Soy consciente de que la vida no es una perfección, que no existe un mundo mágico y lleno de rosas con unicornios mientras se salta por un arcoíris. La misma vida se encarga de hacernos sufrir; ya sea una sola vez o constantemente hasta aprender de los golpes. Mi perfecto castillo de cristal se quebró en miles de pedazos encima de mí, y no pude hacer nada para esquivar las esquirlas de los vidrios que se incrustaron en mi alma.
Ahora bien, si la vida no es perfecta, ¿por qué el hombre sí lo sería? No culpo a Aiden por todo lo que me ocultó de su vida, pero sí siento mucha tristeza saber que no me tenía la suficiente confianza para creer en mí. Lo que pasó, pasó; no hay nada que podamos cambiar del pasado no tan lejano que nos llevó por un futuro que no me esperaba. Uní mi vida junto Aiden con el fin de tener una familia prospera, numerosa y cálida, y no un nada y solitario camino. Si me hubieran advertido de las consecuencias, sé que todo sería muy diferente en el ahora.
Según tocamos tierra en Milán, cada recuerdo llegó a mi mente como un rayo. Todo el dolor que guardé en lo más profundo de mi corazón, volvió a aparecer de golpe, haciéndome imposible poder quitar de mis pensamientos las noches y los días que lloré en silencio y a todo pulmón por todo lo que me arrebataron en una fracción de segundo. He aprendido a mantener en pie, aun y cuando las ganas de vivir se han ido de mi cuerpo. Los ojos se me cristalizaron y, antes de que Adriel dijera palabra alguna, me bajé del avión privado.Nos hemos vuelto muy amigos; casi es como un hermano gruñón y mandón para mí. Desde que se abrió a mí y me contó el verdadero mundo de ellos nuestra amistad creció mucho. Es por eso que no puedo guardar rencores con Aiden, porque a pesar de ocultarme cosas importantes, sé que lo hizo para protegerme de lo que, inevitablemente resulté untada.Por seguridad no fuimos a la que era mi casa, sino a otra mucho más alejada de la ci
Las últimas semanas he estado enfocada en mi objetivo y entrenando duramente para estar preparada, puesto a que, no se sabe en qué momento la tormenta llegue a nuestras tierras. Me preocupa el hecho de que Marino no haya encontrado aún a Aiden, pues ya van para tres meses y medio en los que no ha estado junto a mí, y su ausencia me mata cada día más. La culpa es algo que me persigue día tras días, pues si no hubiera sido tan impulsiva y curiosa, nada de esto hubiese ocurrido.Decidí tomar un poco de distancia con Adriel, pues al tener ese mismo rostro que me enamoró, me hace pensar cosas que no son. Él no es Aiden, pero cuánto daría porque fuera mi esposo él que esté a mi lado. Es muy complicado tener un poco de cordura entre tanta locura, y, sin embargo, trato de estar lo más cuerda posible para todo. La fuerza que tengo dentro de mí es gracias a Aiden, pues mi corazón me dice que sí está vivo. Que solo es cuestión de tiempo y esfuerzo para encontrarlo. Nunca perderé la esper
Seguí a Adriel y a Marino por el estrecho camino entre casa y casa, viendo con suma atención nuestro frente sin pestañear. Diez hombres han dado entrada por la parte de atrás de la casa en ruinas en la cual hemos llegado, mientras otros diez cuidan nuestra espalda. Este lugar me recuerda al de aquel día en que lo perdí absolutamente todo. Es muy similar; desolado y abandonado.Adriel se detuvo en la puerta y nos hizo seña a que nos hiciéramos a los lados. No voy a negar que todo me tiembla, pues, aunque haya entrenado todos estos meses, la realidad es otra. El corazón se me va a reventar en cualquier momento a causa de la adrenalina que corre por mis venas.—¿Todos están en sus posiciones? —preguntó Marino en su radio.—Sí, señor —contestaron varias voces al mismo tiempo.—Adelante —ordenó, ensanchando una sonrisa ladeada.Me estremeció la primera detonación que se escuchó en el interior de la casa. Fue muy aguda para mis oídos.
Ladee la cabeza hacia atrás, para ver qué tan cierto era lo que me decía Adriel, pero, ¿qué caso tiene mentirme cuando la vida de Aiden pende de un hilo? No lo creo capaz de decir mentira alguna. Detrás de las camionetas de los hombres de seguridad de Adriel, efectivamente venían un par más de color blanco. Mi corazón se aceleró más de lo que por sí ya se encontraba. ¿Por qué nos tiene que pasar esto, justamente cuando hemos dado con su paradero?Entre Adriel más aceleraba el auto, Marino disparaba hacia ellos. Limpié el rostro de Aiden con mi blusa, y pude apreciar con mayor atención sus heridas. Los cortes están frescos, por lo que la sangre brota con la misma rapidez con la que la limpio.—Aiden, mi amor —golpee su mejilla varias veces suavemente—. Acelera el auto, Adriel. Piérdelos de vista.—¿Qué crees que estoy haciendo? —gruñó—. En la intersección daremos vuelta y que los chicos se hagan cargo de ellos. No tengo lo necesario para curar las
AIDEN Desperté por una suave y tierna caricia que me estremeció por completo el alma. Ese toque me resulta tan familiar y único. Es imposible no dejar escapar un suspiro de alivio y de felicidad al poder tener la dicha de sentirla de nuevo. Sara lo significa todo para mí, y el estar separado de ella, pensando en que probablemente nunca más la volvería a ver, fue peor que cada una de las torturas que fui sometido por parte de Golden. Lo que me pone a pensar es la razón y el motivo de dejarme con vida y permitir que Sara y Adriel me encontraran, porque siendo honesto, estuve al filo de la muerte en manos de ese maldito. Ese hijo de puta tiene algo grande en mente, de eso estoy más que seguro. Abrí los ojos, sintiendo el dolor expandirse por cada centímetro de mi cuerpo. Antes, el recuerdo de mi esposa y de mi hijo me mantenía inmune al dolor, pero ahora siento como mis propios huesos hacen arder mi carne.—Despertaste, mi amo
Ya han pasado varios días de los cuales Sara y yo no hemos hablado de nuestro hijo. El hecho de que haya tenido que atravesar ella sola por tan gran pérdida me hace sentir miserable. No llegué a tiempo para salvarlos, por lo que la culpa me consume cada día que va corriendo. Fallé como padre y esposo, y eso es algo que nunca me voy a perdonar en la vida. Además, ver las marcas que Golden dejó en su cuerpo me terminan por envenenar el alma. No veo el momento de poder tenerlo entre mis manos y acabarlo como tanto me gustaría hacerlo. Marino me ha aconsejado que lo hable con ella y de que le demos un cierre definitivo para poder continuar no solo con nuestra vida, sino también con nuestro matrimonio. Nuestra relación se ha mantenido igual que siempre, pero no dejo de pensar en todo el sufrimiento que ella vivió por mi culpa.—Tus heridas han estado sanando rápidamente, pero la que m&a
SARASe siente caer un peso de encima desahogar todos los miedos, las frustraciones y las tristezas con la persona correcta, pues por más en que le contara a Adriel, no era lo mismo que decirle a Aiden, pues solo nosotros sentimos y añoramos lo que con gran maldad perdimos. El deseo de lo que pudo haber sido aun está fresco en mi mente, pero compartir el dolor con Aiden hace que veamos puntos diferentes y logremos salir adelante tomados de la mano. Duramos hasta largas horas de la noche hablando y llorando por todo lo que fue y por todo lo que viene de ahora en adelante. Sus brazos y sus besos tienen la facilidad de envolverme en esa cajita de cristal donde siempre me ha tratado de guardar. Verlo tan vulnerable y saber que siente culpa me deja un sabor amargo en la boca, porque ninguno de los dos tiene culpas de lo que sucedió, pues así es el destino y no hay nada que podamos hac
Aiden no perdió ni un solo segundo, pues en un abrir y cerrar de ojos se deshizo de mi pantalón y abrió mi blusa de par en par, destrozando los botones de esta a su vez. Dejándome en ropa interior, una oleada de calor se esparció por todo mi cuerpo. Su fija y ardiente mirada me descoloca los huesos por completo. Sus besos descendieron por mi cuello y pecho hasta llegar al borde del sostén, el cual removió hacia abajo, liberando mi seno y fundiendo el calor de su lengua con la dureza de mi pezón. La humedad y el calor que brota de su boca causa un cosquilleo intermitente por todo mi interior. Debido al tiempo que no he sentido sus caricias por mi piel, mis gemidos son muy sonoros. Por más en que trate de contenerlos, ellos se escapan por sí solos de mis labios. Mordió mi pezón, mientras que con su otra mano masajeaba mi otro seno.—Tan dulce como mi paladar las recuerda — murm