POV: CARMENLes pido a los chicos que dejen el árbol en la sala, y que no se preocupen en querer ponerlo bien, creo que Hugo se puede encargar se eso.—Muchas gracias —les digo con una sonrisa, mientras les pago.Los acompaño hasta la puerta y la cierro al ellos marcharse. Subo las escaleras juntando la bata para cubrirme más, camino hacia la habitación de nuestro pequeño para verificar que siga dormido pero justo empieza a lloriquear.“Y sino hubiera subido”Me adentro a la habitación que casi siempre está con la puerta abierta por el entrar y salir de ahí continuo.—A ver —comento avanzando hacia la cuna. —. Sientes la presencia de mami ¿no? Por eso empezaste a lloriquear —apoyo mis manos al borde de la cuna observándolo moverse mientras chilla.Cuando sus lindos ojitos cafés se encuentran con los míos detiene sus movimientos y me mira curiosamente. Suelta una fuerte carcajada repentina sorprendiéndome, y no logro contener la risa y le sigo.—Amaneciste tan feliz pequeño.—¡Dah! —ag
Prólogo — Pequeña Mía. Estaba ansioso, al fin tendríamos esa conversación que tanto deseaba, que me traía loco. Ya no soportaba que me evitara, quería que me hiciera frente, y había llegado el momento.Pacientemente la espero llegar, me he hecho todo tipo de conclusiones en la cabeza, pero nada es seguro y sólo me pongo más nervioso.—Hola.Levanto la cabeza de golpe, encontrándome con sus ojos cafés oscuros, la miro sintiendo mi pecho latir con fuerza, estoy tan nervioso, no he dejado de preguntarme que hice mal.El vestido de color anaranjado resalta su piel morena, está radiante y hermosa.—Hola —devuelvo el saludo casi sin voz.—Vamos atrás —señala con su dedo detrás, nerviosa. No soy el único.Asiento.Me paro de la mesa, y salimos del pequeño local, pasamos por la entrada para poder colarnos hacia la parte trasera.Junto mis manos detrás de mi espalda mirando alrededor, esperando que ella tome la palabra.—¿Y?—pregunto al ver que no dice nada.—No podemos seguir.Busco sus ojos
POV: CARMEN. Era un poco extraño, gracias al nuevo integrante en mi vida, no podía dejar de ver mi celular, de hecho pasaba mucho tiempo en ese aparato después de realizar mis deberes de la universidad. Sumándole que no podía sacar de mi cabeza, sus hipnotizadores ojos y la manera en la que disimuladamente me miraba, al principio podía jurar que no le quitaba los ojos de encima a mi amiga, pero una vez que te concentras bien, descubres su verdadero punto de vista.“Yo”¿Quién lo diría? La chica que se la pasa todo el tiempo estudiando, u haciendo alguna otra cosa, menos estar atenta a un celular, o estar esperando la respuesta de alguien, ahora hasta hacía las tareas con un ojo sobre el celular, a veces el miedo me invade y me aterro de mis propios sentimientos, de la manera en que él estaba adentrándose no sólo a mi vida, también se colocaba en mis pensamientos, y mi pequeño corazón sabía que pronto le tocaría lo suyo, además de que ya se calentaba con sólo ver un mensaje de él.Co
Apresurada camino por los pasillos de la universidad rumbo a la salida.—Tienes que esforzarte más —comenta el chico que está a mi lado.—¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?—pregunto, deteniendo mis pasos para enfrentarle.—Vine a...Alzo mi palma para que se detenga.—Viniste porque ellos te lo pidieron, conmigo no te hagas, y no me sigas, tú y yo somos simples conocidos, no vengas a opinar de si me esfuerzo o no, que te quede claro —me doy la vuelta, dando zancadas hacia la salida.Estoy ardiendo en rabia, hoy no es un buen día que digamos, estuve trabajando tanto para ese proyecto y resultó ser un fracaso, como mis padres nunca asisten a nada que tenga que ver con mis estudios desde pequeña, no tendré que darles ninguna explicación.Sacudo la cabeza echando mi melena hacia atrás, miro hacia el frente buscando a mi chófer, pero se me escapa el aire de la impresión, jadeo sorprendida, doy varios pasos hacia atrás, y me pego de espaldas a una pared.¡¿Qué está hacie
Con mis estudios me es fácil ignorar a mis padres, tampoco es que pasaran mucho tiempo en casa, mi padre se la pasaba de viaje haciendo negocios, mi madre algunas veces se iba con él, otras se encargaba de que todo estuviera bien con la empresa. Mi padre la respeta y todo, pero le gusta ejercer demasiado control sobre las personas y eso no me gusta, me quieren, no lo dudo, pero no me gusta que controlen mi vida, me choca.Hoy es sábado y aunque estoy libre de los deberes de la universidad ya que me desvelé el jueves para terminarlo todo, no tengo ánimos de mucho, aparte de eso tomo cursos de idioma, mi madre y Mary dicen que no estará nada mal para mi carrera y me convencieron.Mi celular vibra sobre la mesa y lo tomo. Contesto sin mirar de quien se trata y llevo el aparto cerca de mi oído.—Hola —contesto parándome de la mesa.—No miraste de quien se trata —esa voz...Alejo el aparto de mi oído y gruño bajito.Ash, ¡que tonta!—¿Qué desea señor?—pregunto juguetona.Escucho su risita
Inclino mi mano para unirla con la suya, aceptando su ayuda para salir del auto, como todo un caballero. —Gracias —le agradezco con una sonrisa. No me suelta, contrario a eso entrelaza nuestros dedos con firmeza, su mano le brinda calor a la mía, sólo ruego por no ponerme a sudar y arruinarlo. Entramos al restaurante y se escucha un pitido, supongo que anunciando un nuevo cliente, el lugar es espacioso, las mesas son de color caoba, hay flores por fuera del local que resalta el aura del lugar, hay una pequeña cantidad de personas, unos hablando, otros comiendo. Hugo elige nuestra mesa y va por nuestra comida, hay una pequeña fila, no tan larga, desde mi lugar puedo observarlo, la cocina está al fondo y como si formara el número 7 está conectado a donde sirven la comida. El moreno de ojos cafés regresa con una pizza mediana y dos jugos naturales en una bandeja, me sirve y luego busca mis ojos. —Hablaré con Mary —amenazo. —La sobornaré si es necesario —advierte tranquilamente. Lo
—Las cosas tienen que cambiar, más ocupaciones, fíjate que tu papá nos alcanzará para irnos por una semana a Australia, ésta noche abandona San Adrián —dice, moviéndose hacia mí, pero no la dejo tocarme.—No te preocupes si viniste a convencerme, yo obedezco señora —le digo sin mirarle.La escucho suspirar y sé que no sabe que más decir.—¿Qué te hace falta? Es como si no fueras feliz, hay personas que pagarían por ser hijos de tu padre, lo tienes todo, tienes a tus padres, ejerces tu carrera...—Ya —exclamo para que se detenga. —. El problema es que soy muy diferente a ustedes, el dinero no me hace feliz, corazón y billetes no se llevan de la mano, no se le puede dar más prioridad que eso se vuelve ambición, haber mamá, la última vez que tuvimos una conversación íntima fue a mis quince años, cuando me gustaba Geraldo, papá siempre fue ambicioso pero esperaba que tu no cambiaras, que siguieras siendo mi mejor amiga, pero de estar conmigo pasaste a estar con gente fina, señoras lengua
Loúnico divertido fue hacerle la vida imposible al inepto de Manuel, pues tenía que ser mi guardaespaldas por la semana completa, y pues, no se la puse nada fácil. No sé porque no se quedó a donde había ido, pero ni modos, se había ido a estudiar, no a quedarse.Salgo del baño secando mi cabeza, estoy muy emocionada ya que pronto volveré a casa, a quien engaño, estoy emocionada por volver a ver a Hugo.—¿Qué carajos estás haciendo en mi habitación? —pregunto, mirando desconcertada al hombre que está frente a mí mesa.Voltea con mi celular en su mano, mi corazón se encoge de sólo pensar que pudo adivinar la clave.—Mmm, ¿Qué ocultas pequeña? Un noviecito, mejor dicho, un morenazo —dice, jugueteando con mi celular.