RICK
Entregamos nuestras invitaciones a una encantadora mujer que recibía a los invitados. El salón estaba abarrotado de gente, en su mayoría hombres mayores de negocios, a los que conocía de vista.
Linda tomó mi brazo y un camarero nos ofreció bebidas, que con gusto tomé para tenderle a ella una copa y otra para mí. Nos quedamos de pie en ese mismo sitio, casi a mitad del salón, llamando la atención de los curiosos porque éramos completamente extraños para ellos. Además, mi acompañante debía ser una de las mujeres más bellas de la noche.
A lo lejos, John nos observaba con furia. Levanté mi copa con una sonrisa de satisfacción en los labios a modo de saludo. Sin responderme, solo se volteó para seguir prestando atención a su charla, mirándonos de reojo a cada instante.
SAMANTADespués de salir del piso de Rick y llegar a casa, solo hablé con Linda por teléfono para darle las buenas nuevas. Me sentía turbada por todo lo que pasó entre él y yo… por todo lo que dejé que hiciera conmigo sin inmutarme. Me di un baño con agua fría, intentando quitar las huellas imaginarias que dejó en mi piel y en mis sentimientos. Me desconcertaba demasiado; me hacía titubear con cada acción. Estaba segura de que en algún momento sucumbiría bajo su encanto.¿Y si tenía razón?¿Y si toda esta maldita farsa de compromiso que asumí sin estar segura resultaba en un completo fracaso?Suspiré sin tener una maldita idea de lo que haría si ese hombre me seguía asechando. Era un tramposo que jugaba con mis pobres sentimientos y sabía a la pe
SAMANTACuando ambos se acercaron a entregarnos sus buenos deseos, temblé cuando su mano presionó mi cintura y habló en mi oído. Me sentía frustrada y completamente embaucada. Vino con Linda, mi mejor amiga, a mi fiesta de compromiso después de haberme propuesto aquella absurda idea de aventura.¿Qué buscaba?Provocarme, sin ninguna duda, pero ¿Linda también estaba siendo parte de su treta o había algo más entre los dos?Imposible. Linda era mi mejor amiga y me había hecho saber que notó lo que pasaba entre él y yo. No traicionaría mi confianza y mis sentimientos de ese modo. Sin embargo, yo también le dejé en claro que, aunque me gustaba Rick, no caería en su juego. No estaba mal que ella tal vez se diera una oportunidad con él para sacarse de encima a John.Luego d
RICKTodo salía tal y como lo deseaba, aunque me costó más tiempo de la cuenta que Samanta al fin accediera a seguir sus instintos. Sin embargo, tenía serias dudas de que viniera con buena voluntad a consumar la pasión que envolvía a nuestros cuerpos inexplicablemente desde el preciso instante en que nos vimos. Si bien al principio fue un fuerte deseo y, sobre todo, un gran capricho tenerla bajo mi cuerpo, aquel halo de inocencia llamaba muchísimo mi atención. Samanta, pese a que vivía fingiendo cosas que no sentía, era inocente en muchos sentidos de la palabra… y mi mayor anhelo era corromperla en todos esos aspectos.Sabía que toda esta aventura, como yo mismo le había puesto nombre, inició ayer, cuando mi boca saboreó su sexo sin piedad en su propia fiesta de compromiso mientras su prometido se encontraba cerca sin siq
RICK—¡¿Qué sucede?! —indagué un tanto espantado por su reacción.Al separarme de su cuerpo, la sentí relajarse y una leve sonrisa se asomó en su boca.—Ya… no… soporto que me tortures de ese modo —musitó extasiada.Entorné los ojos, sorprendido.Suspiré hondo y negué con la cabeza, divertido y, para qué negar, tranquilo de que no fuera señal de arrepentimiento aquel grito arrebatado que emitió hace segundos.Me deshice de mi ropa interior y me recosté sobre ella. Aparté un mechón de pelo de su rostro sonrojado.—¿Acaso nunca te han besado como yo? —increpé en un susurro. Ella negó—. ¿Te gusta?—Sí, aunque me desespera y siento que explotaré si no se libera algo den
SAMANTACuando subí al coche en el que Rick me enviaría a casa, largué la respiración contenida y esbocé una estúpida sonrisa. A pesar de sus palabras luego de darle a comprender que lo amaba, la noche fue mágica. Por primera vez en mi vida me lancé a mis propios deseos y me sentía extrañamente en paz conmigo misma pese a estar traicionando la confianza de mi tío y el amor de Frank, a quien, por cierto, aún no le había mencionado que el martes saldría rumbo a España con Rick.Ladeé la cabeza y miré a través del cristal de la ventana. Suspiré y me llevé los dedos a la boca mientras cerraba los ojos. Todo lo que sentí cuando estuvo dentro de mí no se comparaba a nada de lo que ya había conocido. Era diferente, como si cada partícula de mi cuerpo hubiera sido cre
RICK—No te atrevas a sobrepasarte con ella, Miguel —advertí a aquel muchacho que conocía desde hace un tiempo, luego de que Samanta diera media vuelta y se marchara en dirección al elevador.—Solo la quiero conocer, Jones. No entiendo por qué te sulfuras tanto con una simple invitación a cenar —respondió con descaro y encogió sus hombros.—Se casará en pocos meses…—¿Y eso qué? Su prometido no está aquí. Además, solo quiero conocerla mejor. No tengo otras intenciones.—Más te vale. Espero que no la incomodes con tus comentarios.—Pareciera que el novio eres tú y te estuvieras muriendo de celos —bromeó.Me tensé. Dejaba en demasiada evidencia mi interés por Samanta.—Es la sobrina de John, Migu
SAMANTACuando sus manos presionaron más mi cuerpo al suyo y susurró aquellas palabras que acariciaron mi rostro con su cálido aliento embriagante, no pude evitar confesar que lo necesitaba y lanzarme a sus brazos sin que ninguna excusa o realidad importara.Me dejé llevar por el infinito sentimiento que brotaba desde lo profundo de mi ser y emanaba mi piel ya sin poder ocultarlo. Desde el momento en que me sentí viva entre sus brazos, uniendo nuestras carnes entre aquellas sábanas de seda blanca, supe que separarme de él, llegado el momento, mataría a mi corazón y me obligaría a vivir en una oscuridad de la que no podría escapar.Era mi destino quererlo; desde muy pequeña, la vida trazó mi futuro de ese modo, pero dibujando caminos distintos que separaban nuestras almas y las unirían a otras personas. Sin embargo, evitar
RICKVerla triste y dubitativa luego de hablar con aquel muchacho, me llevó a cometer el error de pedirle que lo dejara. Sin embargo, su convicción al respecto solo me hizo dar un paso atrás y contener las ganas de decir palabras que tal vez no pudiera cumplir. En mi afán de enredarla en este tonto juego, no me había dado cuenta de que la sombra de Samanta fue envolviendo lentamente todo el espacio a mi alrededor. Me había empecinado tanto en hacerla caer en mis brazos que, cuando la tuve, no sopesé la posibilidad de experimentar sentimientos encontrados que no esperaba y para los que, sin duda, no estaba listo.Desde el primer instante en que conocí a Frank, percibí su antipatía hacia mí como bien comenzó a nacer un sentimiento mutuo y detestable hacia él por no darse cuenta de que la mujer que tenía a su lado, no lo quer&iacut