Me senté girándome hacia él, presionando la sábana contra mi torso, de forma falsamente pudorosa.
— ¿Por qué te has quedado callado Rodrigo? — mirarlo en aquella postura tan varonil y sensual me distraía, pero estaba ansiosa por oír su repuesta.— Me gustaste desde el primer minuto — confesó tan tranquilo, acomodando su mano libre bajo las sábanas sobre mi muslo — me diste la oportunidad de tenerte en mi cama y no pude detenerme. Tomé la oportunidad que me diste nena. No me mires así.Empujando las sábanas y sacudiéndome su mano de mi cuerpo, comencé a buscar a tientas la luz de la lámpara de noche y una vez encendida conseguí arrastrarme por la cama y tomar su camisa para ponermela por encima de mi desnudez.Me levanté anudando a la vez mi nuevo atuendo y su mirada sobre mí, noEl mar. Un yate. Desayuno postorgasmo en medio de cubierta, con mi jefe en medio de una videollamada luciendo sexy y todo un machoman poderoso y demandante, era el amanecer perfecto para un día perfecto en un perfecto momento de mi vida.Habíamos pasado toda la noche anterior haciendo el amor. Llegados a ese punto, ya sin protección y dejando pasar todas las conversaciones que teníamos pendientes entre gritos, gemidos, rugidos y múltiples orgasmos.Mordí mi trocito de piña sin dejar de mirar, mientras chupaba el juguillo de la fruta y el sonido que mis labios hacían llamaba la atención de mi jefe que mal intentaba ocultar una sonrisa, lo esculturalmente bueno que estaba él. Sin dejar de rememorar en mi mente toda la actividad sexual de la noche anterior.Bebió agua y prosiguió con su reunión a la que no me dejó
— Vístete por favor — el tono duro en la voz de Rodrigo no me pasó por alto y era justo lo que me hacía falta para darme cuenta de que estaba desnuda.Me levanté corriendo y salí por la cubierta rumbo al camarote pero no pude evitar escuchar las siguientes palabras de Rafael, y luego de mi jefe, que me hicieron frenar en seco y volverme hacia él.— Vaya vaya Ro — decía divertido Rafael desde su propio transporte marítimo, justo al lado de nuestro yate — si llegamos cinco minutos antes los encontramos retozando desnudos.— Si pronuncias solo cinco sílabas más, retozaré con mi puño en tu boca. ¿Que cojones hacen aquí? — no tenía la costumbre de escuchar a Rodrigo decir palabrotas pero se veía más que molesto.En el agua, sobre una moto enorme estaban Rafael y
Rodrigo sabía esquivar muy bien las preguntas, o yo era pésima manteniendo el interés en sus respuestas.Tal vez era un movimiento evasivo natural de mi mente, pues quería disfrutar de lo que tenía con él, sin los típicos problemas que empezaban a aflorar cuando todo dejaba de ser divertido e informal, y pasaba a ser titulado como "relación ".Sabía, que detrás de las palabras malintencionadas de Rafael se escondían misterios, que en el fondo, si lo pensaba bien, no tenía porqué averiguarlo; ya habíamos definido que lo nuestro sería un mes en el caribe, trabajando y pasándolo bien en la cama, hasta que volviéramos a España y Rodrigo dejara de ser mi jefe, para ser únicamente mi socio.— Toma preciosa —me dijo ofreciéndome un mojito que había aprendido a preparar y ya entre unos y otros llevaba
~ Rodrigo ~—Podemos...La miraba tan hermosa, tan mía, tan ella, tan libre, y me sentía más miserable de lo que ya de por sí era.La había obligado a confesarme algo que ya sabía y de la que a mi manera, la había estado protegiendo todo este tiempo y por eso era que ella se sentía tan a salvo de él, sin saber que de quien sí no estaba a salvo, era de mí.Su cuerpo encajaba en el mío con un nivel de perfección que solamente la mano de Dios podía crear. Ella estaba destinada a ser mía, como yo estaba destinado a ser suyo. Solo que la parte rastrera de mí, había jugado un par de fichas sucias para tener todo de ella.Tomé su rostro medio borracho, tan bien otra de mis culpas, y lo besé como el loco que era y estaba por ella.<
Me sorprendí a mi misma estirando los brazos sobre la cama del hotel, despertando los músculos de mi cuerpo.Me dolía un poco la cabeza pero nada grave. Evidentemente tenía una resaca de un poquito de cuidado.Busqué con la vista a Rodrigo a mi lado y no estaba. Me senté llevándome la mano a la cabeza porque el sol que entraba por la ventana, mis niveles de alcohol acumulados en sangre y en proceso de ser expulsados de mi sistema o tal vez,la típica desorientación mañanera me habían dado un pequeño mareo.Gestualizando mi malestar de manera facial, me fijé en la ropa que tenia puesta y que no sabía como había llegado hasta mí. Asumí que mi jefe me había cambiado mientras estaba borracha,no podía recordarlo.Tenía que ir hasta mi habitación. Aprovechando que habíamos vuelto al hotel, deb&iacut
Para no desmentir a Rodrigo, y dándole un último beneficio de duda, me quedé callada y sonriendo para aquel señor, que no me gustaba un pelo.No pude concentrarme en el resto del viaje en bote por la cueva. Estaba demasiado confundida y a pesar de que él notaba lo tensa que me encontraba, seguía besando mis manos que se perdían entre las suyas.La guía podría habernos mandado a tomar por culo, y no nos habríamos enterado. Yo no oía nada más que las últimas palabras de Rodrigo y él, lucía nervioso y poco comunicativo con su amigo.El paseo acababa en una cascada hermosa, donde nos podíamos haber hecho unas fotos increíbles pero el tema a tratar,no me dejaba disfrutar del tour. Salí del bote como si tuviera un muelle en las nalgas,me urgía estar a solas con mi "marido".—¿Dónde
—Pero,¿Qué coño haces? —me quedé mirando como estúpida el auricular en mi mano y en la suya el cable roto que había impedido que hablara con mi amiga. Mi vista oscilaba entre ambos sitios.—No quiero que hables con él —se apresuró a decir entre palabras cortadas y medio enredadas, dejando claro que mentía.—¿Con quién no quieres que hable, Rodrigo?,y más interesante aún—me levanté y lo encaré —¿Quién te crees que eres para decidir con quien puedo, o no, hablar?, pero es que además, ¿Cómo coño te atreves a interrumpir mis llamadas de esa manera tan radical y hasta violenta... qué demonios te pasa?Me quitó el aparato y lo soltó sobre la cama para abrazarme con euforia.Tenía unos comportamientos tan extraño
RodrigoDespertar sin ella, aquel día en Cuba, es algo de lo que aún no me recupero.Cada maldita mañana que me levanto tengo la misma sensación en el medio del pecho. Un dolor punzante que me recuerda que ella no está. Que se ha ido. Que me dejó. Que salió todo mal y se cumplieron mis más grandes temores... Lucy, me había pedido el divorcio.Aquella mañana me levanté perdido, en un país que no era el mio, sin la mujer de la que me había enamorado como un demente y a la que había engañado como un traidor.Mi abuelo me presionaba para comprar la empresa de Lucy. No quería una fusión, ni una colaboración. Tampoco quería que trabajara con ella como mi asistente o algún arreglo que pudiese llegar a obtener de aquella rubia que amaba, él, simple y tácitamente,