Ardiente peligro.

Se aleja y Michael emprende fuertes sacudidas, seguido se gira dejándome arriba, me levanta y se hunde haciéndome gritar, pero ahogando el grito en mi garganta. Se levanta apenas, me chupa los senos como un loco demente, me remece con fuerzas hasta hacerme explotar en el éxtasis. Sin dejarme saciar por completo me gira, levanta la cola y me embiste, fuerte. Acelera el ritmo cuando se escuchan pasos. Uno, dos, tres, se descarga, se inclina a susurrarme en el oído—. Cuando el pito de salchicha te vaya a coger, pensaras en mí al llegar al máximo placer, si es que te hace llegar. Gritarás, pero será por mí, porque en cada cogida pensarás que soy yo el que te coje.

Sale dejándome vacía. Al girarme ya no está, ha desaparecido. Arreglo de inmediato el vestido y me meto debajo de las cobijas. La empleada ingresa pidiendo permiso, mi padre se queda contemplando desde la puerta.

Estoy caliente, ardiendo y sudando, pero no de fiebre, sino de haberme pegado un gran polvo con Michael Cooper. Al me
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