Con mis estudios me es fácil ignorar a mis padres, tampoco es que pasaran mucho tiempo en casa, mi padre se la pasaba de viaje haciendo negocios, mi madre algunas veces se iba con él, otras se encargaba de que todo estuviera bien con la empresa. Mi padre la respeta y todo, pero le gusta ejercer demasiado control sobre las personas y eso no me gusta, me quieren, no lo dudo, pero no me gusta que controlen mi vida, me choca.
Hoy es sábado y aunque estoy libre de los deberes de la universidad ya que me desvelé el jueves para terminarlo todo, no tengo ánimos de mucho, aparte de eso tomo cursos de idioma, mi madre y Mary dicen que no estará nada mal para mi carrera y me convencieron.
Mi celular vibra sobre la mesa y lo tomo. Contesto sin mirar de quien se trata y llevo el aparto cerca de mi oído.
—Hola —contesto parándome de la mesa.
—No miraste de quien se trata —esa voz...
Alejo el aparto de mi oído y gruño bajito.
Ash, ¡que tonta!
—¿Qué desea señor?—pregunto juguetona.
Escucho su risita de fondo.
—Pagaría para escucharte frente a frente, ¿me concedería ese deseo, pequeña mía?—pide, y en la manera en la que lo hace, no me siento capaz de rechazarlo, además quiero verlo.
Muerdo mi dedo índice pensativa, ash, me muero por verlo, que más da.
—Está bien —suelto sin más rodeos.
No escucho nada de su parte por unos cortos segundos.
—Espera, ¿dijiste esta bien?
—Sí tonto —digo riendo.
Salgo del comedor, y me adentro a la sala.
—Creí que tendría que intentar otra estrategia, gracias al cielo —suspira, robándome una sonrisa. —. Te recojo en la heladería cerca de la universidad.
—Ayudándome a ser discreta —comento divertida, paseando por la sala.
—Lo que menos quiero es causarte problemas, todo lo contrario, me gusta ver los hoyuelos que se forman en tus mejillas al sonreír, no te imaginas lo hermosa que te ves.
Sonrío con ternura, sintiendo mi corazón latir con más fuerza.
—Nos vemos —antes de llegar a colgar, me lanza besos.
Sé que lo traigo un poco loco, y lo quiero completamente loco por mí, sólo así podré saber si me lanzo o no, no espero ser la primera en la vida de un hombre, sólo la última y la única.
Subo corriendo las escaleras sonriendo como tonta, entro a mi habitación y voy directo a mi armario, miro toda mi ropa sin poder decidirme, me decido por una falda amarilla con rayas marrones pálidas, y una blusa de tiras negras, me cambio rápidamente ya que ya estaba duchada, me pongo la blusa de tiras dentro de la falda y me coloco mis botas negras que por mi altura casi me llegan a las rodillas, amarro los cordones y tomo mi bolso la cual abrocho en mi cintura y listo.
Meto dentro algunas cosas importantes como mi celular y mi tarjeta de identidad, bajo despacio para no hacer ruido, no quiero que la señora de limpieza vaya a mentir por mí, debo decirle a donde voy, sólo falta que contraten una niñera para cuidar de mí.
Al llegar a la galería, me topo con mi chófer quien me mira con sospecha, le sonrío ampliamente y él niega con la cabeza.
—Venga que la llevo —menea la cabeza, indicando que lo siga.
Sonrío traviesa, caminando detrás de él hasta el auto.
Me deja justo frente a la Heladería, y se va, observo alrededor a ver si ya llegó, y lo veo parado cerca, con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón, aprovecho para admirar su belleza varonil, viste una camisa gris con rayas blancas que forman cuadritos, en su mano izquierda lleva un reloj de color plata y en el bolsillo de su camisa cuelgan unos lentes de sol.
Me acerco con pasos lentos para no hacerlo esperar más, froto mis manos para evitar que suden, odio ponerme nerviosa pero él no ayuda, es un tipazo. De hecho tenemos suficiente tiempo conociéndonos, pero más por chat ya que sólo hemos tenido una cita, y varios encuentros, no sé que espero por lanzarme a sus brazos, aunque él no ha hecho nada para presionarme o parecer llevar las cosas rápidas, más bien, me está dejando fluir, pero el miedo que tengo no se me va.
—Hola —saludo, mirándolo nerviosa, sin despegar mis manos que se aprietan entre sí.
Me sonríe como suele hacer, mirándome y mostrando esos dientes muy blancos que no sé cuando morderán mis labios.
—Hola —me devuelve el saludo sin dejar de sonreír. —. Sigo loco, o estás más hermosa hoy —dice juguetón.
Río meneando la cabeza.
—Puf, ni siquiera me maquillé, no te creas, no me estaba poniendo bonita para ti —digo, avanzando peligrosamente hacia él. —. Y deja de sonreír —le digo rodando los ojos.
Da dos pasos hacia mí.
—No puedo, además de que después de tu sonrisa la mía es la más hermosa, estoy muy feliz de verte —me guiña un ojo.
—Deja de ser tan cursi que me das más miedo —chillo, y él ríe por un momento, y luego me mira serio.
—¿Miedo? —inquiere frunciendo el ceño.
Lo tomo del brazo para alejarnos de la Heladería.
—Pues podríamos ser un cliché, el típico que logra endulzar a la chica estudiosa, por no decir buena —ríe. —. Y luego la deja.
Él se detiene, tomándome de las manos y me mira a los ojos.
—Entonces eso significa que te importo y temes que esto sea un juego —afirma, con una sonrisa en la comisura de sus labios.
—No dije eso, temo por mi corazonsito —aclaro, alejándome.
—Ja´ eso no cambia mi suposición —me alcanza, me toma del brazo para que me detenga, trato de sostenerle la mirada para que no perciba mis nervios.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—Por ahí debiste empezar sino querías ponerte nerviosa.
—Actúa como el adulto que eres —digo, fingiendo seriedad.
—Creo que hablar la verdad ya lo dice todo —dice mirándome coqueto.
Golpeo su hombro haciendo puchero.
—Te la sabes todas —murmuro.
Sube y baja las cejas juguetón.
—Por eso soy un adulto ¿no?
—Sí claro —digo haciendo una mueca.
—Vamos —pasa su brazo sobre mis hombros desnudos, y nos regresamos hasta su auto.
—No me has dicho a donde vamos —reclamo subiendo al auto.
Él rodea el auto y se monta, inmediatamente que lo hace pone el auto en marcha y toma el volante.
—A mi casa —contesta, cuando le insisto.
—¿Qué me va hacer señor?—pregunto haciéndome la asustada.
Aleja su mirada de la carretera para mirarme por unos segundos.
—Nada bueno, pequeña.
Mediante el camino nos la pasamos dándonos miraditas con pequeñas sonrisas añadidas y para colmo con una canción de amor de fondo, imagínense, amor hasta en el aire.
Se detiene frente a un restaurante, siendo sincera pensé que me llevaría a un lugar más íntimo, se nota que no hará nada para incomodarme, y eso es muy lindo en él, que ya siendo un adulto busque ganarme paso a paso como se debe. Pronto me voy a derretir, ser como soy no me durará con él. Toda mujer por más difícil que sea, desea que le hablen bonito, que alguien la consienta y le diga cosas bonitas.
Inclino mi mano para unirla con la suya, aceptando su ayuda para salir del auto, como todo un caballero. —Gracias —le agradezco con una sonrisa. No me suelta, contrario a eso entrelaza nuestros dedos con firmeza, su mano le brinda calor a la mía, sólo ruego por no ponerme a sudar y arruinarlo. Entramos al restaurante y se escucha un pitido, supongo que anunciando un nuevo cliente, el lugar es espacioso, las mesas son de color caoba, hay flores por fuera del local que resalta el aura del lugar, hay una pequeña cantidad de personas, unos hablando, otros comiendo. Hugo elige nuestra mesa y va por nuestra comida, hay una pequeña fila, no tan larga, desde mi lugar puedo observarlo, la cocina está al fondo y como si formara el número 7 está conectado a donde sirven la comida. El moreno de ojos cafés regresa con una pizza mediana y dos jugos naturales en una bandeja, me sirve y luego busca mis ojos. —Hablaré con Mary —amenazo. —La sobornaré si es necesario —advierte tranquilamente. Lo
—Las cosas tienen que cambiar, más ocupaciones, fíjate que tu papá nos alcanzará para irnos por una semana a Australia, ésta noche abandona San Adrián —dice, moviéndose hacia mí, pero no la dejo tocarme.—No te preocupes si viniste a convencerme, yo obedezco señora —le digo sin mirarle.La escucho suspirar y sé que no sabe que más decir.—¿Qué te hace falta? Es como si no fueras feliz, hay personas que pagarían por ser hijos de tu padre, lo tienes todo, tienes a tus padres, ejerces tu carrera...—Ya —exclamo para que se detenga. —. El problema es que soy muy diferente a ustedes, el dinero no me hace feliz, corazón y billetes no se llevan de la mano, no se le puede dar más prioridad que eso se vuelve ambición, haber mamá, la última vez que tuvimos una conversación íntima fue a mis quince años, cuando me gustaba Geraldo, papá siempre fue ambicioso pero esperaba que tu no cambiaras, que siguieras siendo mi mejor amiga, pero de estar conmigo pasaste a estar con gente fina, señoras lengua
Loúnico divertido fue hacerle la vida imposible al inepto de Manuel, pues tenía que ser mi guardaespaldas por la semana completa, y pues, no se la puse nada fácil. No sé porque no se quedó a donde había ido, pero ni modos, se había ido a estudiar, no a quedarse.Salgo del baño secando mi cabeza, estoy muy emocionada ya que pronto volveré a casa, a quien engaño, estoy emocionada por volver a ver a Hugo.—¿Qué carajos estás haciendo en mi habitación? —pregunto, mirando desconcertada al hombre que está frente a mí mesa.Voltea con mi celular en su mano, mi corazón se encoge de sólo pensar que pudo adivinar la clave.—Mmm, ¿Qué ocultas pequeña? Un noviecito, mejor dicho, un morenazo —dice, jugueteando con mi celular.
No tengo un lugar un favorito con exactitud, pero me encanta todo que tenga que ver con la naturaleza, bosques, ríos, playas, zoológicos, pero sobre todo el mar. —Hay algo que aún no me has dicho, es sobre la llamada que tuvimos —comenta, caminando junto a mí. De sólo recordar aquello me molesto, pero no lo hago notar. —Cuando llamaste le había terminado de decir sus verdades a mi madre, estaba algo molesta —explico sin detalles.Estamos caminando tomados de la mano cerca de unos arboles, vivir en la ciudad es hermoso, pero no es tan hermoso como vivir en el campo, u en lugares no tan desarrollados, donde hayan arboles,contrario a la ciudad, la cual está llena de edificios y construcciones. —¿Por qué estabas molesta? —pregunta, y no me sorprende, lo quiero saber todo. —Literalmente sólo están para darme órdenes, las cosas estaban muy bien entre nosotras, con mi padre nunca tuve tanto apego, pero desde que se volvieron multimillonarios, menos amor quedó, le dije a mi madre que mie
¿De que estará hablando? Luchando en contra de mi orgullo logro bajar, la tomo de la mano para llevarla a su habitación. —Necesitas descansar, a pesar del ogro que es tu marido, no creo que te sea infiel —le digo, ayudándola a subir las escaleras. Luego de dejarla en su habitación entro a la mía, confundida y llena de dudas. “Se te cumplió el deseo” esa frase resuena en mi cabeza. Me meto a darme una ducha para luego empezar a hacer mis tareas. Unas horas más tardes, intento concentrarme pero no lo logro, unos gritos desde la recamara de mis padres no me dejan, no entiendo que rayos les pasa, no suelen discutir así, ya el dinero se les subió a la cabeza. Para mí siempre fue suficiente lo que teníamos antes, pero ni modos, mi padre es ambicioso en cuanto a sus sueños y en el fondo estoy orgullosa de lo mucho que ha logrado, y limpiamente. Me levanto para ir a ver que sucede ya que no soporto sus gritos. —¡Estamos en un gran lío y tu me vienes con tus estúpidos celos!—grita mi p
El viento sopla fuertemente contra mi rostro desordenando mi cabello, estoy sentada sobre el baúl de su auto, y él está parado entre mis piernas, con los brazos apoyados a mis costados. —Me enteré de lo que pasó —comenta, lo supuse. —No me han querido decir nada, sólo sé lo que dicen las redes —digo molesta. —Hacen bien, necesitas concentrarte en tus estudios —dice con tanta seriedad que no me lo creo. —¿Es en serio? ¿Acaso tienes hijos? Tengo derecho —reclamo. —No he dicho lo contrario, ellos no quieren que lidies con eso, yo en su lugar haría lo mismo, te mantendría lejos de aquello, imagina él que es tu padre. Poso mis manos sobre sus hombres. —¿Sabes? A pesar de todo ellos siempre fueron felices, y no quiero que eso cambie, no se que motivos tendrá mi madre pero ella cree que mi papá le es infiel, y los instintos de mujer no fallan —ríe por lo último. —Mira pequeña, eres su hija, sí, pero quiero que sepas que en los problemas de pareja nadie se mete, sobre todo si están ca
Por más que quisiera pensar lo mejor de mi padre, no puedo, simplemente no puedo, siento que por algún motivo está así, algo quiere de mí, no me culpo porque perdí la confianza en ambos, y no es que hicieran gran cosa para recuperarla. Sólo espero que resuelvan pronto el lío que hay con la empresa, prefiero que estén metidos en la empresa a que estén tristes en casa, por aquello que han logrado con mucho esfuerzo. Debo admitir que fue un gesto muy bonito de su parte tomarse el tiempo de ir a verme dando la clase, dijo que lo hice bien, espero ver ese bien en mis calificaciones y que no lo haya dicho por ser mi padre. Siento a alguien posarse detrás de mí y darme un beso en el cuello, giro sobre mi asiento confundida, si es Manuel, lo saco a patadas.—¡Hugo! Por Dios, ¿Cómo entraste? ¿Qué haces aquí? Mis padres no pueden verte —farfullo asustada, me paro para asechar por la ventana pero el me toma de la muñeca y me pega a su cuerpo. —No me aguante las ganas de verte —me besa, litera
Me volteo para verlo, aunque me siento como una niña haciendo berrinche, no me guardo nada y le grito todo el coraje que siento.—¿¡Era eso tu imprevisto!? ¡Una mujer! ¿Soy la segunda? —Grito, sintiendo mis ojos picar. Ambos, tanto él como ella me miran estupefactos, como si fuera una extraterrestre. —¿¡QUÉ!? ¿Es eso lo muy importante para dejarme de lado? —pregunto con más furia que el principio. —. ¿Es ella tu ex? —pregunto acercándome a él, quiero pegarle, pero prefiero quedarme con sólo haberle roto el vidrio a su auto. —Soy su hermana —la voz de la mujer es suave, y gentil. “Soy su hermana”Eso resuena en mi cabeza y una vergüenza inmensa me invade, miro a Hugo apenada, deseando que la tierra me trague por unas horas ahora mismo. Chillo de la vergüenza y dejo caer mi cabeza sobre el pecho de Hugo, muy atrevida de mi parte después de lo que hice. —Lo siento —murmuro. —. Que no me vea. Dios, ¿Así debía conocer a mi cuñada?—Lo estoy haciendo —aclara, su voz es tan suave y fir