Había pasado tanto tiempo desde la última vez que Valentino tuviera ese tipo de pesadillas, donde lloraba como un niño y le suplicaba a Luana que no lo abandonara, ella sabía en el fondo quien era la mujer que tan profundamente había marcado a su esposo y sentía celos, pero también sabía que en todo el tiempo que llevaban de casados él jamás había mirado a otra mujer, no sabía si le era fiel a ella o al recuerdo que tenía de Luana, de todas maneras agradecía que él hubiera sido amable y más ahora que estaba tan enferma.
Él era un padre ejemplar, se preocupaba por las niñas, cada que podía, las llevaba y las recogía de la escuela, sus hijas eran unas niñas muy amadas.
Valentino jamás se alejaba por mucho tiempo, siempre estaba ahí pendiente de sus necesidades y dispuesto a hacer lo que fuera por ella. Eso le causaba un gran remordimiento, había cosas que le ocultaba y eso hacia su cargo de conciencia más grande, pero nunca se lo diría, sabía que si lo hacía lo perdería para siempre, sentía pena por él, ya que este último año no había podido ser la mujer que hubiera deseado, su enfermedad la había debilitado tanto, volvió a recostarse mientras las lágrimas humedecían su marchitado rostro.
Por más vueltas que daba en la cama, Luana no había podido dormir, aún sentía los labios de Valentino sobre su boca, sus manos recorriendo su cuerpo, sentía que nunca había dejado de amarlo, quería que él estuviera a su lado compartiendo su lecho y pensando en él se quedó dormida.
El despertador sonó fuertemente, eran las seis de la mañana cuando Luana se despertó sobresaltada, generalmente se despertaba antes de que este sonara, pero se había quedado dormida alrededor de las cinco, aun en ropa de dormir se acercó a su ventana, tenía el presentimiento que si miraba hacia la casa de Valentino lo descubriría como cuando eran enamorados parado en el balcón esperando a que ella se asomara para darle los buenos días,
Corrió lentamente la cortina, mientras la luz del sol entraba tímidamente por la ventana, al terminar de correr la cortina miro hacia el balcón de su casa, no había nadie. Una gran desilusión inundó su corazón, pero se repetía una y otra vez que no debía esperar mucho de aquel beso.
Bajo tristemente las escaleras, se sentó a la mesa mientras su madre le traía el desayuno, se quedó pensativa mirando fijamente el café con leche que tenía frente suyo.
—Mami — dijo de pronto rompiendo el inquietante que silencio que se había producido con su llegada— mami — volvió a decir — ¿recuerdas a Valentino?
—Claro— respondió esta — el sobrino de la señora Tulita, el que fue tu ex, ¿no es así hija? — y al mencionar esto último no pudo contener una sonrisa de picardía al ver a su hija enfadarse por aquella frase sin sentido.
—Ay, mamá, deja de decir eso — replico Luana mientras los colores se subían a su blanco rostro, tratando de disimular su incomodidad, se levantó de su asiento, cogió su bolso y se despidió de su madre.
—Espera hija —dijo de pronto doña Carmen, mientras salía apurada de la cocina con un sobre— trajeron esto para ti muy temprano, cuando estabas en la ducha.
—Gracias mami, ya me voy adiós.
—No vas a contarme que es lo que dice el sobre, hija.
—No mamá, te llamo luego, estoy apurada —respondió mientras su madre la retenía al cogerla suavemente por un brazo.
— ¿Luana, te pasa algo? — pregunto inquieta su madre.
—No, no pasa nada mama.
—Qué buena hija, por cierto, ya que me preguntaste por Valentino, ¿te conté que su esposa tiene cáncer al útero?
El corazón de Luana se paralizó por la impresión, no podía creer lo que su madre le estaba contando, su estómago se contrajo y sintió que la bilis se arremolinaba en su garganta, una sensación de suciedad la inundo por completo, era terrible haber estado soñando y divagando con el esposo de una mujer con una enfermedad terminal, que bajo había caído.
Trato de salir de ahí antes de que su madre le preguntara que le estaba pasando, miro su reloj y al ver la hora se despidió y salió casi corriendo.
Mientras iba en el taxi, no dejaba de pensar en lo que le había dicho, su madre sentía ganas de llorar y gritar, el dolor que sentía le estrujaba el corazón, quería retroceder el tiempo y no haber subido al auto de Valentino, si no lo hubiera vuelto a ver en estos momentos, su vida seguiría igual, se sentía triste, confundida, con ganas de huir o que la tierra se abriera a sus pies y la tragase.
¿Por qué tuve que encontrarlo? ¿Por qué tuvo que pasar? Se preguntaba una y otra vez — Si me sentía tan bien como estaba y ahora no comprendo, Dios, ¿qué me está sucediendo?
Poco a poco las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, hacía mucho tiempo que no lloraba así, con la intensidad con que lo estaba haciendo en esos momentos. De pronto el taxista la saco de su letargo.
—Señorita... ¿Está bien? ¿Le sucede algo?
—Si gracias, solo estoy un poco resfriada.
— Bueno, ya llegamos.
—Gracias— respondió nuevamente Luana.
Bajo del auto luego de pagar, pero cuando estaba por ingresar a su trabajo, el taxista llegaba corriendo tras de ella.
— ¡Señorita! ¡Señorita! Olvido este sobre en el auto
— Gracias —respondió Luana mientras recibía el sobre y se dirigía con prisa a su oficina.
Dio vueltas y vueltas en su oficina con el sobre en las manos, ella conocía a la persona que le había escrito, ese tipo de letra era inolvidable, una bella caligrafía inglesa, solamente conocía a una persona que aun en estos tiempos se permitía ser tan audaz para escribir una carta a mano y no enviar un simple mensaje de texto, un W******p o un email.
Se sentó en su escritorio, reviso su correo, pero no podía concentrarse, tenía que aceptarlo, le intrigaba lo que estaba escrito en el sobre. Luego de pensarlo mucho, lo abrió lentamente y las lágrimas empezaron a brotar nuevamente de sus ojos.
«Querida Luana:Te amo con toda el alma, aunque no lo creas, nuncadeje de hacerlo y la prueba de esto es nuestro encuentro de ayer, si te seguí, te sigo desde hace mucho tiempo, mi corazón no puede aceptar esta separación y sé que, aunquetú no lo des por aceptado, yo tampoco te soy indiferente, lo sentí ayer en tusbesos y en tu mirada, fue como si el tiempo no hubiera transcurrido, quisieraque volviéramos a vernos, a estar juntos, pero sé que eso es imposible, por tubien y por el mío.Quiero que sepas que nunca nadiepudo ocupar tu lugar, nunca deje de pensarte ni de amarte, ahora vivo en un infierno, me siento mal con ella, pero sobre todo contigo, no debí de actuar deesa forma tan impulsiva, debí ser más racional y mantenerme alejado de ti comolo estuve haciendo durante todos estos años, pero simplemente
Valentino como intuyendo que algoandaba mal, trato de cambiar de tema y empezó a preguntarle sobre sus estudiossin darle tiempo para que pudiera decirle lo que estaba sintiendo, de pronto Luanano aguanto más y exploto en llanto, Valentino no sabía cómo calmarla, hacíatanto tiempo que no la veía llorar, se sentía inquieto por esta situación, teníamiedo de perderla; sospechaba que algo estaba sucediendo con su novia y sentíamiedo un miedo indescriptible.—Valentino, quiero que nos demos untiempo, necesito un tiempo para mí, me siento asfixiada con esta relación, tepido por favor que nos separemos por un tiempo, luego veremos qué pasa —Logrodecirle entre sollozos.Valentino quedo mudo al oírlehablar, sentía que el mundo se abría a sus pies, no podía creer lo que
—Luana, tú sabes bien que lo de nosotros es algo distinto —murmuroValentino tratando de encontrar una salida a su presencia en la oficina— perolo de ayer no puede volver a ocurrir, eso lo sabes tú y lo sé yo, te amo tantocomo sé que tú me amas a mí, pero yo estoy casado y no puedo dejar a mi esposano lo podría hacer nunca, lamento haberte puesto en esta situación — afirmomientras volteaba la mirada tratando de ocultar una indiscreta lágrima, además no podía volver a mirarla, sabía quesi lo hacía no iba a poder resistir la tentación y la besaría.Camino rumbo a la puerta, pero justo cuando cogía la manija ellahabló.—Tino, dime la verdad; durante todo este tiempo, alguna vezsentiste la tentación de buscarme, te paso por la mente la posibilidad de queyo a&uac
Valentino la atrajo contra si con una mano mientras con la otraacariciaba el blanco rostro de ella, no podía dejar de mirarla embelesado,cuanto había cambiado, se notaba que ella ya no era la misma muchachitainquieta de la que él se enamorara perdidamente, ahora era una mujer adulta de veintiocho años, con la madurez que daba la edad, mucho más hermosa que antes,Luana lo miraba dulcemente,sus ojos tenían un brillo especial que hicieron que un calor estremeciera todosu cuerpo, al ver esa expresión en su mirada, sintió como si nunca se hubieran separado, erauna mezcla de pasión y ternura, su cercanía producía en él una sensación de pazy tranquilidad.De pronto, los labios de Valentino se acercaron a los de Luana,quien volvió a estremecerse al sentir su cercanía y alsentir los cálidos labios de Valentino pos
Caminaron juntos por muchas horas, abrazados y besándose a cadamomento, algunas veces corriendo y otras simplemente en paz y mirando el mar,ya cansados, se sentaron juntos en la orilla de la playa, Luana se sentía tanfeliz, relajada, emocionada por los momentos tan maravillosos que estabaviviendo, el agua cubría por momentos los pies descalzos de ambos, pero eso noimportaba mientras estuvieran juntos.El día llegaba a su fin, ya el sol seestaba ocultando, el cielo cambiaba de color tomando un tono rojizo algoentristecedor, pero daba paso a una luna llena tan hermosa que se abría paso através del inmenso cielo,Valentino la rodeo con sus brazos mientras la besabaen la frente primera, para luego darle un beso delicado en los labios, seabrazaron tan fuertemente como queriendo fundirse en un solo ser, mientras nodejaban de besarse y de acariciarse, se profesaron tant
Cuando me aleje de time di cuenta de que era a ti a quien amaba, sentía celos al verte con la que seríatu esposa, al ver que tú no te fijabasen mí, decidí terminar con aquel muchacho y buscarte, pero ya era demasiadotarde, estabas a punto de casarte, me acerque a la iglesia en la que te casabasdispuesta a no permitir que lo hicieras, pero al acercarme pude ver el rostrode felicidad de ella y pude verte a ti, tranquilo, sereno, feliz y no lo pudehacer, me aleje de aquel lugar y decidí hacer mi vida tal como lo vine haciendohasta este momento, después de aquella ruptura, yo no volví a ser lamisma.— Pero… princesa por no me contaste lo que estaba pasando, todohubiera sido más fácil en esa época, ¿no lo crees así? — pregunto Valentinomientras la abrazaba fuerte contra su pecho desnudo.—
La abrazo con fuerza tratando de congelar ese momento tandichoso,se veía tan linda cuando dormía, cuanto había extrañado esosmomentos cuando sedesaparecían para ir a algún lugar oculto donde poderamarse, nunca pudoolvidar lo apasionada que era ella al momento de hacerel amor.Luana despertó y al verlo sonreír no le quedó otra cosa que sonreírtambién, miro la hora y alpercatarse que eran casi las siete de la mañanase levantó de un brinco debidoa que debía presentarse a trabajar, ademássu falta del día anterior no teníajustificación, que estaría pensandoNicolás de su ausencia, tenía que pensar en la forma de justificarse. Lo había dejado embarcado con la presentación de los planos a los nuevos clientes.El camino de regreso estuvo
Luana llego a su casa preocupada por lo que estaba pasando,mientras sacaba las llaves de su bolso escucho pequeñas risas en el interior,curiosa atisbo por la ventana y quedo intrigada pues no reconocía a aquellasniñas que estaban en la sala de su casa, iba a poner su llave en la cerraduracuando la puerta se abrió de forma improvista.—Hijita, las niñas son hijas de Valentino, me ofrecí a cuidarlas,en la madrugada llego una ambulancia, y se llevaron a su mamá, hasta donde mecomunico doña Tulita, ella se encontraba muy mal y lo único que hacía erallamar a su esposo, nadie sabía nada de él, algo debió haberle sucedido,siempre ha sido un buen esposo.Luana estaba muda, no sabía que hacer, su cabeza daba vueltas, se sentíaculpable por lo sucedido y no dejaba de llorar, su cuerpo no pudo más y cayó&