Inclino mi mano para unirla con la suya, aceptando su ayuda para salir del auto, como todo un caballero.
—Gracias —le agradezco con una sonrisa.
No me suelta, contrario a eso entrelaza nuestros dedos con firmeza, su mano le brinda calor a la mía, sólo ruego por no ponerme a sudar y arruinarlo.
Entramos al restaurante y se escucha un pitido, supongo que anunciando un nuevo cliente, el lugar es espacioso, las mesas son de color caoba, hay flores por fuera del local que resalta el aura del lugar, hay una pequeña cantidad de personas, unos hablando, otros comiendo.
Hugo elige nuestra mesa y va por nuestra comida, hay una pequeña fila, no tan larga, desde mi lugar puedo observarlo, la cocina está al fondo y como si formara el número 7 está conectado a donde sirven la comida.
El moreno de ojos cafés regresa con una pizza mediana y dos jugos naturales en una bandeja, me sirve y luego busca mis ojos.
—Hablaré con Mary —amenazo.
—La sobornaré si es necesario —advierte tranquilamente.
Lo miro atónita, éste hombre no tiene límites y mucho menos se rinde fácil. Ríe al ver mi cara.
—Sólo bromeaba, babeaba por la comida, no por mí —abro la boca de la impresión.
¡Que descarado!
—Sólo porque estamos en público no te estampo la pizza en tu bonita cara —aclaro llevando un trozo de pizza a mi boca.
—Voy a comer lo que puedo, no lo que veo, buen provecho —dice, dejando de mirarme al fin.
Tapo mi rostro al entender sus palabras, niego una y otra vez, sacando esas imágenes que me obligó a imaginar por su comentario tan descarado. Si por mi cuenta pensaba en como usaría sus dientes para morder mi labio, ahora imaginaba el uso que le podía dar a esa boquita tan hermosa que tiene.
Agacho la cabeza avergonzada de mis propios pensamientos, quito los vegetales de la pizza, raro, si tanta información le da Mary de mí, debió elegir otro tipo de pizza, ni modos, es capaz de hacerlo para molestarme, sonrío con malicia, recojo todos los vegetales y los echo en su plato, y me pongo a comer ignorándolo.
Después de comer, de las gradas que llevaban a un parque, terminamos en el césped de aquel parque, no nos importó tirarnos ahí, el momento estaba siendo especial.
—Dos, uno en la preparatoria, y el otro fue algo así como un juego —ambos estamos acostados de lado, con una mano debajo de la cabeza frente a frente mirándonos a los ojos.
—Ohh, la chica es mala —dice riendo.
—No, todo lo contrario —me defiendo.
—Yo tuve tres; bueno, contando sólo lo estable —lo miro con más atención. —. La que me marcó fue la última, Ana, para su cumpleaños le compré un departamento y al otro día la encontré con otro ahí, eso no fue lo peor, lo peor fue que me echó la culpa y luego, buscó todos los pretextos para estar conmigo, y lo más bajo que llego hacer, fue decirle a sus padres que yo había sido el primero...
—Para que te casaras con ella —concluyo, y él asiente. —. Sinceramente, ustedes los hombres a veces se meten con mujeres bien locas, aunque también le pasa a mujeres, sino la golpea, puéis les pone los cachos — suelto un sonoro suspiro.
—Pero también pasa que encuentras a tu compañera ideal, no la que te complementa, o la que tiene muchas cosas en común contigo, puede ser con la que no paras de pelear, la que tiene pocas cosas en común contigo —dice, mirándome fijamente a los ojos, inclina su mano y toca mi mejilla suavemente.
—Como tú y yo ¿no?
—Gracias por decirlo —exclama dramáticamente. Se para del césped y yo me incorporo mirándolo desde el suelo.
—¿Nos vamos?—pregunto.
—No, compraré algo —dice alejándose.
—No te creo —exclamo, volteando a verlo.
—Tienes razón en no hacerlo —comenta sin detenerse.
Me paro abruptamente, tomo mi bolso y echo a correr detrás de él mientras abrocho el bolso a mi cintura.
—¡Te voy a matar Hugo, créeme que sí! —grito sofocada, pero no me detengo.
Él en vez de detenerse echa correr, hasta ahora es que siento que mis botas pesan y eso estorba.
>Te va a costar esto, Hugo< pienso con malicia.
Me detengo al perderlo de vista, acomodo mi cabello y tranquilizo mi respiración, miro alrededor desorientada, hay un grupo de adolescentes cerca del lago con la canción “Destino” de Greeicy_Nacho, se escucha lejana pero claro.
Decido seguir de largo a ver si encuentro a mi cita por algún lado, lo veo salir entre unos árboles cerca del lago, corro para pegarle un manotazo pero mi mano queda en el aire al ver que trae dos conos de helados en manos, justo en ese momento pasa el vendedor de largo cerca del lago, éste lugar es más grande de lo que creía.
Hugo se encoge de hombros sonriendo.
—Te salvas —digo quitándole uno de los conos de helado.
Agranda su sonrisa, y me indica con la cabeza que vayamos hacia el fondo, pasamos cerca de los árboles que desde allí me tapaban la vista, nos quedamos mirando la nada comiendo helado, hasta que mi alarma sonó, era hora de irme, que rápido pasa el tiempo, claro, cuando te diviertes es así.
Miro a Hugo y él asiente.
—No será la última —me sonríe. Él siempre convierte lo negativo en algo sin importancia y me saca una sonrisa, es como si moldeara lo malo, y lo usara a nuestro favor.
Caminamos de regreso al restaurante donde dejamos el auto estacionado, nos montamos y tomamos rumbo de regreso.
Hago que me deje frente a la Heladería, no pueden verlo cerca de mi casa, no quiero darles sorpresas a los controladores de mis padres, yo les diré en su debido momento, dependiendo de lo que pase.
—Mientes si te atreves a decir que no te divertiste —dice sacándome de mis pensamientos.
Sonrío.
—No me puedo negar —admito.
—No puedes poner en duda de mis habilidades —dice, haciéndose el importante.
—Me divertí —confieso mirándolo a los ojos.
Él sonríe satisfecho, corta la distancia entre nosotros acercándose, tiene una mano apoyada al auto mientras yo apoyo mi cuerpo cerca de la puerta de atrás.
—Me alegra —dice, sin dejar de aproximarse, cosa que me preocupa.
—Hugo, esper... —no me deja continuar la frase y frota sus labios sobre los míos suavemente, la mano con la que pretendía alejarlo, ahora sostiene con fuerza su camisa de los nervios, me siento como una adolescente enamorada. Me besa, el beso es casto, suave y lento que sabe a poco, por instinto separo nuestros labios antes de intensificar las cosas. —. Aún no me puedes besar —comento, mirándole avergonzada.
—¿Acaso hay una lista de cosas que deben pasar o que debo cumplir?—pregunta con normalidad, sigue siendo el mismo, ¿Qué acaso él no siente nervios? Tal vez es bueno ocultándolo.
—Algo así, mentira, no lo es —tartamudeo. —. Me tengo que ir —me mira con tristeza. Me alzo un poco y beso su mejilla para alejarme.
[...]
Inmediatamente que entro a mi cuarto, suelto un grito de emoción, seguido me lanzo a la cama mirando el techo embelesada, Dios, ¡me besó! Y estoy segura de que no se pudo contener, pues siempre se mantuvo al margen y todo.
Saco mi teléfono de mi bolso con algo de rapidez para escribirle a Mary, no me cabe la emoción en el pecho aunque, a él le demostré otra cosa, pero Dios, me encantó, aún siento la suavidad de sus labios sobre los míos, ash, ahora me arrepiento de haberle cortado el beso.
>¡Me besó! Besa increíble, y sólo fue un casto beso<
Aunque sé que tiene muchos problemas, me extraña que no me conteste al instante, tal vez está en la empresa, ay, me preocupa tanto su situación, espero que termine bien por el bien de todos.
Me paro de la cama y me meto al baño a cambiarme, salgo cambiada y regreso a la cama mientras recojo mi cabello, tomo mi celular para ver si tengo mensajes y me encuentro con un mensaje de Hugo, pero Mary aún no me contesta, abro el mensaje de Hugo para contestarle.
“¿Llegaste bien?”
“Sí, ¿tú?”
“Feliz como una lombriz”
“Claro, chistoso”
Escucho varios toques en mi puerta por lo que dejo a un lado mi celular.
—Adelante —exclamo confundida, pero luego suspiro al ver que es mi madre.
—Hola —saluda con una sonrisa.
—Hola —respondo seca, acomodo la almohada y me acuesto dándole la espalda, a veces actúa como la mejor mamá y otras veces parece como si fuera mi madrastra o peor, nunca me defiende de mi papá, ni hablar de apoyarme.
Siento su peso al borde de la cama y la miro.
—Ya manda, sólo me hablan para darme órdenes y las estoy esperando —le reprocho molesta, yo no soy hipócrita, a quien sea le digo lo que le tengo que decir.
—Yo sé que eres buena, y serás una gran doctora —toca mi pierna.
—Lo soy, tal vez porque lo sabes no te interesa saber como me va, ¿sabes?—me incorporo para estar frente a frente con ella. —. Me di cuenta que entre más dinero haya, menos amor queda —vuelvo a acostarme con la mirada en mi ventana.
—Las cosas tienen que cambiar, más ocupaciones, fíjate que tu papá nos alcanzará para irnos por una semana a Australia, ésta noche abandona San Adrián —dice, moviéndose hacia mí, pero no la dejo tocarme.—No te preocupes si viniste a convencerme, yo obedezco señora —le digo sin mirarle.La escucho suspirar y sé que no sabe que más decir.—¿Qué te hace falta? Es como si no fueras feliz, hay personas que pagarían por ser hijos de tu padre, lo tienes todo, tienes a tus padres, ejerces tu carrera...—Ya —exclamo para que se detenga. —. El problema es que soy muy diferente a ustedes, el dinero no me hace feliz, corazón y billetes no se llevan de la mano, no se le puede dar más prioridad que eso se vuelve ambición, haber mamá, la última vez que tuvimos una conversación íntima fue a mis quince años, cuando me gustaba Geraldo, papá siempre fue ambicioso pero esperaba que tu no cambiaras, que siguieras siendo mi mejor amiga, pero de estar conmigo pasaste a estar con gente fina, señoras lengua
Loúnico divertido fue hacerle la vida imposible al inepto de Manuel, pues tenía que ser mi guardaespaldas por la semana completa, y pues, no se la puse nada fácil. No sé porque no se quedó a donde había ido, pero ni modos, se había ido a estudiar, no a quedarse.Salgo del baño secando mi cabeza, estoy muy emocionada ya que pronto volveré a casa, a quien engaño, estoy emocionada por volver a ver a Hugo.—¿Qué carajos estás haciendo en mi habitación? —pregunto, mirando desconcertada al hombre que está frente a mí mesa.Voltea con mi celular en su mano, mi corazón se encoge de sólo pensar que pudo adivinar la clave.—Mmm, ¿Qué ocultas pequeña? Un noviecito, mejor dicho, un morenazo —dice, jugueteando con mi celular.
No tengo un lugar un favorito con exactitud, pero me encanta todo que tenga que ver con la naturaleza, bosques, ríos, playas, zoológicos, pero sobre todo el mar. —Hay algo que aún no me has dicho, es sobre la llamada que tuvimos —comenta, caminando junto a mí. De sólo recordar aquello me molesto, pero no lo hago notar. —Cuando llamaste le había terminado de decir sus verdades a mi madre, estaba algo molesta —explico sin detalles.Estamos caminando tomados de la mano cerca de unos arboles, vivir en la ciudad es hermoso, pero no es tan hermoso como vivir en el campo, u en lugares no tan desarrollados, donde hayan arboles,contrario a la ciudad, la cual está llena de edificios y construcciones. —¿Por qué estabas molesta? —pregunta, y no me sorprende, lo quiero saber todo. —Literalmente sólo están para darme órdenes, las cosas estaban muy bien entre nosotras, con mi padre nunca tuve tanto apego, pero desde que se volvieron multimillonarios, menos amor quedó, le dije a mi madre que mie
¿De que estará hablando? Luchando en contra de mi orgullo logro bajar, la tomo de la mano para llevarla a su habitación. —Necesitas descansar, a pesar del ogro que es tu marido, no creo que te sea infiel —le digo, ayudándola a subir las escaleras. Luego de dejarla en su habitación entro a la mía, confundida y llena de dudas. “Se te cumplió el deseo” esa frase resuena en mi cabeza. Me meto a darme una ducha para luego empezar a hacer mis tareas. Unas horas más tardes, intento concentrarme pero no lo logro, unos gritos desde la recamara de mis padres no me dejan, no entiendo que rayos les pasa, no suelen discutir así, ya el dinero se les subió a la cabeza. Para mí siempre fue suficiente lo que teníamos antes, pero ni modos, mi padre es ambicioso en cuanto a sus sueños y en el fondo estoy orgullosa de lo mucho que ha logrado, y limpiamente. Me levanto para ir a ver que sucede ya que no soporto sus gritos. —¡Estamos en un gran lío y tu me vienes con tus estúpidos celos!—grita mi p
El viento sopla fuertemente contra mi rostro desordenando mi cabello, estoy sentada sobre el baúl de su auto, y él está parado entre mis piernas, con los brazos apoyados a mis costados. —Me enteré de lo que pasó —comenta, lo supuse. —No me han querido decir nada, sólo sé lo que dicen las redes —digo molesta. —Hacen bien, necesitas concentrarte en tus estudios —dice con tanta seriedad que no me lo creo. —¿Es en serio? ¿Acaso tienes hijos? Tengo derecho —reclamo. —No he dicho lo contrario, ellos no quieren que lidies con eso, yo en su lugar haría lo mismo, te mantendría lejos de aquello, imagina él que es tu padre. Poso mis manos sobre sus hombres. —¿Sabes? A pesar de todo ellos siempre fueron felices, y no quiero que eso cambie, no se que motivos tendrá mi madre pero ella cree que mi papá le es infiel, y los instintos de mujer no fallan —ríe por lo último. —Mira pequeña, eres su hija, sí, pero quiero que sepas que en los problemas de pareja nadie se mete, sobre todo si están ca
Por más que quisiera pensar lo mejor de mi padre, no puedo, simplemente no puedo, siento que por algún motivo está así, algo quiere de mí, no me culpo porque perdí la confianza en ambos, y no es que hicieran gran cosa para recuperarla. Sólo espero que resuelvan pronto el lío que hay con la empresa, prefiero que estén metidos en la empresa a que estén tristes en casa, por aquello que han logrado con mucho esfuerzo. Debo admitir que fue un gesto muy bonito de su parte tomarse el tiempo de ir a verme dando la clase, dijo que lo hice bien, espero ver ese bien en mis calificaciones y que no lo haya dicho por ser mi padre. Siento a alguien posarse detrás de mí y darme un beso en el cuello, giro sobre mi asiento confundida, si es Manuel, lo saco a patadas.—¡Hugo! Por Dios, ¿Cómo entraste? ¿Qué haces aquí? Mis padres no pueden verte —farfullo asustada, me paro para asechar por la ventana pero el me toma de la muñeca y me pega a su cuerpo. —No me aguante las ganas de verte —me besa, litera
Me volteo para verlo, aunque me siento como una niña haciendo berrinche, no me guardo nada y le grito todo el coraje que siento.—¿¡Era eso tu imprevisto!? ¡Una mujer! ¿Soy la segunda? —Grito, sintiendo mis ojos picar. Ambos, tanto él como ella me miran estupefactos, como si fuera una extraterrestre. —¿¡QUÉ!? ¿Es eso lo muy importante para dejarme de lado? —pregunto con más furia que el principio. —. ¿Es ella tu ex? —pregunto acercándome a él, quiero pegarle, pero prefiero quedarme con sólo haberle roto el vidrio a su auto. —Soy su hermana —la voz de la mujer es suave, y gentil. “Soy su hermana”Eso resuena en mi cabeza y una vergüenza inmensa me invade, miro a Hugo apenada, deseando que la tierra me trague por unas horas ahora mismo. Chillo de la vergüenza y dejo caer mi cabeza sobre el pecho de Hugo, muy atrevida de mi parte después de lo que hice. —Lo siento —murmuro. —. Que no me vea. Dios, ¿Así debía conocer a mi cuñada?—Lo estoy haciendo —aclara, su voz es tan suave y fir
—Pequeña, aunque no te hagas ver, por tus padres eres una figura pública, y no quiero que salgan rumores, no antes de que hable con tus —pasa su brazo por mi espalda y empezamos a avanzar hacia su departamento. —. Y creo que solos nos divertiremos más que metidos en medio de gente sudada y eso.—Mira nada más, si eres serio, pues yo voy a ser la salta montes de la relación —me aferro a su brazo.—No te preocupes por eso, cuando se quiere como te quiero todo se puede, de hecho hasta hay un versículo en la biblia que lo dice: el amor todo lo puedo, todo lo espera y todo lo soporta.—Ay. Hasta creyente me saliste —me le cruzo en frente para mirarlo.—¿Qué te traes bombón? —pregunto mirándolo sospechosa.—No, pero sí sé que Dios es la fuente del amor, y del hecho de que tú y yo estemos aquí —sostiene mi rostro entre sus manos y me besa.Llevo mis manos a su su cuello, y le correspondo el beso con la misma intensidad, a pasos lentos mi espalda termina contra una pared, sus dedos se aprietan