundo, si lo hubiera hecho, ten por seguro que serias el menos invitado a pasar; y tercero, suéltame y lárgate de mi casa ahora mismo.—¿Sabes otra cosa, mosquita? Ya me hacía falta este trato de tu parte. Como que sí, debo ser sincero y admitir quSARANo hay vidas perfectas, de hecho, no hay ser humano en la tierra que lo sea. Los años que he compartido junto a Aiden he aprendido tanto de lo bueno como de lo malo. Puede que en un principio lo haya visto como el hombre más bueno, fiel y cariñoso del mundo; y, es que, en realidad siempre lo ha sido. A pesar de ser un hombre con secretos y manías que, en lo personal, llegaron a gustarme, él es un buen hombre.Aiden ha demostrado ser no solo el mejor esposo, sino también el padre más cariñoso y sobreprotector sobre la faz de la tierra. Lea es el motor de nuestras vidas; es el pedacito de milagro que le dio sentido a nuestras vidas y nos hizo ser mejores personas. Mi pequeña tiene un poco más de un año, aún no ha aprendido a caminar d
No hallaba la hora de poder salir de la oficina e irme a casa cuánto antes. Las últimas veinticuatro horas he estado sumamente nerviosa. Desde que Aiden; mi novio, reservó en uno de los restaurantes más lujosos y caros de la ciudad, me he sentido muy ansiosa. Muy en el fondo creo saber lo que me va a proponer, pero no tengo que hacerme mucha ilusión sobre eso. Nada me haría más feliz en el mundo, que por fin, después de dos años de relación, esté dispuesto a estar el resto de vida a mi lado. La ilusión es algo que está viva dentro de mi pecho y mi mente.Tan solo de pensar en sus palabras, en la manera de proponerme e incluso el anillo, mi corazón deja de latir...—Calma, Sara. Es una cena, como muchas que han tenido antes. Ya estás haciéndote ideas que no son —me dije, saliendo de mi oficina—. Ten un lindo fin de semana, Tessa.&mdas
Llegué al restaurante treinta minutos antes de la hora acordada, por lo que Aiden aun no había llegado. Decidí esperarlo en la mesa donde siempre solemos comer juntos. En el reservado la bella Milán nocturna se abre paso ante mis ojos. Los rascacielos dan vida a cada calle iluminada. Los autos transitan en un tráfico no tan pesado mientras las personas caminan con cansancio o mucha vida por los senderos. Los humanos somos tan ajenos al mundo verdadero en sí, que lo único que vemos es perfección ante nuestros ojos, sin darnos cuenta del peligro que nos acecha en las sombras. Dejé los pensamientos temerosos a un lado y me dediqué a seguir contemplando la noche con una copa de vino blanco en mi mano derecha, esperando a que llegue el hombre que amo.El aroma de su perfume me inundó las fosas nasales. Se quedó en silencio, quizás muy cerca de mí, porque esa colonia con toques de madera, salvaje y muy deliciosa, cada vez me golpeaba más fuerte en los sentidos.-Hay mujeres be
Aiden no me dio tiempo de llegar a casa y, de por lo menos quitarme los tacones, pues según atravesamos la puerta de su majestuosa casa, me vi presa entre la puerta y su cuerpo. No sé por qué su lado dominante y fogoso solo hace que me termine de perder en él. Es como amar el bien y el mal, literalmente.—Tengo muchas ganas de ti, mi diosa preciosa —llevó mis brazos por arriba de mi cabeza, presionando suavemente su erección en mi vientre bajo—. ¿Sientes lo que he tenido que retener por todos estos días que hemos estado lejos? Para la próxima te vienes conmigo.Enarqué una ceja.—No es como que hubieran sido muchos días. Estás exagerando bastante, Sr. Bardot —eché más leña al fuego—. Además, tengo mis responsabilidades. No soy doña millonaria como para darme esos lujos. Te recuerdo, soy una simple mortal, con un trabajo ordinario y un jefe que no da acomodos para cualquiera.—No me gusta que hables de esa manera. Sabes perfectamente, que bien podría...
—Vamos a darnos un buen baño —asentí con la cabeza, pues mi voz no sale después de tan largo y húmedo beso.Aiden sonrió ladeado, levantándose de encima mío y dándome de su mano para que así me levantara también.—Esto nos estorba mucho —bajó mi vestido en un solo segundo—. Esto también...Apretó mi trasero antes de quitarme la ropa interior. Ya no me da tanta vergüenza como antes de estar completamente desnuda frente a él, pero igual no deja de ser incómodo. Aiden es tremendo hombre, con un buen cuerpo y un atractivo que detiene el corazón de cualquiera, mientras yo soy gordita y un poco bajita, pero con un enorme corazón. No voy a negar, al principio de nuestra relación no me la creía, pues cómo un hombre tan guapo como él, se fijaría en una mujer como yo. Venimos de mundos diferentes, pero aun así, aquí estamos juntos, uniendo esos dos mundos y creando uno solo.Él me dio amor, protección y mucha seguridad. Es gracias a él que mis inseguridades se han esfu
No sé qué más hacer que no sea fundirme entre sus labios y la humedad de su lengua. Mis lágrimas son de pura felicidad, pues después tantas ilusiones que me he hecho últimamente por fin ha llegado el momento en que se decidiera a dar el gran paso.Entre beso y beso las cosas fueron escalando muy rápido. Nuestros cuerpos se acoplaron en una danza única de nunca acabar. Aiden bajó sus besos por mi cuello, hasta llegar a mi senos y atacarlos sin ningún tipo de compasión. Al sentir sus dientes tirar de mi pezón, ese calor y ese cosquilleo intenso se fue intensificando cada vez más. No pude dejar de gemir ni un solo segundo, ese poder es mucho más fuerte de lo que soy capaz de soportar.—Me extrañaban, ¿verdad? —alternó las suaves mordidas en ambos senos.—Mucho... —gemí, frotándome contra su cuerpo lentamente—. Hazme el amor, Aiden.Cruzamos mirada por una fracción de segundo. Sus ojos parecían haber cambiado de color. Liberó mis pezones de sus dientes y, entrela
Entre el bastante trabajo que he tenido y los preparativos de la boda, no he tenido mucho tiempo para hablar con mis padres y darles la noticia del compromiso. Además, Aiden parece no querer soltarme de sus brazos.Estas últimas semanas en las que hemos empezado a vivir juntos, se ha portado de lo más tierno y atento conmigo. Nada que no haya hecho ya, pero es que cada detalle que posee me hace amarlo infinitamente más.Tres meses es muy poco el tiempo el que tenemos para organizar un boda, pero la organizadora que hemos contratado es la mejor y tiene toda la fe en que para ese día todo esté totalmente listo para casarnos. Cómo no soy mujer de tener amigos, le he pedido a Tessa que sea mi madrina de bodas, por lo que gustosa y feliz aceptó sin problema alguno. Cada día la emoción y los nervios me gobiernan más. No veo la hora de darle el sí definitivo a Aiden frente a todos y frente a Dios.El día en la oficina se me hace muy corto, por lo que llevo trabajo a casa
Los meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Todo parecía estar bien, pero algo me daba la leve impresión de que no era así. Aunque Aiden sigue siendo el mismo hombre amoroso, detallista, atento y perfecto de siempre, en su mirada noto algo más. Es como preocupación y miedo, tal vez. Quiero creer que se debe a nuestra boda; yo también me encuentro de la misma forma. Estamos a días de casarnos, por lo que es normal estar tan nerviosos y ansiosos, ¿no?.Tessa y yo vinimos a hacernos la última prueba de nuestros vestidos, y lo que me sorprendió fue el hecho de que el mío me quedara ajustado.—Es imposible, las medidas son las tuyas. No puede haber equivocación alguna —dijo Miranda, la diseñadora de mi vestido viendo su libreta.—¿Y entonces que hacemos? La boda es en tres días. He venido cuidando mi alimentación, pero al parecer no