No sé qué más hacer que no sea fundirme entre sus labios y la humedad de su lengua. Mis lágrimas son de pura felicidad, pues después tantas ilusiones que me he hecho últimamente por fin ha llegado el momento en que se decidiera a dar el gran paso.
Entre beso y beso las cosas fueron escalando muy rápido. Nuestros cuerpos se acoplaron en una danza única de nunca acabar. Aiden bajó sus besos por mi cuello, hasta llegar a mi senos y atacarlos sin ningún tipo de compasión. Al sentir sus dientes tirar de mi pezón, ese calor y ese cosquilleo intenso se fue intensificando cada vez más. No pude dejar de gemir ni un solo segundo, ese poder es mucho más fuerte de lo que soy capaz de soportar.
—Me extrañaban, ¿verdad? —alternó las suaves mordidas en ambos senos.
—Mucho... —gemí, frotándome contra su cuerpo lentamente—. Hazme el amor, Aiden.
Cruzamos mirada por una fracción de segundo. Sus ojos parecían haber cambiado de color. Liberó mis pezones de sus dientes y, entrelazando su mano en mi cabello, me acercó a sus labios nuevamente.
—Como mandes, mi reina hermosa —culminó el beso con una mordida electrizante en mi labio inferior.
Me levanté un poco, apoyando mis manos en su pecho. El agua tibia nos va envolviendo en la calidez corporal de nuestros cuerpos, además de que es imposible sentir frío a como estamos de acalorados.
—Mírame, me gusta verte cuando me recibes —acaté su orden, mordiendo mi labio inferior.
Posicionando su pene en la entrada de mi vagina, una corriente me atravesó por completo la espina dorsal. Me encanta ver la expresión tan tierna y erótica que pone al verme a recibirlo. Me abrazó, cruzando los brazos a mi espalda y haciéndome caer de un solo golpe en sus piernas. Lo único que provocó con esa acción fue que aumentara esa sensación divina de estar completamente llena de él, a su vez que todo el cuerpo no me paraba de temblar.
—Demonios —farfulló.
Enrosqué los brazos alrededor de su cuello y me uní a sus movimientos de adelante y hacia atrás. El chapoteo del agua en nuestros cuerpos es salvaje, pues Aiden está fuera de sí. Sus embestidas son profundas, rápidas e incesantes. Ese roce frenético me mantiene alucinando y casi sin aliento.
No pude resistir mucho para volver a caer en la red de sus labios; nuestras lenguas se unieron en una batalla furiosa de fogosidad al propio ritmo de nuestros movimientos de cadera. Un escalofrío recorrió por toda mi piel al tiempo que aquel calor y cosquilleo aumentaba en mi interior. Explotaré y no precisamente será por gordura.
—Necesito estar mucho más adentro y profundo de ti.
Elevó la emoción de mi cuerpo con la ruda y maravillosa estocada que me dio.
—Oh, Dios mío... —enterré las uñas en sus hombros, sintiendo que la presión de mi cuerpo se saldría en cualquier momento—. Vuelve a repetir lo que acabas de hacer.
—¿Qué? —tomó mis caderas para levantarme un poco y así salir lo que más pudo de mí—. ¿Esto?.
Me bajó con esa misma violencia con la que todo mi interior se sacudió.
—¡Sí! —cerré las piernas alrededor de su cadera, liberando la presión que me tenía enloquecida desde hace minutos atrás.
—Te amo, mi reina hermosa —murmuró con la voz entrecortada.
—Yo te amo mucho más, mi amor —dije ya sin aliento.
Aiden balanceó mis caderas con sus manos, permitiendo que los espasmos siguieran haciéndome temblar las piernas. Me vuelvo mucho más sensible cuando hacemos el amor bajo el agua. Es maravilloso poder tenerlo tan entregado en cada embiste a mí. Disminuyendo el ritmo dejó una estela de besos por mi cuello.
—Casémonos lo antes posible —susurró—. Quiero tenerte todos los días en nuestra cama, para amarte toda la noche y todo el día sin necesidad de preocuparme de que te tengas que marchar horas después.
—¿Y crees que me voy a ir luego de todo esto tan maravilloso y bonito, Sr. Bardot?.
—Yo sé que no, futura Sra. Bardot.
Abrazándome fuerte contra su pecho, soltando un gemido muy gutural y llenándome por completo de sí, esa sensación de ser feliz y de estar como en un cuento de hadas sí puede existir en la vida real. Esta es de las veces que hacemos el amor lentamente, para tratar de grabar estos bonitos momentos en nuestras memorias.
Podrían caerse los cielos, y sé que esto que tenemos Aiden y yo jamás acabaría. Nuestro amor es del más puro y del más bueno que pueda haber en la tierra. Es un amor incapaz de ser mentiroso y traicionero. Entre nosotros no existen secretos; absolutamente todo lo sabemos uno del otro.
—Srta. Harris, la felicito muchísimo por su compromiso con el Sr. Bardot. Me da gusto verla así de feliz —sonrío, viendo el anillo de plata con una esmeralda preciosa en el centro del mismo.
—Gracias, Tessa. No tienes idea de lo feliz que soy —rio por no llorar—. En un principio las ilusiones se fueron al suelo, pero al llegar a casa todo tomó un giro inesperado para mí... ya había perdido las esperanzas...
—Que dice, Srta. Harris. El Sr. Bardot la ama y la quiere mucho —Tessa me ve con ojos brillantes—. Ese hombre lo ha dado y lo daría todo por usted. Antes se había demorado en pedirle matrimonio. Yo me siento feliz por los dos, porque no he conocido una pareja tan bonita y tan sólida en este tiempo como la suya. Me da envidia, pero de la buena. Algún día espero encontrar a mi príncipe azul —suspiró.
Tessa es una de las Editoras que hasta ahora está empezando a construir su carrera junto con nosotros. Más que mi mano derecha, es como una amiga para mí.
—Aun eres joven, en cualquier momento llegará tu príncipe azul —reímos—. ¿Qué tenemos en la agenda para hoy? Me siento activa y llena de motivación.
—Eso se nota mucho —sonrió ladeado, centrando su vista en la tableta entre sus manos—. Tiene que hacer las revisiones finales del contenido previamente verificado por los otros Editores de la obra que está próxima a lanzamiento. Además, dentro de una hora es la reunión con la Srta. Díaz.
—Perfecto. Mantén la sala de juntas lista para cuando llegue la Srta. Díaz, así mismo, avísale a Alessandra también para que esté preparada.
—Sí, Srta. Harris. Le acabo de enviar a su correo la lista de historias a seleccionar.
—Gracias, Tessa. Hoy tenemos mucho trabajo, por lo que veo —asintió—. Manos a la obra.
Entre el bastante trabajo que he tenido y los preparativos de la boda, no he tenido mucho tiempo para hablar con mis padres y darles la noticia del compromiso. Además, Aiden parece no querer soltarme de sus brazos.Estas últimas semanas en las que hemos empezado a vivir juntos, se ha portado de lo más tierno y atento conmigo. Nada que no haya hecho ya, pero es que cada detalle que posee me hace amarlo infinitamente más.Tres meses es muy poco el tiempo el que tenemos para organizar un boda, pero la organizadora que hemos contratado es la mejor y tiene toda la fe en que para ese día todo esté totalmente listo para casarnos. Cómo no soy mujer de tener amigos, le he pedido a Tessa que sea mi madrina de bodas, por lo que gustosa y feliz aceptó sin problema alguno. Cada día la emoción y los nervios me gobiernan más. No veo la hora de darle el sí definitivo a Aiden frente a todos y frente a Dios.El día en la oficina se me hace muy corto, por lo que llevo trabajo a casa
Los meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Todo parecía estar bien, pero algo me daba la leve impresión de que no era así. Aunque Aiden sigue siendo el mismo hombre amoroso, detallista, atento y perfecto de siempre, en su mirada noto algo más. Es como preocupación y miedo, tal vez. Quiero creer que se debe a nuestra boda; yo también me encuentro de la misma forma. Estamos a días de casarnos, por lo que es normal estar tan nerviosos y ansiosos, ¿no?.Tessa y yo vinimos a hacernos la última prueba de nuestros vestidos, y lo que me sorprendió fue el hecho de que el mío me quedara ajustado.—Es imposible, las medidas son las tuyas. No puede haber equivocación alguna —dijo Miranda, la diseñadora de mi vestido viendo su libreta.—¿Y entonces que hacemos? La boda es en tres días. He venido cuidando mi alimentación, pero al parecer no
Observé el resultado de los análisis de sangre con las manos temblorosas, con el corazón acelerado y con un nudo formándose en mi garganta. No había abierto los resultados por miedo a al resultado que hubiera en el, pero ahora las emociones se han adueñado de mí. Alterné la vista entre la hoja y el espejo frente a mí; jamás había creído que me vería tan bonita en un vestido de novia, lista para salir y dar un gran paso a una nueva vida y con cientos de miedos e inseguridades que se han venido formando en mi cabeza desde hace días atrás.¿Seremos lo suficientemente buenos en esta vida? ¿Tendremos la felicidad que tanto hemos soñado uno en brazos del otro?.Por supuesto, cómo olvidar aquel mensaje anónimo que recibí. Ha sido imposible sacar de mi mente esa imagen tan horrible y sangrienta. De solo pensar en el charco de sangre y en la piel abierta del cuello de esa mujer, un frío corre por mi espina dorsal y los ascos me dominan casi instantáneamente. Estoy segura que Aide
El corazón se me fue acelerando con cada paso que voy dando por la cubierta del brazo de mis padres. La suave música nupcial más las miradas de los asistentes me tienen con los nervios a flor de piel. Aiden está en el fondo, bajo un arco de flores coloridas y vestido en un traje blanco el cual no me lo esperaba en lo más mínimo. Creí que se casaría en traje negro, gris o incluso de vinotinto, pero debo admitir lo atractivo y elegante que se ve por completo de blanco. Su piel bronceada le resalta a la perfección.Conectamos miradas y su sonrisa se ensanchó cada vez más, haciendo que las personas a nuestro alrededor sean invisibles ante nuestros ojos. Las piernas me tiemblan sin control, y el corazón lo tengo atorado en la garganta. Es difícil poder contener las lágrimas, pero me las trago para no arruinar el maquillaje que llevo en el rostro.—Te entregamos a nuestro preciado tesoro, sé que la cuidarás y la amarás por encima de todo, ¿cierto? —mi padre y Aiden se dieron u
La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.—¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa —susurró.—Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando —percibí su erección en mi estómago.—¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo —me besó efusivamente—. Quiero hacerte el amor hast
Besó mi cuello antes de guiarme al interior de la habitación. Cerré los ojos, dejándome llevar a dónde tenga en mente. Me ayudó a sentar en una superficie suave y que se hundió con mi peso; la cama.—Vas a cerrar los ojos y no los vas a abrir, ¿entiendes?.—No voy a mirar, pero no seas tan misterioso —reímos.—Solo hazme caso, mi vida. Sé cuan curiosa eres.—No voy a mirar, lo prometo.Cerré los ojos, muriendo de la curiosidad. En el aire hay un aroma muy rico y envolvente, por lo que quiero ver cómo está decorada la habitación. Aiden me soltó, y por pocos segundos lo sentí caminar a mi alrededor. Luego regresó para cubrir mis ojos con una seda e hizo un amarre no tan apretado en la parte trasera de mi cabeza.—Oh, Sr. Bardot —dije pícaramente—. ¿Qué planea
Descendió las mangas del vestido por mis brazos, al tiempo que repartía besos por mi nuca. No tardé en quedar expuesta ante él, pues lo único que cubre mi cuerpo es la lencería blanca y las medias veladas.—Tan perfecta y hermosa, y además es completamente mía —acarició cada curva de mi cuerpo con sus cálidas manos—. Me tienes a tus pies, entre tus piernas, colgando de tus manos y atrapado en tu corazón, mi reina.Reí.Rápida y expertamente liberó mis senos y los atacó con fervor. Sus besos, sus lamidas y sus leves mordidas en mis pezones producen que todo mi cuerpo se caliente a gran velocidad. Mis gemidos son fuertes y son pura motivación para seguir con su tortura. Deslizó la lengua por todo mi vientre, dejando un camino húmedo en mi piel hasta detenerse en el comienzo de mis bragas.—Aiden... —gemí.Sus dientes rozaron fugazmente mi piel, dejándola erizada y sensible a su acto. Bajó de a poco la prenda, y lo escuché maldecir mientras apretaba mi tra
Así como mis palabras salieron rápidamente de mi boca sin poder retenerlas, Aiden me soltó las muñecas y me permitió ver la luz tenue de la habitación. Sus ojos mostraron un brillo diferente en el instante que cruzamos mirada. El peso que estaba ejerciendo en mi cuerpo fue sustituido al instante que se rodó en la cama a mi lado.Obligándome a mirarlo, descansó las manos en mi vientre. El corazón se me quiere salir del pecho con la mirada y la expresión que me está mostrando. No logro descifrar si está enojado, feliz, sorprendido o simplemente lo agarré en el momento equivocado.—Me estás mintiendo, Sara —negué con la cabeza—. ¡Pude haberte lastimado, mi vida! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Cuánto tiempo tienes? Estuviste bebiendo, ¿sabes lo malo que es eso? También bailaste por largas horas, y sumemos que te tuve esposada y estuve a punto de...—Cálmate, mi amor —empujó aire bruscamente a los pulmones—. No pasó a más, embarazada o no, nunca me