Rodrigo
Despertar sin ella, aquel día en Cuba, es algo de lo que aún no me recupero.Cada maldita mañana que me levanto tengo la misma sensación en el medio del pecho. Un dolor punzante que me recuerda que ella no está. Que se ha ido. Que me dejó. Que salió todo mal y se cumplieron mis más grandes temores... Lucy, me había pedido el divorcio.Aquella mañana me levanté perdido, en un país que no era el mio, sin la mujer de la que me había enamorado como un demente y a la que había engañado como un traidor.
Mi abuelo me presionaba para comprar la empresa de Lucy. No quería una fusión, ni una colaboración. Tampoco quería que trabajara con ella como mi asistente o algún arreglo que pudiese llegar a obtener de aquella rubia que amaba, él, simple y tácitamente,Lancé los papeles al suelo y me fuí directo a la puerta con un genio del demonio, que estaba segura le dejaba una feísima imágen de mí, al abogado de mi marido. La abrí con ira, g me detuve a un costado, con una mano en el picaporte y la otra en mi cadera antes de decir:—¡Fuera de mi casa!... y dígale a su cliente, que ya le irá a ver mi abogado a él, con una contrapropuesta.El hombre se levantó con profesionalismo y recogió su maletín del suelo, con parsimonia hasta mi posición y me advirtió antes de salir:—Su abogado sabrá, en cuanto vea el documento —se detuvo para enfatizar —que este acuerdo estaba implícito en su sentencia de matrimonio. No es negociable bajo ninguna circunstancia y mi cliente no va a ceder ante sus obligaciones. Usted es su esposa, y él está en
—¿Puedo confiar en tí para quedarte en mi casa mientras voy a trabajar?—ella puso cara de obviedad y levanté un dedo para presionarla con mis siguientes palabras —si vas a meterme en algún lío, dímelo ahora,pero no te quedes aquí a liarla solo por joder. Hay cámaras y voy a estar monitoreando lo que hagas aquí dentro, por Internet. Estoy confiando en tí.Ella simplemente asintió y yo suspiré sin mucho más que poder hacer en aquel corto tiempo que tenía, me estaban esperando en la empresa de mi marido y me era imposible quedarme con ella a saber más de su situación y lo que supuestamente estaba pasando.Con un despliegue de confianza impresionante por mi parte, le indiqué donde podía instalarse y ya ella iría encontrando por la casa lo que necesitara para pasar el día.S
Seguí mi camino fingiendo un ataque de dignidad, que la verdad no estaba teniendo.Lo que había hecho era bastante bajo y patético como para mantenerme muy lejos del control de la dignidad.Oficialmente,había perdido los papeles.Necesitaba agarrarme a lo que fuera que me impidiera venirme abajo. Quería darme de bofetadas por inmadura y por estúpida, pero ya era un poco tarde. Aunque, eso solo lo sabia yo. Por fuera iba toda digna y de mentón elevado.—Quiero una reunión urgente con todo los directores y que venga Rafael Arias... y lo quiero en menos de una hora. ¡Prepárenlo!Prácticamente huyendo de mi marido salí por los pasillos un poco pérdida. No conocía la empresa y no sabía a dónde dirigirme.Como por un golpe de suerte o mucha pena de su parte hacia mí, la chica que me hab&iacut
La puerta del ascensor volvió a abrir hasta su final y Rodrigo me había atrapado otra vez.Miró a los únicos dos hombres que había a bordo y les pidió, sin dejar de mirarme a los ojos y seducirme con los suyos,que por favor tomaran otro elevador para darnos privacidad a los dueños de la empresa.¡Cretino descarado!Como era de esperarse, aquellos hombres salieron y las puertas entonces se trancaron, detrás de la espalda de mi marido,que estaba más que loco.—¿Que quieres ahora?—pregunté cruzando los brazos y evitando sus ojos que podían ponerme a sus pies con dos pestañazos.—No voy a renunciar a ti Lucy —metió las manos en sus bolsillos y recostó sus omóplatos contra la pared de acero de las benditas puertas que me impedían salir corriendo de su dominio, dejando las
Aquí estoy, dos días después de haberle dicho aquello tan rastrero de mi parte a Rodrigo, y todavía, mientras espero que podamos embarcar,sigo sin poder dejar de pensar en su cara ese día...Su expresión tenía una mezcla de dolor y furia, que no se podía adivinar, cual de los dos ganaba la partida.Miraba mi vientre con los ojos llenos de lágrimas que me sabían mal, me sabían muy mal pero él también me había hecho daño, había visto la oportunidad de aprovecharse de mí y la había tomado, me dolía tanto como a él lo que estaba haciendo, pero no podía echarme atrás.Miró a su hermano con un desprecio y un dolor, que me partió el alma porque había contribuido un poco más, a dañar la relación que tenían ya de por sí astillada, los dos.<
No me importó que me viera herida. Que supiera que estaba triste y que sus palabras me habían lastimado. No me importó mostrarme vulnerable y en desventaja emocional. Yo simplemente estaba siendo sincera con mis sentimientos y no pude seguir aguantando la presión.Para mi sorpresa, me tomó por debajo de las rodillas y por la espalda y me sentó sobre su regazo para abrazarme tan fuerte como nunca antes lo había hecho.No hablamos. Ni nos besamos. Tampoco nos confesamos nada ni nos excusamos de absolutamente ninguna cosa. Simplemente sus brazos me consolaron y su actitud me demostró que en realidad sí me amaba. Que incluso creyéndome embarazada de otro, su propio hermano dicho sea de paso, me quería y era capaz de seguir aferrado a mí y transmitirme su cariño en aquel consuelo. Incluso bajo la posibilidad de que se hubiese acostado con otra,sentía y sabía,
Estaba en casa... no me lo podía creer.De vuelta a la casa de mis padres. En mi momento más vulnerable, donde necesitaba el cariño que solo mi mamá podía darme.La llegada fue apoteósica. El mastín de mi padre casi me mata cuando intentó subirse encima de mí para saludar.Los dos gatos castrados de mamá me rompieron los lazos de mis zapatillas con sus rumiantes saludos y como colofón mi señora madre, salió a la carga y entre gritos me cayó encima y terminamos aplastadas por korel, el mastín que se sumó a la lucha libre por alzar la bandera ganadora al mejor recibimiento del mundo.—Mamá por dios, que me asfixian —me quejaba en el fondo de la pileta que habían hecho sobre mí.—¡Basta!—a buenas horas trataba ella de salvar a su única hija de una muerte por apla
Mirando la foto comprobé que efectivamente era yo. Ese mismo día. Con la misma ropa y la misma pena que llevé hasta donde no obtuve más respuesta que la de aquella mujer que reemplazó mi dolor por furia. Despecho y desilusión. Tal vez de no haber sido por aquel episodio, yo me habría despertado en el hotel, al lado de mi marido y hoy él estaría aquí, conmigo, en la boda de su hermano.Pero a pesar de habernos amado como lo hicimos, ambos habíamos multiplicado por cero las supuestas infidelidades presuntamente cometidas por los dos, para entregarnos a la pasión de la que no conseguíamos escapar. Aquella noche, en aquel hotel, nada importaba. Solo nosotros demostrándonos de manera física, lo mucho que nos amábamos.Si hubiera sabido eso en aquel momento, todo hubiera quedado aclarado y tal vez, solo tal vez... mis amaneceres fueran distintos.—¿Qué locura se