Entre el bastante trabajo que he tenido y los preparativos de la boda, no he tenido mucho tiempo para hablar con mis padres y darles la noticia del compromiso. Además, Aiden parece no querer soltarme de sus brazos.
Estas últimas semanas en las que hemos empezado a vivir juntos, se ha portado de lo más tierno y atento conmigo. Nada que no haya hecho ya, pero es que cada detalle que posee me hace amarlo infinitamente más.
Tres meses es muy poco el tiempo el que tenemos para organizar un boda, pero la organizadora que hemos contratado es la mejor y tiene toda la fe en que para ese día todo esté totalmente listo para casarnos. Cómo no soy mujer de tener amigos, le he pedido a Tessa que sea mi madrina de bodas, por lo que gustosa y feliz aceptó sin problema alguno. Cada día la emoción y los nervios me gobiernan más. No veo la hora de darle el sí definitivo a Aiden frente a todos y frente a Dios.
El día en la oficina se me hace muy corto, por lo que llevo trabajo a casa y adelanto lo que más puedo para el día siguiente. Tengo que dejar mi trabajo completo cuando Tessa me reemplace por unas semanas en mi luna de miel. La felicidad que siento es enorme.
El sonido de mi teléfono me interrumpió el trabajo. Dejé a un lado la computadora y atendí inmediatamente.
-¿Sí?.
-¿Cómo te encuentras, Sara?.
-Bien, muy bien, Alice, ¿y tú? A qué debo tu llamada a esta hora.
-Me alegro. Yo estoy muy bien, pero me ha surgido un pequeño contratiempo de último minuto -que no sea lo que estoy pensando.
-¿Qué sucedió?.
-La máquina se ha averiado, por lo que todo la impresión se ha detenido por completo.
-¿Cómo ha sido posible eso? -guardé el documento y me levanté ligero de la silla-. Dame unos cuantos minutos, estaré pronto allí. Ve llamando al Técnico.
-No lo sabemos. Entonces aquí la esperamos.
Colgué la llamada.
-No puede ser, no puede ser -repetí poniéndome los zapatos.
Salí de la casa sin siquiera traer encima un abrigo. Mi mente explotó con esa noticia que no me esperaba en lo absoluto.
Llegué a la editorial lo más rápido que pude, y en efecto, mil ejemplares quedaron totalmente arruinados. ¿Por qué tiene que ocurrir este tipo de problemas cuando mejor nos encontramos? Estuve hasta más de media noche junto con el equipo de técnicos, asegurándome de que la máquina quedara en excelentes condiciones. Seguramente mañana habrán repercusiones debido a la cantidad de libros que no nos sirven para su distribución. Al Sr. Golden no estará muy feliz de esto que digamos, y yo seré la más afectada en todo este problema.
-Te ves cansada. Ve a casa y yo me aseguro de que todo quede en orden -sugirió Alice.
-No puedo irme, Alice. Este es mi trabajo, por lo que tengo que quedarme hasta que el libro completo salga de esa máquina en un óptimo y buen estado para su venta -busqué en los bolsillos de mi pantalón mi celular, pero no lo encontré-. Maldición.
-¿Qué pasa? -inquirió Alice.
-Se me quedó el móvil en casa -murmuré-. Iré a la oficina. Ya vuelvo.
-Bueno.
Subí a mi oficina y marqué la extensión de Aiden. Siempre contesta a mis llamadas rápidamente, pero entre las diez veces que marqué una detrás de la otra, en ninguna agarró la llamada. El repique seguía inundado mis oídos cada que marcaba su número. Es inusual y extraño que no conteste a esta hora de la noche, si supone que ya esté en la casa.
Regresé a la casa alrededor de las 2 AM, por lo que me supuse que Aiden ya se encontraba durmiendo. Al no tomar ninguna de mis llamadas pensé que descansaba y por eso no me contestó. Verlo tan de sorpresa en el living aceleró mi corazón por mero susto. Parece un fantasma estando ahí sentado en medio de la oscuridad.
-Dios mío, ¿qué haces ahí y en esta oscuridad, mi vida? -toqué mi pecho.
-¿Dónde estabas a esta hora? -preguntó sin rodeos.
-En la editorial surgió un problema. .
Encendí el interruptor de la luz. Aiden aún seguía en el traje, pero sin corbata y con la camisa abierta.
-¿Qué tipo de problema? ¿Te haces una idea de lo mucho que me preocupé al ver que no estabas en casa?.
-Lo siento, corazón. Salí tan deprisa que no me dio tiempo de llamarte antes. Pero lo intenté desde la oficina y no contestaste; supuse que dormías. Una de las máquinas de impresión se averió y tuve que esperar a que la arreglaran y además que funcionara correctamente.
Dejó la copa de vino sobre la mesa de centro y se levantó del sofá.
-Vayamos a dormir. Saliste de casa sin abrigo ¿no tienes frío? No vuelvas a salir de esa manera -fue todo lo que dijo.
-Sí, un poco -lo miré extraña-. ¿Pasa algo?.
Caminó hasta quedar frente a mí. Su sonrisa me pareció más forzada que cualquier otra cosa.
-No pasa nada, estaba un poco preocupado -me envolvió entre sus brazos, entonces en su contacto percibí que algo no estaba bien-. Estaba resolviendo unos asuntos en la empresa, por lo que no pude tomar tu llamada. Perdóname, mi vida. Prometo estar más al pendiente de ti.
-¿Por qué me pides perdón?.
-Por no haber estado aquí a tiempo y poder ayudarte en lo que necesitaras. Temía porque algo malo te pasara.
Aunque es extraño lo que me dice, es normal que muestre preocupación. Es la primera vez que llego tan tarde a casa y que surge un problema tan grande en la editorial.
-Lo importante es que estoy aquí, mi vida -me puse de puntillas para besar sus labios-. Vayamos a la cama. Estoy muy cansada.
Subimos las escaleras abrazados. Porque presiento algo más en esa actitud tan extraña que ha mostrado hoy. No creo que sea por mi llegada tarde, hay algo más que Aiden me está ocultando, pero no quiero pensar mal de él.
Los meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Todo parecía estar bien, pero algo me daba la leve impresión de que no era así. Aunque Aiden sigue siendo el mismo hombre amoroso, detallista, atento y perfecto de siempre, en su mirada noto algo más. Es como preocupación y miedo, tal vez. Quiero creer que se debe a nuestra boda; yo también me encuentro de la misma forma. Estamos a días de casarnos, por lo que es normal estar tan nerviosos y ansiosos, ¿no?.Tessa y yo vinimos a hacernos la última prueba de nuestros vestidos, y lo que me sorprendió fue el hecho de que el mío me quedara ajustado.—Es imposible, las medidas son las tuyas. No puede haber equivocación alguna —dijo Miranda, la diseñadora de mi vestido viendo su libreta.—¿Y entonces que hacemos? La boda es en tres días. He venido cuidando mi alimentación, pero al parecer no
Observé el resultado de los análisis de sangre con las manos temblorosas, con el corazón acelerado y con un nudo formándose en mi garganta. No había abierto los resultados por miedo a al resultado que hubiera en el, pero ahora las emociones se han adueñado de mí. Alterné la vista entre la hoja y el espejo frente a mí; jamás había creído que me vería tan bonita en un vestido de novia, lista para salir y dar un gran paso a una nueva vida y con cientos de miedos e inseguridades que se han venido formando en mi cabeza desde hace días atrás.¿Seremos lo suficientemente buenos en esta vida? ¿Tendremos la felicidad que tanto hemos soñado uno en brazos del otro?.Por supuesto, cómo olvidar aquel mensaje anónimo que recibí. Ha sido imposible sacar de mi mente esa imagen tan horrible y sangrienta. De solo pensar en el charco de sangre y en la piel abierta del cuello de esa mujer, un frío corre por mi espina dorsal y los ascos me dominan casi instantáneamente. Estoy segura que Aide
El corazón se me fue acelerando con cada paso que voy dando por la cubierta del brazo de mis padres. La suave música nupcial más las miradas de los asistentes me tienen con los nervios a flor de piel. Aiden está en el fondo, bajo un arco de flores coloridas y vestido en un traje blanco el cual no me lo esperaba en lo más mínimo. Creí que se casaría en traje negro, gris o incluso de vinotinto, pero debo admitir lo atractivo y elegante que se ve por completo de blanco. Su piel bronceada le resalta a la perfección.Conectamos miradas y su sonrisa se ensanchó cada vez más, haciendo que las personas a nuestro alrededor sean invisibles ante nuestros ojos. Las piernas me tiemblan sin control, y el corazón lo tengo atorado en la garganta. Es difícil poder contener las lágrimas, pero me las trago para no arruinar el maquillaje que llevo en el rostro.—Te entregamos a nuestro preciado tesoro, sé que la cuidarás y la amarás por encima de todo, ¿cierto? —mi padre y Aiden se dieron u
La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.—¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa —susurró.—Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando —percibí su erección en mi estómago.—¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo —me besó efusivamente—. Quiero hacerte el amor hast
Besó mi cuello antes de guiarme al interior de la habitación. Cerré los ojos, dejándome llevar a dónde tenga en mente. Me ayudó a sentar en una superficie suave y que se hundió con mi peso; la cama.—Vas a cerrar los ojos y no los vas a abrir, ¿entiendes?.—No voy a mirar, pero no seas tan misterioso —reímos.—Solo hazme caso, mi vida. Sé cuan curiosa eres.—No voy a mirar, lo prometo.Cerré los ojos, muriendo de la curiosidad. En el aire hay un aroma muy rico y envolvente, por lo que quiero ver cómo está decorada la habitación. Aiden me soltó, y por pocos segundos lo sentí caminar a mi alrededor. Luego regresó para cubrir mis ojos con una seda e hizo un amarre no tan apretado en la parte trasera de mi cabeza.—Oh, Sr. Bardot —dije pícaramente—. ¿Qué planea
Descendió las mangas del vestido por mis brazos, al tiempo que repartía besos por mi nuca. No tardé en quedar expuesta ante él, pues lo único que cubre mi cuerpo es la lencería blanca y las medias veladas.—Tan perfecta y hermosa, y además es completamente mía —acarició cada curva de mi cuerpo con sus cálidas manos—. Me tienes a tus pies, entre tus piernas, colgando de tus manos y atrapado en tu corazón, mi reina.Reí.Rápida y expertamente liberó mis senos y los atacó con fervor. Sus besos, sus lamidas y sus leves mordidas en mis pezones producen que todo mi cuerpo se caliente a gran velocidad. Mis gemidos son fuertes y son pura motivación para seguir con su tortura. Deslizó la lengua por todo mi vientre, dejando un camino húmedo en mi piel hasta detenerse en el comienzo de mis bragas.—Aiden... —gemí.Sus dientes rozaron fugazmente mi piel, dejándola erizada y sensible a su acto. Bajó de a poco la prenda, y lo escuché maldecir mientras apretaba mi tra
Así como mis palabras salieron rápidamente de mi boca sin poder retenerlas, Aiden me soltó las muñecas y me permitió ver la luz tenue de la habitación. Sus ojos mostraron un brillo diferente en el instante que cruzamos mirada. El peso que estaba ejerciendo en mi cuerpo fue sustituido al instante que se rodó en la cama a mi lado.Obligándome a mirarlo, descansó las manos en mi vientre. El corazón se me quiere salir del pecho con la mirada y la expresión que me está mostrando. No logro descifrar si está enojado, feliz, sorprendido o simplemente lo agarré en el momento equivocado.—Me estás mintiendo, Sara —negué con la cabeza—. ¡Pude haberte lastimado, mi vida! ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Cuánto tiempo tienes? Estuviste bebiendo, ¿sabes lo malo que es eso? También bailaste por largas horas, y sumemos que te tuve esposada y estuve a punto de...—Cálmate, mi amor —empujó aire bruscamente a los pulmones—. No pasó a más, embarazada o no, nunca me
Nuestra luna miel fue perfecta y hermosa. A cómo Aiden siga comportándose de esa forma tan linda y única conmigo, no dejaré ni que respire cerca de sus empleados, porque esa semilla de posesividad se ha venido sembrando en mí. Estuvo estás semanas muy al pendiente de mí y de mi bebé, cumpliendo con nuestros antojos y atendiendonos como se debe. Aunque la ginecóloga me recomendó hacer más ejercicio por sobre exceso de peso, Aiden no me dejó ir a caminar si no era con él a todo momento, por lo que no me estuvo mal. Hacer ejercicio con un tipo que se mantiene en forma es lo peor del mundo. Está demasiado sobreprotector, pero me gusta la manera en la que nos cuida. Y por supuesto que cómo olvidar el buen amor que me daba en las noches.El embarazo me tiene con las hormonas revueltas, con los ascos y los mareos bien vivos y con el sueño y el cansancio siempre presentes. En Venecia me realizaron una ecografía dónde me determinaron un embarazo normal, sano y ya avanzado de unas quinc