Epílogo.

Y ya habían pasado algunos meses desde aquello, donde Constanza se lanzó de aquel barranco donde no sabría si sobrevivió, la cuestión es que no se supo nada de ella. A pesar de que emprendieron una búsqueda porque era la hija de un narcotraficante y al igual que su hermano se habían ganado algunos cargos adicionales a los de su padre, no se encontró su cuerpo ni rastros de ella.

Alfred Morris, tras sufrir ese disparo fue hospitalizado, se recuperó, pero no del todo. Quedo inmovilizado de la cintura para abajo. Aquel disparo dañó la columna vertebral y, no volverá a caminar en lo que le quede de vida. Se sentenció, a cadena perpetua. Ahora pasa sus días en la cárcel de máxima seguridad, en un cuarto oscuro, donde no le entra ni un rayo de luz, donde no recibe llamadas, ni visitas. Alfred Morris no solo morirá viejo y acabado, también loco, porque estar encerrado en ese sitio, es lo peor que le puede pasar a un delincuente.

Uno a uno de los integrantes del clan fue cayendo. Al finaliz
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