Pequeña Mía
Pequeña Mía
Por: Yalow
Prólogo

Prólogo — Pequeña Mía.

Estaba ansioso, al fin tendríamos esa conversación que tanto deseaba, que me traía loco. Ya no soportaba que me evitara, quería que me hiciera frente, y había llegado el momento.

Pacientemente la espero llegar, me he hecho todo tipo de conclusiones en la cabeza, pero nada es seguro y sólo me pongo más nervioso.

—Hola.

Levanto la cabeza de golpe, encontrándome con sus ojos cafés oscuros, la miro sintiendo mi pecho latir con fuerza, estoy tan nervioso, no he dejado de preguntarme que hice mal.

El vestido de color anaranjado resalta su piel morena, está radiante y hermosa.

—Hola —devuelvo el saludo casi sin voz.

—Vamos atrás —señala con su dedo detrás, nerviosa. No soy el único.

Asiento.

Me paro de la mesa, y salimos del pequeño local, pasamos por la entrada para poder colarnos hacia la parte trasera.

Junto mis manos detrás de mi espalda mirando alrededor, esperando que ella tome la palabra.

—¿Y?—pregunto al ver que no dice nada.

—No podemos seguir.

Busco sus ojos rápidamente, mirándola atónito.

—¿Qué estás queriendo decir?—inquiero, queriendo haber escuchado mal.

Juega con sus dedos, enfrentándome con la mirada.

—Tenemos que terminar Hugo.

—No vamos a terminar hasta que no me des una razón, ¿Qué hice mal? —pregunto, escaneándola. Ella agacha la cabeza. —. No, mírame.

—No eres tú Hugo, eres todo lo que una mujer quiere.

—Pero menos lo que tú quieres ¿no?

Niego con la cabeza.

—Yo he luchado y seguiré luchando por esto, pequeña, así que no te permito cortarme así nada más, ¡sólo dame la razón!—exijo agitando los brazos.

Sus ojos se llenan de lágrimas, lo que me rompe, pero no me dejo quebrar.

—No, no llores y ¡contéstame! No te hagas la víctima.

—Hay alguien más —exclama, y me tenso. —. Y nos vamos a casar, lo siento, se terminó, no me busques.

Te sientes vivo, completo cuando conoces a la mujer de tu vida, pero te vuelves m****a cuando la mujer que tanto amas te lastima.

—Ésta de más pedirlo, me rindo, si eso querías lo lograste, no pienso luchar por alguien que no piensa hacer lo mismo por mí, no te preguntaré quién es, que estés bien.

Estaba dispuesto a dar todo por esa pequeña, por esa pequeña mía, mejor dicho, que era mía. Pero no más, tengo dignidad, orgullo, y esto se acabó.

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