El almuerzo fue en completa normalidad, pero para los ojos de los demás, porque para mí fue estar en una pequeña cajita con una serpiente venenosa sin escapatoria y dispuesta a matarme. El Sr. Golden no se equivocaba cuando decía que su hijo hablaba más de la cuenta, pues no dejó de hacer comentarios en doble sentido en ningún momento. No veía la hora de que se acabara, pero los segundos parecían correr como horas.
Mi teléfono sonó y me excusé inmediatamente. Al ver que se trataba de Aiden la alegría me inundó el corazón.
—Mi cielo, ¿cómo estás? —caminé en dirección al balcón del restaurante.
—Muy bien, mi reina. Por acá pensándote y extrañándote mucho. ¿Estás muy ocupada?.
—Estoy en una reunión con el Sr. Golden y su hijo.
—¿Y no puedes escaparte? —su picardía me sacó una sonrisa—. Necesito verte y estar contigo.
—Sr. Bardot, tenemos toda la noche para amarnos. O es que acaso estás...
—¿Qué estás pensando, chiquita? —rió—. Estoy trabajando
Quité toda mi ropa y me sumergí en el bañera, sintiendo un nudo enorme en el pecho y una preocupación por el comportamiento de Aiden. En mi mente aún sigue rondando su actitud tan errática y grosera, pero no comprendo el por qué actuó así.Entonces me llega a la mente de que nunca lo he visto actuar celoso, porque en nuestra relación el pelear por terceros nunca ha existido, y menos por parte mía. Es decir, la que debería actuar celosa debería ser yo y no él, pues es a él al que le caen bastantes lagartijas en el plato.Descansé la cabeza en el borde de la bañera, acariciando mi vientre y tarareando una canción a su vez. ¿Qué tan mala puede ser la relación entre mi esposo y mi futuro jefe? ¿Tan mala es, como para tirarse indirectas y sarcasmo solo en tres palabras que cruzaron? Debo averiguar lo que entre ellos pasó o no podré descansar.Cerré los ojos, dejándome llevar por la tibieza del agua y lo relajante de las burbujas en mi piel desnuda.Desperté en la
—No te estoy ocultando absolutamente nada, mi amor. Estoy previendo lo que pueda pasar. Golden es demasiado cautivador cuando alguien se le clava entre ceja y ceja. Y por supuesto que confío en ti, no lo hago en él —acarició mi mejilla—. Prométeme que lo vas a pensar, ¿sí?.No respondí a nada, duele que no hable conmigo y me diga lo que está pasando. A decir verdad, siempre he estado en una burbuja, que el miedo de que se rompa y ver esa oscura realidad me llena de pánico.—Sara, no te quedes en silencio. Háblame, por favor.Sus ojos me muestran el pánico que lo tiene dominado, entonces, ¿por qué no me dice lo que está pasando? Soy su esposa, no una aparecida.—No tengo nada que decir, Aiden, porque al parecer no soy lo suficiente para que me digas las cosas como son. Soy tu esposa, y entre los dos estoy segura que podemos hablar y encontrar una solución juntos. Pero dejar mi trabajo porque pienses en que me iré a abrirle las piernas al jefe, es algo que no v
Llegué a la Editorial jodida y con un aspecto terrible. Ese brillo y esa alegría que siempre emana de mi ser se ha esfumado de la noche a la mañana y al parecer como que por completo. Por más que trato de sonreír, simplemente no puedo.Tessa entró a la oficina con una sonrisa enorme y un sonrojo en sus mejillas muy notorio.—¿Qué pasa contigo hoy? Usualmente no sonríes. Ah, es que ahora entiendo; nos cambiamos de papeles, ¿o qué? —quise bromear.—¿Las hormonas del embarazo se han explotado por mil? —se echó a reír—. Ya se presentó el hijo del Sr. Golden, y tremendo papito que es. ¿Ya lo viste?.—Sí, me parece un ser muy ordinario —rio más fuerte—. No es como que nunca haya visto a un hombre con músculos y porte de chico malo. ¿Qué hacemos hablando de él? Estamos aquí es para trabajar, no para hablar de si el jefe es un papito o no, ¿qué tenemos para hoy?.—Oh, en verdad nos levantamos del lado equivocado —se enfocó en la tableta en sus manos—. Tienes qu
Tomé todas mis cosas y salí de la oficina sin prestarle atención a los llamados de Tessa. No podía estar un segundo más en ese lugar o iba a morir por falta de aire. Haber vomitado me hizo sentir muchísimo mejor, por lo que el dolor en la boca del estómago no tardó en aparecer.Sin subir en el auto llegué a la cafetería que queda muy cerca de la Editorial y comí ligeramente en este lugar.¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Estoy en el mejor momento de mi vida y de mi relación. Aiden tenía toda la razón del mundo, y ahora me siento más patética que antes. La cara no se le cae ni de vergüenza ni de descaro a ese hombre. Si hubiera estado en mis cinco sentidos, un buen golpe es lo que hubiera recibido de mi parte. Pensar en que Aiden se entere, me pone los nervios de punta, porque no sé cómo vaya a reaccionar. No le va a gustar para nada, pero tampoco se lo puedo ocultar; esa no soy yo. Además de que no fue algo que hubiera querido ni estando muerta.Salí de la ca
—Toma asiento y hablemos con calma, ¿sí? —de mala gana me senté en la silla frente a ella—. Nosotros somos una organización que busca liberar a una sociedad de sus vicios y sus manías. No somos quiénes para juzgar el por qué hacen lo que hacen; nuestro trabajo es ayudar a salir de la muerte a quienes aun tienen una razón para vivir...—¿Y eso qué tiene que ver con mi esposo? —suspiró.—Para allá voy, Sara —un hombre trajo consigo varias carpetas y una computadora y las colocó sobre la mesa—. Aiden es el jefe de una organización criminal desde muy joven; para ser exacta, es una organización que pasó de manos de su padre a él y sus hermanos. Hemos tratado de hacerlos entrar en razón de que ese mundo solo trae desgracia, muerte y dolor para quienes están sujetos a el. Los hermanos B
—He venido a salvarte, ¿qué esperas para saltar a los brazos de este pechito y agradecerme? —sonrió malicioso.Los temblores no me permitían soltar palabra alguna. Con el pie empujó el cuerpo de la mujer y tomó mi rostro entre sus manos.—He venido a tiempo, ¿no? Ahora soy tu salvador, Sarita. ¿Sabes? Te besaría ahora mismo, pero es que no quiero que vuelvas a ensuciar mi ropa. No me estuvo asqueroso, pero es mejor prevenir ya que no tengo cómo cambiarme aquí.—¿Por qué la mataste? —susurré con los ojos nublados de lágrimas.—Porque si no lo hacía te iba a matar a ti, ¿o acaso no viste su intención?.Sacudí la cabeza varias veces, negándome a todo lo que he tenido que ver en poco tiempo. Ese vídeo, las palabras de esa mujer y Chris volando su cabeza frente a mis ojos e
AIDENNo medí las consecuencias de todo lo que a mi alrededor giraba, pero llorar sobre la leche derramada no es algo que me vaya a traer la paz y la tranquilidad que necesito ahora. El miedo más grande que tenía era perder a la única persona que me daba felicidad día a día con su linda sonrisa y su inocente mirada.Sara y mi hijo están en manos de ese maldito psicópata, por lo que la rabia y los recuerdos del pasado llegan a mi mente a torturarme y a gritarme de que he vuelto a fallar como hombre. Fui egoísta y ahora no sé a dónde más buscarla. Marino y Adriel están frente a mí, tratando de encontrar algún paradero de mi esposa, pero entre más corren los minutos, no encontramos rastro de su paradero.Fue muy rápido el maldito imbécil y yo bajé la guardia con mi esposa. No debí dejarla sola y menos haber ocultado tantas cosas, pero su odio es uno de los más grandes miedos que siento. Moriría si llegara a perderla. La culpa me sume cada vez más en esta maldita deses
SARANo sé exactamente en donde me encuentro, pero el olor a putrefacto tan fuerte que se percibe en el aire me tiene totalmente descontrolada. Por mas en que trate de resistir, ese olor me golpea mucho más fuerte en el centro de mi estómago. Sentí un escalofrío correr por mi espalda, haciendo que me estremeciera a la vez que caían lágrimas de mis ojos. Durante el embarazo este ha sido el día en que más veces he vomitado. Ya no tengo fuerza ni para mantenerme en pie o si quiera pelearle a ese lunático que me observa con gran detenimiento mientras sostiene mi cuerpo entre sus brazos. Los ojos me pesan cada vez más, pero me niego a dormir o este loco psicópata nos hará algún daño. Sus palabras aún me retumban en la cabeza. No tengo ni la más mínima idea de donde me ha traído Chris, pero en mi corazón se ha sembrado una mala espina.—Vas a quedar en los huesos si sigues vomitando de esa forma. Pensé que traerte a casa te haría