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Para no desmentir a Rodrigo,  y dándole un último beneficio de duda, me quedé callada y sonriendo para aquel señor, que no me gustaba un pelo.

No pude concentrarme en el resto del viaje en bote por la cueva. Estaba demasiado confundida y a pesar de que él notaba lo tensa que me encontraba, seguía besando mis manos que se perdían entre las suyas.

La guía podría habernos mandado a tomar por culo, y no nos habríamos enterado. Yo no oía nada más que las últimas palabras de Rodrigo y él, lucía nervioso y poco comunicativo con su amigo.

El paseo acababa en una cascada hermosa, donde nos podíamos haber hecho unas fotos increíbles pero el tema a tratar,no me dejaba disfrutar del tour. Salí del bote como si tuviera un muelle en las nalgas,me urgía estar a solas con mi "marido".

—¿Dónde
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