AIDEN
No medí las consecuencias de todo lo que a mi alrededor giraba, pero llorar sobre la leche derramada no es algo que me vaya a traer la paz y la tranquilidad que necesito ahora. El miedo más grande que tenía era perder a la única persona que me daba felicidad día a día con su linda sonrisa y su inocente mirada.
Sara y mi hijo están en manos de ese maldito psicópata, por lo que la rabia y los recuerdos del pasado llegan a mi mente a torturarme y a gritarme de que he vuelto a fallar como hombre. Fui egoísta y ahora no sé a dónde más buscarla. Marino y Adriel están frente a mí, tratando de encontrar algún paradero de mi esposa, pero entre más corren los minutos, no encontramos rastro de su paradero.
Fue muy rápido el maldito imbécil y yo bajé la guardia con mi esposa. No debí dejarla sola y menos haber ocultado tantas cosas, pero su odio es uno de los más grandes miedos que siento. Moriría si llegara a perderla. La culpa me sume cada vez más en esta maldita deses
SARANo sé exactamente en donde me encuentro, pero el olor a putrefacto tan fuerte que se percibe en el aire me tiene totalmente descontrolada. Por mas en que trate de resistir, ese olor me golpea mucho más fuerte en el centro de mi estómago. Sentí un escalofrío correr por mi espalda, haciendo que me estremeciera a la vez que caían lágrimas de mis ojos. Durante el embarazo este ha sido el día en que más veces he vomitado. Ya no tengo fuerza ni para mantenerme en pie o si quiera pelearle a ese lunático que me observa con gran detenimiento mientras sostiene mi cuerpo entre sus brazos. Los ojos me pesan cada vez más, pero me niego a dormir o este loco psicópata nos hará algún daño. Sus palabras aún me retumban en la cabeza. No tengo ni la más mínima idea de donde me ha traído Chris, pero en mi corazón se ha sembrado una mala espina.—Vas a quedar en los huesos si sigues vomitando de esa forma. Pensé que traerte a casa te haría
AIDEN Partimos de la oficina hacia el lugar donde Adriel había dado con la ubicación de Chris y de mi mujer. Sé que mi reacción no será la mejor según lo tenga en frente mío, por lo que he tratado de retener esos impulsos que me están consumiendo de a poco. Pero es muy difícil cuando se ha atrevido a hacerlo de nuevo, sin importarle que por delante se lleve a quien sea. Dos veces no lo dejaré atravesar por este mismo sendero.Aceleré el auto, dejándome guiar por el descontrolado y furioso de mi hermano. Lo peor del caso no es mantener mi autocontrol a raya, sino también mantener lo más controlado posible a Adriel. Los dos llevamos este mismo dolor, odio y rencor hacia Golden, pero no puedo poner en riesgo la vida de mi esposa y de mi hijo; no más de lo que de por sí ya se encuentran.Al llegar a Monza el trafico nos dejó presos entre la carretera, por lo que no tuvimos de otra que bajarnos de los autos e irn
El autocontrol puede irse a la mierda en una fracción de segundo, y más cuando la sangre de mi esposa va corriendo por su piel de manera rápida. Ver esa imagen causó cientos de choques para nada buenos en mi mente. Uno detrás del otro sin detenerse me fue llevando a la furia del momento más grande que haya podido sentir durante toda mi vida. Lo que tanto temí se ha hecho una realidad; de esto quería protegerla, pero el egoísmo de mantenerla en una caja de cristal y a mi lado fue mucho más grande que la sinceridad y darle una advertencia de que en algún momento esto podría legar a suceder. Sara es mi mundo, sin ella, esta vida no tendría ningún tipo de sentido. Si la pierdo, yo me pierdo con ella.—Mantenlos seguros y cuídalos por mí —dije, haciendo un conteo rápido de los hombres que nos apuntaban—. Sácala de aquí, y pase lo que pase, no te devuelvas por mí. Solo llévalos a un lugar seguro.—No puedes quedarte solo, son muchos...—¿Qué es eso que
SARADesperté presa del pánico, tratando de levantarme cuanto antes y salir corriendo de las manos de ese loco que me tiene secuestrada, pero al verme en mi cama y en mi habitación me quedé totalmente quieta y tranquila. Tal parece que todo fue una pesadilla. Ese sueño que tuve fue muy real, pero al ver que no es así, el alma me ha regresado al cuerpo. Debí dormir mucho, porque el cuerpo lo siento ligero y sin mayor pesadez.—¿Aiden? —lo llamé, pero no hubo respuesta alguna de su parte.Estiré el brazo y encendí la lámpara de la mesita de noche, para ver todo con claridad. Todo está a oscuras y en un silencio muy aterrador. ¿Cuánto tiempo he dormido? ¿Y por qué Aiden no está en la cama conmigo? Eran muchas las preguntas que me estaba haciendo para mí, que no caí en cuenta que no me encontraba sola en la habitación. La figura de pie frente a la ventana se dio vuelta y mi corazón latió con mucha fuerza dentro d
Soy consciente de que la vida no es una perfección, que no existe un mundo mágico y lleno de rosas con unicornios mientras se salta por un arcoíris. La misma vida se encarga de hacernos sufrir; ya sea una sola vez o constantemente hasta aprender de los golpes. Mi perfecto castillo de cristal se quebró en miles de pedazos encima de mí, y no pude hacer nada para esquivar las esquirlas de los vidrios que se incrustaron en mi alma.Ahora bien, si la vida no es perfecta, ¿por qué el hombre sí lo sería? No culpo a Aiden por todo lo que me ocultó de su vida, pero sí siento mucha tristeza saber que no me tenía la suficiente confianza para creer en mí. Lo que pasó, pasó; no hay nada que podamos cambiar del pasado no tan lejano que nos llevó por un futuro que no me esperaba. Uní mi vida junto Aiden con el fin de tener una familia prospera, numerosa y cálida, y no un nada y solitario camino. Si me hubieran advertido de las consecuencias, sé que todo sería muy diferente en el ahora.
Según tocamos tierra en Milán, cada recuerdo llegó a mi mente como un rayo. Todo el dolor que guardé en lo más profundo de mi corazón, volvió a aparecer de golpe, haciéndome imposible poder quitar de mis pensamientos las noches y los días que lloré en silencio y a todo pulmón por todo lo que me arrebataron en una fracción de segundo. He aprendido a mantener en pie, aun y cuando las ganas de vivir se han ido de mi cuerpo. Los ojos se me cristalizaron y, antes de que Adriel dijera palabra alguna, me bajé del avión privado.Nos hemos vuelto muy amigos; casi es como un hermano gruñón y mandón para mí. Desde que se abrió a mí y me contó el verdadero mundo de ellos nuestra amistad creció mucho. Es por eso que no puedo guardar rencores con Aiden, porque a pesar de ocultarme cosas importantes, sé que lo hizo para protegerme de lo que, inevitablemente resulté untada.Por seguridad no fuimos a la que era mi casa, sino a otra mucho más alejada de la ci
Las últimas semanas he estado enfocada en mi objetivo y entrenando duramente para estar preparada, puesto a que, no se sabe en qué momento la tormenta llegue a nuestras tierras. Me preocupa el hecho de que Marino no haya encontrado aún a Aiden, pues ya van para tres meses y medio en los que no ha estado junto a mí, y su ausencia me mata cada día más. La culpa es algo que me persigue día tras días, pues si no hubiera sido tan impulsiva y curiosa, nada de esto hubiese ocurrido.Decidí tomar un poco de distancia con Adriel, pues al tener ese mismo rostro que me enamoró, me hace pensar cosas que no son. Él no es Aiden, pero cuánto daría porque fuera mi esposo él que esté a mi lado. Es muy complicado tener un poco de cordura entre tanta locura, y, sin embargo, trato de estar lo más cuerda posible para todo. La fuerza que tengo dentro de mí es gracias a Aiden, pues mi corazón me dice que sí está vivo. Que solo es cuestión de tiempo y esfuerzo para encontrarlo. Nunca perderé la esper
Seguí a Adriel y a Marino por el estrecho camino entre casa y casa, viendo con suma atención nuestro frente sin pestañear. Diez hombres han dado entrada por la parte de atrás de la casa en ruinas en la cual hemos llegado, mientras otros diez cuidan nuestra espalda. Este lugar me recuerda al de aquel día en que lo perdí absolutamente todo. Es muy similar; desolado y abandonado.Adriel se detuvo en la puerta y nos hizo seña a que nos hiciéramos a los lados. No voy a negar que todo me tiembla, pues, aunque haya entrenado todos estos meses, la realidad es otra. El corazón se me va a reventar en cualquier momento a causa de la adrenalina que corre por mis venas.—¿Todos están en sus posiciones? —preguntó Marino en su radio.—Sí, señor —contestaron varias voces al mismo tiempo.—Adelante —ordenó, ensanchando una sonrisa ladeada.Me estremeció la primera detonación que se escuchó en el interior de la casa. Fue muy aguda para mis oídos.