RICK
Pasaron siete días exactos desde todo lo ocurrido en mi piso entre Samanta y yo. Sin embargo, aún no veía los frutos de aquella velada y comenzaba a impacientarme como nunca lo había hecho. Ella prácticamente huyó… y me evitaba de un modo ágil, tan así que ni siquiera le vi en la oficina.
Debía tomar medidas más drásticas porque, al parecer, esa dulce corderita solo retrasaba el momento que, de todas maneras, llegaría. Samanta sería mía en todos los sentidos, aunque luego se fuera a los brazos de ese muchacho con quien, sin dudas, jamás sería feliz.
Suspiré hondo, recosté mi cabeza y di pequeñas vueltas en el sillón que ocupaba tras mi escritorio. La nueva oficina era bastante cómoda y muy parecida a la de John. Oí tres golpes suaves, luego se ab
RICKEl traje Armani negro, sobre la camisa del mismo color, se ceñía a la perfección sobre mi cuerpo trabajado. A falta de otros placeres, me había apuntado a un gimnasio a pocas calles de mi piso en el próspero barrio de Back Bay, retomando así una de mis rutinas diarias.Me ajusté el reloj Dolce del mismo tono que mi atuendo y me apliqué algo de colonia. Vi mi reflejo en el espejo largo de la habitación; salí conforme con la intención de ir por Linda a su casa. John se moriría cuando la viera en ese precioso vestido que realzaba las curvas de esa muchacha y resaltaba aún más su belleza y el innegable parecido con Jennifer.Bajé hasta el estacionamiento y subí al Jaguar clásico que apenas me había llegado esta semana luego de mucho trabajo y empeño en su restauración. Era del pr
RICKEntregamos nuestras invitaciones a una encantadora mujer que recibía a los invitados. El salón estaba abarrotado de gente, en su mayoría hombres mayores de negocios, a los que conocía de vista.Linda tomó mi brazo y un camarero nos ofreció bebidas, que con gusto tomé para tenderle a ella una copa y otra para mí. Nos quedamos de pie en ese mismo sitio, casi a mitad del salón, llamando la atención de los curiosos porque éramos completamente extraños para ellos. Además, mi acompañante debía ser una de las mujeres más bellas de la noche.A lo lejos, John nos observaba con furia. Levanté mi copa con una sonrisa de satisfacción en los labios a modo de saludo. Sin responderme, solo se volteó para seguir prestando atención a su charla, mirándonos de reojo a cada instante.
SAMANTADespués de salir del piso de Rick y llegar a casa, solo hablé con Linda por teléfono para darle las buenas nuevas. Me sentía turbada por todo lo que pasó entre él y yo… por todo lo que dejé que hiciera conmigo sin inmutarme. Me di un baño con agua fría, intentando quitar las huellas imaginarias que dejó en mi piel y en mis sentimientos. Me desconcertaba demasiado; me hacía titubear con cada acción. Estaba segura de que en algún momento sucumbiría bajo su encanto.¿Y si tenía razón?¿Y si toda esta maldita farsa de compromiso que asumí sin estar segura resultaba en un completo fracaso?Suspiré sin tener una maldita idea de lo que haría si ese hombre me seguía asechando. Era un tramposo que jugaba con mis pobres sentimientos y sabía a la pe
SAMANTACuando ambos se acercaron a entregarnos sus buenos deseos, temblé cuando su mano presionó mi cintura y habló en mi oído. Me sentía frustrada y completamente embaucada. Vino con Linda, mi mejor amiga, a mi fiesta de compromiso después de haberme propuesto aquella absurda idea de aventura.¿Qué buscaba?Provocarme, sin ninguna duda, pero ¿Linda también estaba siendo parte de su treta o había algo más entre los dos?Imposible. Linda era mi mejor amiga y me había hecho saber que notó lo que pasaba entre él y yo. No traicionaría mi confianza y mis sentimientos de ese modo. Sin embargo, yo también le dejé en claro que, aunque me gustaba Rick, no caería en su juego. No estaba mal que ella tal vez se diera una oportunidad con él para sacarse de encima a John.Luego d
RICKTodo salía tal y como lo deseaba, aunque me costó más tiempo de la cuenta que Samanta al fin accediera a seguir sus instintos. Sin embargo, tenía serias dudas de que viniera con buena voluntad a consumar la pasión que envolvía a nuestros cuerpos inexplicablemente desde el preciso instante en que nos vimos. Si bien al principio fue un fuerte deseo y, sobre todo, un gran capricho tenerla bajo mi cuerpo, aquel halo de inocencia llamaba muchísimo mi atención. Samanta, pese a que vivía fingiendo cosas que no sentía, era inocente en muchos sentidos de la palabra… y mi mayor anhelo era corromperla en todos esos aspectos.Sabía que toda esta aventura, como yo mismo le había puesto nombre, inició ayer, cuando mi boca saboreó su sexo sin piedad en su propia fiesta de compromiso mientras su prometido se encontraba cerca sin siq
RICK—¡¿Qué sucede?! —indagué un tanto espantado por su reacción.Al separarme de su cuerpo, la sentí relajarse y una leve sonrisa se asomó en su boca.—Ya… no… soporto que me tortures de ese modo —musitó extasiada.Entorné los ojos, sorprendido.Suspiré hondo y negué con la cabeza, divertido y, para qué negar, tranquilo de que no fuera señal de arrepentimiento aquel grito arrebatado que emitió hace segundos.Me deshice de mi ropa interior y me recosté sobre ella. Aparté un mechón de pelo de su rostro sonrojado.—¿Acaso nunca te han besado como yo? —increpé en un susurro. Ella negó—. ¿Te gusta?—Sí, aunque me desespera y siento que explotaré si no se libera algo den
SAMANTACuando subí al coche en el que Rick me enviaría a casa, largué la respiración contenida y esbocé una estúpida sonrisa. A pesar de sus palabras luego de darle a comprender que lo amaba, la noche fue mágica. Por primera vez en mi vida me lancé a mis propios deseos y me sentía extrañamente en paz conmigo misma pese a estar traicionando la confianza de mi tío y el amor de Frank, a quien, por cierto, aún no le había mencionado que el martes saldría rumbo a España con Rick.Ladeé la cabeza y miré a través del cristal de la ventana. Suspiré y me llevé los dedos a la boca mientras cerraba los ojos. Todo lo que sentí cuando estuvo dentro de mí no se comparaba a nada de lo que ya había conocido. Era diferente, como si cada partícula de mi cuerpo hubiera sido cre
RICK—No te atrevas a sobrepasarte con ella, Miguel —advertí a aquel muchacho que conocía desde hace un tiempo, luego de que Samanta diera media vuelta y se marchara en dirección al elevador.—Solo la quiero conocer, Jones. No entiendo por qué te sulfuras tanto con una simple invitación a cenar —respondió con descaro y encogió sus hombros.—Se casará en pocos meses…—¿Y eso qué? Su prometido no está aquí. Además, solo quiero conocerla mejor. No tengo otras intenciones.—Más te vale. Espero que no la incomodes con tus comentarios.—Pareciera que el novio eres tú y te estuvieras muriendo de celos —bromeó.Me tensé. Dejaba en demasiada evidencia mi interés por Samanta.—Es la sobrina de John, Migu